¿Puede ser el feminismo la fuerza social que ponga freno a la crisis climática?

Cita: 

Castro, Nazaret [2020], "¿Puede ser el feminismo la fuerza social que ponga freno a la crisis climática?", Climática, Madrid, 4 de febrero, https://www.climatica.lamarea.com/feminismo-fuerza-social-crisis-climatica/

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Febrero 4, 2020
Tema: 
El ecofeminismo se ha convertido en una praxis efectiva para contrarrestar los efectos del capitalismo patriarcal
Idea principal: 

Nazaret Castro es periodista y maestra en Economía Social y Solidaria por la Universidad Nacional General Sarmiento en Buenos Aires, Argentina. Ha colaborado en medios como Le Monde Diplomatique, Público, El Mundo, Foreign Policy, Proceso y La Marea. Así mismo es cofundadora de Amazonas, revista con temática feminista, anticapitalista y antirracista. Su trabajo gira en torno a los impactos de las multinacionales españolas en América Latina. Desde 2008 reside en América Latina.


Diversas corrientes del movimiento feminista, especialmente el ala ecofeminista, han clamado desde hace tiempo la existencia de un estrecho vínculo entre la crisis climática y consecuencias negativas directas sobre los cuerpos de las mujeres. Entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) reafirman este análisis a través de la publicación de informes dedicados específicamente a analizar las formas en que la crisis climática afecta la salud de las mujeres.

El ecofeminismo en su sentido más amplio expone la conexión entre la explotación y la degradación de la naturaleza y la subordinación y opresión de las mujeres. Al respecto, diversas teóricas y filósofas ecofeministas como Cristina Alonso reflexionan que el régimen capitalista que originó la crisis ambiental es al mismo tiempo patriarcal porque se sostiene del trabajo de las mujeres.

Otros enfoques entrelazan además el sentido colonial del patriarcado ecocida. Los análisis al respecto hechos por académicas feministas como Verónica Gago evidencian que el capitalismo en su fase extractivista avanza sobre todo en territorios del Sur global, de ahí que se originen y entretejan con mayor claridad resistencias campesinas, indígenas y ecofeministas y se originen propuestas teórico-metodológicas interesantes como la noción del cuerpo-territorio.

El movimiento feminista gestado en el Sur global ha dado cuenta de la crisis civilizatoria impulsada en parte parte por el agronegocio y el sistema agroalimentario en su conjunto. Colectivas de mujeres trabajadoras indígenas y campesinas organizadas afirman que “el agronegocio es patriarcal” y “sin justicia de género no habrá soberanía alimentaria”.

En términos generales, en el Sur global se ha labrado un extenso trabajo de interseccionalidad y descolonización del movimiento feminista y ecologista, que se confronta exponencialmente con el ecologismo y feminismos surgidos en Europa. La consigna bajo la cual se denuncia este fenómeno es “por un movimiento menos blanco, menos masculino y más inclusivo”.

Respecto a lo que las ecofeministas cuestionan a los feminismos occidentales es su mirada desarrollista y su poco cuestionamiento del modelo de producción y consumo; claman que se debe avanzar hacia soluciones colectivas que converjan con las demandas ecológicas y por ende la solución no se enmarca en el individualismo. Respecto a esto Marta Pascual reflexiona el crecimiento de una mirada ecológica dentro de los movimientos feministas, y expone que si bien las mujeres corren mayores riesgos por la emergencia climática, en ellas se encuentra una fuerza transformadora debido a sus saberes tradicionales ancestrales. En este sentido, es fundamental que los feminismos en su conjunto empiecen a priorizar también cuestiones ecológicas para dar frente al falso capitalismo verde.

Como ha sido señalado por otras y otros académicos y activistas, la actual crisis civilizatoria no podrá frenarse a menos que haya decrecimiento en la producción y consumo, las medidas impulsadas por el Green New Deal no serán efectivas en lo absoluto si se continúan imponiendo y lo que nos queda por hacer es la organización colectiva que revierta en la medida de lo posible las consecuencias de la destrucción ambiental.
La propuesta es entonces el decrecimieto de la producción y el consumo, prueba de ello es la convocatoria hecha por mujeres para parar labores de cuidado y de consumo el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con el fin de denunciar que el sistema capitalista-patriarcal es un campo de batalla y que las mujeres del Sur global le están haciendo frente. En definitiva la convergencia entre feminismo y ecologismo propone certeros caminos de emancipación y resistencia.

Datos cruciales: 

1. En 2014, un informe de la organización Vía Campesina calculó que entre 47 y 57% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero tienen que ver, directa o indirectamente, con el sistema agroalimentario.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La crisis civilizatoria por la que estamos atravesando, se encarna con mayor profundidad sobre los cuerpos feminizados: el de las mujeres y la naturaleza misma. Si bien es sobre estos cuerpos donde el sistema capitalista-patriarcal-colonial-ecocida ejerce mayor violencia, históricamente se han constituido resistencias que apuestan por la construcción de otras formas de vida lejos de la lógica de acumulación infinita.
En este sentido el ecofeminismo se ha apuntado como una corriente de la teoría feminista que desafía directamente el binomio capitalismo-patriarcado, pues al identificar una forma de opresión en común entre la naturaleza y las mujeres marca también ejes de acción efectivos para contrarrestar los efectos del capitalismo patriarcal.