Respecto al desastre en Siria, Donald Trump escribió en Twitter: "¡Espero que a todos les vaya bien, estamos a 7 000 millas de distancia!". Esta idea es muy criticada a lo largo del artículo: si Trump cree que puede abandonar a un aliado en una zona peligrosa sin consecuencias para Estados Unidos, está equivocado.

La decisión de Trump de retirar a 1 000 soldados estadounidenses ha destruido la frágil tregua en el norte de Siria: la retirada estadounidense crea el espacio para un ataque turco contra los kurdos, lo cual ha afectado la cotidianeidad de al menos 160 000 personas que han salido de sus hogares. Sin mencionar que miembros del Estado Islámico han escapado de las prisiones donde los kurdos los mantenían. Sin nadie más a quien recurrir, los kurdos han buscado el apoyo de Bashar al-Assad, enemigo de Estados Unidos.

Esta decisión se puede entender gracias a las promesas de campaña en las que Trump mencionó que Estados Unidos debe deshacerse de las guerras sin fin. Algunos demócratas estarían de acuerdo, por ejemplo Elizabeth Warren. Sin embargo, este tipo de decisiones afectará a Estados Unidos y minará la credibilidad de este país.

Con su decisión, Trump afecta la confianza en varios sentidos: no le importaron los documentos en los que se exponían las consecuencias de su decisión, por ejemplo, el vacío de poder que ésta crearía. De hecho, tomó por sorpresa a sus propios oficiales, a los kurdos y a sus aliados ingleses. La medida también falla en cuanto a lealtad porque deja solos a los kurdos, quienes ayudaron a combatir al Estado Islámico y cerca de 11 mil perdieron su vida. Además, la decisión carece de estrategia ya que el Estado Islámico podría resurgir y quienes se benefician más de la retirada serían no sólo Bashar al Assad, sino Rusia e Irán.

La impulsividad es la marca personal de la política exterior de Trump, como cuando Irán atacó un dron estadounidense o las instalaciones petroleras en Arabia; ha abandonado negociaciones de tratados; ha lanzado ruidosas guerras comerciales y tolerado los sucesos en Venezuela y Corea del Norte. Trump cree que puede utilizar la guerra comercial en lugar del poder militar. Trump parece pensar que puede usar la influencia comercial de Estados Unidos como un sustituto del poder duro. Las sanciones económicas se han convertido en la respuesta a todos los problemas, incluido el de la invasión de Turquía. Así como Rusia todavía ocupa Crimea, Nicolás Maduro dirige Venezuela y Kim Jong Un tiene sus armas nucleares, Turquía ha prometido seguir luchando en Siria. A medida que se desarrolla la economía de China, las sanciones pueden ser un activo inútil.

La debacle en Siria muestra cómo se podría dañar a Estados Unidos: Vladimir Putin podría cuestionar el compromiso de Estados Unidos de defender los Balcanes; en Asia, los talibanes podrían redoblar sus esfuerzos para recuperar Afganistán; China podría aumentar la presión sobre territorios de su interés, como Taiwán.

Lo anterior pone en peligro el orden mundial establecido por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial: sus aliados no estarían interesados en firmar acuerdos militares y comerciales a largo plazo con ese país, no le ayudarían a contrarrestar el espionaje industrial chino y sobre todo, mina los valores del excepcionalismo estadounidense: democracia, derechos humanos, la fiabilidad y el trato justo (por muy poco respetados que sean), son el arma más poderosa de Estados Unidos. Si China y Rusia logran sus objetivos, estaría bien, sin embargo, para Occidente, ese sería un mundo hostil.