Steven Simon es profesor en Colby College de Relaciones Internacionales y analista en el Instituto Quincy.

Vladimir Putin anunció el despliegue de Avangard, una nueva clase de misiles capaces de alcanzar velocidad hipersónica, algo que ningún misil puede lograr actualmente. Rusos, chinos y estadounidenses han buscado este tipo de misiles desde hace tiempo ya que pueden ser lanzados desde cualquiera de estos países y llegar a otro en minutos. Ninguna defensa existente puede interceptar un misil que pueda moverse tan rápido.

Estados Unidos se apresura a igualar esta arma, lo que podría desatar una carrera armamentista como en la Guerra Fría, aunque con una regulación de armamento menos eficiente que en el pasado.

Este tipo de misiles representa una especie de apoteosis para muchos teóricos y practicantes de la guerra, quienes han sostenido que el poder aéreo puede tener un efecto decisivo en un conflicto. No obstante, no fue el poder aéreo, sino en el terreno el que ayudó a los aliados a vencer a los alemanes en la Segunda guerra mundial. En Asia, la guerra se ganó en el mar, aunque la rendición se alcanzó gracias al uso de bombas nucleares de largo alcance. Si bien su uso reivindica el poder aéreo, la enseñanza es que este tipo de armas no puede ser usado en una guerra, a menos que se asuma la destrucción mutua.

Las armas hipersónicas podrían cumplir la promesa del poder aéreo. En un momento en el que el uso de tropas terrestres es tan cuestionado por sus resultados, costos y eficiencia, estos misiles ofrecen una precisión que minimiza el riesgo de daños colaterales; no presentan ningún riesgo para la tripulación aérea, son imparables y pueden producir un impacto igual a diez toneladas de explosivos potentes sin ninguna ojiva, son capaces de lanzar una bomba nuclear y pueden alcanzar casi todas las coordenadas en la superficie de la tierra en 30 minutos.

Estados Unidos ha desarrollado su propio proyecto de armas hipersónicas, Prompt Global Strike, pero para los rusos éste es una prioridad. Las armas hipersónicas compensan la incapacidad de Rusia de mantener una enorme infraestructura militar de alta tecnología, y son una respuesta directa a la retirada de Donald Trump del Tratado sobre Misiles Antibalísticos. Según la nota, el presidente Trump se retiró de éste para que Estados Unidos pudiera desarrollar defensas más fuertes contra un ataque nuclear.

Por otro lado, China, India y Francia están desarrollando armas similares. De alcanzarlo, entraríamos a una situación bastante novedosa en la que incluso las potencias medianas podrían causar daños en ciudades estadounidenses, rusas o chinas.

Los misiles hipersónicos pueden generar situaciones muy volátiles: si las partes contendientes están armadas con estos misiles el tiempo para decidir qué hacer es aún más corto y la incertidumbre también versa sobre la naturaleza de una ojiva, si es nuclear o convencional. Estas armas también desdibujan la línea entre las armas convencionales y estratégicas y su uso sencillo y justificable podría facilitar su aceptación generalizada, con consecuencias bastante destructivas. Además, las armas hipersónicas marcan una nueva era en las armas y, con eso, un cambio en cómo se hace la guerra. Al igual que en el pasado, el uso de estas armas podría hacerse antes de comprender cuáles son las consecuencias de su uso, impulsado por la competencia por incrementar la capacidad militar.

La nota señala que la mayor amenaza generada por estos misiles es que su producción que se lleva a cabo en un momento en que los tratados de control de armas del mundo se están desmoronando; también platea que se necesita un acuerdo multilateral para limitar los arsenales hipersónicos, pero Estados Unidos no está interesado en ningún acuerdo que pueda frenar la producción de armamento, y por otro lado, un acuerdo multilateral tendría obstáculos debido a la cantidad de países que deberían involucrarse y las fricciones entre ellos.

Así, con el debut del misil Avangard, no será sorpresa que otros países deseen esa capacidad para sí mismos; ya que, a medida que los programas nacionales cobran impulso; el desarrollo, la adquisición y el uso de estos sistemas se volverán muy difíciles de detener.

Finalmente, la nota hace un paralelismo con la Guerra Fría, señalando que, como en ese entonces, está surgiendo un desarrollo nuevo y radical en la tecnología militar; por lo que es necesario canalizar el conocimiento de quienes detentaron el control de armas durante la Guerra Fría.