Egalitarianism. Inequality could be lower than you think. But there is plenty to do to make economies fairer

Cita: 

The Economist [2019], "Egalitarianism. Inequality could be lower than you think. But there is plenty to do to make economies fairer", The Economist, London, 30 de noviembre, https://www.economist.com/leaders/2019/11/28/inequality-could-be-lower-t...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Noviembre 30, 2019
Tema: 
Crítica al dogma de la creciente desigualdad.
Idea principal: 

En el mundo actual ninguna verdad es tan cierta como la idea de que la desigualdad ha crecido en los países ricos. Esta creencia promueve medidas populistas radicales para redistribuir la riqueza, lo que a su vez, origina pavor en los empresarios suscritos en un modelo de capitalismo que ha sido señalado por muchos como fracasado. En cierta medida The Economist reconoce el fracaso, pues señala que las oportunidades sociales (educativas, de salud, de vivienda) se han encarecido, restringiendo su acceso a unos cuantos al mismo tiempo que aumenta la pobreza en las ciudades.

No obstante, la revista difiere. Menciona que la cristalización del incremento de la desigualdad casi como una creencia universal, hace de ella una idea poco debatible y cerrada al análisis objetivo. La tesis que sostiene el artículo es que los cuatro pilares empíricos que sostienen dicha aseveración, no son tan firmes como se cree.

Primer pilar: el 1% de los poseedores se ha distanciado del resto de la población en las últimas décadas. De acuerdo con la revista, esto siempre ha sido algo difícil de demostrar fuera de Estados Unidos (Datos Cruciales 1 y 2). Tampoco se consideran las nuevas medias políticas e institucionales para disminuir la desigualdad (Dato Crucial 3). Investigaciones económicas recientes sobre los mismos datos sugieren resultados opuestos sobre el fenómeno de la desigualdad al añadir variables como los impuestos y otros aspectos sociales. Al mismo tiempo, una mayor fracción de las ganancias corporativas podrían estar direccionadas a la clase media gracias a los fondos de pensiones (Dato Crucial 4).

Segundo pilar: los ingresos familiares y los salarios se han estancado en el largo plazo. The Economist indica que las diferencias en las cifras se deben a un mal manejo de la inflación, las transferencias de gobierno y la definición de “hogares”; por lo que no se puede asegurar un estancamiento en los salarios. Otros indicadores sostienen que los salarios han tendido a crecer (Dato Crucial 5); además deben contemplarse las mejoras en la calidad de vida producto de las innovaciones tecnológicas de diversos tipos en las últimas décadas.

Tercer pilar: el capital ha triunfado sobre el trabajo como un implacable negocio perteneciente a los ricos que explotan cada vez más a sus trabajadores, deslocalizando y automatizando empleos. De acuerdo con la revista, investigaciones recientes indican que el menor reparto relativo al factor trabajo está explicado por retornos exorbitantes a los propietarios de la vivienda, más no a los magnates. Incluso si se hace a un lado el costo de la vivienda y los ingresos de auto-empleo, en la mayoría de los países la participación de los trabajadores no ha caído. Estados Unidos es una excepción que indica fallas en la regulación de la competencia que favorece grandes concentraciones, pero no corresponde al comportamiento general del capitalismo.

Cuarto pilar: las desigualdades de riqueza (activos menos pasivos) se han incrementado. Nuevamente, esto es algo difícil de probar en Europa y Estados Unidos, por el contrario, en los casos donde hay más datos se muestra que la desigualdad no creció (Dato Crucial 6).

No tan rico

Un elemento adicional de confusión está dado por deducciones erróneas sobre la variación en las tasas de concentración de la riqueza. Un incremento relativo de la riqueza altamente concentrada no necesariamente indica un crecimiento mayor en términos absolutos; pueden indicar lo contrario en ciertos casos.

Finalmente The Economist aclara que el hecho de que las afirmaciones sobre la desigualdad no sean del todo ciertas, no implica abandonar la urgencia de enfrentar la injusticia económica. La solución de la revista está en la creación de políticas adecuadas que estén basadas en supuestos correctos: como el hecho de que el mercado inmobiliario esté exprimiendo a los jóvenes trabajadores y de que Estados Unidos necesita modificaciones en su legislación anti-monopolios para revigorizar la competencia en los mercados (también en los mercados de la fuerza de trabajo). Serán estás las acciones adecuadas que reducirán la desigualdad y propulsarán el crecimiento.

Datos cruciales: 

1. En Gran Bretaña la participación de ingresos del 1% más alto no es mayor al porcentaje registrado a mediados de los años noventa, después de impuestos y transferencias gubernamentales.

2. En Estados Unidos los datos oficiales indican que la diferencia del 1% y el resto aumentó hasta el año 2000.

3. Estados Unidos recientemente ha puesto en práctica nuevas políticas para disminuir la desigualdad. Un ejemplo es la expansión desde 2014 del programa gubernamental de salud para los estratos pobres Medicaid.

4. En 1960 las cuentas de retiros poseían solo 4% de las acciones estadounidenses, para 2015 la participación asciende a 50%.

5. Estimaciones ajustadas a la inflación indican que en Estados Unidos el ingreso medio creció durante 1979-2014 a ritmos de 8% y posteriormente a 51%.

6. En Dinamarca la participación de la riqueza del 1% más alto no se ha incrementado en las últimas tres décadas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo devela con toda la claridad el pensamiento liberal de la revista inglesa The Economist ante el problema del capitalismo del siglo XXI: el meollo no es la creciente desigualdad (es más, su existencia está en duda), sino la falta de libre competencia que está impidiendo el crecimiento de la economía en su conjunto.