Putin’s Long War Against American Science

Cita: 

Broad, William J. [2020], "Putin’s Long War Against American Science", The New York Times, New York, 13 de abril, https://www.nytimes.com/2020/04/13/science/putin-russia-disinformation-h...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Lunes, Abril 13, 2020
Tema: 
Vladimir Putin, el presidente ruso, se ha encargado de desinformar en temas de salud pública
Idea principal: 

William J. Broad es un periodista científico y articulista principal del New York Times. En 1986, fue miembro del equipo que ganó un premio Pulitzer por la cobertura de la viabilidad del programa antimisiles "Star Wars". Y en 1987, él y sus colegas del Times ganaron un Pulitzer por informar sobre el desastre del transbordador espacial Challenger.


Varios analistas coinciden que el presidente de Rusia, Vladimir Putin es una de las principales figuras en esparcir desinformación acerca del nuevo coronavirus con el fin de desacreditar Occidente y a sus enemigos políticos.

Lo anterior no es novedad. En días recientes, una investigación realizada por New York Times reveló que Putin ha difundido información errónea sobre temas de salud durante más de una década. Sus agentes han planteado y difundido repetidamente la idea de que los científicos estadounidenses sembraron epidemias virales, incluidos brotes de gripe, ébola y ahora el coronavirus. Así mismo han logrado socavar la fe en las vacunas entre la población rusa, política de salud pública que el propio Putin promueve.

Peter Pomerantsev, autor de Nothing Is True and Everything Is Possible (2014), libro donde se expone la desinformación del Kremlin afirma que la estrategia de Putin y su equipo consiste en tratar de “sembrar la falta de confianza en las instituciones gubernamentales estadounidenses”.

La campaña de desinformación de salud pública que el presidente ruso emprendió desde hace más de una década ha sido a través de medios abiertos, trolls secretos y blogs sombríos donde se critican funcionarios de salud estadounidenses. Sin embargo, los cambios tecnológicos han dificultado rastrear estos medios y por lo tanto su combate.

A pesar de la creciente dificultad por identificar y rastrear las cuentas donde se difunde la información falsa, el Departamento de Estado norteamericano acusó recientemente a Rusia de usar miles de cuentas de redes sociales para difundir información errónea sobre el coronavirus, incluida una teoría de conspiración que le atribuye la creación del nuevo coronavirus a Estados Unidos.

El público ruso receptor de estas fake news, es sorprendentemente grande. Russia Today (RT), la cadena de televisión internacional financiada por el gobierno ruso, tiene en promedio de un millón de vistas por día. Debido a esto, el nivel de impacto de la desinformación es alarmante. La lógica de juego de largo plazo del Kremlin, “desembocará en un gran impacto político”, de acuerdo con Ladislav Bittman, ex agente soviético.

Armas vivientes

La formación de Vladimir Putin en la KGB -agencia de inteligencia de la Unión Soviética-, ha facilitado que constantemente esté concibiendo planes para sembrar desinformación. Como agente de la KGB contribuyó en campañas de desprestigio hacia el gobierno estadounidense, como aquella que afirmaba que el virus del SIDA era un arma racial desarrollada por la milicia estadounidense para eliminar a las comunidades afroamericanas.
Como primer ministro y presidente de Rusia, Putin se ha dedicado a desprestigiar el sistema de salud estadounidense.

Con el brote de influenza H1N1 de 2009, Wayne Madsen, teórico de conspiraciones, se encargó de esparcir través de RT que el virus que causaba la enfermedad fue creado en laboratorios estadounidenses. Años más tarde, en 2012 Putin comenzó a utilizar a un oscuro grupo de trolls para difundir información basura a millones de estadounidenses a través de Facebook, Twitter e Instagram con la finalidad de impulsar la polarización social y dañar la reputación de las agencias federales.

Cuando el ébola arrasó África occidental en 2014, una vez más RT señaló como presunto responsable al ejército de Estados Unidos. Los trolls en San Petersburgo amplificaron el reclamo en Twitter. El virus mortal "es hecho por el gobierno", declaró un tweet. Otra serie de tweets llamaron al microorganismo "solo un arma biológica común".

C. D. C. en la mira

Los siguientes objetivos de la campaña de desinformación de Putin, fueron los C.D.C (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades), pertenecientes al Departamento de Salud y Servicios Humanos. A finales de 2014, una serie de noticias falsas afirmaron que una víctima del ébola en Liberia había sido trasladada a Atlanta, comenzando un brote local. Un video engañoso de YouTube mostró personal del C.D.C. de Atlanta, en trajes de materiales peligrosos, recibiendo y trasladando al paciente en secreto. Una avalancha de tweets subió el volumen. "¡Pánico aquí en Atlanta!" uno declaró. Otro exclamó: "¡Dios mío! ¡El ébola está en todas partes!"

A medida que el Kremlin se volvió más confiado, simplemente comenzó a reciclar viejas narraciones en lugar de esperar a que surjan nuevas epidemias. En 2017, los trolls rusos usaron Twitter para dar nueva vida a la falsedad del SIDA. Seis investigadores de la Universidad de California, descubrieron que, durante décadas, las falsas narrativas sobre el SIDA habían fomentado una "falta de confianza" entre los afroamericanos que impedía que muchos buscaran atención médica.

Defensores en problemas

La narrativa de Putin respecto a las vacunas se ha caracterizado por ser doble moral: mientras que fuera de Rusia mantiene un discurso en contra de éstas -y de hecho ataca al sistema de salud estadounidense por ello-, dentro de su país es promotor de un esquema de vacunación completo. "Me aseguro de recibir mis vacunas a tiempo, antes de que comience la temporada de gripe", dijo a los oyentes en un programa de llamadas en 2016.
Por otro lado, ha trabajado duro para alentar a los estadounidenses a ver las vacunas como peligrosas y a los funcionarios federales de salud como malévolos. La amenaza del autismo es un tema habitual de esta campaña antivacuna. El C.D.C. ha descartado en repetidas ocasiones la posibilidad de que las vacunas conduzcan al autismo, como lo han hecho muchos científicos y revistas destacadas. No obstante, la narrativa falsa ha proliferado -sobre todo en población afroamericana-, difundida por los trolls y los medios rusos.

El bombardeo de desinformación de Vladimir Putin ha coincidido con una caída en las tasas de vacunación entre los niños en los Estados Unidos y un aumento en el sarampión, una enfermedad que alguna vez se consideró vencida.

La nueva amenaza

El medio de comunicación ruso llamado The Russophile personifica la sigilosidad de los sitios usados por los trolls para ser indetectables. Difundir desinformación se ha vuelto más sutil en sitios como éste, ya que se hace más difícil descubrir la interferencia de Rusia o cualquier otro país. Los expertos dicen que los trolls rusos pueden incluso estar pagando a los estadounidenses para publicar desinformación en su nombre, para ocultar mejor sus huellas digitales.

El 5 de marzo, Lea Gabrielle, jefa del Centro de Compromiso Global del Departamento de Estado, que busca identificar y combatir la desinformación, dijo en una audiencia en el Senado que Moscú había atacado el brote de coronavirus como una nueva oportunidad para sembrar el caos y la división, para "aprovechar de una crisis de salud donde la gente está aterrorizada". Gabrielle agregó, que los analistas y socios de su centro, han encontrado "sitios web de poder estatales rusos, medios estatales oficiales, así como enjambres de personas falsas en línea que lanzan narrativas falsas".

La agencia de noticias rusa Tass, informó que el Ministerio de Relaciones Exteriores rechazó firmemente los cargos del Departamento de Estado.

Parece que las autoridades chinas están siguiendo los pasos de Putin. Recientemente Beijing declaró que el coronavirus fue ideado por Washington como un arma de diseño destinada a paralizar a China.

Vladimir Putin ha difundido narrativas de salud falsas y alarmantes no solo sobre patógenos y vacunas, sino también sobre ondas de radio, genes de bioingeniería, productos químicos industriales y otros intangibles de la vida moderna. Los temas tan complicados a menudo desafían la comprensión del público, haciéndolos candidatos ideales para sembrar confusión. Los analistas ven un esfuerzo no solo para socavar a los funcionarios estadounidenses sino también para lograr algo más básico: dañar la ciencia estadounidense, una base de la prosperidad nacional.

Datos cruciales: 

1. Desde la fundación de Russia Today en 2005, el medio de comunicación financiado con recursos rusos, ha tenido una audiencia considerable. Sus vídeos han recibido más de cuatro mil millones de visitas, con un promedio de 1 millón de vistas diariamente.

2. El impacto de la desinformación generada por agentes y trolls rusos es tal que por ejemplo, en un estudio realizado en 2018 por científicos de la Universidad de California se halló que la mitad de cientos de hombres negros en Los Ángeles que tienen relaciones sexuales con hombres, piensan que el virus responsable del SIDA es fabricado.

3.Los investigadores estadounidenses han ganado más de 100 premios Nobel desde 2000, y los rusos cinco.

Trabajo de Fuentes: 

Peter Pomerantsev [2014], Nothing Is True and Everything Is Possible: The Surreal Heart of the New Russia ,Washington, PublicAffairs, 256 pp.

Nexo con el tema que estudiamos: 

A pesar de que el artículo proyecta un importante sesgo pro estadounidense y anti ruso, documenta detalladamente las estrategias empleadas por el presidente ruso en materia de salubridad para desestabilizar las principales instituciones gubernamentales estadounidenses. Esto no es casualidad, ya que la pandemia del COVID-19 ha mostrado la fragilidad de la potencia estadounidense y ha tambaleado su hegemonía a nivel mundial, agudizando la disputa hegemónica que que se ha gestado desde hace varios años.
Al igual que los estadounidenses, los rusos están recreando la guerra fuera del espectro militar. La postura “anticientífica” de su presidente así lo demuestra. No es que el crea en sus discursos anti vacunas, sino que los emitirá y difundirá si es necesario con tal de ganar terreno frente a Estados Unidos.