Who will benefit most from the data economy? It is already unequal and that inequality could get worse

Cita: 

The Economist [2020], "Who will benefit most from the data economy? It is already unequal and that inequality could get worse", The Economist, London, 20 de febrero, https://www.economist.com/special-report/2020/02/20/who-will-benefit-mos...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Febrero 20, 2020
Tema: 
Los dilemas económicos que surgen con la economía de la información.
Idea principal: 

La economía de la información [data economy] aún tiene muchos retos por enfrentar: de infraestructura, negocios y geopolíticos. Sin embargo, The Economist señala que uno de los asuntos más urgentes que afronta es la tensión entre la riqueza que genera la información y cómo será distribuida.

Actualmente, la economía de la información se caracteriza por la desigualdad. En efecto, esta industria está dominada por unas cuantas plataformas que concentran una parte importante de las ganancias (Dato crucial 1). Esta concentración de ganancias se explica por los efectos de red que caracterizan a esta industria: una empresa que recolecta mucha información puede hacer mejor uso de inteligencia artificial para atraer más clientes, estos, a su vez, proporcionarán más información, alimentando los sistemas de inteligencia artificial.

Esta expansión puede alcanzar a compañías no tecnológicas y a otros países. De hecho, algunas empresas ya están realizando esfuerzos por aplicar la economía de la información a nuevos sectores: Compass en la propiedad residencial, Tesla con los autos autónomos y Google y Apple en el campo de la salud. Por otra parte, los países sin plataformas importantes, como los de América Latina y África, corren el riesgo de convertirse en “proveedores de materia prima que pagan por la inteligencia digital” a otros países, como Estados Unidos y China, que concentran 90% de la capitalización de mercado de las mayores 70 plataformas (Dato crucial 2).

Sin embargo, The Economist señala que la mayor presión de la economía de la información será la que se ejerza sobre el empleo. Algunos trabajos migrarán a la red, no sólo porque más gente realizará más tareas digitalmente, sino porque su trabajo será generar la información digital necesaria para mejorar los servicios de inteligencia artificial como: etiquetar imágenes o conducir vehículos para recolectar información. Este reconocimiento de la importancia del trabajo humano para la inteligencia artificial ha llevado a algunos a llamarla “inteligencia colectiva”.

En todo caso, la cuestión no es la “automatización de los humanos”, sino cómo se remunerará a los trabajadores de la información, cuyo trabajo es actualmente subvalorado. La razón es la estructura de los mercados on-line: las grandes plataformas no son sólo monopolios, también son monopsonios que pueden fijar el salario de los trabajadores de la información. Además, nunca se ha considerado pagar a los usuarios por la información que generan.

De hecho, una de las mayores ventajas de las empresas de la economía de la información es que su materia prima, la información de los usuarios, es pagada por debajo de su valor.

Para revertir esta asimetría a través de la redistribución, Gavin Newsom, el gobernador de California, ha propuesto un dividendo digital, una aportación corporativa al estado, que sería responsable de distribuirlo a sus ciudadanos. Otra propuesta es la creación de derechos de propiedad sobre la información personal. Sin embargo, esta idea presenta varios obstáculos. El primero es la definición del mejor precio para la información personal. En segundo lugar, es difícil distinguir qué información puede considerarse estrictamente personal, pues se trata de una construcción social sobre la que más de una persona tiene derechos. Por ello, la organización RadicalxChange ha impulsado las “co-operativas de información” [data co-operatives]. De manera similar a los sindicatos de trabajadores, estas co-operativas negociarían salarios para los trabajadores de la información, asegurarían la calidad de los productos digitales, cobrarían a las empresas beneficiadas y distribuirían las ganancias. El proyecto de RadicalxChange ha tomado forma en algunos países donde pronto se discutirá una Ley sobre la libertad de la información.

Los usuarios, por su parte, están más preocupados por el uso que se da a su información. En Estados Unidos, 8 de cada 10 ciudadanos piensan que tienen poco o ningún control sobre la información que las compañías recolectan.

The Economist concluye que como en otras ocasiones de la historia, los retos que plantea la transformación de la economía requiere mecanismos e instituciones apropiadas que tomará tiempo construir.

Datos cruciales: 

1. En el último trimestre de 2019, Amazon, Apple, Alphabet y Microsoft tuvieron ganancias conjuntas por 55 mil millones de dólares (mmd), más que las ganancias anuales obtenidas por las siguientes 5 empresas mejor valuadas.

2. Gráfica. Capitalización de mercado de plataformas globales seleccionadas, 1 de febrero de 2020, por región.
En América del norte: Apple (1.4 bd), Microsoft (1.3 bd), Amazon (1.01 bd), Alphabet (988.7 mmd), Facebook (575.5 mmd), Salesforce (161.7 mmd), Netflix (151.4 mmd), PayPal (133.6 mmd), Uber (61.9 mmd), Airbnb (35 mmd), Twitter (25.2 mmd).
En Asia: Alibaba (554.2 mmd), Tencent (458.8 mmd), Samsung (281.2 mmd), Meituan (74.4 mmd), JD.com (55 mmd), Baidu (42.8) y Pinduoduo (40.9 mmd).
En Europa: SAP SE (160.1 mmd), Spotify (26 mmd).
En África: Naspers (73.1 mmd).

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo permite pensar dos temas fundamentales del curso del capitalismo contemporáneo. Por un lado, la mercantilización de la información como base de las grandes corporaciones y las contradicciones que expresa. Por ejemplo, a pesar de que corporaciones como Apple, Amazon o Alphabet están en la cima de la vanguardia tecnológica utilizan una materia prima que les es prácticamente regalada, lo que debería ser un elemento para entender su trayectoria. En segundo lugar, los esfuerzos por remunerar a los trabajadores de la información podría llevar a una nueva esfera de privatización de la vida humana, como los saberes colectivos.