Después de más de cinco meses de disturbios antigubernamentales en Hong Kong, no se sabe cuál será el desenlace. Las protestas han continuado en otras partes de la ciudad y a pesar de la violencia, el apoyo público a los manifestantes, incluso a los radicales que arrojan bombas, sigue siendo fuerte.

Las elecciones locales del 24 de noviembre de 2019 adquirieron un nuevo significado como prueba de la voluntad popular y la oportunidad de derrotar a los candidatos pro China. La única concesión del gobierno ha sido retirar un proyecto de ley que habría permitido enviar sospechosos a China continental para ser juzgados, lo cual, no ha hecho mucho para restablecer la calma, ya que los manifestantes exigen democracia. Los ciudadanos de Hong Kong no eligen a su jefe ejecutivo y las elecciones para la legislatura están muy inclinadas, por lo que es probable que las protestas continuen.

El Partido Comunista en Beijing no parece ansioso por reprimir los disturbios ya que los costos económicos y políticos de disparar en masa a las multitudes en uno de los centros financieros del mundo serían enormes. La mano dura del líder de China, Xi Jinping y el resentimiento que ha generado es la causa principal de la agitación. Él dice que quiere un "gran rejuvenecimiento" de su país, pero su enfoque brutal e intransigente no sólo molesta a Hong Kong, sino a toda la periferia de China.

Cuando las guerrillas de Mao Zedong tomaron el poder en China en 1949, no tomaron un país claramente definido: Hong Kong fue gobernado por los británicos; Macao por los portugueses; Taiwán estaba bajo el control del gobierno nacionalista que Mao acababa de derrocar; el terreno montañoso del Tíbet estaba bajo una teocracia budista que se irritaba con el control de Beijing y las tropas comunistas aún no habían ingresado a la región del extremo oeste, Xinjiang, donde los grupos étnicos musulmanes no querían ser gobernados desde lejos.

Setenta años después, la lucha del Partido por establecer una China unida sigue lejos. En enero de 2020 Taiwán tendrá elecciones y se espera que el partido gobernante, que favorece una separación más formal, obtenga buenos resultados en las elecciones presidenciales y parlamentarias. En el artículo se menciona que desde que Xi asumió el poder en 2012, Hong Kong y Taiwán han visto destruir las libertades de sus ciudadanos y enviar aviones de combate para intimidarlos.

Por su parte, Tibet y Xinjiang están silenciados ya que después de brotes generalizados de disturbios hace una década, la represión se ha vuelto abrumadora. En los últimos años, el gobierno regional de Xinjiang ha construido una red de campos de prisioneros y ha encarcelado a aproximadamente 1 millón de personas, en su mayoría de etnia uigur, por ser musulmanes devotos con el argumento de que es necesario erradicar el extremismo islamista.

Otro eslogan reza: "Xinjiang de hoy, Hong Kong de mañana", y aunque pocos esperan que se replique tal nivel de represión, los hongkoneses temen la represión. Incluso si Xi decide no usar tropas en Hong Kong, su visión de los desafíos a la autoridad del partido es clara y él piensa que deben ser aplastados.

El congreso de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que exige que el gobierno aplique sanciones a los funcionarios culpables de abuso de los derechos humanos en Hong Kong. Sin embargo, es probable que China se apoye más en el gobierno de Hong Kong para explorar si puede aprobar un nueva ley severa contra la sedición y exigir a los estudiantes que se sometan a "educación patriótica".

El presidente Xi dice que quiere que China logre su gran rejuvenecimiento para 2049, el centenario de la victoria de Mao. Para entonces, dice, el país será "fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y bello".

No toda la élite comunista está de acuerdo con el enfoque estrecho de Xi. Los problemas en la periferia de un imperio pueden extenderse rápidamente al centro. Mientras que India desconfía de la militarización china del Tíbet. Por otro lado, se observa la acumulación militar del país en el estrecho de Taiwán. En el escenario de un ataque a la isla se podría desencadenar una guerra entre China y Estados Unidos.

El modelo "un país, dos sistemas" de Hong Kong expirará oficialmente en 2047. En su forma actual, es probable que su sistema sea muy parecido al resto de China mucho antes del 2047.