Climate change and armed conflict

Cita: 

Lee, James R. [2009], Climate change and armed conflict, Nueva York, Routledge, 195 pp.

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2009
Tema: 
Las consecuencias del cambio climático causarán conflictos
Idea principal: 

James R. Lee es profesor en la Escuela de servicio internacional y director asociado del Centro para la excelencia docente de la American University en Washington, DC. Es autor de varios libros sobre relaciones internacionales como “Explorando las brechas: vínculos vitales entre comercio, medio ambiente y cultura”.


1 La guerra del cambio climático

En este capítulo, el autor contextualiza la relación entre la Guerra Fría y el cambio climático. A inicios de la década de los años noventa del siglo XX, los científicos vieron signos de un planeta calentándose a un ritmo sin precedentes. Esto fue confirmado en 2007 por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

Al igual que en la Guerra Fría, la amenaza del cambio climático tiene el potencial de generar conflictos armados. Por lo que el autor problematiza: ¿qué tiene que ver el final de la Guerra Fría con el cambio climático?

Las agencias de defensa ven el vínculo entre el cambio climático y el conflicto en la conversión de inestabilidad climática en inestabilidad política. Las causas del conflicto radicarán en las migraciones masivas, las tensiones fronterizas y las disputas sobre los recursos esenciales. Estas cuestiones fueron debatidas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en abril de 2007, con el argumento de que el cambio climático exacerbaría los problemas de seguridad en 6 áreas: disputas fronterizas, migración, suministro de energía, escasez de recursos, estrés social y crisis humanitaria.

El autor diagnostica que habrá una nueva Guerra Fría, entendida como el período global de mayor inestabilidad en el siglo XXI. Mientras que la Guerra Caliente, es decir, los conflictos derivados de los cambios en el clima, producirán conflictos únicos y redefinirán el valor de recursos importantes y presentarán nuevos desafíos para mantener el orden y la estabilidad social.

El contexto político del cambio climático y el conflicto se puede visualizar en dos dimensiones políticas que se cruzan: en primer lugar, la conceptualización de estas dimensiones dependerá de la posición o perspectiva desde la que se aborde el asunto, por ejemplo, el punto de vista optimista o el pesimista; cada uno tendrá un criterio diferente para interpretar los pronósticos que se hagan respecto a la crisis del cambio climático.

La segunda área conceptual se refiere al enfoque que deben tomar los políticos y las personas para responder al desafío del cambio climático. Esta dicotomía de visión crea campos realistas (argumentarán que el estado, actuando en su interés nacional, es el mejor mecanismo para tratar un problema que variará geográficamente) e idealistas (creerán que las normas y los mecanismos globales deben ser la base para la cooperación y el progreso).

Este libro rastrea la historia del cambio climático y la relación con el conflicto, analizando cómo impactará el poder y los medios de vida en el futuro. La interacción entre el cambio climático y el conflicto se ha vuelto mucho más rápida, teniendo como resultado el crecimiento de los tipos y la expansión de los impactos. Estudiar el rango de los impactos será relevante porque no será una experiencia homogénea.

Además la tasa de emisiones contaminantes alcanzará un máximo en la primera mitad del siglo XXI antes de que se nivele en la segunda mitad de éste; así, el cambio climático diferirá según el tiempo y el lugar.

El cambio climático hará más que sólo elevar la temperatura

El paso del cambio climático al conflicto no será directo, sin embargo, existen tres caminos estructurales que hacen más fácil el tránsito: tendencias sostenidas, variables que intervienen y los desencadenantes de conflictos.

1. El conflicto sólo surge después de un período sostenido de patrones climáticos divergentes. Las personas pueden sobrevivir a cambios climáticos de corto plazo mediante la explotación de los recursos ahorrados, pero esta estrategia es temporal. Por lo que, sin la renovación de la riqueza, la salud humana, el bienestar y la sociedad misma puede colapsar. Por lo tanto, las sociedades con pocos recursos ahorrados serán más vulnerables a los impactos adversos del cambio climático. Del mismo modo, las sociedades que explotan fuertemente su entorno estarán más cerca de posibles conflictos de aquellas que no lo hacen.

2. El cambio climático por sí solo no causará conflictos, pero junto con otras variables (como la pobreza y la desigualdad, la disponibilidad de armas, la tensión étnica, el endeudamiento externo, la resistencia institucional, la legitimidad del estado y su capacidad para intervenir), contribuirán a ello y le darán forma. La humanidad podría adaptarse, pero lo haría en redes complejas de interacciones sociales que implican un amplio rango de experiencias sociales. Así, dentro de la combinación de estas variables que intervienen, el cambio climático es un factor potente para determinar el destino de las sociedades, y en algunos casos, puede servir como una pieza esencial para explicar el conflicto.

3. Tercero, el cambio climático puede crear condiciones estructurales para el conflicto, pero se requiere desencadenar la contienda; a medida que el estrés inducido por el cambio climático se mantiene con el tiempo y se mezcla con las variables que intervienen, se necesita también una chispa que complete el vínculo con el conflicto.

De esta manera, el autor clasifica tres comportamientos que pueden conducir al conflicto, gracias a la crisis del cambio climático: escasez, abundancia y problemas de soberanía:

1. El cambio climático puede generar conflictos debido a la escasez: si las condiciones de sequía y el deshielo de los glaciares provocan la pérdida de tierras de cultivo, imponen un estrés extremo a la vegetación y la vida animal y provocan una disminución de los recursos de agua dulce, entonces la competencia y los conflictos aumentarán a medida que estos recursos sean cada vez más escasos. Podría haber tres tipos de escasez: a) física (límites en la disponibilidad de recursos finitos); b) geopolítica (implica la distribución de recursos entre países), y c) socioeconómica (describe las diferencias de distribución dentro de los países).

2. La crisis del cambio climático también puede generar conflictos debido al aumento de la abundancia. Por ejemplo, el calentamiento de áreas extremadamente frías (norte de Canadá, Alaska y Siberia) puede permitir la extracción de recursos que anteriormente no eran económicos; tanto la energía como los recursos minerales también subyacen en la Antártida, por lo que se podría desatar una competencia por los recursos, lo cual podría generar conflictos.

3. El clima cambiante generará problemas de soberanía que impactarán el derechos internacional público: el autor expone el ejemplo de la parte noroeste de Canadá ya que se está convirtiendo en un corredor sin hielo de Europa a Asia durante los meses de verano. Canadá reclama algunas porciones como aguas soberanas, mientras que Estados Unidos argumenta que son aguas internacionales. Sin embargo, la Ley del mar de las Naciones Unidas favorece la posición estadounidense. Para resolverlo, Canadá propone extender el alcance de su Zona Económica Exclusiva (ZEE) de 200 a 500 millas.

Con lo anterior, es posible discutir cómo el cambio climático y el conflicto se regionalizarán en guerras frías y calientes, las cuales se extenderán por franjas del planeta y crearán dos "cinturones de tensión" globales.

El cinturón de tensión ecuatorial en expansión y el cinturón de tensión polar emergente

El autor señala que habrá dos cinturones que, resultado del cambio climático, generarán conflictos en el siglo XXI. El primero es el cinturón ecuatoriano, que crecerá hacia el sur de África y llegará a Asia Central y afectará a los países en desarrollo. Mientras que el segundo está localizado alrededor de los círculos polares: habrá cierta prisa por desarrollar y reclamar estas áreas; este cinturón afectará a los países desarrollados.

Intensificación y ampliación del cinturón de tensión ecuatorial

El Cinturón de Tensión Ecuatorial (ETB, por sus siglas en inglés), rodea el planeta entre los trópicos y una característica clave es el rol que el cambio climático juega en esta zona a la hora de modelar la historia humana. En el hemisferio occidental, el ETB incluye a México y Centroamérica, así como la zona norte de Sudamérica, donde la tasa de deforestación e incendios forestales es alta; mientras que en Centroamérica ha habido varios huracanes en la última década. Así, con la combinación de estos factores, se puede dar una situación de inestabilidad social y conflictos civiles generando mayores niveles de migración.

Por otro lado, el ETB alcanza el norte de África, empezando en Marruecos dirigiéndose a Somalia. El cinturón salta el Mar Rojo y alcanza el Medio Oriente, en Mesopotamia, donde se conecta con Asia Central (incluyendo Turquía e Irán). Esta zona también se conecta a las áreas del este de Asia, incluyendo el Tíbet, donde la tierra es árida y donde hay y habrá conflictos.

El ETB ha sido afectado por el cambio climático y 5 posibles variables podría explicar su existencia:

1. Esta área ha sido ocupada por civilizaciones antiguas y viejas sociedades han acumulado el impacto ambiental y también las tensiones, por ejemplo, la situación del Río Nilo en Egipto que ya no puede abastecer el agua.

2. Las demandas de la población de los países que están situados en el ETB (India, China, Brasil y Nigeria), son excesivas y los recursos ambientales están en constante estrés.

3. En ciertas áreas del ETB, hay desiertos y hábitats tropicales que han sido explotados para satisfacer las necesidades agrícolas mientras que las regiones desérticas están siendo habitadas y requieren irrigación para la población. La actividad humana está alterando el clima.

4. El colonialismo y otros tipos de dominación dejaron a esta parte del mundo dependiente de los productos básicos y los recursos naturales como un medio de supervivencia. Al mismo tiempo, los límites artificiales (límites territoriales) que las potencias europeas impusieron a estos países han sido fuente de conflicto.

5. La quinta razón se relaciona con la distribución de recursos. Ya que en el cinturón ecuatorial hay una gran concentración de recursos naturales.

El cambio climático tenderá a hacer que el cinturón de tensión ecuatorial existente sea más cálido y seco, y es probable que estas provoquen un mayor conflicto. Los pronósticos sugieren que los problemas se intensificarán a medida que los factores demográficos y socioeconómicos agreguen más presiones sobre los recursos. Estos cambios tendrán diferentes implicaciones para diferentes áreas de la zona.

En África oriental y occidental, habrá problemas debido a la deforestación y la escasez de agua. La situación del agua en el Medio Oriente, tanto en el lado africano como en el asiático, se volverá intensa. En el sur y el este de Asia, la deforestación y el acceso a los recursos también generarán conflictos, que serán una combinación de factores internos (mosaico de etnias en muchos países).

El cinturón de tensión polar emergente

El cinturón de tensión polar (PTB, por sus siglas en inglés) es una franja que rodea las partes norte y sur del planeta alrededor de los círculos polares árticos, se puede dividir en dos: el Cinturón de tensión del Ártico en el norte y el Cinturón de tensión antártico en el sur.

El norte de América del Norte verá aumentar la población a medida que el medio ambiente se vuelva más habitable. Los climas cálidos también atraerán inmigrantes a Eurasia, donde el calentamiento gradual liberará recursos hídricos congelados. Estas mismas condiciones favorables afectarán a países nórdicos como Dinamarca (Groenlandia), Islandia, Noruega, Suecia y Finlandia.

En Canadá y Estados Unidos (Alaska), países con políticas de inmigración algo abiertas, la afluencia probablemente será de inmigrantes legales, por las ubicaciones remotas. El crecimiento económico actuaría como un tremendo factor de atracción y los migrantes podrían llegar del sur de México y América Central.

El cambio climático afectará las zonas de Asia Central como Mongolia, Siberia, Xinjiang, Tíbet y el norte de China. Mientras que en Rusia, el calentamiento de Siberia puede abrir vastas tierras nuevas para la colonización y permitir un mayor acceso a los recursos (combustibles fósiles y minerales). La migración podría causar conflictos internos.

Por otro lado, en la Península Antártica, que se extiende más allá del Círculo Antártico hacia América del Sur, habrá un aumento sustancial de la temperatura.

En un mapa, la Península Antártica aparece como una extensión de América del Sur y la cordillera de los Andes. Chile y Argentina podrían reclamar este territorio contiguo, lo que a su vez contradice los reclamos del Reino Unido.

El cinturón de tensión polar producirá conflictos en la parte desarrollada del mundo, mientras que el cinturón ecuatorial afectará a los países en desarrollo, por lo que el enfoque de las organizaciones de seguridad, especialmente la OTAN, reconocen el papel del cambio climático en el posible fomento de conflictos.

Guerras calientes y guerras frías

El cambio climático conduce a dos tipos diferentes de conflictos: guerras calientes (en húmedas y secas) y guerras frías (en cálidas y frías). Los términos "caliente" y "frío" con respecto a la guerra se refieren a diferentes tipos de respuesta al cambio climático que pueden dar lugar a conflictos, ya que al alterar los patrones de estacionalidad, el cambio climático alterará los patrones de subsistencia prevalecientes. En algunos casos, esto significa que los humanos ya no podrán sobrevivir, mientras que en otros el tipo de tecnología y economía debe adaptarse a las nuevas condiciones.

El autor explica que una guerra caliente es un conflicto en el que el calentamiento climático conduce a la pérdida de agua y la desertificación de los hábitats. Así, el autor clasifica la Guerra Caliente de tres maneras:

1. El primer tipo es el nuevo desierto: un área semiárida se transforma en un área árida y la capacidad de soportar poblaciones humanas disminuye sustancialmente.

2. El segundo tipo es la nueva zona de transición: una región templada o tropical pierde precipitación y se vuelve semiárida y el tamaño de la población que puede ser sostenida disminuye sustancialmente.

3. El tercer tipo es cuando una región tropical se seca o deforesta y pasa de un bosque tropical a una pradera tropical; este cambio implica el requerimiento de un ajuste de los sistemas económicos y de subsistencia durante un largo período.

El conflicto de la Guerra Caliente generalmente necesitaría soluciones estatales, pero el cinturón ecuatorial generalmente tiene gobiernos estatales débiles, y los movimientos forzados de personas generalmente serán por cuestiones étnicas o tribales, generando dinámicas de migración forzada.

Por otro lado, una Guerra Fría implica un proceso diferente: gracias a los cambios de temperatura y precipitación, el agua pasa del estado congelado al líquido, creando un área relativamente inhabitable para los humanos. Por lo anterior, el tipo de Guerra Fría es más común en el cinturón polar. Así, el autor la clasifica en dos formas:

1. La primera es donde las tierras que no son productivas debido al clima frío se vuelven cultivables y capaces de soportar poblaciones mucho más grandes.

2. La segunda es donde el calentamiento cambia el cálculo económico de la extracción de recursos para que sea económicamente viable. Esta situación puede ocurrir cuando los depósitos conocidos de minerales preciosos, metales o fuentes de energía cruzan un umbral de rentabilidad comercial.

La situación es bastante diferente en los países donde la Guerra Caliente se podría llevar a cabo porque ahí el cambio climático deteriorara los medios de vida y son áreas que carecen de recursos sustanciales almacenados; luego entonces, donde se necesita más adaptabilidad, existen menos capacidad para ello y cuanto mayor es la brecha de adaptabilidad, mayor es la posibilidad de conflicto. Así, la relación con el conflicto es el proceso de adaptación a la disminución y al aumento de los recursos.

Optimistas y pesimistas, realistas e idealistas

El autor clasifica cómo los investigadores miran el futuro y sus percepciones de la adaptabilidad humana, divididos en optimistas y pesimistas. Mientras que también divide en dos nociones a quienes ven políticas emergentes del estado (realistas) contra aquellos que ven la necesidad de depender de instituciones internacionales (idealistas), para solucionar la crisis.

¿Qué tipo de futuro? Optimistas y pesimistas

El autor hace referencia a novelas de ciencia ficción como “La máquina del tiempo” y “Guerra de los mundos” de H.G Welles con el fin de ilustrar que en estas obras literarias el futuro involucra interacciones complejas donde las distinciones sobre lo que es un futuro optimista o pesimista no son tan obvias.

De esta manera, se pueden leer las posturas pesimistas y negativas en el contexto de la crisis ambiental del siglo XXI. Por el lado del pesimismo, el autor cita a varios autores y sus obras que hablan de diversos temas como “sobrepoblación” (Paul Ehrlich) y "sobreimpulso y colapso" (Meadows). Otros como Barry Commoner ve el mundo en dos reinos distintos: 1) el físico que ha evolucionado durante varios miles de millones de años y ha desarrollado un entorno global distinto; y 2) la llegada mucho más tarde de los seres humanos y el mundo que crearon, aquí el autor ve un desajuste entre el sistema cíclico de la naturaleza y el sistema lineal de los humanos. Mientras que Michael Klare ve un futuro donde las guerras de recursos se convertirán, en los próximos años, en la característica más distintiva del entorno de seguridad global.

En resumen, estos autores creen que las tendencias actuales son insostenibles.

No obstante, también hay pensadores optimistas: afirman que la historia humana está repleta de desafíos similares y los humanos pudieron hacer frente a ellos mediante el uso de nuevas tecnologías.

Por un lado, Herman Kahn escribió artículo titulado Globaloney. En lugar de un mundo de crisis y catástrofe, Kahn vio un período de gran transición (de los años 1800 a 2200) en la historia humana que resolverá estos problemas a través del avance tecnológico. Aunque, también plantean que habrá potencial para los conflictos ya que la necesidad de evolución y reestructuración será una fuente de conflicto.

Gestión de conflictos: realistas e idealistas.

En este apartado, el autor hace una clasificación parecida a la anterior, pero que permite entender cómo se gestionarán los futuros conflictos generados porque las naciones no esperarán a que se agoten sus recursos vitales antes de actuar en su interés nacional. El interés nacional tiene el objetivo principal de adquirir los recursos necesarios para las personas y la industria de una nación, incluido el uso de la violencia.

El enfoque realista se centra en el estado como el actor principal al servicio del interés nacional. La suposición realista es que la búsqueda del poder nacional seguirá siendo el principal motor del sistema internacional. Aplicando esta lógica, el teórico en relaciones internacionales John Mearsheimer, diferencia el realismo ofensivo que es un interés nacional de primer orden y se centra en las oportunidades para ganar poder respondiendo a las amenazas tradicionales del realismo defensivo, un interés nacional de segundo orden que se centra en la estabilidad estructural y es una amenaza no tradicional. El cambio climático entraría en la última categoría. Mearsheimer plantea que si el cambio climático se convirtiera en una fuente de inestabilidad geopolítica, lo que él llama, un gran poder podría manejar los conflictos.

Por otro lado, los idealistas ven la solución en la cooperación internacional. Por ejemplo, Hans Gunter Brauch ve la necesidad de un diálogo político internacional para contener el conflicto inducido por el cambio climático. El diálogo puede contribuir a manejar la crisis. También sugiere que en respuesta al cambio climático, las regiones del mundo entran en pactos de supervivencia.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El libro se plantea interesante e útil porque hace una análisis histórico de casos de cómo los cambios en el ambiente han generado conflictos armados. También plantea posibles escenarios en el futuro y toma en cuenta variables y factores que son relevantes a la hora de plantear posibles soluciones. El cambio climático y sus consecuencias se verán cristalizadas cuando empiecen a afectar a las sociedades en el mundo y creando así condiciones conflictivas por el control de recursos o las crisis migratorias.