Chinese technology. With the state's help, Chinese technology is booming

Cita: 

The Economist [2020], "Chinese technology. With the state's help, Chinese technology is booming", The Economist, London, 4 de enero, https://www.economist.com/technology-quarterly/2020/01/02/with-the-state...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 4, 2020
Tema: 
Gracias a las políticas estatales la tecnología china está en auge pero aún enfrenta muchos obstáculos
Idea principal: 

Sobre el autor

Hal Hodson es corresponsal en Asia para The Economist. Anteriormente trabajó para New Scientist, en Boston y en Londres, donde escribía sobre economía, robótica, inteligencia artificial, infraestructura, tecnológica y políticas de internet. Estudió astrofísica en el Trinity College de Dublín, de donde se graduó en 2010.


Durante gran parte de la historia, China fue un potencia tecnológica. Desde los hornos de fundición hasta la brújula, pasando por la pólvora, el ingenio chino no tuvo rival hasta que en el siglo XVIII occidente comenzó a desarrollar su industria mecánica. Desde entonces, China perdió su liderazgo tecnológico, en parte, según The Economist por un sistema educativo sofocante, la derrota en las guerras del opio y una desastrosa revolución, factores que redujeron a aquel país asiático a convertirse en un simple consumidor de tecnología y un productor de baratijas.

Sin embargo, en los últimos años China ha empezado a reclamar su viejo lugar como potencia tecnológica, lo que ha empezado a preocupar a los países que habían tomado su lugar. En 2015, el gobierno chino anunció un programa de inversión a 10 años llamado “Hecho en China 2025” que planea destinar 300 mil millones de dólares a sus industrias tecnológicas, para hacer de ellas competidoras de clase mundial. Este tipo de iniciativas ha creado tensión con Estados Unidos, y en la medida que este plan ha avanzado, el conflicto entre las dos economías más grandes del mundo se ha intensificado.

Por su parte, Estados Unidos acusa a China de intentar escalar en la cadena tecnológica por medio de espionaje industrial y robo de propiedad intelectual, al tiempo que restringe el acceso a la tecnología americana en el mercado chino. En general, la clase política estadounidense teme que el desarrollo tecnológico chino le otorgue algún tipo de control sobre infraestructura sensible en muchos países, o cuando menos, una posición geopolítica ventajosa. Por otra parte, China acusa directamente a Estados Unidos de utilizar injustamente su poder e influencia para obstaculizar su desarrollo tecnológico.

Para The Economist, aunque la correlación de fuerzas entre ambas potencias es importante, no hay que perder de vista los detalles del proceso de desarrollo tecnológico en China, empezando por la forma en que la potencia asiática desarrolló con éxito otras tecnologías un poco más viejas, como los trenes de alta velocidad o su industria de energía nuclear, pues representan un modelo exitoso de desarrollo tecnológico conducido por empresas estatales, que se sirven del poder represivo del estado y su influencia en la economía.

Es mi fiesta

Si bien, muchas empresas privadas chinas declaran no recibir apoyo estatal, y aun cuando no reciben apoyo financiero, el gobierno suele apoyarlas decididamente al pagar por la infraestructura necesaria, dar cobertura al riesgo de la inversión, brindarles acceso libre a la tierra y reprimir cualquier oposición local. Sin embargo, hay otros dos factores detrás del sorprendente desarrollo tecnológico chino. El primero, el lugar que ocupan sus empresas en las cadenas de suministro les da una ventaja geo-epistémica, que les da acceso a un cierto expertise tecnológico. En particular, en la región del delta del río de las Perlas, se fabrican un sinfín de componentes y por lo tanto hay una comprensión sobre su ensamblaje correcto y la forma de hacerlo rápidamente. Es esta ventaja la que explica el éxito de las empresas chinas de teléfonos inteligentes y drones.

El segundo factor es el tamaño y las particularidades del mercado chino, que por sí mismas invitan a la innovación. Prueba de ello son los sistemas de códigos de respuesta rápida para realizar pagos desde teléfonos inteligentes, que han implementado WeChat y Alipay, y con los que China está paulatinamente abandonando los pagos en efectivo, sin implementar el sistema de tarjetas bancarias. De la misma forma, las necesidades de control social y político del gobierno chino están estimulando la audaz industria china de aprendizaje automático, teniendo en las agencias de seguridad estatal su principal cliente.

Ahora bien, otras peculiaridades del sistema chino presentan más inconvenientes que beneficios, pues el apoyo estatal se dirige con frecuencia ciertas industrias siguiendo criterios no comerciales, como la corrupción, la ignorancia y la búsqueda de prestigio. Las políticas de inversiones estatales suelen intentar capturar los niveles superiores de valor en la cadena de suministro, privilegiando, por ejemplo, la inyección de capital en versiones chinas de las empresas de semiconductores líderes en el mundo, en detrimento de otras empresas más innovadoras en esa industria.

Para el autor, el estudio del desarrollo tecnológico chino revela algunas tendencias globales que van más allá de China. Algunas son obvias; por ejemplo, es más fácil para un gobierno autoritario desarrollar tecnologías controvertidas, como los organismos genéticamente modificados o la energía nuclear, pues no tiene que convencer a sus ciudadanos. Otras son más sutiles, la dificultad de China para desarrollar motores de combustión interna, aviación civil y semiconductores nos habla la dificultad de desarrollar esas tecnologías basadas en conocimientos y procedimientos celosamente desarrollados y custodiados por las jerarquías corporativas. Esta dificultad, incluso para una potencia como China, debe abrir la reflexión en torno a la posibilidad de encontrar innovaciones en otros lugares.

A pesar que el potencial de las nuevas tecnologías podría aumentar el poder e influencia de China en el mundo, la potencia asiática aún tiene que superar algunos obstáculos con los que se encuentra batallando actualmente: un población que envejece, la degradación ambiental, y una economía que se ha empezado a detener. En la medida en que logre resolver estos problemas tecnológicamente, China ofrecerá un modelo para países en condiciones similares; para otros países, si bien es un nuevo competidor, también representa un nuevo y sofisticado mercado. Para los países que deseen coexistir con China, las debilidades de su modelo representan una buena oportunidad para invertir y hacer desarrollos propios en esos campos. Mientras que para los países que buscan detener y reducir el poderío tecnológico chino, conocer sus fortalezas y debilidades es fundamental.

Datos cruciales: 

En 2017, según la OCDE, las aproximadamente 51 mil empresas estatales chinas empleaban a 20 millones de personas y de forma conjunta valían 29 billones de dólares.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Entre otras cosas, la clave del exitoso desafío chino a la hegemonía de Estados Unidos en el sector tecnológico se basa en las posibilidades que le abre el mando centralizado de su capitalismo de estado, como bien reconoce The Economist. Los líderes chinos han concentrado sus baterías en el desarrollo tecnológico de sectores estratégicos que podrían determinar el resultado de la contienda. Sin embargo, la clave del éxito chino podría convertirse en la causa de su fracaso pues un error en sus políticas en este sector por parte del Partido Comunista podría tener profundas consecuencias en esta compleja disputa. Es conveniente prestar atención a la evolución de este enfrentamiento que se seguirá intensificando en el futuro.