In Washington, talk of a China threat cuts across the political divide. Amid accusations of theft and espionage, opinions have hardened

Cita: 

The Economist [2019], "In Washington, talk of a China threat cuts across the political divide. Amid accusations of theft and espionage, opinions have hardened", The Economist, London, 18 de mayo, https://www.economist.com/special-report/2019/05/18/in-washington-talk-o...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Mayo 18, 2019
Tema: 
La amenaza económica de China hacia Estados Unidos
Idea principal: 

En octubre de 2018, directivos de compañías de innovación fueron invitados a un anexo de la Casa Blanca. Los ejecutivos firmaron un acuerdo de “no divulgación” que les permitió ver material clasificado. Posteriormente, el director nacional de inteligencia, Dan Coats, junto con dos senadores contaron cómo China roba sus secretos a Estados Unidos. Los recientes arrestos de presuntos espías chinos revelan una pequeña fracción de lo que está sucediendo. El senador republicano, Marco Rubio, miembro del Comité de Inteligencia afirma que, “China es la mayor amenaza que Estados Unidos ha enfrentado”.

El senador Rubio se queja de que el plan de negocios de algunas startups tecnológicas de Silicon Valley es que otras grandes corporaciones las compren sin que necesariamente les importe si los inversionistas son chinos. Miembros del Congreso han redactado una serie de propuestas sobre los nuevos controles de exportación en productos que se consideran importantes para la seguridad nacional y económica, y en particular para las industrias nombradas como prioridad en el plan “Made in China 2025”.

Las inversiones chinas se enfrentan a un escrutinio cada vez más estricto por parte del Comité de Inversión Extranjera en Estados Unidos (CFIUS, por sus siglas en inglés). La Ley de Modernización de la Revisión de la Inversión Extranjera extendió el alcance de CFIUS a nuevas áreas comerciales. El senador Rubio nombró las telecomunicaciones, la computación cuántica, la inteligencia artificial y cualquier industria que recolecte grandes datos como los que él quiere que se cierren a China.

Las opiniones sobre China se han endurecido en Washington. Un consenso une lo que podría llamarse la máquina de política exterior de Estados Unidos, incluidos los miembros de ambos partidos en el Congreso, el Departamento de Estado, el Departamento de Justicia, el Pentágono, agencias de espionaje y el propio Consejo de Seguridad Nacional del presidente, incluido el vicepresidente Mike Pence.

Los jefes del Pentágono y miembros del Congreso están alarmados sobre las intenciones de China hacia Taiwán, la isla democrática de 24 millones de habitantes que Estados Unidos considera un aliado pero que China reclama como propia y afirma que debe unirse a su patria, por la fuerza si es necesario. Para inquietud de China, el Congreso aprobó leyes de solidaridad con Taiwán, instando al gobierno a permitir que los secretarios de gabinete y los buques de guerra estadounidenses visiten la isla. Como presidente electo desde 2016 Trump ha bloqueado las propuestas de visitas de alto perfil para mostrar su apoyo a Taiwán como un aliado democrático. Él ve a los aliados como una carga, y a la poderosa China como par de Estados Unidos.

Discernir una visión unida de China por parte del equipo de Trump resulta difícil, usan un lenguaje áspero al referirse sobre la represión de los musulmanes uigures en la región noroccidental de Xinjiang. Uno de ellos, es el secretario de Estado, Mike Pompeo, llamó a China “uno de los peores países de derechos humanos que hemos visto desde la década de 1930”. En efecto, muchos funcionarios están disgustados con la situación de Xinjiang. A pesar de esto, cuando se le preguntó al presidente Trump sobre cómo los lazos comerciales entre Estados Unidos y China pueden coexistir con políticas complicadas, un alto funcionario de la administración respondió: “Los campos de concentración estropean el ánimo, ¿no es así?” refiriéndose al problema de los musulmanes y su reubicación en “campos de reeducación”.

Michael Pillsbury, un especialista en China en el Instituto Hudson, un grupo de expertos y un asesor externo de la Casa Blanca afirma que, “los temas como Taiwán o Xinjiang no resuenan en Trump tanto como lo hace el comercio”. Donald Trump ha dicho a menudo que no quiere dañar la economía de China, señala Pillsbury. “Él ve a China como una fuente de beneficios e inversiones”. Sin embargo, los asesores pueden enfurecer al presidente Trump diciéndole que China está robando sus secretos. “El presidente entiende muy claramente que los demócratas esperan que sea blando con China” afirma Pillsbury. El aumento de aranceles del presidente Trump en China, en mayo de 2019, fue acompañado por tweets defensivos que aseguraban que China anhela que un demócrata “muy débil” gane las elecciones de 2020 en su lugar. Evan Medeiros de la Universidad de Georgetown, ex asesor principal sobre Asia durante la presidencia de Barack Obama, señala que se está poniendo en marcha "la burocracia de una relación mucho más competitiva". En efecto, los mandarines chinos están enfrascados con las diferencias dentro de la administración de Trump, sin darse cuenta de que el endurecimiento del estado de ánimo precede y durará más que la administración de Trump.

En noviembre de 2018, el Departamento de justicia estableció una Iniciativa de Amenazas contra China, para detectar los intentos chinos de robar secretos comerciales e influir en las opiniones, en particular en las universidades. Una oficina del Departamento de Estado centrada anteriormente en el terrorismo, el Centro de Participación Mundial, tiene una nueva misión para contrarrestar la propaganda de China, Rusia e Irán.

Las inquietudes del Pentágono sobre China coinciden con la constatación de que cuando las tropas dependen del equipo de alta tecnología, los ciberataques pueden matar. Un estudio encargado por el Pentágono, “Deliver Uncompromised”, advierte que las cadenas de suministro inseguras ponen a las fuerzas armadas de Estados Unidos en grave riesgo de piratería y sabotaje tecnológico, por ejemplo, mediante la inserción de malware o componentes diseñados para fallar en el combate. El estudio señala que los jets modernos dependen de 10 millones de líneas de código de software, por lo que, es muy importante saber si la tecnología utiliza un código de procedencia desconocida.

Los jefes del Pentágono han creado una nueva Oficina de Análisis Comercial y Económico, cuya misión incluye revisar contratos de defensa para compañías chinas, hasta proveedores de tercer nivel. James Mulvenon, un experto en seguridad cibernética, explica que, “el Pentágono ha decidido que los semiconductores son la colina en la que están dispuestos a morir. Los semiconductores son la última industria en la que Estados Unidos está por delante, y es sobre ella que se construye todo lo demás”. Es decir, el sr. Mulvenon ve más contratos de alto valor en las fundiciones de semiconductores de Estados Unidos. Randall Schriver, subsecretario de Defensa para Asuntos de Seguridad del Indo-Pacífico, al preguntársele si el Pentágono presionará a las empresas para que se vayan de China, responde con cuidado: “Las empresas pueden hacer lo que hacen las empresas. Estamos mucho más conscientes y dispuestos a abordar las vulnerabilidades en nuestra cadena de suministro de defensa”.

En abril de 2019, la directora de planificación de políticas del Departamento de Estado, Kiron Skinner, dijo en un foro organizado por New America, que se necesitaba una estrategia para China, equivalente a la estrategia de contención de George Kennan* para la Unión Soviética. En cuanto a la idea de contener una de las dos economías más grandes del mundo, sería una tontería incluso si los aliados estadounidenses y otros países estuvieran dispuestos a ayudar, lo que no es así.

Un ensayo reciente para el Instituto Paulson de Evan Feigenbaum sostiene que los que acusan a China de rehacer el orden global se están expresando erróneamente y subestimando el desafío. China es selectivamente revisionista. El senador demócrata Chris Coons, no cree que China sea hostil a la idea de un orden basado en normas, pero admite que se ha “comportado excepcionalmente mal en el escenario económico mundial”. Pues, en lugar de buscar reemplazar el sistema internacional de hoy, defiende muchas de las “formas” de multilateralismo al tiempo que socava las “normas” dentro de la ONU y otros organismos.


* La doctrina diseñada por Kennan (1947), consideraba que la contención de la amenaza comunista se debía encontrar desvinculada de toda valoración concerniente con la organización política interna de los estados que integraban la esfera de influencia de Estados Unidos, por lo cual dicho aspecto era ajeno a la consideración de la política exterior estadounidense. Implicaba entre otros supuestos la selección de áreas vitales para la seguridad, priorizándolas según su relevancia estratégica, lo cual se vinculaba directamente con los intereses vitales de Estados Unidos que pudieran verse afectados.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha significado un punto de quiebre en la disputa hegemónica mundial. La confrontación de dos potencias económicas ha reconfigurado el mapa comercial a través de ataques económicos que intentan frenar el crecimiento de los países involucrados. Así mismo, esta situación ha causado polémica en Estado Unidos que ven a China como la mayor amenaza que han enfrentado. La amenaza radica en el perfeccionamiento del espionaje industrial para boicotear en gran medida las fuerzas armadas y otras áreas comerciales de la nación americana. En efecto, la guerra comercial se ha convertido en una nueva forma de hacer la guerra e impone condiciones e intereses para lograr el máximo beneficio.