Personal finance for pilfering potentates. How to hide a billion dollars. A guide for kleptocrats worried by foreign prosecutors

Cita: 

The Economist [2019], "Personal finance for pilfering potentates. How to hide a billion dollars. A guide for kleptocrats worried by foreign prosecutors", The Economist, London, 10 de octubre, https://www.economist.com/leaders/2019/10/10/how-to-hide-a-billion-dollars

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Octubre 10, 2019
Tema: 
Las complicaciones que hoy en día enfrentan los estadistas que roban dinero para lavarlo y esconderlo
Idea principal: 

El artículo comienza planteando una situación hipotética: el presidente de un país pobre, sin estado de derecho, con corrupción institucionalizada se ha robado mil millones de dólares, se ha llenado los bolsillos de dinero mal habido. Sin embargo, hay un problema: el mundo es menos tolerante con los cleptócratas.

En el contexto de la Guerra Fría las cosas eran menos complicadas: a nadie le importó cuando Mobutu Sese Seko, el difunto dictador de la actual República Democrática del Congo, robó a su país y llevaba una vida de lujos. Sus patrocinadores occidentales se hicieron de la vista gorda con tal de que no invitara a los soviéticos a la región del África central. Del mismo modo, los soviéticos pasaron por alto el robo atroz de sus clientes en Angola, mientras que los banqueros suizos le ofrecían sus servicios.

No obstante, los gobiernos occidentales han estado confiscando los activos saqueados y enjuiciando a los involucrados. Por ejemplo, en 2019 el Departamento de justicia de Estados Unidos acusó a un ex ministro de finanzas de Mozambique y ganó demandas contra varios ex banqueros de Credit Suisse por la malversación de préstamos de 2 mil millones de dólares. El ex primer ministro de Malasia, Najib Razak, también perdió su trabajo y su libertad después de que Estados Unidos revelara que tenía 700 millones de dólares en cuentas bancarias personales. Por otro lado, las autoridades suizas subastaron 27 millones de dólares en autos deportivos confiscados a Teodorin Nguema Obiang, el hijo inexplicablemente rico del presidente de Guinea Ecuatorial, país rico en petróleo.

En tono irónico, el artículo sugiere tres cosas que los cleptócratas deberían hacer para no ser evidenciados:

1. Primero, deberían mantenerse alejados de las redes sociales. Obiang compartió fotos en su cuenta en Instagram en la que posaba con autos elegantes y jets privados, lo cual suscitó preguntas incómodas sobre cómo los había adquirido.

2. Evitar compras llamativas que lleguen a los tabloides. Kolawole Akanni Aluko, un empresario nigeriano acusado de soborno, no sólo gastó 80 millones de dólares en un superyate, sino que se lo alquiló a Jay-Z y Beyoncé por 900,000 dólares a la semana.

3. En tercer lugar, tener a la mano una reserva de emergencia. El fallecido Robert Mugabe, dictador de Zimbabwe durante tres décadas, siempre viajó con una maleta llena de dinero, en caso de que fuera expulsado del gobierno mientras él se encontraba en el extranjero. Otra forma de proteger los activos en el extranjero es afirmar que pertenecen al estado: Obiang impidió que Francia vendiera su casa en París al insistir en que era propiedad de la embajada de su país.

4. Finalmente, el artículo hace una pregunta retórica: ¿Qué hay de gobernar honestamente? Esto no es tan loco como parece. Se menciona que Mo Ibrahim, un magnate de telecomunicaciones sudanés-británico, ha otorgado un premio de 5 millones de dólares cada año para un presidente africano que gobierne bien y se retire cuando termine su mandato. Sin embargo, durante siete de los 12 años desde que comenzó el premio Ibrahim, no se ha identificado a ningún destinatario digno.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La nota nos ayuda a comprender que los miembros de las élites también se enriquecen de manera ilícita, robando del erario público y recibiendo sobornos, por lo general, lavan el dinero en bancos europeos y pueden disfrutar de su capital satisfaciendo sus gustos fetichistas. Esto es posible aprovechándose de la situación de sus países de origen con instituciones débiles que no exigen la rendición de cuentas y la poca transparencia del sistema financiero internacional. También deberíamos de preguntarnos, cuál es el interés último de las potencias occidentales de perseguir a estos cleptócratas.