War as the Continuation of Hegemony by Other Means: How Contemporary Wars Reach into Societies

Cita: 

Herschinger, Eva [2019], “War as the Continuation of Hegemony by Other Means: How Contemporary Wars Reach into Societies”, New Political Sciences, Routledge, 41(2): 279–293, https://doi.org/10.1080/07393148.2019.1596685

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Domingo, Abril 14, 2019
Tema: 
La guerra contemporánea alcanza a las sociedades occidentales
Idea principal: 

Sobre la autora del texto:

Eva Herschinger trabaja en el Departamento de Prevención de la Policía de Frankfurt am Main. Ha ocupado cargos en universidades e institutos en Frankfurt, Aberdeen, Munich, Bielefeld y Berlín. Su investigación se centra en la teoría de las relaciones internacionales, la teoría del discurso, los estudios críticos de seguridad, el terrorismo y la radicalización.

Introducción

La autora puntualiza que la guerra no solo es omnipresente en zonas de lucha real como Siria; sino que la "Guerra Global contra el Terror" (GWOT, por sus siglas en inglés) y el radicalismo lleva estos conflictos violentos a los hogares en Occidente: la guerra contra las drogas global es librada por Estados Unidos y otros países en América Latina. La autora toma como punto de partida la extensión de la guerra a la vida cotidiana de las sociedades occidentales. Así, señala que nuestros tiempos parecen estar enredados en una "guerra sin fin".

De esta manera, la guerra es parte de la vida de muchas personas que no viven en una zona de conflicto inmediata y además, la guerra tiene una fuerza creadora: el exceso de guerra está dando forma a las relaciones sociales dentro de las cuales está incrustada, más allá del campo de batalla. Así, el artículo analiza la extensión de la guerra a la vida cotidiana.

La autora retoma la teoría del discurso desarrollada por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe que comprenden la guerra en un sentido más amplio: su concepto de hegemonía es útil para proporcionar una base teórica a un análisis crítico de la guerra. Además, Laclau y Mouffe defienden la primacía de la política sobre lo social, porque, en última instancia, las decisiones políticas configuran y modelan las relaciones sociales; además, este enfoque permite comprender la guerra en un sentido más amplio.

Esta teoría y su concepto de hegemonía, proporcionan una base teórica de un análisis crítico de la guerra. La razón es que Laclau y Mouffe defienden la primacía de la política sobre lo social, es que las decisiones políticas configuran y remodelan las relaciones sociales. Dentro de la teoría del discurso, el concepto de hegemonía comprende de qué se trata la política, es decir, sobre la construcción de comunidades, sobre la identidad a la luz del conflicto como el estado fundamental de la sociedad.

La autora continúa argumentando que la hegemonía es el intento recurrente de unir a las personas en un modo de interpretación temporalmente inestable y compartido que al mismo tiempo, establece identidades basadas en relaciones (materiales y discursivas) de dominación y antagonismo. Las relaciones de dominación de las hegemonías proporcionan una red de inteligibilidad al homogeneizar las identidades políticas. Los conflictos son, según la teoría, cruciales en la construcción de identidades, por lo tanto, para la política y la hegemonía.

Para la autora, la guerra es la continuación de la hegemonía por otros medios, destacando el efecto estabilizador y restrictivo de la guerra para las comunidades democráticas y la vida social. Una de las formas centrales en que la guerra llega a la sociedad está relacionada con su tendencia a expandir constantemente el campo de la hostilidad; esta expansión se lleva a cabo por los "otros medios".

Ontologías de guerra y su poder creador

La autora detecta que hay una rígida dicotomía teórica entre la guerra y lo civil, lo cual, es un obstáculo para comprender la guerra y su relación con la sociedad. Además, estudios recientes sobre el día a día de la guerra y la violencia siguen la misma línea al mostrar cómo existe el orden en las zonas de guerra, cómo se estructura y organiza la vida cotidiana en tiempos de lucha a pesar de la violencia.

De esta manera, los estudios deberían tener en cuenta los efectos de la guerra en las sociedades. A este respecto, en la literatura se pueden distinguir dos líneas diferentes.

1. Primera: se recurre a pensadores tan diversos como Karl Marx, Michel Foucault o Baruch Spinoza, se cuestiona el objetivo de librar una guerra para restablecer el orden y traer la paz. Se argumenta que los motivos para eliminar la guerra son en realidad los que la alimentan en primer lugar, es decir, la guerra se genera con el objetivo de producir la paz. La guerra se considera una práctica racional de ordenamiento social violento, purificación, homogeneización, de imponer universalmente una cierta imaginación de paz y seguridad.

2. Segunda línea: los estudios críticos toman estas ontologías de guerra (destrucción, asesinato o lucha) como punto de partida para sus análisis, ya que afirman que ni la esencia ni la naturaleza de la guerra se entienden realmente. Para corregir esta situación, algunos analizan la experiencia corporal humana de la guerra o analizan la guerra como fuerza generativa.

Sin embargo, para la autora, la teoría de la hegemonía desarrollada por Laclau y Mouffe es apta para capturar la estructura conflictiva de las sociedades modernas. Esta teoría de la hegemonía puede abordar cómo la guerra está configurando las relaciones sociales sin ser demasiado abstracta, sin concentrarse únicamente en ontologías detalladas y sin considerar una ontología sobre la otra como una característica específica de la guerra. Llevar la teoría de la hegemonía al estudio crítico de la guerra es donde radica la contribución del presente artículo.

Una red dominante para la inteligibilidad: hegemonía

Así, la hegemonía es considerada como un fenómeno discursivo producido a través de relaciones específicas de fuerza (como el establecimiento de una formación discursiva dominante de significado). Es la estructuración específica de un discurso que proscribe una interpretación particular como normal, correcta o significativa.

Entonces la hegemonía también se refiere a la articulación de una pluralidad de identidades en voluntades colectivas capaces de constituir un cierto orden social. La hegemonía fija el significado, dentro de un contexto específico de espacio y tiempo, teniendo en cuenta la lucha continua de diferentes grupos y fuerzas sociales para controlar la dirección, las políticas y el futuro de la sociedad.

Por lo tanto, un proyecto hegemónico exitoso logra que su lógica y sus reglas sean aceptadas como la lógica y las reglas naturales de la comunidad. Actúa como un marco que determina el comportamiento y el pensamiento normales, apropiados y buenos. Posteriormente, el discurso hegemónico se convierte en lo que Laclau llama un imaginario.

Un imaginario es un límite absoluto que estructura un campo de inteligibilidad y es, por lo tanto, la condición de posibilidad para la aparición de cualquier objeto. Actuando como límite absoluto de lo que se puede pensar y decir, el discurso no sólo normaliza la vida de las personas en torno al establecimiento de prácticas institucionalizadas. También genera nuevos tipos de acciones políticas.

Las relaciones hegemónicas organizan el espacio discursivo al trazar límites y crear subjetividades, por inclusión y exclusión. Esta bifurcación de un espacio discursivo (y cualquier intento de contrarrestar la bifurcación) funciona a través de la lógica de equivalencia desarrollada en la teoría de la hegemonía. Este último hace "referencia a un eje nosotros - ellos: dos o más elementos pueden sustituirse entre sí con referencia a una negación o amenaza común.

Por lo tanto, la creación de enemigos antes de una guerra es la dinámica hegemónica más poderosa. Hace inteligible quién es quién, quién debe ser combatido y quién necesita protección, qué es lo correcto y qué es normal.

Hegemonía, enemigos y guerra

El artículo explica que la lógica de la diferencia distingue los elementos de un discurso, mientras que la lógica de la equivalencia iguala las diferencias al establecer una frontera antagónica. Laclau y Mouffe, señalaron la tensión entre las dos lógicas, ya que ninguna de ellas domina un discurso por completo, sólo son posibles las fijaciones parciales y se necesitan ambas lógicas para constituir comunidades políticas. Esto significa que una sociedad siempre tendrá dentro de sí antagonismo y división social, y que los actores y las fronteras internas que implementan la hostilidad experimentarán procesos constantes de desplazamiento.

Lo más importante es que la lógica de equivalencia instituye prácticas o regímenes de prácticas al trazar fronteras, al separar un espacio discursivo en dos campos antagónicos principales. Debido a que la lógica de equivalencia dicotomiza el espacio discursivo al construir fronteras y privilegiar las relaciones antagónicas, aborda explícitamente cómo se producen las hegemonías.

De esta manera, la construcción de enemigos es una dinámica crucial de las guerras ya que la movilización de un grupo para luchar contra el otro necesita una fuerte motivación y así, la guerra debe convertirse en lo correcto a la luz de una amenaza concebida.

Por lo tanto, ir a la guerra debe parecer razonable, incuestionable para proteger una sociedad o una nación. Este proceso de movilizar el consentimiento es más que propaganda: requiere un discurso que produzca aprobación mientras suprime simultáneamente las dudas individuales y protestas políticas más amplias.

Así, la hegemonía puede entenderse, en primer lugar, como el intento constante de homogeneizar la imagen y la interpretación del Otro para ir a la guerra. En segundo lugar, la hegemonía intenta crear una visión cohesiva del Ser, de una comunidad política, y eso se unifica para oponerse al Otro. El exceso de guerra se filtra en la sociedad, cuando domina la lógica de equivalencia y el campo de hostilidad se extiende cada vez más.

En la guerra contemporánea, el campo de la hostilidad está eclipsando las reglas de la organización social, cuando el campo de batalla alcanza cada vez más esferas de la sociedad o cuando la militarización es normal y la preparación para la guerra es legítima. Cada vez más aspectos de la vida social están inundados y contaminados por la enemistad y tienen que posicionarse hacia el enemigo.

Continuación con otros medios: empatía / deshumanización y comunidades sospechosas

La tesis de la autora es que que el exceso de la guerra extiende el campo de hostilidad a las esferas de la sociedad no asociadas con la guerra y la supresión de la empatía es un medio crucial por el cual operan tales extensiones. Un ejemplo de lo anterior es la creación de las llamadas comunidades sospechosas en Reino Unido.

La empatía es la capacidad afectiva de ponerse en el lugar del otro; sin embargo, esta capacidad se vuelve un obstáculo en el entrenamiento militar ya que parte de dicho entrenamiento es hacer posible pelear con y matar a otros. Una forma de suprimir la empatía se logra deshumanizando al enemigo, esto ayuda a separar al soldado del objetivo y llevar a cabo la tarea de luchar y matar. La deshumanización tiene efectos materiales obvios, se trata de convertir a una persona en un objetivo, es decir, destruir el cuerpo físico de esta misma persona.

Aunado a lo anterior, la creación de las llamadas comunidades sospechosas y la supresión de la empatía, traspasan los límites de los militares y la zona de guerra y se filtran en el tejido de la sociedad. Impulsados por los procesos de bifurcación, de creación de enemigos y de comunidades políticas polarizadas, las comunidades sospechosas han sido una característica clave de la Guerra Global contra el Terror hegemónica.

Por lo tanto, las comunidades sospechosas indican muy claramente cómo la guerra llega a la sociedad y prolonga la red hegemónica de inteligibilidad que proporciona la guerra contra el terrorismo. Se resalta que las comunidades sospechosas no son simplemente el producto de aparatos legales y de seguridad, sino el producto de un aparato cultural más grande o imaginario que se alimenta predominantemente por conflictos sociales y la supresión de la empatía por el Otro.

Conclusión

Esta teoría de la hegemonía permite argumentar que la guerra es la continuación de la hegemonía por otros medios, explicando por qué y cómo la guerra estabiliza y limita la vida política y social (en las democracias). De esta manera, la hegemonía funge como el intento recurrente de unir a las personas en un modo de interpretación temporalmente compartido e inestable que al mismo tiempo establece relaciones de dominación (materiales y discursivas).

La hegemonía (como el intento recurrente de unir a las personas en un modo de interpretación temporalmente inestable y compartido que al mismo tiempo, establece identidades basadas en relaciones materiales y discursivas de dominación y antagonismo,proporciona una red de inteligibilidad al homogeneizar y establecer las "verdades" de la guerra dentro y fuera del campo de batalla, mientras que la guerra se supera a sí misma al moldear las relaciones sociales y las comunidades políticas dentro y más allá del frente de guerra.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Este artículo retoma la obra de Laclau y Mouffe “Estrategia socialista”, y utiliza el concepto de hegemonía para argumentar cómo se manufacturan imaginarios hegemónicos que señalan como "el Otro" a las llamadas comunidades sospechosas en países como Reino Unido, Alemania o Estados Unidos. Ello genera que se consoliden antagonismos dentro de una misma sociedad. Y sobre todo, un elemento importante de su argumento es que se debe de estudiar cómo la guerra “llega” a las áreas que no viven este conflicto. En tanto construcción social, debemos prestar atención a las formas moleculares, capilares de la hegemonía.