Reflexiones sobre la megaminería en México

Desde la perspectiva del capitalismo contemporáneo, el tema de la Megaminería en México puede ser abordado a través de las reformas neoliberales que se promueven con mayor intensidad como estrategias desarrollistas en diversas regiones del mundo o bien a través de los impactos negativos que se registran en múltiples territorios provocados por el neoextractivismo, como son despojos de tierra, división comunitaria, daños ambientales, entre otros.

En las siguientes líneas, nos abocaremos a contribuir a la segunda perspectiva, la cual desde nuestro punto de vista aporta una discusión consiente sobre el problema de la devastación ambiental, la defensa del territorio y el despojo.

A manera de preámbulo y con el objetivo de sensibilizar sobre la problemática de la devastación, el cortometraje sobre los problemas de la minería a cielo abierto titulado “Payada para Satán” , nos acerca a la realidad que viven miles de comunidades en América Latina que enfrentan de la noche a la mañana la presencia de la minería. En México, de acuerdo con la Secretaría de Economía (2016), existe una presencia devastadora de 926 proyectos mineros, de los cuales la gran mayoría se encuentra en zonas rurales e indígenas, en las que además se padece pobreza y discriminación.

Sorprendentemente, la práctica de “extraer rocas”, minerales, metales de la tierra ha sido tan antigua, que ha acompañado la historia de la humanidad misma. Entonces ¿cómo reflexionar sobre el tema? Considerando que la minería es una práctica de primera generación que ha llegado a la última fase de explotación (cuarta generación), nos hace reflexionar sobre el papel que han tenido las actividades mineras en las actividades de producción y reproducción social ¿quién no tiene una joya de oro? ¿una herramienta? ¿un metal?, es decir la minería ha estado presente en la vida cotidiana; para los países la presencia o ausencia de un yacimiento mineral ha definido sus rumbos y a generaciones enteras. Sin embargo, los impactos de la minería sobre los ecosistemas, las comunidades y la salud humana no dejan de ser destructivos. La megaminería es una forma de extractivismo y “alcanza la condición de mega-minería”- cuando se remueven más de un millón de toneladas de materia por año (incluyen tanto el mineral como su 'mochila ecológica'), y en donde se afectan más de mil hectáreas de superficie. Este umbral no está determinado desde una mirada productiva o económica sino ecológica” (Gudynas, 2015: 15).

En México, el entramado institucional y jurídico que se conformó a modo de garantizar la expansión de empresas mineras transnacionales en el país comenzó a partir de la modificación al artículo 27 constitucional, en 1992, y la entrada en vigor, en 1994, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), a ello se sumó la conversión en Ley de los pliegos petitorios de los empresarios mineros, mediante la aprobación de la ley Minera de 1992 y sus subsecuentes reformas. A esto podemos sumar la debilidad de la legislación internacional, que ha dado complicidad jurídica a los proyectos que han despojado y afectado a cientos de pueblos y comunidades indígenas, propiciando despojo, ecocidio y corrupción.

De acuerdo con un estudio elaborado por la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de Mexico en 2013, “Del total de mineras que operan en México, 70% son extranjeras, de estás 74% tienen participación canadiense y 15% estadounidense” (Rodríguez García, 2013). Los argumentos a favor de la presencia de mineras es territorio mexicano, han sido poco creibles pero suficientemente difundidos por la prensa mexicana, tal es el caso del sitio web Artepolítica, que enlista razones por las que hay que apoyar la megaminería:
“1) Se practica en Canadá y Australia, los países con los que se nos comparaba a principios del siglo XX y a los que México “debería” parecerse si nuestra historia hubiera sido menos desastrosa los últimos 80 años.

2) Se practica en Chile. Chile exportó sólo en cobre por más de 42 mil millones de dólares el año pasado (también exporta mucho de otros minerales). Eso es más de la mitad de las exportaciones anuales de Mexico.

3) En Canadá y Australia la megaminería no contamina, se practica cerca de ciudades superprimermundistas como Quebec.

4) Si en Canadá y Australia (el segundo un país extremadamente árido en la mayor parte de su territorio) logran que la megaminería no contamine, lo mismo puede reproducirse aquí.

5) La megaminería ayudaría a que las comunidades dejen de ser pobres.

6) La minería puede conseguirnos los dólares que se pueden usar para financiar exploraciones.

7) Ningún país con gran potencial minero renuncia a hacer uso de ese potencial, seríamos un caso único en el mundo". (Lurker, 2016)

Lo anterior contrasta con lo que afirma Eduardo Gudynas (2015), respecto de que existen varios mitos sobre la megaminería, los cuales son:

“1.- La minería es limpia, no contamina el ambiente y se puede hacer sin riesgos ambientales,

2.- Ningún proyecto minero se hace sin el consentimiento previo de comunidades involucradas.

3.- La minería fortalece el tejido social, reduce la migración y la descomposición de las comunidades.“ (2015:44, 69, 73).

Para desmitificar los argumentos levantados en México en favor de la megaminería, comenzaremos por reiterar lo que el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina reportó, la Megaminería conlleva una “mochila ecológica” enorme, tan solo “bajo las denominaciones de Buenavista del Cobre, S.A. de C.V., Compañía Industrial Minera México, S.A. de C.V.; Industrial Minera de México, S.A. de C.V; Mexicana de Cananea, S.A. de C.V. y Mexicana del Cobre, S.A. DE C.V.; el conglomerado Grupo México, quien tiene 142 títulos de concesión de agua” (OCMAL,2017), además de ser responsable de la contaminación por el derrame de 40 millones de litros de sulfato de cobre acidulado en el río Sonora, hecho sucedido el 6 de agosto de 2014.

En este sentido, la megaminería, no se realiza con consentimiento de comunidades, ni mucho menos ayuda a la economía de quien esta laborando en esas empresas, en el mismo caso de Minera México, se ha documentado el caso de la mina Pasta de Conchos (Coahuila), cuando en febrero de 2006, 65 mineros quedaron atrapados tras explotar la mina de carbón.

Lo que ha sucedido con las comunidades en donde la megaminería se planta, es contrario al fortalecimiento del tejido social; en Oaxaca en donde la lucha de los pobladores de San José del Progreso contra la Minera Cuzcatlán (a minera canadiense Fortuna Silver Mines) comenzó en 2008 ha sido tratada con represión e impunidad, desde que se enteraron que el presidente municipal, de espaldas a la población, otorgó los permisos para que la empresa operara en el territorio del municipio, la organización comunitaria no ha sido escuchada. El proceso de resistencia llevó a que los pobladores inconformes pidieran a las autoridades información. Como ésta nunca llegó, y en su lugar sólo encontraban mentiras y dilaciones, decidieron en una asamblea comunitaria oponerse a la nueva explotación minera y tomar acciones. Entre las medidas tomadas destacó el bloqueo a los accesos a la mina (que en esos momentos estaba en construcción). Esta acción se llevó a cabo entre el 16 de marzo y luego el 6 de mayo de 2009. Ese último día fueron violentamente desalojados (Pelaez, 2012).

La resistencia contra la minera Cuzcatlán, detonó en la comunidad todo un proceso organizativo y autogestivo, además de generarse formas autónomas de financiamiento para la resistencia y los pobladores se empoderaron a contrapelo de las formas tradicionales de hacer política. La complicidad de las autoridades municipales con la empresa minera, las amenazas constantes a los pobladores y la ingobernabilidad e inseguridad en que habían sumido al municipio, llevó a que los opositores organizados y empoderados, solicitaran, en varias ocasiones, la desaparición de poderes en el municipio, petición que nunca fue tomada en cuenta por el Congreso de Oaxaca.
Los problemas relativos a la megaminería en México, distan mucho de encontrar un cauce legal (con forme a derecho), y en beneficio de la comunidad, los cientos de asesinatos y violación de derechos humanos de los pueblos y comunidades en donde se asientan estos proyectos han creado un clima de impunidad y deterioro del tejido social. Organizaciones sociales y ambientales, siguen pugnando por justicia para los pueblos y la cancelación de los proyectos.

En agosto de 2010, durante una conferencia magistral en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el profesor Armando Bartra mencionaba: “La humanidad enfrenta una emergencia polimorfa, pero unitaria. Una gran crisis cuyas sucesivas, paralelas o entreveradas manifestaciones conforman un periodo histórico de intensa turbulencia, una catástrofe cuyas múltiples facetas tiene, creo, el mismo origen y se retroalimentan, se entreveran, un estrangulamiento planetario que no deja títere con cabeza pero que se ensaña particularmente con los más pobres: clases más pobres, naciones más pobres, regiones más pobres” (Bartra, 2013, p. 26) .

Parte de esta crisis, corresponde a la dimensión medioambiental, que cada día cobra mayor fuerza. El 4 de mayo, se podía leer en periódicos de Argentina, una noticia que ilustra la magnitud de lo que vivimos, “40 mil personas afectadas y 15 mil evacuados son las cifras de la inundación que afecta al menos 7 provincias. Lejos de ser una catástrofe natural este proceso tiene profundas raíces en el modelo productivo del agronegocio” (MST, 2016). Lo que vive Argentina es el agronegocio impulsado por las empresas Monsanto, Dow Chemicals, syngenta, Cargill, etc. que incluye siembra directa de transgénicos y la implementación de fumigaciones que han generado desgaste de los suelos.

Sin duda, estamos ante el modelo capitalista, devastador y mercantilizante. Una de sus expresiones en América Latina ha sido el despojo y la implementación de extractivismos que socavan los recursos naturales de la región. Recientemente se ha dado a conocer el arrendamiento, venta o concesiones de grandes extensiones de tierra para el monocultivo, etc.

Hasta ahora, el modelo económico capitalista contemporáneo ha implantado una idea de que el extractivismo es una actividad con muchos beneficios para los países receptores y de manera directa para las comunidades, específicamente para mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, la realidad es otra. Las empresas extractivistas (mineras, agroindustriales, petroleras, etc) implican, por una parte, inversiones, desarrollo en infraestructura y créditos, también traen consigo altos costos sociales y ambientales que lastiman el tejido social.

La idea de que la abundancia de recursos naturales, deben traducirse en una calidad de vida para la comunidades, ha resultado un engaño para los pueblos y comunidades, quedando una pregunta en el aire ¿puede el extractivismo ser equitativo y sostenible?.

De acuerdo con lo propuesto en el documento Transiciones. postextractivismo y alternativas en al extractivismo en el Perú (2015), Eduardo Gudynas explica que actualmente “esta en marcha discusiones muy intensas sobre la necesidad de abandonar estrategias de desarrollo dependientes del extracctivismo” (p. 167).

En este sentido, plantea un marco conceptual sobre transiciones postextractivistas, que contempla algunos aspectos:

1.- La pertinencia de buscar alternativas al desarrollo actual enfocado al extractivismo,

2.- Mejorar la tecnología que se utiliza en la minería o la remediación ambiental de la contaminación.}

3.- Se necesita un cambio de rumbo sustancial. (Gudynas, 2015, p.170-171)

Sin duda, ante estas posiciones diversos actores han puesto su empeño, por una parte estan los Gobiernos de izquierda, como los de Ecuador, están planteando y haciendo cambios sobre la forma de enfrentar el extractivismo, ya sea mediante la incorporación de una regulación normativa al respecto y aumentar la regulación estatal, sin embargo movimientos sociales más radicales han vislumbrado que esta no es la solución, debido a que finalmente se ve que el cambio postextractivista no cuestiona su eje generador de recursos y por lo tanto todo lo demás es paliativo.

A manera de conclusión, podemos decir que el extractivismo camina de la mano con el sistema capitalista contemporáneo, a tarvés de la ganancia y sobretodo del interes de unos pocos quienes detentan los medios de producción, si esa base no se cambia es muy difícil que el extractivismo deje de ser depredador para solo limitarse a un extractivismo indispensable. Para los gobiernos, les ha sido mucho más facil adaptarse y facilitar los emprendimientos mineros que ser escucha de la población que da posiciones respecto de las afectaciones o cambios que sufren cuando un proyecto de esta magnitud llega a sus territorios.

Entonces, no solo es si el extractivismo puede ser sostenible o equitativo, sino que además tiene que transitar el conflicto social que enfrentan poblaciones locales principalmente por proyectos mineros, hidrocarburos y energéticos.

Las actividades de resistencia social, están expresando alternativas económicas y culturales a las visiones que argumentan la necesidad de promover las grandes inversiones extractivas como sustento del crecimiento y el bienestar ciudadano.

En México, justo este 9 de mayo, se realizó el 3er. Foro contra la Minería en Ixhuatán, Oaxaca, en donde se escuchó a integrantes de diversos colectivos y organizaciones de la localidad que se han manifestado en contra de la expropiación minera en la localidad y en donde están promoviendo realizar actividades alternativas al rezago social que viven (No a la mina, 2016).


Bibliografía

Alayza, A, Gudynas, E. (2015). Transiciones. Posextractivismo y alternativas al extractivismo en Perú. CEPES. 208 pp.

Balseiro Carlos [ Cine Nacional]. (2015, septiembre 7) Payada pa´Satán [Archivo de video]. Recuperado de https://youtu.be/I2SX2Kl77MY

Colaboratorio (2017), Derrame de 40 millones de litros de solución de cobre acidulado a los ríos Bacanuchi y Sonora provenientes de las instalaciones de la mina Buenavista del Cobre S.A. de C.V. subsidiaria de Grupo México. Consultado en https://www.colaboratorio.org/derrame-de-40-millones-de-litros-de-soluci...

Gudynas. Eduardo (2015). Extractivismos. Ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la naturaleza. CEDIB - CLAES. Cochabamba. Bolivia.

MST, (4 de mayo de 2016) El extractivismo inunda. Alternativa Socialista. Edición No. 662. Recuperado el 4 de mayo de 2016 de: http://as.mst.org.ar/2016/05/04/el-extractivismo-inunda/

No a la mina. Realizan 3er foro contra la minería en Ixhuatán. (2016) Referencia obtenida el 9 de mayo de 2016 de http://www.noalamina.org/latinoamerica/mexico/item/15652-realizan-3er-fo...

Bartra, Armando. (2013). Crisis Civilizatoria, en Raúl Ornelas (coordinador), Crisis y superación del Capitalismo. Recuperado el 4 de mayo de 2016, de: http://ru.iiec.unam.mx/2374/1/PDF%287%29-CRISISCIVILIZATORIA-IMPRESI%C3%...

Pelaéz Padilla, J. (2012) Megaminería tóxica en México: muerte y saqueo 500 años después. Recuperado el 9 de mayo de 2016 de: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2012/04/01/megam...

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