Somini Sengupta, reportera internacional para The New York Times, cuenta las historias de las comunidades y lugares más vulnerables por el cambio climático. Reconocida con el premio George Polk a corresponsal extranjera.

---

La autora abre el texto mostrando la critica de la Organización Mundial de la Salud sobre la respuesta mundial contra el coronavirus, a la que ha calificado como alarmante por los niveles de inacción. También, expone la advertencia que representa la lucha global contra el calentamiento global, al reconocer la familiaridad en los esfuerzos insuficientes en ambos procesos. Ante lo que el científico climático del Instituto de tecnología de Georgia, Kim Cobb, expone que sólo en retrospectiva es como reconocemos los que hemos perdido por no actuar a tiempo. Ahora, las consecuencias por no reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son un hecho: tres meses de inundaciones en Florida, incendios forestales sin precedente en Australia y olas de calor en Europa.

Sengupta dice que la psicología y la política han sido parte de la razón por la que no se ha tomado en serio los riesgos climáticos, y señala los esfuerzos de cabildeo políticos de la industria de combustibles fósiles para inducir la negación del problema en la conciencia pública. Muestra como ejemplo de éxito el caso de Estados Unidos, el mayor emisor de GEI y el único en abandonar el Acuerdo de París.

Por otro lado, destaca la molestia por parte del sector científico, que después de haber padecido la destrucción de los fondos para la investigación por parte de la administración Trump, se les exige una vacuna contra el virus. Lo que desembocó en una publicación inusual en la revista Science Magazine, con un mensaje hacia el presidente: "Usted no puede insultar a la ciencia cuando no le agrada y después exigir algo que la ciencia no le puede otorgar".

Respecto a la psicología, Sengupta añade que así como con el cambio climático, carecemos de una habilidad colectiva para pensar en el mañana. Elke Weber, científico conductista de la Universidad de Princeton, señala que al hacer ciencia climática apoyada en posibilidades a futuro, vuelve el proceso difícil de digerir y de generar preocupación. También, constata que somos malos tomando decisiones que requieran planeación para el futuro, por ello, la autora añade que a partir de esto existen lecciones para enfrentar el virus y da razón a la opinión de economistas y psicólogos quienes piensan que es más importante que los lideres promuevan políticas que nos protejan para el futuro.

El doctor Weber argumenta que en el caso del coronavirus las medidas serán más costosas ahora, mientras que los beneficios se verán al pasar los días. A pesar de ello, todavía no sabemos como actuar. Lo que sucede también con las recomendaciones que científicos han dado para reducir las emisiones de GEI para mantener un aumento de temperatura de 1.5 grados, ya que estas advertencias no han generado un gran cambio. Por esta razón, la autora añade que las consecuencias ambientales de los esfuerzos para poner en marcha la economía global después de la pandemia, van a depender de como China y Estados Unidos retomen el ritmo, si será a base de promover el crecimiento verde o mantener el empleo de combustibles fósiles.

Finalmente, Singupta expone que 2020 será un año crucial para los objetivos del cambio climático, debido a la presión hacia jefes de gobierno a nivel mundial para reducir las emisiones de GEI. Siguiendo la misma linea, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha expresado su confianza en los distintos gobiernos para anunciar nuevos objetivos y acabar con los excesivos subsidios a los combustibles fósiles. Además, en un discurso en marzo de 2020 mencionó la necesidad de reconstruir la confianza y de demostrar que la cooperación internacional es la única manera de obtener resultados considerables.