Jeanette Cwienk, proveniente de Colonia, es periodista de Deutsche Welle.

Un estudio reciente de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), señala miles de casos sobre los efectos del cambio climático y la degradación ambiental en la violencia de género.

Grethel Aguilar, directora general interina de IUCN señaló que el estudio muestra que el daño que las dinámicas humanas causan a la naturaleza también puede acrecentar la violencia contra las mujeres en todo el mundo.

En Malawi, Etiopía y Sudán del Sur las menores se casan en contra su voluntad para ayudar a sus familias a sobrevivir a los desastres climáticos. Según el estudio, las niñas se venden en matrimonio durante las sequías extremas a cambio de ganado. Según, Juliane Schmucker, directora regional para Asia de la organización humanitaria Plan International, la tasa de matrimonios infantiles y forzados aumenta notablemente en situaciones de crisis, ya que deshacerse de una hija alivia la presión familiar o puede ayudarles a obtener ingresos.

La creciente escasez de recursos también aumenta el riesgo de que las mujeres y las niñas sean víctimas de violencia: gracias al aumento de la sequía y la desertificación en el Sur global, las fuentes de agua se están secando. Regularmente, buscar agua es trabajo de mujeres, y si se ven obligadas a caminar más lejos por el agua el riesgo de agresión sexual aumenta, especialmente en regiones con presencia de grupos armados.

El mismo riesgo aplica en la recolección de leña. Por esta razón, se construyen pozos en las aldeas y se intenta plantar árboles cerca de los asentamientos. Estas tareas, impulsadas por organizaciones de ayuda, están basadas en un técnica de regeneración natural gestionada por los agricultores que utiliza árboles talados y sistemas de raíces subterráneas.

Las organizaciones de ayuda también han pedido cambios en los roles tradicionales de género. Bathe señala que se han visto un gran éxito cuando los líderes religiosos usan su influencia para dejar en claro que los hombres no tienen derecho a infligir violencia contra las mujeres. También es importante que las niñas y las mujeres sepan a quién pueden contactar después de ser violentadas.

Sexo por pescado

Las mujeres que viven en las costas y lagos de África también se han visto afectadas por la escasez en la pesca. Los pescadores que venden sus productos también exigen sexo a cambio. Según el estudio de la UICN, esta práctica ahora es tan común en el oeste de Kenia que tiene un nombre: el sistema Jaboya.

World Vision ha tratado de contrarrestar esta forma de explotación sexual, en particular en la región del este de África alrededor del lago Victoria. Aquí, las mujeres han tenido la oportunidad de criar peces en estanques, así pueden crear su propio sistema de subsistencia al mismo tiempo que están a salvo del abuso sexual.

El estudio de la UICN también hace la siguiente observación: en lugares donde las mujeres son responsables de la agricultura, un desastre natural repentino o un evento climático extremo puede tener un efecto dramático en su posición social y familiar: si las cosechas se ven amenazadas, esto puede conducir a la violencia, a menudo desde sus propias familias. Por lo tanto, Schmucker sugiere que si se diversifican las fuentes de ingresos de las mujeres, estas estarían protegidas.

Los roles sociales tradicionales conducen a la muerte

Las mujeres y las niñas son más vulnerables en situaciones climáticas extremas y durante desastres naturales, ya que algunas sociedades dictan ciertos comportamientos y prohíben otros, como estar sola en público. Por ejemplo, en Bangladesh, las mujeres tienen mayores probabilidades de morir como resultado de las inundaciones ya que no es común que busquen refugio en albergues de emergencia porque éstos son muy estrechos, y para una mujer de Bangladesh no es apropiado estar cara a cara con los hombres o usar el mismo baño. Por lo anterior, las mujeres optan por encerrarse en sus casas, donde a menudo simplemente son arrastradas por las inundaciones.

Los hombres también mueren debido a estos roles sociales tradicionales. En Australia, los hombres tienen más probabilidades de suicidarse que las mujeres si pierden su tierra o su trabajo y reciben menos ayuda en situaciones de crisis, lo que se relaciona principalmente con la visión tradicional de la masculinidad.

Por otro lado, los delitos ambientales, como la caza furtiva y la extracción ilegal de recursos, también pueden conducir a la violencia de género: las amenazas y la violencia sexual se utilizan para atacar a las activistas ambientales socavando su lugar dentro de la comunidad y evitando que otras mujeres trabajen para preservar el medio ambiente.

Aún sin justicia climática en Alemania

La cuestión del género y el clima ha sido una característica destacada de las conferencias climáticas de la ONU desde 2012. En la cumbre más reciente en Madrid en diciembre de 2019, los estados participantes acordaron el segundo Plan de acción de género, con el objetivo de poner a las mujeres en igualdad en todos los niveles de la política climática, en instituciones y en proyectos individuales de protección climática.

Estas desigualdades también existen en las sociedades industrializadas occidentales. Por ejemplo, La Ley de Protección del Clima de Alemania, que planea introducir precios más altos de CO2 en los próximos años, afectará especialmente a las personas más pobres (incluyendo a muchas jubiladas y madres solteras). Si la protección climática en Alemania es igual para ambos géneros, el gobierno debe ofrecer una mejor compensación, en lugar de un plan de desgravación fiscal.