La verdadera amenaza de la inteligencia artificial

Cita: 

Lee, Kai-Fu [2017], “La verdadera amenaza de la inteligencia artificial”, The New York Times, New York, 27 de junio, https://www.nytimes.com/es/2017/06/27/la-verdadera-amenaza-de-la-intelig...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Junio 27, 2017
Tema: 
La desigualdad entre personas y naciones que traerá consigo la generalización de la inteligencia artificial
Idea principal: 

Kai-Fu Lee es presidente y director ejecutivo de Sinovation Ventures, una firma de capital de riesgo, y presidente del Instituto de Inteligencia Artificial de esa empresa.


Al pensar en la inteligencia artificial, a la mayoría de las personas le preocupa que las máquinas puedan superar la inteligencia humana y que controlen a la humanidad. Aunque se trata de una situación hipotéticamente posible, su consideración no es urgente, pues las mejores herramientas con inteligencia artificial en la actualidad están muy lejos de alcanzar la “singularidad”. Las tecnologías actuales con inteligencia artificial “sólo son herramientas, no una forma de inteligencia que compita”. No obstante, puesto que la inteligencia artificial apunta a transformar profundamente el mundo, es urgente que otros temas relacionados con estas tecnologías formen parte del debate público: el futuro del trabajo, las desigualdades económicas y el equilibrio mundial del poder.

En la actualidad, la inteligencia artificial “es una tecnología que tiene una cantidad enorme de información sobre un campo específico […] y la utiliza para tomar una decisión en un caso específico […] al servicio de un objetivo específico”. Un ejemplo de lo anterior son los sistemas que se encargan de determinar si se debe otorgar o no un crédito a una persona. Estas tecnologías pueden superar la capacidad de los humanos en casi cualquier tarea. La inteligencia artificial se está incorporando en los campos más diversos, incluida la maquinaria autónoma y semiautónoma. Conforme esa incorporación avance, muchos puestos de trabajo serán eliminados.

El autor sostiene que a diferencia de las revoluciones tecnológicas previas, la revolución de la inteligencia artificial no reemplazará los empleos que desaparezcan con nuevos puestos de trabajo. “En cambio, traerá consigo la aniquilación de trabajo a gran escala; la mayoría serán trabajos mal pagados, pero también los habrá bien pagados”. Por otra parte, las empresas que desarrollen esas tecnologías y las que las adopten primero obtendrán enormes ganancias.

Así, la inteligencia artificial traerá consigo simultáneamente grandes riquezas concentradas en pocas manos y grandes masas de desempleados. ¿Qué se debe hacer ante esta situación? Lee plantea que es necesario volver a capacitar a las personas para realizar labores en las que el desempeño de la inteligencia artificial no es destacado. Una opción sería capacitar a las personas para que realicen trabajos bien remunerados que impliquen creatividad, planeación y pensamiento complejo, pero se requerirán relativamente pocos trabajadores de este tipo. Otra opción, más viable, es capacitar a la gente para empleos con bajas remuneraciones que requieran habilidades sociales. La solución al desempleo masivo serán, entonces, los trabajos que dan sentido a la vida de la gente, a los que el autor llama “trabajos de servicio de amor”: acompañar a los ancianos al médico, orientar a los niños huérfanos, etc.

Ahora bien, ¿quién pagará esos “trabajos de servicio de amor”? Lee considera que una parte de las enormes ganancias que generará la inteligencia artificial tendría que ser redistribuida a las personas que perdieron sus empleos bajo la forma de un “ingreso condicionado básico y universal”. Este ingreso se daría a las personas que se capaciten para volver a ser empleables y a aquellas que se comprometan a prestar sus “servicios de amor” de manera voluntaria.

Para poder financiar el ingreso básico, los gobiernos tendrían que aumentar sustancialmente los impuestos a las empresas.* Este cambio en las políticas de recaudación y gasto sería factible en países como Estados Unidos y China, donde las empresas que desarrollan y utilizan inteligencia artificial serían suficientemente abundantes y prósperas para financiar el ingreso básico. El resto de los países se enfrentará a dos problemas insuperables: 1) puesto que la mayor parte de las ganancias resultantes de la inteligencia artificial las recibirán empresas cuya sede está en China o Estados Unidos, no habrá manera de financiar un ingreso básico; 2) en la era de la inteligencia artificial el crecimiento poblacional (que en otros momentos fue un “activo económico”) se convertirá en una carga que generará masas de desplazados y desempleados.

En ese contexto, ¿qué opciones tendrán los países que no están a la vanguardia en estas tecnologías? Kai-Fu Lee afirma que la mayoría de los países se verán obligados a convertirse en dependientes económicos de aquellos en los cuales hay grandes empresas de inteligencia artificial y a aceptar algunos subsidios de asistencia social a cambio de que las empresas de los países “madre” sigan obteniendo ganancias a partir del país dependiente. Esto transformaría las alianzas geopolíticas vigentes.

El autor concluye afirmando que es necesario pensar en cómo hacer frente a la enorme e inminente brecha que provocará la inteligencia artificial, tanto entre las personas como entre los países; “la inteligencia artificial nos está presentando una oportunidad de repensar la desigualdad económica a escala global”.


* El autor no especifica qué empresas serían objeto de este aumento en los impuestos. Por su argumento, se entiende que los impuestos aumentarían para las empresas que utilicen inteligencia artificial, que en el escenario que plantea serían las más prósperas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La inteligencia artificial y la posibilidad de su generalización plantean grandes desafíos teóricos y de método para pensar en las tecnologías de vanguardia en el marco de un sistema que se disloca y que emprende una huida hacia adelante.

Por otra parte, el razonamiento del autor pone de relieve que el pensamiento de nuestra época se encuentra dentro de las "cárceles" del liberalismo: aun ante situaciones sociales disruptivas (como la introducción de tecnologías que hacen prescindibles a la mayoría de los trabajadores) es notoria la incapacidad de pensar más allá de la sociedad de la ganancia, del trabajo asalariado y de los estados nacionales.