Fotos de Ain al-Asad, una base aérea en el oeste de Irak utilizada por las fuerzas estadounidenses, mostraron las secuelas del ataque con misiles balísticos iraníes del 8 de enero de 2020. Irán atacó la extensa base, en un área con aviones, helicópteros y edificios; los misiles lograron seis impactos directos, pero contra hangares de aviones evacuados. Esto, al parecer, fue suficiente represalia después de que un misil estadounidense matara a Qassem Suleimani, un importante general iraní.

La nota cita a Vipin Narang, del MIT, quien señala que la enseñanza más importante es la enorme precisión de los lanzamientos de misiles balísticos de corto alcance que realizó Irán, ya que evidencia la revolución de la precisión es real y que ha dejado de ser un monopolio de Estados Unidos.

La precisión de un misil se mide por su probable error circular (CEP, por sus siglas en inglés), un radio dentro del cual caerá la mitad de todos los lanzamientos: cuanto más bajo es el CEP, más preciso es el misil. Por ejemplo, cuando Saddam Hussein decidió atacar durante la guerra del Golfo, sus cohetes tenían un CEP de más de dos kilómetros, lo cual sirve para aterrorizar a las ciudades, pero es inútil para golpear edificios específicos.

Aunque no se conoce con precisión el CEP de los misiles iraquíes, los expertos calculan que tendrían valores entre 100 y 5 metros. Una precisión similar se registró en los ataques a las instalaciones petroleras de Arabia Saudita el 14 de septiembre de 2019, mismos que fueron atribuidos a drones iraníes.

La nota cuestiona, cómo fue posible que los misiles iraníes fueran tan precisos. Según un informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, Irán ha mejorado su tecnología de orientación y maniobra. Así, el sistema iraní de defensa aérea SA-15 (que derribó, por error, un avión ucraniano el 8 de enero de 2020), habría utilizado el radar para rastrear a su objetivo y habría enviado instrucciones al misil por radio. Anteriormente, golpear un punto en particular en el suelo habría requerido tener una visión electrónica del objetivo; la alternativa a esto, era el “sistema de navegación inercial” que utiliza giroscopios y acelerómetros integrados para calcular la posición, la velocidad y la perspectiva de un proyectil en relación con su punto de partida.

Sin embargo, en la década de los años 90, estos fueron reemplazados por sistemas microelectromecánicos (MEMS por sus siglas en inglés), chips con estructuras mecánicas vibratorias que detectan el movimiento angular.

Si las señales de la constelación de GPS de Estados Unidos están saturadas, pueden sintonizar las rusas, chinas o europeas, ya que éstas se refuerzan entre sí. La nota señala que el misil llamado America’s Joint Direct Attack Munition, permite un CEP de aproximadamente 30 metros si sólo se basa en la navegación inercial, pero de 5 metros si el GPS está disponible. Por otro lado, el misil Fateh-110 de Irán, uno de los misiles que se cree que fue utilizado contra Ain al-Asad, combina sensores inerciales y GPS, convirtiéndolo en un arma de precisión.

La tecnología militar se desarrolla gracias a la cooperación internacional: con la ayuda de China, Arabia Saudita ha expandido su fuerza de misiles balísticos y en 2019 empezó a construir una planta de cohetes propia. Rusia ha ayudado a India a construir un misil de crucero supersónico preciso, mientras que India y Pakistán están probando una variedad de misiles balísticos a un ritmo constante. También, Corea del Norte ha realizado más de 100 pruebas de misiles desde 2011.

El hecho de que Irán tenga este tipo de misiles plantea un problema con implicaciones geopolíticas para Estados Unidos ya que sus planes de guerra se tendrían que repensar. La nota señala que estas preocupaciones, así como las nuevas variedades de misiles, están causando interés para impulsar el control de armas; por lo que el gobierno alemán ha lanzado la Iniciativa de Diálogo de Misiles, una red de expertos para ayudar a quienes formulan políticas.