Tiempo para el cuidado. El trabajo de cuidados y la crisis global de desigualdad

Cita: 

Oxfam [2020], Tiempo para el cuidado. El trabajo de cuidados y la crisis global de desigualda, Oxford, Oxfam Internacional, 20 de enero, https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/620928/b...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Lunes, Enero 20, 2020
Tema: 
La desigualdad económica y la brecha en la distribución del trabajo de cuidados.
Idea principal: 

El documento de Oxfam es resultado del trabajo colectivo de Clare Coffey, Patricia Espinoza Revollo, Rowan Harvey, Max Lawson, Anam Parvez Butt, Kim Piaget, Diana Sarosi y Julie Thekkudan.

Claire Coffey es asesora de programas de desigualdad en Oxfam. Sus áreas de experiencia son la justicia fiscal y de género.

Patricia Espinoza es investigadora de Oxfam GB. Se graduó en filosofía por la Universidad de Oxford, Reino Unido.

Rowan Harvey es asesora de equidad de género y campañas globales en Oxfam. Sus áreas de experiencia son la abogacía, las políticas públicas y las campañas mediáticas.

Max Lawson es director del Departamento de defensa y políticas públicas de Oxfam GB. Realizó sus estudios en la Universidad de Sussex, en Reino Unido.

Anam Parvez Butt realiza investigación cuantitativa relacionada con la justicia de género en Oxfam GB. Parvez realizó estudios de maestría en Gestión del desarrollo, en la London School of Economics.

Kim Piaget dirige el Proyecto de derechos de las mujeres en América Latina y el Caribe de Oxfam Internacional. Sus áreas de investigación son desarrollo y justicia social.

Diana Sarosi es directora del área de políticas públicas y campañas en Oxfam Canadá.

Julie Thekkudan dirige el Programa de justicia de género en Oxfam India.


A continuación se presenta una síntesis del Resumen que abre el informe. El reporte completo se encuentra adjunto al final de este documento.

Resumen
Historia de dos extremos

Los autores recogen algunas imágenes de la desigualdad económica: en 2019, 2 153 multimillonarios poseían más riqueza que 4 600 millones de personas; la riqueza de los 22 hombres más ricos del mundo es mayor que la de todas las mujeres de África; al mismo tiempo, la mitad de la población mundial vive con menos de 5.5 dólares al día. Estas imágenes son resultado de un “sistema económico fallido y sexista” (p. 9) que permite la acumulación de grandes cantidades de riqueza en un puñado de individuos que se benefician, en parte, del trabajo no remunerado de mujeres y niñas.

De acuerdo con el reporte de Oxfam, el trabajo de cuidado no remunerado realizado por mujeres y niñas, muchas en condición de pobreza o exclusión, asciende a 12 500 millones de horas diarias, lo que representa un valor agregado de al menos 10.8 billones de dólares (bdd). Esta cifra, aunque subestimada, es un indicador de un trabajo fundamental para la prosperidad de la sociedad, la salud y la productividad de la mano de obra.

El reporte llama a tomar medidas inmediatas contra el acaparamiento de esta riqueza y la carga del trabajo de cuidados sobre las mujeres, pues la situación se hará más difícil. “El envejecimiento demográfico, los recortes en el gasto público y el cambio climático amenazan no sólo con agravar la desigualdad económica y de género, sino con acentuar la crisis que afecta al trabajo de cuidados y a las personas que los proveen” (p. 10).

La magnitud de la brecha entre ricos y pobres en la actualidad

El reporte proporciona más información que da cuenta de la magnitud de la desigualdad: el 1% más rico de la población mundial posee más del doble de la riqueza que 6 900 millones de personas; el valor económico del trabajo de cuidados no remunerado realizado por mujeres de 15 años o más es de alrededor de 10.8 bdd anuales, tres veces el valor de la industria mundial de la tecnología; si el impuesto a la riqueza del 1% más rico del planeta se incrementara en 0.5% en los próximos 10 años permitiría recaudar fondos para reducir el déficit de los servicios de cuidados.

Los líderes mundiales no actúan, y la ciudadanía está tomando las calles

A pesar del reconocimiento de la brecha entre ricos y pobres, algunos líderes mundiales, como Donald Trump o Jair Bolsonaro, siguen impulsando políticas que profundizan la brecha: rebajas fiscales a multimillonarios, retroceso en las medidas contra la emergencia climática, el racismo, el sexismo y el odio a las minorías.

Como respuesta, personas de países como Chile o Alemania se han manifestado masivamente en las calles contra la desigualdad y la emergencia de la problemática climática.

La perspectiva desde lo más alto: dinero sin esfuerzo

El reporte de Oxfam evidencia que un grupo reducido de personas, especialmente hombres, acumulan una gran proporción de la riqueza mundial. Casi la tercera parte de esta riqueza se ha transferido como herencia, conformando “una nueva aristocracia que debilita la democracia”.

Diversos mecanismos económicos y financieros amplían la rentabilidad de las riquezas privadas (Dato crucial 1), como la reducción de la tributación de las grandes fortunas y empresas. En efecto, en 2019 los impuestos sobre la riqueza representaron sólo 4% de la recaudación mundial y, entre 2011 y 2017, las empresas han aumentado los dividendos de los accionistas en 31% mientras que los salarios apenas lo hicieron en 3%.

En términos de género también se verifica la desigualdad en términos económicos y políticos. A nivel mundial, los hombres poseen 50% más de riqueza que las mujeres y su representación política es significativamente mayor y que sólo 18% de los ministros y 24% de los escaños parlamentarios son ocupados por mujeres.

Sin embargo, es el trabajo de cuidados el que refleja las mayores asimetrías entre géneros. Las mujeres contribuyen a la economía de mercado como mano de obra y también se ocupan, en su mayoría, de los trabajos de cuidado. Aunque la estimación de Oxfam sobre el valor económico de este trabajo es significativa, es insuficiente, pues toma como base los salarios mínimos y no los salarios justos ni la importancia del trabajo doméstico y de cuidados en la reproducción social.

La perspectiva desde abajo: mucho trabajo, nada de dinero

La desigualdad también se verifica en el crecimiento de la riqueza y las consecuencias que se derivan de tal asimetría. Según Thomas Piketty, entre 1980 y 2016, el 1% más rico recibió 27 centavos por cada dólar de crecimiento de los ingresos a nivel mundial y el 50% de la población más pobre, sólo obtuvo 12 centavos. Por esta razón, situaciones imprevistas, como una mala cosecha o una enfermedad, pueden sumir a las personas en la miseria. Esta condición es más probable para las mujeres, ya que es más común que ocupen empleos precarios y mal remunerados y que, al mismo tiempo, realicen las tareas domésticas.

Entender quién asume el trabajo de cuidados

La noción de trabajo de cuidados “engloba actividades como el cuidado de los niños y las niñas, de las personas mayores y las personas con enfermedades físicas y mentales, o de las personas con algún tipo de discapacidad, además de las tareas domésticas diarias como cocinar, lavar, coser e ir a buscar agua y leña” (p. 14). Este trabajo es realizado principalmente por mujeres y niñas: tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado y dos terceras partes del remunerado. A esto se suma la discriminación por razones de raza, etnia, nacionalidad, sexualidad, casta y clase (Dato crucial 2).

La situación de las mujeres que realizan trabajo doméstico y de cuidados remunerado no es sustancialmente mejor. Según el reporte, sólo 10% de estas trabajadoras cuentan con seguridad social y sólo la mitad de ellas cuentan con un salario mínimo garantizado (Dato crucial 3). Además, en la mayoría de las legislaciones laborales no existen límites a la jornada laboral. En el caso del trabajo forzoso, “se calcula que el dinero que se roba a las más de 3.4 millones de trabajadoras del hogar […] asciende a 8 000 millones de dólares anuales, una cifra equivalente a 60% de los salarios que deberían percibir” (p. 15).

Como resultado, hay una profundización de las desigualdades económicas y políticas entre las mujeres y los hombres. El reporte recupera la noción de que la desigualdad económica impide la participación política. Por ejemplo, señala, “en Bolivia, 42% de las mujeres afirma que el trabajo de cuidados es el principal obstáculo para su participación en la vida política” (p. 16).

La inminente crisis de los cuidados

Los cambios demográficos, los recortes a los servicios públicos y los sistemas de seguridad social, así como los efectos del cambio climático, son factores que empeorarán la situación de las personas que se ocupan del trabajo de cuidados. Según la OIT, hacia 2050 las personas mayores y las niñas y niños que necesitan cuidados sumarán más de 200 millones. Asimismo, se calcula que hacia 2025, 2 400 de personas en el mundo tendrán dificultades para conseguir agua. Estas tendencias deben ser un llamado de alerta para que gobiernos refuercen los programas sociales e incrementen los gastos en servicios de cuidado y combate a la desigualdad.

Sin embargo, la respuesta de los gobiernos es la contraria. Siguiendo las recomendaciones de las instituciones financieras, los países están aumentando impuestos a los sectores más pobres, privatizando la educación y los servicios de salud, manteniendo impuestos regresivos, como el IVA, y recortando el gasto de programas sociales, en particular de aquellos destinados a la promoción y defensa de los derechos de las mujeres.

Un mundo más justo es posible

Los autores llaman a la construcción de una “economía más humana y feminista, que beneficie al 99% de la población, y no sólo al 1%” (p. 18). Los gobiernos tendrían que asegurar empleos con salarios dignos, con atención médica garantizada y una economía que respete los límites ecológicos.

Reducir las enormes brechas de desigualdad y enfrentar la crisis de cuidados implica realizar cambios radicales que dan prioridad al trabajo de cuidados. El marco de las 4R propone los siguientes principios:

1. Reconocer que el trabajo de cuidados no remunerado y mal remunerado aporta un valor real a la economía.
2. Reducir el tiempo destinado al trabajo de cuidado no remunerado, mejorando la infraestructura, el equipo y la calidad de los servicios de cuidado públicos.
3. Redistribuir equitativamente el trabajo de cuidados al interior de las familias, entre el sector público y el privado.
4. Representar a las proveedoras de cuidado que han sido excluidas históricamente en la formulación de sistemas de cuidado.

Algunas experiencias apuntan en este sentido: en Líbano, Engna Legna Besdet ha logrado la unión de todas las trabajadoras etíopes del hogar; en Uruguay, el gobierno ha creado un sistema nacional de cuidados que incluye el derecho a cuidar y recibir cuidados, y en Nueva Zelanda se aprobó en 2019 un presupuesto del bienestar.

Recomendaciones

Oxfam propone 6 medidas para “contribuir a garantizar los derechos de las personas que asumen el trabajo de cuidados, así como para empezar a reducir la brecha entre las trabajadoras de cuidados no remuneradas o mal remuneradas y la élite rica” (p. 20).

1. Invertir en sistemas nacionales de atención y cuidados para afrontar la asimetría en el trabajo de cuidados. Oxfam propone a los gobiernos destinar gasto público a la provisión de servicios básicos (agua, saneamiento, energía, salud, educación), atención y cuidado de la infancia, personas mayores y personas con discapacidad así como a la provisión de protección social universal. Los gobiernos también deben asegurar permisos mínimos de 14 semanas por maternidad retribuida y avanzar a la provisión de permisos parentales por 1 año.

2. Acabar con la riqueza extrema para eliminar la pobreza extrema. A través de impuestos a la riqueza y los ingresos más altos, acabando con los vacíos legales y el combate a la evasión de impuestos, los gobiernos pueden reducir la brecha entre los más ricos y el resto de la sociedad.

3. Elaborar legislaciones que den protección a quienes realizan el trabajo de cuidados y salario mínimo a quienes realizan el trabajo de cuidados remunerado. Esto incluye, la ratificación del Convenio 189 de la OIT, una política de establecimiento salarial para los trabajadores del sector de cuidados y reducción de la brecha salarial de género.

4. Garantizar la influencia de las personas que realizan el trabajo de cuidados en la toma de decisiones. Se requiere financiamiento y promoción al trabajo de organizaciones de defensa de derechos de las mujeres, de economistas feministas y personal de la sociedad civil.

5. Combatir las normas y creencias sexistas. Por medio de campañas publicitarias, comunicación pública y legislaciones, los gobiernos deben desmontar las creencias sociales que dan mayor responsabilidad a las mujeres en el trabajo de cuidados.

6. Promover prácticas empresariales que pongan en valor el trabajo de cuidados. Las empresas deben adoptar medidas como: garantizar servicios de guardería, pagar salarios dignos a quienes proveen cuidados, pagar impuestos, establecer horarios flexibles y permisos remunerados y llevar a cabo campañas para promover una distribución equitativa del trabajo de cuidados.

Datos cruciales: 

1. En promedio, la rentabilidad anual de la riqueza del 1% más rico del planeta es 7.4%.

2. Gráfico. Elevada y desigual responsabilidad del trabajo de cuidados no remunerado que recae sobre las mujeres y las niñas.
El índice de pobreza extrema aumenta para las mujeres que están en edad reproductiva (22%) en comparación con las que no lo están (4%).
Las mujeres que viven en comunidades rurales dedican hasta 14 horas al trabajo de cuidados no remunerado, 5 horas más que los hombres de estas comunidades.
A nivel mundial, 42% de las mujeres no forman parte del mercado de trabajo. Para los hombres, la proporción es 6%.

3. De los 67 millones de personas trabajadoras del hogar en el mundo, 80% son mujeres.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La concentración económica es uno de los signos de la decadencia del capitalismo, al evidenciar su incapacidad para promover un bienestar relativo para todos los segmentos de la sociedad. El reporte de Oxfam pone el énfasis en la desigualdad de género sobre la que se apoya la desigualdad económica en la esfera de la reproducción social, pues son las mujeres las que realizan la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados.

Conviene profundizar en los efectos diferenciados que tiene la reproducción capitalista en el momento actual de colapso, pues como adelanta el informe de Oxfam su funcionamiento se funda sobre las poblaciones más vulnerables.