The Corporate State. State of Power 2020

Cita: 

Hein Jessen, Mathias [2020], The Corporate State. State of Power 2020, Ámsterdam, TNI, 30 de enero, https://www.tni.org/es/node/24864

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Enero 30, 2020
Tema: 
La interrelación estructural del Estado y las corporaciones.
Idea principal: 

Mathias Hein Jessen es profesor asistente en el departamento de negocios, política y filosofía en Copenhagen Business School. Sus líneas de investigación comprenden la historia del pensamiento político y económico, sociología contemporánea, teoría política y filosofía. Tiene análisis publicados sobre la interrelación entre estados, mercado y sociedad civil, estados y corporaciones.


El Estado corporativo

La función de las corporaciones multinacionales en la economía mundial es uno de los principales debates económico-políticos de la actualidad. Según Jessen, para entender la cuestión crucial del ascenso del poder corporativo habría que partir del análisis histórico y teórico de la estrecha interrelación entre el estado y las corporaciones. Por tal motivo, el artículo intenta ser una aproximación en este sentido.

Jessen afirma que las corporaciones son una parte integral de la estructura política. Las corporaciones no son entidades económicas autónomas, por el contrario, son producto del estado o, en todo caso, deben su existencia a varios privilegios otorgados por la política estatal. Si las grandes corporaciones no pagan impuestos o pagan muy pocos, se debe a que son vistas como agentes fundamentales para el orden político y económico de un país.

Jessen señala que las corporaciones juegan una función paradójica en el contexto económico-político contemporáneo: “Mientras el Estado es el que las crea, reconoce o brinda existencia legal, al mismo tiempo, la corporación aparece ser algo por fuera del Estado, amenazando y desafiando su poder, yaciendo más allá de su control y competencia reguladora”. El significado de este poder corporativo se encuentra, como ya se mencionó arriba, en asumir que la relación entre el estado y las corporaciones es intrínseca a su estructura política.

La tesis central del artículo de Jessen es, pues, que el estado siempre ha gobernado a través de reconocer, aceptar o crear asociaciones, cuerpos corporativos y corporaciones. Es un error, por tanto, creer que el ascenso del poder corporativo responde a una lógica separada del estado o que es una falla del funcionamiento del sistema político. Sentencia Jessen: “El gobierno existe delegando (o siendo obligado a delegar) el poder y extendiendo derechos y privilegios a diversas asociaciones, organismos corporativos y corporaciones para lograr ciertos objetivos”. Así, por ejemplo, el gobierno de la era neoliberal se sirvió de una figura particular de corporación, a saber, la corporación privada que cotiza en bolsa con fines de lucro y cuyo fin no es otro que la acumulación de ganancias.

Revisar la historia de la corporación brinda, a juicio de Jessen, la oportunidad para constatar el carácter intrínseco de la interrelación de ésta con el estado. En el segundo apartado del artículo Jessen analiza la experiencia histórica de Inglaterra del siglo XVII para mostrar la emergencia del estado moderno y la corporación como vehículo del crecimiento económico. Asimismo, se indica que en ese periodo surgió la perspectiva equivocada de pensar el poder corporativo como fuera o independiente del estado.

El Estado de la corporación

El estado y la corporación tienen una estructura similar. Ambos fenómenos son, en palabras de Jessen, “entidades colectivas compuestas por individuos unidos en un solo corpus, ambos son creados o instituidos a través de un acto de incorporación que establece su existencia legal y ambos son entidades colectivas o cuerpos corporativos establecidos para cumplir objetivos de gobierno”.

El estado puede considerarse la “corporación universal” en la medida que ocupa el lugar principal en la comprensión de la política en tanto encarnación de la soberanía política. El objetivo del gobierno del estado es, según se concibe comúnmente, buscar el bien común a través de una comunidad política. Puesto que el estado es una especie de corporación o cuerpo corporativo, afirma Jessen, la búsqueda de soberanía política se convierte en una prioridad que necesita de la constitución de otros tipos de corporaciones en calidad de subordinados al poder estatal.

En la Edad Media y la modernidad temprana europea la estructura legal de la corporación cumplía objetivos gubernamentales, principalmente, relacionados con la Iglesia, los pueblos, ciudades y municipios. Durante esa época la corporación no cumplía con objetivos comerciales, sino se edificaba como una institución política y legal que autorizaba a grupos de personas unirse en un cuerpo institucional y tener capacidad de apropiación, derechos, demandas y algunos privilegios.

Así pues, durante el siglo XVII Inglaterra tuvo importantes corporaciones encargadas de la administración de hospitales, casas de limosnas, escuelas, iniciativas filantrópicas y, ahora sí, la reorganización del comercio imperial mediante compañías comerciales. Jessen afirma que “el carácter corporativo se convirtió en un mecanismo a través del cual gobernar aspectos centrales de la vida social y para asegurar el bienestar público”. Entre esos aspectos destacó la importancia central de las corporaciones para la economía y la cuestión del crecimiento económico en Europa occidental. El siglo XVII es la era precursora de la corporación moderna multinacional ya que las sociedades anónimas se convirtieron en el mecanismo crucial para el comercio seguro y establecer plantaciones y colonias por todo el planeta.

La Compañía Británica de las Indias Orientales es el caso más representativo de una corporación comercial en el siglo XVII. Fue fundada por la reina Isabel I de Inglaterra el 31 de diciembre de 1600 en calidad de cuerpo corporativo y político. La compañía tenía el monopolio del comercio en el área del Cabo de Buena Esperanza en el extremo sur de África hasta el Estrecho de Magallanes en el sur de América. Asimismo, contaba con la jurisdicción de personas bajo su mando, derecho a tener un ejército, derecho a declarar guerra o paz, y capacidad para elaborar leyes, construir fortificaciones, establecer relaciones diplomáticas, acuñar sus propias monedas y tener su propia bandera. En breve, la Compañía de las Indias fue una “Compañía-Estado”.

Por otra parte, Jessen señala que en esa misma época emergió un concepto de estado como sujeto impersonal, esto es, independiente de gobernantes y gobernados. Thomas Hobbes en Leviatán, obra publicada en 1651, elaboró una de las principales reflexiones sobre la defensa de la omnipotencia del estado. Alrededor de la concepción de poder cuasi-absoluto del estado, Hobbes colocaba el resto de los cuerpos corporativos (el pueblo, la familia, las asociaciones y las corporaciones) como subordinados y dependientes del poder estatal.

Para Jessen la interpretación hobbesiana de la relación entre el estado y las corporaciones no fue novedosa. A principios del siglo XVII Edward Coke, jurisconsulto inglés, difundió en distintos reportes sobre la situación política y económica de Inglaterra una concepción de las corporaciones como entidad creada por y dependiente del estado. Lo mismo se estipuló en estudios posteriores como el panfleto On Corporations, Fraternities, and Guilds de 1659, el libro anónimo de The Law of Corporations de 1702 y la obra de William Blackstone Commentaries on the Laws of England de 1765.

Estos primeros análisis sobre la relación entre el estado y la corporación se caracterizaron por dos asuntos: 1) la aceptación, reconocimiento y garantía de la existencia de las corporaciones por parte del estado para gobernar la vida social y asegurar demandas gubernamentales, y 2) la delimitación de las corporaciones como subordinadas y dependientes del poder estatal.

¿Es la corporación un sujeto político?

Jessen reconoce que el papel actual de las corporaciones es muy diferente respecto al del siglo XVII. La ley corporativa angloamericana del siglo XIX impulsó la transformación de las corporaciones en entidades destinadas más al cumplimiento de objetivos administrativos que políticos. Sin embargo, persistió el entendimiento de las corporaciones como pertenecientes a una dinámica tanto dentro como fuera de la ley. Las corporaciones son difíciles de caracterizar porque combinan categorías del ámbito público y privado: “No son enteramente privadas porque están constituidas políticamente y su existencia depende del Estado, pero no son enteramente públicas porque avanzan sobre iniciativas y financiamiento privado”.

Ciertamente, las corporaciones de hoy en día no responden de la misma manera a las leyes nacionales ni a los requerimientos de los gobiernos para mantener su existencia. Todavía las leyes nacionales enmarcan a las corporaciones en normas jurídicas específicas, regímenes de impuestos y algunos privilegios. Empero, cada vez más las corporaciones se regulan a sí mismas en sistemas legales privados. Al menos desde 1980, indica Jessen, la regulación privada de las corporaciones incrementó significativamente y, en consecuencia, redujo la capacidad del estado para proteger los intereses públicos de los excesos de las corporaciones.

El ascenso del poder de las corporaciones desde la década de los años setenta del siglo XX coincide con el surgimiento del neoliberalismo. Como ya se había mencionado, el modelo neoliberal benefició un tipo particular de corporación: la corporación con fines de lucro que cotiza en la bolsa de valores. Mientras en la época del estado de bienestar keynesiano se buscó impulsar al trabajador individual, en el neoliberalismo se impulsó la corporación privada. “La corporación es el creador primario de la riqueza y el crecimiento en un mundo neoliberal y es el sujeto ideal – racional económicamente y libre de movimiento para perseguir la ganancia”.

Según Jessen, cuando en la sociedad contemporánea la competencia se convirtió en la práctica más importante, la fuerza corporativa se convirtió en la principal meta política. Así, los estados emprendieron una carrera por atraer los sujetos más productivos y competitivos del mercado.

Desde la década de los años ochenta las ganancias netas a nivel mundial de las corporaciones más grandes del mundo se triplicaron y, principalmente en Estados Unidos, las tasas impositivas a las corporaciones disminuyeron significativamente. Muchos acuerdos comerciales a nivel internacional no tienen otro propósito más que la protección de ciertas fuerzas corporativas. En opinión de Jessen, la era neoliberal privilegia las corporaciones en calidad de sujeto político primario, incluso por encima de los propios seres humanos y cualquier otro tipo de formas colectivas de asociación.

El desarrollo del poder corporativo no debe interpretarse, según Jessen, como una distorsión de la política del estado. El ascenso de las corporaciones privadas no debe atribuirse solamente a las actividades de cabildeo ni a la disminución del poder estatal frente a la globalización. En realidad, la delegación de responsabilidades productivas o administrativas a actores no estatales como las corporaciones no refleja necesariamente una declinación del poder estatal, sino un giro en el modo de gobernar la vida social.

Al explicitar el vínculo intrínseco del estado y las entidades corporativas puede comprenderse, según Jessen, que el estado juega un papel activo en la expansión del poder corporativo y, además, brinda las condiciones para la emergencia de un sujeto corporativo diferente.

Por último, Jessen advierte que habría que dejar de mirar las corporaciones como actores puramente económicos y entender su naturaleza política. Repolitizar la concepción sobre las corporaciones conduce a evitar caer en el error de separar la política de la economía. Sólo de esa manera resulta plausible plantear la posibilidad de fomentar formas corporativas alternativas que promuevan otro tipo de valores e intereses: “Repolitizar las corporaciones significa trabajar en cómo democratizarlas a ellas y a vida económica como un todo”.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo de Jessen nos permite reflexionar uno de los temas principales del proyecto: la relación entre el estado y las corporaciones. La virtud del análisis de Jessen consiste en poner atención sobre el papel activo que juega la administración estatal para el origen y mantenimiento de las corporaciones. La proposición de que por la estructura política del estado necesariamente éste opera a través de corporaciones es una idea sugerente para animar el debate sobre las características de la corporación del capitalismo contemporáneo.