The junior partner. How Vladimir Putin's embrace of China weakens Russia. He needs Xi Jinping more than Mr Xi needs him—and Central Asia is changing as a result

Cita: 

The Economist [2019], "The junior partner. How Vladimir Putin's embrace of China weakens Russia. He needs Xi Jinping more than Mr Xi needs him—and Central Asia is changing as a result", The Economist, London, 27 de julio, https://www.economist.com/briefing/2019/07/25/how-vladimir-putins-embrac...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Julio 27, 2019
Tema: 
La dependencia de Rusia y el dominio de China.
Idea principal: 

The Economist comienza su artículo retomando una afirmación interesante de un ex oficial de Tayikistán: “China está haciendo lo que la Unión Soviética solía hacer”. La potencia asiática se está encargando de reprimir y comprar influencias de otras etnias y culturas, principalmente musulmanas, para acomodar el mapa asiático a sus intereses.

Tayikistán es el país más pobre de Asia Central. China lleva años aprovechándose de su situación para comprometer la política de ese país. El lujoso edificio para recepción de dignatarios visitantes en Dushanbe, capital de Tayikistán, fue construido por China para el Ministerio de defensa de Tayikistán. También fue financiado el palacio de gobierno y el parlamento de Tayikistán por el Partido Comunista de China. Se han construido escuelas, carreteras, túneles y prestado mil 300 millones de dólares (casi la mitad de la deuda externa) a Tayikistán. Actualmente China extrae oro y plata de dicho país y tiene una central térmica y eléctrica combinada de carbón para dotar de calefacción a todo el país.

Tayikistán está adherido a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza regional encabezada por Rusia. Si los rusos no han puesto freno al influjo chino en Tayikistán, es porque los menesteres chinos son de inversión y no militares. O al menos eso es lo que se dice oficialmente. The Economist afirma que desde 2016 se han visto miembros del ejército chino, campos de entrenamiento, juegos de guerra y guardias en Tayikistán. Es más, se indica que algunos oficiales de Tayikistán fueron entrenados en Shangai. La realidad del silencio ruso al respecto es, en palabras de un diplomático indio, que “Rusia no puede enfrentar a China porque depende de ella”. De cualquier manera, en 2018 los rusos llevaron su tecnología de juegos de guerra a Tayikistán, muy cerca del sitio de los chinos. Asimismo, en 2019 Sergei Shoigu, ministro de defensa ruso, visitó Tayikistán para inspeccionar la 201 División de fusil de motor, el mayor despliegue extranjero de las fuerzas militares rusas. Debajo de la amistad entre Rusia y China hay una tensión militar.

La alianza entre Rusia y China se explica en gran parte por la coincidencia de un adversario en común: Estados Unidos. Sin embargo, advierte The Economist, la rivalidad entre las potencias es muy distinta a la que hubo durante la Guerra Fría. No se trata de la disputa entre dos sistemas económicos mundiales. Según el semanario inglés, China y Rusia defienden su autoritarismo bajo la bandera de la “diferencia civilizatoria”, es decir, celebran estar situados más allá de los valores occidentales.

El semanario inglés afirma que la asimetría económica entre Rusia y China afecta la política exterior. Rusia es dependiente tecnológica y políticamente de China. Para China se trata de una relación extranjera como cualquier otra, para Rusia se trata de una relación que podría comprometer su identidad nacional.

El sueño de Raskólnikov

Rusia está yendo en contra de su histórica tendencia de acercamiento a Europa. Al menos desde el siglo XVII, Rusia se destacó por querer ser una potencia europea. Lo mismo sucedió en el siglo XIX con la expansión de Rusia hacia Asia Central y en el siglo XX con el comunismo y la Revolución rusa. Asia era vista como punto de apoyo y nada más. Es más, incluso tras la caída del Muro de Berlín, Rusia continuó afirmando sus pretensiones de ser una potencia occidental. The Economist rescata una afirmación de Boris Yeltsin, presidente ruso, ante la ONU en 1992: “Nuestros principios son claros y simples: supremacía de la democracia, los derechos humanos y las libertades, los estándares legales y morales”.

Durante la década de los años 90 la economía rusa se fue deteriorando y en el panorama internacional fueron surgiendo oligarcas. Cuando llegó al poder Vladimir Putin que, según el semanario inglés, nunca ha creído en los valores universales, todavía se apelaba al modelo occidental como ejemplo de modernización. Tal negación a renunciar al discurso de los valores occidentales significó la aparición de conflictos políticos en territorio ruso: la influencia de las “revoluciones coloridas” en Ucrania, crítica a los abusos contra los derechos humanos, etcétera. Según un libro de Alexander Lukin, de la Escuela Superior de Economía de Moscú, sobre las relaciones entre China y Rusia, Occidente es culpable de tal vuelta al este de los rusos porque no supieron aceptar a Rusia con sus aciertos y, sobre todo, sus defectos.

En vista de fortalecer la nación rusa, Putin asumió todas las alternativas que permitieran fortalecer el estado incluso, afirma The Economist, por encima de las libertades y derechos individuales.

El modo político asiático

Gente cercana a Vladimir Putin es la mejor beneficiada por las inversiones chinas. El estado ruso se apropió de numerosas compañías privadas y distribuyó sus acciones entre los asociados de Putin. Muchos de esos asociados son los principales beneficiarios de China. Gennady Timchenko, empresario multimillonario ruso, amasó una fortuna de 13.4 mil millones de dólares por vender petróleo ruso en Occidente. Al ser sancionado por Estados Unidos, salió del mercado europeo y se convirtió en el presidente del consejo de negocios de Rusia-China de Putin.

El proceso de asociación entre las potencias no fue fácil. Con la caída del Muro de Berlín, China se quedó rodeada de adversarios, principalmente musulmanes. El gobierno chino buscó que Rusia funcionara como un amortiguador entre ellos y Estados Unidos. De manera que China “no quería un vecino débil, pero tampoco quería uno poderoso”. La relación China-Rusia tiene matices. China compra armas y petróleo de Rusia; vota en alianza con los rusos en los Consejos de seguridad de la ONU; no critica la anexión rusa de Crimea. Pero también evita acompañar o reconocer decisiones de los rusos que comprometen vínculos con Estados Unidos.

The Economist opina que, con la anexión rusa de Crimea y la invasión de Ucrania, Rusia quedó imposibilitada de tener una alianza con Estados Unidos. El escenario es perfecto para China, pues incrementa la dependencia de Rusia con el país asiático. Así, en mayo de 2014 Rusia forjó una nueva asociación empresarial con Shangai: se trató de un contrato para el gasoducto “El poder de Siberia” por 400 mil millones de dólares en un plazo de 30 años. Ambas potencias también cooperarán a finales de 2019 para invertir en gas natural licuado a través de transporte marítimo. Asimismo, el armamento no nuclear ruso se encuentra disponible para Beijing.

El semanario inglés es enfático: “esta dependencia no debe confundirse con una alianza”. Así también opina Feng Yujun, jefe del Centro de estudios de Rusia y Asia Central de la Universidad de Fudan. La realidad es que China evita mantener alianzas y enemistades. Más bien se trata de un juego de fuerzas entre negociantes.

Un yuan como compañía

Algunos diplomáticos opinan que la dependencia rusa hacia China probablemente retroceda cuando la sociedad rusa note problemas en su identidad nacional. Adelantándose a la posibilidad de tales diferencias socio-políticas, China ha influido para la creación de un “lobby pro-chino” en los círculos políticos rusos, también ha manufacturado dependencias estructurales difíciles de abandonar por los rusos en caso de conflicto con China.

El sector energético es una muestra palpable de tal dependencia rusa hacia China. China tiene acceso a los activos energéticos rusos más importantes. Un quinto del proyecto Arctic Ing de Novatek, firma energética rusa, pertenece a las empresas estatales chinas. Cerca de la mitad de los equipos de perforación usados por las petroleras rusas son de origen chino. Rosneft, empresa petrolera nacional rusa, tiene apoyo de China en sus adquisiciones y además es uno de sus principales demandantes.
También la dependencia se ve en las divisas. El Banco central de Rusia cuenta con 14% de tenencias en yuanes. Es una proporción diez veces mayor en comparación con la de cualquier otro banco central.

En cuanto a la tecnología, el caso más destacado es el de Huawei que está desarrollando equipos de telecomunicación con red 5g en Rusia. Alibaba, una versión china de Amazon, se asoció con Mail.ru, la firma más importante de redes sociales en Rusia. Se usa Dahua Technology, proveedor chino de equipos de vigilancia y seguridad, para aplicar tecnologías de reconocimiento facial en la sociedad rusa. The Economist señala que muy probablemente toda la inteligencia artificial de Rusia es de origen chino.

Rusia ha actuado para evitar el dominio chino en Asia Central y Europa. Sin embargo, los intentos han tenido resultados poco favorables para los rusos. Desde finales de los años 90 se creó la Organización de Cooperación de Shangai que China aprovechó para extender su impacto económico y político en Asia Central. También China busca crear una zona de libre comercio a través de una Unión euroasiática y la Organización del tratado de seguridad colectiva. La zona implicaría llenar el mercado ruso de productos chinos.

Pequeño dragón

China busca ganarse la confianza de las élites gobernantes de Asia Central. Principalmente, pretende eliminar el resentimiento social (fruto de abusos cometidos) que le tienen las comunidades musulmanas. Parece estar funcionando. El semanario inglés señala que activistas de Kazajstán han sido encarcelados para que eviten hablar con la prensa de sus experiencias en los “campos de reeducación” de Xinjiang. La realidad es que las élites de Asia Central ven en los vínculos con China una alternativa para modernizarse.

Asia Central es escéptica a los tratados con Rusia, pero aceptan los tratados con China. La Iniciativa del cinturón y ruta de la seda de China fue anunciada oficialmente en Kazajstán en 2013. Se mira a China como una apertura económica al océano. China Ocean Shipping Company construyó una terminal de carreteras y ferrocarriles en la frontera de Khazak y China gracias a que se volvió propietario de 49% del puerto de Khorgos. La región rápidamente fue urbanizada con centros comerciales, viviendas y restaurantes.

En veinte años China ha eliminado el monopolio ruso de oleoductos de energía en Asia Central. Desde 2009 Kazajstán exporta su petróleo a China a través de un nuevo oleoducto que ya no es ruso. “Todos los caminos solían conducir a Moscú. Ahora todos los caminos conducen a Beijing”.

Ciertamente, Rusia todavía tiene influjo cultural, político y lingüístico en Asia Central. Sin embargo, eso no ha detenido a China para hacerse del influjo económico.

Datos cruciales: 

1. En 1989 el PIB de la URSS era más del doble que el PIB de China. Actualmente el PIB de China es seis veces mayor que el PIB de Rusia.

2. Rusia es el décimo mercado de exportación de China. China es el segundo mercado de exportación de Rusia.

3. Cuadro 1. Compañeros cercanos. Intercambio de bienes de Rusia con China, miles de millones de dólares (mmd), 1992-2018. Total de comercio bilateral: en 1992 fue de menos de 10 mmd; hay una tendencia al alza desde 2002 sostenida hasta 2008 por casi 60 mmd; una caída en por la crisis de 2008, pero una rápida recuperación y aumento en 2014 a más de 80 mmd; en 2018 asciende a más de 100 mmd. Fuentes: Datastream from Refinitiv y UN Comtrade.

4. Cuadro 2. El gran salto adelante. PIB nominal, billones de dólares, 1992 a 2019. Rusia ha ascendido su PIB de 1 a 5 billones de dólares en el período señalado. China ha ascendido de 1 a casi 30 billones de dólares.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Estudiar con mayor atención la vinculación ente las potencias de China y Rusia permite entender las nuevas tendencias del capitalismo contemporáneo. Existen nuevos procesos no vistos en el siglo XX. La dinámica de la economía y política de China muestra la serie de estrategias que siguen para lograr la hegemonía del mercado mundial. Con Rusia puede mostrarse el caso de la reconfiguración geopolítica de la región. Pasando de ser una alternativa al sistema económico, ahora es una nación dependiente más.