On the brink. The Amazon is approaching an irreversible tipping point. The results would be disastrous, for Brazil and for the world

Cita: 

The Economist [2019], "On the brink. The Amazon is approaching an irreversible tipping point. The results would be disastrous, for Brazil and for the world", The Economist, London, 3 de agosto, https://www.economist.com/briefing/2019/08/01/the-amazon-is-approaching-...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Agosto 3, 2019
Tema: 
Las políticas del gobierno de Brasil para destruir el Amazonas.
Idea principal: 

En los últimos años la destrucción del bosque tropical Amazonas ha aumentado. Brasil es el país donde se ubica la mayor parte de esta selva, el gobierno brasileño es, en gran medida, el provocador de la gran deforestación de esta zona. En este sentido, es preciso preguntarse ¿cuándo comenzó esta tragedia?. El gobierno actual de Jair Bolsonaro lleva consigo un plan de desarrollo económico que incluye la deforestación de varias áreas del Amazonas, sin embargo, no es el único gobernador que ha incluido esta idea en su agenda.

De 2004 a 2012 se registró una tasa muy baja de deforestación, esto como consecuencia de la implementación del Instituto Brasileño del Medio Ambiente (IBAMA, por sus siglas en portugués), por parte del gobierno de Brasil, para la protección del Amazonas. Además de eso, internacionalmente, Organizaciones No Gubernamentales y gobiernos de diferentes países crearon el Amazon Fund, institución construida para recaudar fondos útiles que sirvan a la protección del bosque tropical. Para los científicos, especialistas en la vida y el ecosistema que abarca el Amazonas, estas instituciones llegaron en el momento preciso, pues sus análisis les han hecho pensar que el bosque tropical podría entrar en un punto crítico, en el cual, la muerte de la selva -ocasionada por la pérdida de árboles- no podría ser detenida por ninguna acción humana.

Sin embargo, en 2012, bajo la presidencia de Dilma Rousseff, el congreso brasileño aprobó un nuevo código forestal, documento con el que se otorga una amnistía a todas aquellas personas que hayan participado en actividades ilegales de deforestación antes de 2008. Posteriormente, en 2017, el entonces presidente brasileño, Michel Temer, firmó una ley que racionaliza la distribución de las tierras públicas en Brasil, esto estimuló el acaparamiento de terrenos en zonas del Amazonas. Además, durante la recesión económica que duró de 2014 a 2016, el gobierno brasileño decidió recudir el presupuesto destinado al IBAMA.

Desde que Jair Bolsonaro llegó a la presidencia, el primero de enero de 2019, ha dejado en claro que lleva en las manos un plan de desarrollo económico que implica la deforestación del Amazonas. Por ejemplo: en junio de 2019 intentó abandonar el Acuerdo de Paris, sin embargo, Tereza Cristina, ministra de agricultura, impidió que lo hiciera; entre otras cosas, Flávio Bolsonaro, senador e hijo mayor del presidente, promovió una ley que elimina el requisito que obliga a los agricultores, asentados muy cerca del Amazonas, a dejar un espacio con vegetación natural en sus parcelas, hasta el momento esta ley no ha sido aprobada. En el mismo sentido, la Suprema Corte de Brasil impidió que se llevara a cabo el decreto que elaboró Bolsonaro para transferir la demarcación de tierras indígenas al Ministerio de Agricultura.

En el mismo sentido, el 28 de febrero de 2019, Ricardo Salles, ministro brasileño de medio ambiente, siguiendo las órdenes del presidente Bolsonaro, despidió a 21 de los 27 jefes de estado integrantes de IBAMA, esto con la intención de “limpiar” a la institución. Esta acción hizo que las actividades de la agencia se ralentizaran, pues el remplazo de cada uno de los jefes de estado removidos no se hizo de inmediato. Además, Salles busca utilizar 950 millones de dólares -extraídos de Noruega y Alemania, a través del Amazon Fund- para compensar a los propietarios de tierras, ubicadas en la selva tropical, que se volvieron áreas protegidas. A pesar de que los propietarios de estos terrenos no obtuvieron las tierras de manera legal, el ministro de medio ambiente desea hacer valer el derecho a la propiedad privada estipulado en la constitución brasileña.

Los ambientalistas también han estado activos. El Consejo Indigenista Misionero, un grupo integrado por católicos, han revelado que las invasiones a áreas indígenas dentro del Amazonas han aumentado en 2019. Incluso, estos hechos han llegado a ser violentos. El 24 de julio de 2019, mineros armados invadieron una aldea indígena ubicada en el estado Amapá -al norte de Brasil- ahí mataron a uno de sus líderes y expulsaron a sus residentes.

Las consecuencias ambientales de continuar con la deforestación son varias. Según estudios realizados por los biólogos Beatriz Marimon y Ben Hur Marimon de la Universidad de Mato Grosso ubicada en Nova Xavantina, el Amazonas está transitando de un estado húmedo a un estado seco que incrementa cada vez más. Marimon asegura que en la actualidad se viven dos calentamientos en uno. En primer lugar se encuentra el calentamiento global, el segundo efecto térmico es el que proviene de la deforestación, ya que esta actividad elimina el efecto de “aire acondicionado” que ocasionan los árboles del Amazonas cuando el agua se evapora de sus hojas.

Las sequías en el Amazonas comenzaron a alargarse desde 1970. La deforestación está ocasionando que los periodos de lluvia sean más cortos, ya que los árboles son un factor importante para la transición del agua a la atmosfera. El problema más importante de estos momentos de sequía es la acumulación de sus daños a través del trascurso del tiempo. En lo que va del siglo XXI ya han azotado a la selva tropical tres sequías en diferentes años: 2005, 2010 y 2015. Esta última fue causada por el fenómeno climático de “El Niño”, este evento es ocasionado por el calentamiento del Pacífico oriental ecuatorial. La correlación entre “El Niño” y las sequías se han entrelazado desde antes que comenzara la actividad industrial, sin embargo, las acciones humanas han logrado aumentar los efectos de este fenómeno meteorológico que afecta principalmente a la parte sureste de la selva brasileña.

La sequía de 2015 fue trascendental. En Nova Xavantina, murieron más de un tercio de la parcela de árboles que estudian los biólogos Marimon; al norte del Amazonas, a las afueras de la ciudad de Santarém, un incendio destrozó infinidad de vegetación y en la reserva del bosque nacional de Tapajós se quemaron 580 km2, esto equivale a 11% del área total de esta zona protegida. Después de cuatro años, la reforestación que comenzó posterior a la catástrofe en Santarém, comienza a dar frutos, pero aún falta mucho tiempo para que se comparen con los árboles destruidos por el incendio. Después del incendio de 2015, en 2017 otra ronda de siniestros quemó una cuarta parte de otra reserva del Amazonas donde habitan 75 comunidades de pescadores.

Los árboles destruidos después de un incendio dejan huecos en el dosel arbóreo de la selva tropical ocasionando que la luz del sol entre directamente al suelo del Amazonas, volviéndolo más caliente y propenso a nuevos fuegos. Según Joice Ferreira, biólogo de la Corporación Brasileña de Investigación Agrícola, los árboles muertos en el bosque son combustible para más incendios. Si las sequías y las oleadas de calor también aumentan, el fuego se volverá un depredador salvaje de la vida en la selva tropical.

Por otro lado, el servicio global como filtro de dióxido de carbono que el Amazonas brinda al mundo está disminuyendo. Según los estudios de Simon Lewis, del University College London, elaborados en 321 parcelas del bosque tropical, actualmente los bosques primarios, aquellos donde se mantienen las especies originarias de la selva, absorben, en promedio, un tercio menos de dióxido de carbono que en la década de 1990, debido al aumento de la mortalidad de los árboles. En el mismo sentido, los bosques secundarios, formados por la mano humana a partir de la necesidad de consumir y producir, recuperan 1.2% de almacenamiento de carbono por año. Si se compara esta cantidad con la absorción de carbono que lleva a cabo un bosque primario, se obtiene que un bosque secundario de 20 años se almacena solo 25% del carbono que puede almacenar un bosque primario.

Sin embargo, no todas las noticias son malas. Kirsten Thonicke, del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, dice que puede ser probable que, en bosques que albergan una gran diversidad de vida como en el Amazonas, existan árboles que resistan las sequías. Con estas especies se podrían llenar los huecos que dejaron los árboles muertos por el periodo árido sin generar una pérdida de biomasa. Desgraciadamente, las actitudes del gobierno brasileño respecto a la reforestación no tienen la convicción de actuar contra el cambio climático. En junio de 2019, Bolsonaro extendió indefinidamente el plazo, emitido ese mismo año, para que los agricultores comenzaran a replantar tierras deforestadas ilegalmente. Además, si se aprueba la ley propuesta por el hijo del mandatario, legalizaría la deforestación de 1.5 millones de km², esta acción provocaría casi 65 mil millones de toneladas de dióxido de carbono.

Bolsonaro ha expresado públicamente que no cree en las magnitudes de la deforestación del Amazonas, así mismo, Hamilton Mourão, vicepresidente de Brasil, dice que el interés de los demás países por el cuidado de la selva tropical esconde su codicia por los minerales existentes en la región sudamericana. Mientras tanto, Salles, ministro de medio ambiente brasileño, señala que los países desarrollados, causantes del mayor grado de emisiones de CO2, deberían compensar a Brasil por el cuidado del Amazonas.

Por el momento, gran parte de la economía brasileña depende de la agricultura, en este sentido, si se dejaran de utilizar las tierras fértiles que proporciona la selva tropical, se ocasionarían graves problemas para la sociedad en el país latinoamericano. De esta forma, resulta muy difícil para el gobierno brasileño pensar en dejar la deforestación del Amazonas sin antes recibir una compensación internacional por el cuidado de esta zona.

Datos cruciales: 

1. El Amazonas contiene 40% de los bosques tropicales y al rededor del 10% al 15% de la biodiversidad mundial.

2. Gráfico: The root of the problem. Se trata de una gráfica de barras que ilustra el nivel de deforestación anual del Amazonas desde 1988 hasta 2018. Resaltan los años 1995 y 2004 por haber tenido una cantidad de deforestación de 1,000 km2.

3. De acuerdo con información satelital, desde que Bolsonaro subió a la presidencia de Brasil en enero de 2019, el Amazonas ha perdido aproximadamente 4,300km2.

4. Gilvan Sampaio y Carlos Nobre, del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil, escribieron un artículo en 2007 en el que pronosticaron que la perdida del 40% del bosque del Amazonas podría detener la capacidad de reciclaje de agua, propia de los árboles de esta selva.

5. Un estudio realizado en 2015 por Divino Silvério y sus colegas del Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas, descubrió que la conversión de bosques en pastizales aumentaba la temperatura de la tierra 4.3 ° C.

6. En 2012, científicos de la Universidad de Leeds predijeron que la deforestación continua podría provocar que la lluvia en el Amazonas disminuya, en 2050, 12% en épocas de lluvia y 21% en la estación seca.

7. Gráfica: A new abnormal. Muestra como las sequías han sido cada vez más largas desde 1950 hasta el 2018, hace hincapié en el fenómeno de El Niño como catalizador de esta situación.

8. En junio de 2019 se anunció un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) en la cumbre del G20, que incluye la implementación del Acuerdo Climático de París.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Encontrar una salida a la crisis ambiental actual no es sencillo. El caso de la Amazonas ilustra la complejidad del asunto: por una lado la tala de árboles para practicar la agricultura genera ingresos a la economía, no obstante los impactos ambientales de seguir extendiendo la franga de suelo agrícola son costosos. Bolsonaro es presionado por ambos bloques: los intereses de los agricultores locales y las presiones por conservar la selva (nacionales e internacionales). Otra factor importante son los intereses internacionales por los recursos naturales de la selva.