Decrecimiento vs nuevo New Deal verde

Cita: 

Pollin, Robert [2018], " Decrecimiento vs nuevo New Deal verde” New Left Review 112, Madrid, Traficantes de Sueños, septiembre - octubre, https://newleftreview.es/issues/112/articles/robert-pollin-decrecimiento...

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Septiembre, 2018
Tema: 
Se critica al decrecimiento como alternativa para estabilizar el clima, se propone la desvinculación absoluta entre la actividad económica y combustibles fósiles por medio de un programa mundial de inversión en eficiencia energética y energía limpia
Idea principal: 

Robert Pollin es un economista estadounidense, profesor de la Universidad de Massachusetts Amherst y fundador del Political Economy Research Institute de la misma universidad.


 
Decrecimiento vs nuevo New Deal verde

El aumento constante de la temperatura media a nivel global está poniendo en riesgo el mantenimiento de la vida en la Tierra. Ante esta alarmante situación se han propuesto varias vías de acción. Pollin analiza y compara en este artículo dos propuestas distintas y divergentes que han sido desarrolladas desde planteamientos de izquierda. Por un lado, la que el autor ha denominado “un nuevo New Deal verde” o “crecimiento verde igualitario” que es la propuesta del mismo Pollin y, por otro lado, las propuestas que otros autores han denominado “decrecimiento”.

En los últimos años distintos autores, como Tim Jackson, Juliet Schor, Peter Victor, Herman Daly, Benjamin Kunkel y otros, han planteado distintas propuestas que comparten la idea de que el crecimiento es antieconómico, injusto, antiecológico e insuficiente. Estas propuestas abordan un amplia gama de temas que van más allá del cambio climático, por lo que, según el autor, descuidan la urgente cuestión de la estabilización climática. Falencia que el mismo Herman Daly, uno de los padres de la propuesta del decrecimiento, ha señalado recientemente en un número reciente de New Left Review.

El autor afirma que comparte las preocupaciones y valores que sostiene la teoría del decrecimiento. Por ejemplo, la condena del consumismo despilfarrador que el crecimiento económico produce en la sociedad actual y sus efectos nocivos en el medioambiente, en particular de los sectores con ingresos elevados; la crítica al crecimiento como categoría económica, ya que no toma en cuenta los costes y beneficios de la expansión económica; y la crítica al PIB, como constructo estadístico que mide el crecimiento económico, ya que no toma en cuenta los daños ambientales, el trabajo no pagado ni la distribución de la renta o la riqueza, entre otras.

Sin embargo, a manera de crítica general a los decrecentistas, el autor sostiene que el corazón del modelo neoliberal ha sido la búsqueda de ganancias para las empresas y para los más ricos, no la búsqueda de crecimiento económico, como sostienen muchos partidarios del decrecimiento, pues si así fuera se buscaría devolver al capitalismo a las condiciones del periodo de posguerra- años 70, cuando la tasa del crecimiento doblaba la actual.

En cuanto al cambio climático, el autor considera necesario el crecimiento de ciertas actividades económicas relacionadas con la producción y distribución de energía limpia; al tiempo que las industria de los combustibles fósiles tiene que decrecer simultáneamente hasta su desaparición. Es esta la cuestión central de la propuesta que el autor desarrolla aquí para enfrentar el tema urgente del cambio climático, de una forma más constructiva que las generalidades sobre el crecimiento económico que suelen plantear los partidarios del decrecimiento.

Desvinculación absoluta

Para estabilizar el clima la cuestión fundamental y más urgente es reducir de forma sustantiva el consumo de combustibles fósiles, debido a que estos generan 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global. Según datos de la Agencia Internacional de Energía, las emisiones mundiales de CO2 fueron de 32 mil millones de toneladas en 2015. Para estabilizar la temperatura planetaria haría falta reducir estas emisiones 40% en un plazo de veinte años, hasta los 20 mil millones de toneladas anuales, y para 2050 reducirlas en 80%, lo que significaría reducir estas emisiones a 7 mil millones, según las conservadoras estimaciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. Sin embargo, las emisiones planetarias anuales crecieron 43% entre 2000 y 2015, pasando de 23 a 32 mil millones de toneladas, y de no hacer nada al respecto estas emisiones anuales podrían elevarse en 2040 a 43 mil millones de toneladas, según el panel. Aun si se cumplieran los acuerdos alcanzados en 2015 por 196 países en la Cumbre Climática de París las emisiones anuales subirían a 36 mil millones de toneladas anuales para 2040. No obstante, un problema es que estos acuerdos no son vinculantes. No hay en la actualidad ningún proyecto internacional capaz de dirigir la economía hacia un escenario de estabilización de la temperatura.

Consecuentemente, la estabilización climática requerirá una alternativa viable para cubrir las necesidades energéticas globales. El autor propone desvincular por completo la actividad económica del consumo de combustibles fósiles. La demanda energética a nivel mundial deberá ser satisfecha por otras fuentes energéticas más limpias y el consumo de combustibles fósiles deberá caer de forma progresiva hasta desaparecer. La desvinculación relativa, en la cual el consumo de combustibles fósiles continúa aumentando pero a un ritmo más lento, no representa una solución verdadera. Es posible que la economía crezca desvinculándose completamente del consumo de combustibles fósiles. En este sentido, el autor resalta que entre 2000 y 2014, veintiún países lograron expandir su PIB al tiempo que disminuyeron sus emisiones de CO2.

Elementos básicos de un nuevo New Deal verde

El elemento central de la propuesta de un nuevo New Deal verde es la creación de un programa mundial de inversión anual que destine entre 1.5 y 2% del PIB mundial a proyectos de eficiencia energética y energías renovables y limpias. Este programa haría posible reducir las emisiones de CO2 en 40% en un plazo de 20 años y eliminarlas de forma absoluta en 50 años, pero sin comprometer los niveles de vida y las oportunidades laborales de la población. Mantener una tasa de crecimiento elevado acelerarÍa, a su vez, el reemplazo de los combustibles fósiles pues el monto de la inversión en energías limpias sería más alto de acuerdo al PIB.

Como programa inicial para alcanzar la meta de reducir las emisiones de CO2 en 40% en un plazo de 20 años, el aumento a la inversión en este tipo de energías deberá ser aproximadamente de 1-1.5% del PIB mundial, es decir un billón de dólares según el PIB actual de 80 billones, y después subir al mismo ritmo del crecimiento mundial. Simultáneamente, el consumo de combustibles fósiles deberá caer en 35% en el mismo periodo, lo que se traduce en un descenso medio de 2.2% anual. Siguiendo estas directrices, es realista alcanzar un patrón de cero emisiones en aproximadamente 50 años. Sin embargo, las grandes empresas productoras de combustibles fósiles, tanto públicas como privadas, presentarán una resistencia formidable contra este proyecto y será vital derrotarlas.

Lamentablemente, lo trabajadores y comunidades que dependen del sector de los combustibles fósiles como medio de vida serán los más afectados. El proyecto mundial de crecimiento verde deberá comprometerse con apoyos para ellos durante el periodo de transición. Por otra parte, las inversiones destinadas a desarrollar las energías renovables y aumentar la eficiencia energética generará decenas de millones de empleos, más de los que supone mantener el actual sistema energético.

La idea de que el gas natural podría ser un “combustible puente”, ya que genera 40% menos emisiones que el carbón y 15% menos que el petróleo, no es realista pues un cambio mundial que incorpore el gas natural en 50% de las necesidades energéticas del planeta reduciría las emisiones en tan solo 8%, eso sin contar las fugas de metano que escapan a la atmósfera cuando se extrae el gas con el método de fractura hidráulica, que llegan a representar 5% de el gas extraído. Si este método de extracción se expandiera fuera de Estados Unidos, las tasas de filtración podrían llegar a superar una media de 12%, hasta que pudieran establecerse controles serios, lo que cancelaría cualquier beneficio ecológico que pudiera representar este tipo de energía.
El programa mundial de transición a energías limpias exige cautela e inversión en tecnologías bien conocidas, seguras y con una efectividad probada. Otro tipos de energías que suelen ser consideradas limpias despiertan distintos tipos preocupaciones ambientales. Por un lado, la energía nuclear, a pesar de no producir emisiones de efecto invernadero, ha sido severamente cuestionada por el peligro que representa para la seguridad pública desde el accidente nuclear ocurrido en 2011 en Fukushima, Japón. Por otro lado, la tecnología de captura y almacenamiento de carbono, que consiste en capturar el carbono emitido y almacenarlo permanentemente en formaciones geológicas subterráneas a través de gasoductos, no se ha probado a escala comercial y existe el peligro de que se generen filtraciones.

El primer paso del proyecto mundial de crecimiento verde deberá ser mejorar exponencialmente la eficiencia energética mediante la adopción de mejores prácticas y tecnologías. Por ejemplo, mejorar el aislamiento térmico de los edificios y habitaciones, motores más eficientes para los vehículos, mejores sistemas de transporte público, reducir considerablemente la cantidad de energía desperdiciada en la generación y transporte de electricidad y en la maquinaria industrial. Para los consumidores representaría un ahorro económico considerable.

Las tecnologías de eficiencia energética, existentes o en desarrollo, podrían generar ahorros de 30% de la energía en Estados Unidos según estudios de la Academia de Ciencias. Mientras que un estudio similar realizado por McKinsey concluye que inversiones en eficiencia energética podrían representar ahorros en los costes equivalentes a 10% del PIB en países de rentas medias y bajas. Incluso autores como Mara Prentiss consideran que esos cálculos no representan el verdadero potencial de ahorro energético que traería consigo las inversiones en eficiencia energética.

Aunque el aumento de la eficiencia energética podría traer consigo “efectos rebote”, es decir, un aumento del consumo de energía debido a la reducción de los costes, en las economías avanzadas estos efectos serian moderados debido a que ya hay una saturación en el uso de energía. Sin embargo, en las economías en vías de desarrollo es probable que estos efectos se resientan más, para lo cual será útil implementar medidas complementarias que acompañen las mejoras en la eficiencia energética, como un gravamen a las emisiones de carbono que desincentive el uso de combustibles fósiles, y de manera más significativa aumentar la disponibilidad de energías limpias que permitan aumentar los niveles de consumo energético sin producir un aumentos en las emisiones de CO2.

En lo que respecta a la energía renovable, según datos de la International Renewable Energy Agency (IRENA), los costes medios de generación de electricidad mediante energía eólica, hidráulica, geotérmica y bioenergética son prácticamente los mismos que hacerlo mediante combustibles fósiles, sin tener en cuenta los costes ambientales. Mientras que la energía solar fotovoltaica sigue estando a un poco por arriba de esa media, pero la tendencia es que alcance la paridad en costes con los combustibles fósiles en 5 años. En general, según la IRENA, todas las energías renovables presentarán costes por debajo de la media de los combustibles fósiles en los próximos años.

Exigencias del uso y extensión de la tierra necesaria

El autor rebate en este apartado la idea de que no es viable esperar la desvinculación de los combustibles fósiles a través de energías renovables, pues, como sostiene Troy Vettese en el último número de NLR, para satisfacer los niveles de consumo actuales ese proyecto necesitaría ocupar 100 veces más territorio que el que se requiere en el caso de combustibles fósiles. Aunque Vetesse sitúa el foco principal de su artículo en defender la reforestación global, que Pollin considera necesaria, su análisis de las energías renovables y la extensión territorial que estas necesitarían, debilitan su argumento ya que no aporta prueba alguna. En cambio, el autor recurre al riguroso estudio de Mara Prentiss, Energy Revolution, en donde se demuestra que con las tecnologías solares existentes Estados Unidos podría cubrir sus necesidades energéticas utilizando tan solo o,8% de sus superficie territorial.

Además, si, como se dijo, la inversión en eficiencia energética puede reducir el consumo hasta en 50% en 20 años, la demanda energética en aquel país podría ser cubierta utilizando tan solo el 0.4% de su extensión territorial. Asimismo, la mitad de la demanda podría ser cubierta instalando paneles en los tejados y aparcamientos, disminuyendo la superficie dedicada a cubrir la demanda energética a solo el 0.1 o 0.2% de su superficie terrestre.

En cambio, la energía eólica requiere más superficie. En total, Prentiss estima 15% del territorio para satisfacer la demanda energética, lo que se podría reducir a 7.5% si se realizan las inversiones en eficiencia energética. Sin embargo, su instalación podría hacerse en tan solo el 17% de la superficie dedicadas a la producción agrícola, con muy poco impacto en dicha producción según el autor, proporcionando un ingreso extra a los productores agrícolas. Algunos estados de Estados Unidos ya generan el 30% de su suministro eléctrico de esa manera.

En realidad, la mejor forma de satisfacer la demanda es a través de una combinación de energías renovables, principalmente solar y eólica, pero también geotérmica, hidroeléctrica y bioenergética limpia como fuentes suplementarias. Es la combinación de estas fuentes de energía lo que puede resolver el reto que representan: el transporte, el almacenamiento y la intermitencia de las energías renovables, ya que el viento no sopla todo el día, ni el sol brilla las 24 horas, ni lo hacen de la misma forma en todas partes. Sin embargo haría falta destinar una parte de la inversión en transporte y almacenaje de estos tipos de energía.

Otros países, como Alemania y el Reino Unido, no tienen condiciones tan favorables como las de Estados Unidos: tiene densidades de población bastante más elevadas y reciben menos luz solar que este país. Sin embargo, operando en niveles de eficiencia elevada, estos países podrían necesitar solo 3% de su superficie territorial para abastecerse de la energía que necesitan utilizando paneles fotovoltaicos. Aunque, podrían implementar una combinación de energías renovables como la que se describió para Estados Unidos. Incluso podrían importarla, con la tecnología de transporte y almacenamiento adecuada, como de hecho ya ocurre con energías tradicionales. En resumen, Prentiss y otros autores han demostrado ya que las necesidades de superficie territorial no limitan el desarrollo de este tipo de alternativas limpias.

En cuanto a la reforestación, Pollin coincide con Vettese en resaltar su importancia en el proyecto de estabilización climática pues ayudaría a absorber importantes porciones de CO2 de la atmósfera. A pesar de que Vetesse no presenta cálculos en este respecto, un reciente estudio del Instituto de Estudios Avanzados sobre Sostenibilidad de Potsdam realizado por Mark Lawrence concluye que la reforestación podría reducir los niveles de CO2 entre 0.5 y 3.5 mil millones de toneladas anuales en 2051-2100. Tomando en cuenta que las actuales emisiones son de 32 mil millones de toneladas, y se espera que continúen aumentando hasta 2040, la reforestacion podría complementar otros esfuerzos dentro de un amplio programa de transición a energías limpias, pero no puede, por sí mismo, estabilizar el clima global sin la inversión propuesta en energías limpias.

Creación de empleo y transición justa

Alrededor del mundo, y en países en todos los niveles de desarrollo, las inversiones en energía limpia generarían empleos de forma masiva, muy por encima que si se mantuviese la actual infraestructura energética. Una investigación realizada por el mismo Pollin en el Political Economy Research Institute arrojó que, por ejemplo, si India destinará 1.5% de su PIB anual durante veinte años a inversión en energías limpias generaría 10 millones de puestos de trabajo anualmente, aun teniendo en cuenta las pérdidas de empleo que ocasionaría el cambio de patrón energético en dicho país. De la misma forma, para un nivel dado de gasto, el aumento porcentual de creación de empleo varía de aproximadamente 75% en Brasil a 350% en Indonesia. También, el hecho de que se realicen estas inversiones podría dar fuerza a las movilizaciones políticas por mejoras salariales, sindicales y empleos para grupos marginados.

Sin embargo, los trabajadores y las comunidades cuyo sustento depende de los combustibles fósiles serán afectados. Para que el proyecto de estabilización climática prospere se debe contemplar un adecuado respaldo de transición para ellos. El autor, en coautoría con Brian Callaci, ha ideado un detallado un marco político de “transición justa” para Estados Unidos. De la misma forma, junto a Garret-Peltier y Wicks-lim, Pollin ha ensayado enfoques más detallados y específicos para los casos de Nueva York y Washington. Pollin calcula que el coste máximo en Estados Unidos de dicho programa de transición será de 600 millones de dólares anuales aproximadamente, es decir, apenas el 0.2% del presupuesto federal de 2018 en dicho país. Este respaldo financiero contempla: ayuda para el mantenimiento de renta, para la formación y el traslado de los trabajadores, así como una garantía de pensiones para los trabajadores de estas industrias y la creación de programas de transición para dichas comunidades.

Políticas industriales y formas de propiedad

Dependiendo de las condiciones específicas de cada país harán falta políticas industriales para llevar a cabo el programa de transición a energías limpias. Empresas públicas y/o privadas deberán aportar el capital inicial y asumir el riesgo. Se necesitará promover la innovación y las adaptaciones de las tecnologías de energía limpia actuales. Para ello, los gobiernos tendrán que instrumentar subvenciones para investigación y desarrollo, así como políticas fiscales preferentes a este tipo de inversiones, como también, soluciones de mercado estables a largo plazo mediante la firma de contratos públicos. Las políticas industriales de energías limpias tendrán que incluir criterios de emisiones para empresas del sector público y transporte y una regulación de precios para las energías generadas por combustibles fósiles y las energías limpias. El elemento principal deberá ser un impuesto al carbono y un límite máximo de emisiones permitidas. Este tipo de impuestos generarán ingresos que se destinarían a la inversión en transición energética, además de una redistribución hacia las poblaciones más carenciadas. El ejemplo exitoso del Kfw, el banco de desarrollo alemán, que otorga préstamos y subvenciones para la inversión en eficiencia energética deberá ser replicado de forma global.

Por otro lado, las inversiones en energías limpias no deberán operar con las exigencias de rentabilidad de las inversiones tradicionales. Se necesita crear formas de propiedad alternativa para estas inversiones, en las que puede combinarse la propiedad pública, la privada y la cooperativa de pequeña escala. En este sentido, los parques eólicos que funcionan desde hace un par de décadas en Alemania, Dinamarca, Suecia y el Reino Unido, que operan con menos exigencias de rentabilidad que las grandes corporaciones privadas, son un ejemplo a replicar. De esta forma, pequeñas y medianas empresas de bajo impacto podrían convertirse en la base de comunidades locales pujantes.

Actualmente las emisiones mundiales medias de CO2 per cápita son de de 4.6 toneladas. Si en 20 años se logran reducir las emisiones totales de 32 a 20 mil millones de toneladas, las emisiones medias per cápita en Estados Unidos serían de 5.8 toneladas per cápita, triplicando las de China, y del mundo, y quintuplicando la media de la India. Claramente esto continuaría siendo injusto, por lo que se podría exigir a Estados Unidos y otros países ricos que disminuyan sus emisiones a los niveles de los países pobres. Lo mismo podríamos exigir a las personas con ingresos altos. Sin embargo, la posibilidad de llevar a cabo estas medidas es poco realista. Más productivo sería exigir que además de reducir sus propias emisiones estos países proporcionen ayuda a otros países para hacer la transición a energías limpias.

Los problemas del decrecimiento

Los autores que defienden el decrecimiento han acertado en señalar las características insostenibles del crecimiento económico, pero han pasado por alto la importancia del cambio climático y no han elaborado nada parecido a un marco de estabilización viable. Aun si el PIB mundial se contrajese en 10% en las próximas dos décadas, las emisiones tan sólo disminuirían de las actuales 32 mil millones de toneladas anuales a 29 mil millones de toneladas anuales. Viéndolo de esta forma, el autor sostiene que incluso en dicho escenario el factor que reduciría las emisiones no sería una contracción del PIB, sino un crecimiento exponencial de la eficiencia energética y las inversiones en energía limpia. Por otro lado, están los efectos dramáticos de la contracción del PIB: pérdida de puestos de trabajo, descenso del nivel de vida, etc. Los autores decrecentistas no presentan soluciones a estos problemas, lo que hace que su propuesta sea poco deseable.

Por otro lado, el caso de Japón es ilustrativo, a pesar que el país nipón mantiene una economía cercana al crecimiento cero desde hace veinte años, mantiene emisiones anuales de co2 de 9.5 toneladas per cápita, de las más altas del mundo. Estas emisiones no han caído en estos años de crecimiento casi nulo, ya que su consumo energético proviene en un 92% de combustibles fósiles. Queda demostrado así que la única forma de que Japón avance en el camino de la estabilización climática será que adopte un nuevo New Deal verde.

¿Una gran depresión verde?

Los decrecentistas no suelen prestar atención a las emisiones de CO2. En la introducción a un numero de especial de Ecological Economics dedicado al decrecimiento, tres conotados decrecentistas: Kallis, Kerschner y Martínez-Alier, dedican apenas unas breves líneas que versan sobre imponer un límite a estas emisiones por persona, pero no explican a detalle cómo se lograría esto, ni abundan en la complejidad de llevarlo a cabo. En el mismo numero, Peter Victor sí desarrolla un análisis de la relación en la economía canadiense entre las emisiones y el crecimiento económico. En el supuesto crecimiento planteado por Victor, la reducción de emisiones alcanzada en un periodo de treinta años sería solo moderadamente mayor que el que propone Pollin con su nuevo New Deal verde, pero con la diferencia de que en el proyecto de Victor las rentas medias caerían a niveles insólitos, lo que hace inviable políticamente su propuesta pues no contempla sus efectos en el nivel de vida, la salud, la educación y la protección ambiental. Tampoco explica cómo se logrará reducir a la mitad el PIB de Canadá en tan solo 30 años, y casi ni menciona las energías limpias, ni la eficiencia energética.

Prosperity without Growth de Tim Jackson es probablemente el estudio más influyente en la economía del cambio climático y el decrecimiento. Dicho autor sostiene que es necesaria la desvinculación absoluta entre crecimiento y emisiones para alcanzar la estabilización climática. Sin embargo, Pollin debate dos cuestiones. La primera, es la duda de Jackson sobre si la desvinculación ofrece una salida convincente al problema del crecimiento, debido a que la velocidad que tendrían que aumentar la eficiencia de recursos y emisiones para cumplir los objetivos es difícil. En ese sentido, Pollin reconoce que la desvinculación absoluta a escala planetaria es un proyecto de gran complejidad, pero con los objetivos de inversión que propone Pollin esta meta es difícil pero realista para todos los países del globo. Parte de su factibilidad proviene del aumento de los niveles de vida que supone el proyecto, ampliando las oportunidades de empleo, en especial a los países pobres. Al contrario, el intento de aplicar un programa de decrecimiento convertiría el objetivo de establecer energías limpias en un proyecto poco realista desde el punto de vista político.

La segunda objeción, Pollin sostiene que el decrecimiento no ofrece una alternativa viable a la desvinculación absoluta. En resumen: Pollin sostiene que si la izquierda está buscando un proyecto viable de estabilización del clima, no se debería perder el tiempo intentando construir un ambiguo proyecto de decrecimiento que, como se ha expuesto, fracasaría. Para Pollin es más factible y justo conseguir la meta de estabilización climática por medio de un proyecto mundial de inversión que consiga desvincular la actividad económica de las emisiones de CO2, llamado por Pollin el nuevo New Deal Verde.

Datos cruciales: 

*las emisiones planetarias anuales de co2 crecieron un 43% entre 2000 y 2015, pasando de 23 a 32 millardos de toneladas, y de no hacer nada al respecto estas emisiones anuales podrían elevarse en 2040 a 43 millardos de toneladas, según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático. Aun si se cumplieran los acuerdos alcanzados en 2015 por 196 países en la Cumbre del Clima de París las emisiones anuales subirán a 36 millardos de toneladas anuales para 2040
 
*En 2016, la inversión mundial en energías limpias fue de aproximadamente 300 millardos de dólares, esto es, el 0.4 por 100 del PIB mundial.
 
 
*una investigación reciente sobre las filtraciones de gas natural del método de fractura hidráulica calcula una gama de filtraciones que va del 0.18 al 11.7%  para diferentes yacimientos de Dakota del Norte, Utah, Colorado, Louisiana, Texas, Arkansas y Pennsylvania.
 
 
* Alemania posee un nivel de eficiencia energética aproximadamente  50 % más elevado que Estados Unidos. Brasil duplica con creces el nivel de eficiencia de Corea del Sur y casi triplica el de Sudáfrica.
 
 
*de acuerdo con la IRENA, la media mundial ponderada de los costes de la energía solar fotovoltaica cayeron más del 70% entre 2010 y 2017.
 
 
*las emisiones medias de co2 per cápita son de de 4.6 toneladas.

Trabajo de Fuentes: 

Prentiss, Mara [2015], “Energy Revolution: The Physics and the Promise of Efficient Technology”. Cambridge, MA: Harvard University Press.

Jackson, Tim [2011], “Prosperidad sin crecimiento: Economía para un planeta finito” Icaria, Barcelona, 277pp. https://clubclistenes.files.wordpress.com/2017/02/prosperidad-sin-crecim...

Nexo con el tema que estudiamos: 

La propuesta de Pollin pone en el centro la preocupación por el cambio climático y la amenaza civilizatoria que implica mantener el actual paradigma energético. Aunque su crítica a la propuesta del decrecimiento es certera, se limitan a plantear la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero y a la necesidad de "desfosilizar la economía", pero olvida que la crisis climática es solo una parte de la devastación ambiental producida  por la magnitud del consumo productivo de la naturaleza que impone el actual sistema económico.