What the Coronavirus Means for Climate Change

Cita: 

Meehan, Crist [2020], "What the Coronavirus Means for Climate Change", The New York Times, New York, 27 de marzo, https://www.nytimes.com/2020/03/27/opinion/sunday/coronavirus-climate-ch...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Viernes, Marzo 27, 2020
Tema: 
Consecuencias de la pandemia del Coronavirus para la crisis climática
Idea principal: 

Meehan Crist es escritora residente en Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia. Anteriormente fue editora en Nautilus y The Believer. Ha publicado para el New York Times, Los Angeles Times, London Review of Books, New Republic, The Nation, Tin House, Nautilus, Scientific American y Science. Ha ganado múltiples premios por su producción periodística científica.


El confinamiento producto de la pandemia del coronavirus ha logrado limpiar la atmósfera del planeta. Las ciudades más importantes de Estados Unidos como Seattle, Nueva York, Los Ángeles, Chicago y Atlanta han registrado niveles de contaminación históricamente bajos y las emisiones globales de carbono han disminuido. El cese de la actividad económica ha logrado reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles. A corto plazo parece que la pandemia está teniendo un efecto positivo en las emisiones, pero ¿cuál será su impacto a largo plazo?

No se puede negar que la pandemia por coronavirus es una tragedia multidimensional, no solo para el sector sanitario y hospitalario, sino que se aproxima a causar un desastre económico de magnitudes imprevistas. Esta crisis global es un punto de inflexión de la crisis civilizatoria en curso, la crisis de la modernidad.

El secretario general de Naciones Unidas señaló acertadamente que la amenaza del coronavirus es temporal mientras que la crisis climática encarnada en olas de calor, inundaciones y tormentas extremas que provocan pérdida de vidas humanas permanecerá con nosotros y nosotras durante años.

La forma en la que se maneje esta crisis modelará la forma en la que se enfrentará la crisis climática de las próximas décadas. Los planes para reactivar la economía después de la pandemia por coronavirus tendrán repercusiones directas sobre las emisiones de carbono y por lo tanto determinarán fuertemente nuestras formas de vivir en el futuro.

El confinamiento ha llevado a que la población que puede acceder a comprar víveres por adelantado lo haga de una manera compulsiva, sin embargo, algunas personas se están cuestionando seriamente sus hábitos de consumo, abriendo la posibilidad de comenzar un movimiento con la fuerza suficiente para que se dé paso a un cambio significativo.

Es necesario señalar que los cambios en los hábitos personales son importantes sin embargo, no son radicales si no se reducen directamente las emisiones de carbono que se emiten a la atmósfera por las grandes industrias. En todo caso hay que tener presente que los efectos positivos de la pandemia a corto plazo sirven como un recordatorio para cambiar los hábitos de consumo estructural más que personal y sobre todo comenzar con la descarbonización de la economía global.

Es muy posible que en cuanto termine la crisis por la pandemia, la producción industrial y las emisiones de carbono aumenten nuevamente agudizando aún más el daño ecológico. En cuanto al tema de las energías limpias, éstas se ven seriamente amenazadas por la crisis económica, ya que se complicará aún más obtener el financiamiento necesario para encauzar proyectos de energía alternativos. De hecho la compañía analista de energía limpia BloombergNEF ya ha rebajado sus expectativas para los mercados de energía solar, baterías y vehículos eléctricos, lo que indica una desaceleración en la transición hacia energías limpias.

El coronavirus ha frenado también la investigación climática en todo el mundo lo que resulta en un retraso y pérdida importante de datos. Así mismo, las reuniones de líderes mundiales para abordar la crisis climática también se han retrasado o cancelado, lo que podría descarrilar las conversaciones sobre el clima en un momento en que, según el Acuerdo de París, los países deben anunciar nuevas promesas para reducir las emisiones de carbono.

Los dos comodines más importantes para el clima en el futuro son cómo los responsables políticos responden a la amenaza de una recesión global y cómo la pandemia cambia la voluntad política para la acción climática en todo el mundo.

Por otro lado, si bien la nueva realidad podría agotar fácilmente la voluntad política y la financiación de los esfuerzos para abordar la crisis climática, también podría inyectar una sensación de urgencia en un momento en que los políticos están repentinamente dispuestos a gastar grandes sumas de dinero. Se estará regresando a una especie de Estado benefactor pues los gobiernos crearían empleos significativos en áreas como educación, atención médica, vivienda y energía limpia, con énfasis en proyectos de oportunidades inmediatas que ponen a las personas a trabajar a la brevedad.

El gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, podría continuar proporcionando empleos según sea necesario: el programa se expandiría durante la recesión y se contraería cuando la economía se recuperara y la gente pudiera encontrar trabajo en otro lugar. Este enfoque abordaría la crisis climática con la urgencia que demanda y al mismo tiempo abordaría las necesidades inmediatas de los trabajadores que serán despedidos o se les reducirá las horas debido a los cierres.

En lugar de ver el estancamiento de la transición de energía limpia, este enfoque podría impulsarlo, al tiempo que estimula la economía. Los planes de recuperación podrían cambiar las cifras de inversiones e incluir nuevas a gran escala para impulsar el desarrollo, despliegue e integración de tecnologías de energía limpia.

Hay, por supuesto, intervenciones políticas más radicales que podrían mejorar la salud del planeta, nuestras comunidades y nuestras vidas. La adopción de una semana laboral de 32 horas en Estados Unidos podría reducir las emisiones y mejorar enormemente la calidad de vida de los estadounidenses. Es poco probable que veamos una semana laboral de cuatro días en el corto plazo, pero las profundas interrupciones de la pandemia brindan una rara oportunidad.

El mejor resultado podría incluir un replanteamiento del contrato social que ayuda a proteger y proporcionar a los miembros más vulnerables de la sociedad en un momento de mayor riesgo. A medida que las personas enfrentan un riesgo climático creciente y distribuido de manera desigual, es razonable preguntarse qué tipo de apoyo podemos esperar de los gobiernos.

Los golpes devastadores de la pandemia del Coronavirus, como los de la crisis climática, serán aún más difíciles para las poblaciones más vulnerables: los pobres, los ancianos, las personas sin hogar, los apátridas, los encarcelados y los empleados precarios, mientras que las corporaciones internacionales impulsadas por las lógicas de ganancias y crecimiento estarán relativamente protegidas.

Para enfrentar los profundos desafíos de las pandemias, de las cuales este coronavirus no es el único ni será el último, así como la amenaza del cambio climático, tenemos que aprender a subordinar las necesidades del mercado a nuestras propias necesidades. No al revés.

Los seres humanos somos parte de la naturaleza, no estamos separados de ella y la actividad humana que perjudica el medio ambiente también nos perjudica. Quizás la verdadera pregunta no sea si el virus es "bueno" o "malo" para el clima, o si las personas ricas tomarán menos vuelos en avión, sino si podemos crear una economía funcional que apoye a las personas sin amenazar la vida en la Tierra, incluida la nuestra.

Datos cruciales: 

1. En China, las medidas para contener el virus solo en febrero causaron una caída en las emisiones de carbono de aproximadamente 25 por ciento. El Centro de investigación sobre energía y aire limpio estima que esto equivale a 200 millones de toneladas de dióxido de carbono, más de la mitad de las emisiones anuales de Gran Bretaña.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La pandemia de coronavirus plantea desafíos no solo para el sector sanitario, sino que al presentarse en plena crisis civilizatoria la agudiza. Una de las esferas más preocupantes es la crisis del ambiente que día con día se presenta con mayor fuerza, afectando a las poblaciones más vulnerables en los lugares más precarizados. La forma en la que se gestione la crisis civilizatoria agudizada por el COVID-19, repercutirá directamente en la crisis del ambiente, de no disminuirse sostenidamente las emisiones de carbono a causa de la actividad económica, dicha crisis se profundizará aún más y sus efectos devastadores se multiplicarán.
Es necesario que dejemos atrás el binomio naturaleza y seres humanos y nos centremos en conjugar acciones que dejen de ponernos por encima de ella. Eso sólo se logrará como parte de un cambio sistémico no solo individual y que concierne de manera particular a las instituciones y las corporaciones gigantes.