Keeping things cornucopious. The world's food system has so far weathered the challenge of covid-19

Cita: 

The Economist [2020], "Keeping things cornucopious. The world's food system has so far weathered the challenge of covid-19", The Economist, London, 9 de mayo,https://www.economist.com/briefing/2020/05/09/the-worlds-food-system-has...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Mayo 9, 2020
Tema: 
Hasta ahora, el sistema alimentario mundial ha superado el reto del COVID-19.
Idea principal: 

El complejo agroindustrial mundial no se está limitando a causa de la pandemia por Coronavirus. Cientos de miles de camiones y flotas de barcos conectan millones de granjas con millones de tiendas y de cocinas con el fin de contrarrestar los impactos del COVID-19, el cual ha causado la caída de los precios de la mayoría de los productos básicos.

La magnitud de las consecuencias económicas que traerá la pandemia una vez que el confinamiento cese aún no se vislumbran con claridad, aunque los pronósticos no son favorables (véase dato crucial 2). Los estragos ya se están notando tanto en países en vías de desarrollo, como en los desarrollados: en algunas ciudades de Estados Unidos, las colas en los bancos de alimentos se extienden a lo largo de varios kilómetros. En estas circunstancias, incluso pequeñas dislocaciones en el sistema alimentario podrían aumentar aún más los precios y provocar un gran sufrimiento.

Tomar ventaja

Aunque las granjas son, por su naturaleza, locales, gran parte de la industria alimentaria es global. Los suministros de semillas, fertilizantes, maquinaria y combustible que los agricultores necesitan provienen de un campo lejano.
Las empresas que vinculan las distintas partes del sistema son intermediarios gigantes como America’s ADM y Bunge and Cargill, establecidas en Estados Unidos; Louis Dreyfus, con sede en Países Bajos y Olam International con sede en Singapur. Todas estas operan a nivel mundial, abasteciendo, almacenando y enviando productos agrícolas para fabricantes de alimentos como Kraft o Unilever.

Su alcance a nivel mundial les permite ganar mucho dinero en márgenes bastantes estrechos. En los últimos 20 años, la industria ha visto una mayor concentración de propiedad a medida que las empresas persiguen estas ventajas. Los mercados emergentes por su parte, han generado gigantes propios: JBS -la mayor empresa de procesamiento de carne- del mundo tiene su sede en Brasil y COFCO -el mayor fabricante de alimentos de China- ha engullido el comercio local.

El complejo agroindustrial global cada vez se sofistica más gracias a su capacidad de eficiencia y de absorber los costos fijos debido al tamaño de la empresa. Los graneros del mundo se han vuelto más intensivos en capital. Los tractores autónomos recorren campos gigantes y las máquinas manejan la carga. A través de la lente de la inteligencia artificial, se controlan los barcos y las tormentas, además de obtener estimaciones de los rendimientos de la temporada.

El refinamiento del sistema permite que las redes de producción sean más complejas que otras industrias. Ejemplo de esto es que por ejemplo, el trigo sembrado en Ucrania, se muele para obtener harina en Turquía y ésta en China se convirtió en fideos. Esta globalización significa que más países dependen de las importaciones, lo que incrementa la preocupación de una crisis alimentaria generalizada como la 2007-08.

A pesar de que las condiciones actuales son preocupantes, aún no estamos en el panorama más adverso: en 2007 hubo malas cosechas de trigo en Australia y Europa y una pobre cosecha de maíz en América; “las existencias de granos estaban en su punto más bajo desde 1973”, afirma Caitlin Welsh de CSIS, un think tank fundado en la Universidad de Georgetown en 1962. Los precios del petróleo fueron altísimos, lo que a su vez encareció la fabricación de fertilizantes y la comercialización de alimentos.

Hoy en día, las existencias de cereales son el doble de lo que eran entonces. El envío a granel es 20 veces más barato y el petróleo crudo cuesta solo 30 dólares por barril. Eso hace que todo tipo de insumos sea más barato y hace que el precio de las materias primas de combustible, como el maíz y el azúcar, se reduzca aún más. Si el número de países importadores ha aumentado para la mayoría de los cultivos, también lo ha hecho el número de países exportadores. Eso hace que el comercio sea más resistente a los cambios en la oferta y la demanda.

Esos amplios beneficios no significan que no haya desafíos. En marzo, cuando se declaró cuarentena obligatoria en gran parte del mundo, las personas se apresuraron a almacenar productos perecederos. En algunos países, las ventas de conservas y pastas se multiplicaron por siete, dejando las líneas de suministro vacías. Aún así, grandes almacenes como Carrefour encontraron nuevos proveedores, incrementando potencialmente sus ganancias. Tesco, la tienda de comestibles más grande de Gran Bretaña, recibió 1.3 millones de solicitudes de empleo en marzo, más de diez veces la cantidad habitual.

El apetito puede enfermar

La demanda de los productos básicos ha vuelto a la normalidad. Mientras tanto, la demanda de otros alimentos es muy baja. El cierre de restaurantes y cafeterías ha dejado varados a muchos agricultores; en teoría, podrían redirigir sus productos a las tiendas de conveniencia, sin embargo, los productos que las personas compran difieren de aquellos adquiridos por los restaurantes. Es por esto que algunos productores están en problemas y lo que no se pueda vender, se desperdiciara.

Mover los productos perecederos es aún más complicado. En las últimas semanas se ha informado problemas con los contenedores refrigerados. La capacidad de transporte de los aviones se ha visto reducida en 80%, lo que provoca que los productos se queden varados y no puedan ser comercializados. La industria cárnica también está teniendo problemas para almacenar a todos los animales sacrificados y aunque cada vez es más evidente su incapacidad de contener la situación, al menos en Estados Unidos, el gobierno obligó los procesadores a permanecer abiertos.

Es urgente que los productores produzcan menos, sin embargo, es preocupante el desempleo que traerá esta desaceleración en la producción.

Capacidad de resistencia

El nivel de riesgo al que se exponen los agricultores depende en gran medida de donde se ubican sus cultivos. Hay un permanente riesgo de que los créditos escaseen. A medida que las operaciones se ralentizan, el plazo de estos préstamos se extiende, reteniendo efectivo que podría usarse en otro lado.
Las monedas volátiles, el colapso de los mercados petroleros y la caída del valor del grano que las empresas suelen ofrecer como garantía tiene asustada a la industria. Así mismo, si los gobiernos pierden la calma y empiezan a implementar controles de exportación y a almacenar granos esenciales, podría repercutir enormemente en un mercado de por sí nervioso, afectando principalmente a los países más pobres.

La pobreza está aumentando en un momento en que los mercados informales, donde los pobres tienden a obtener sus alimentos básicos están cerrados en muchos lugares. Una inflación de alimentos como la de 2007-08 sería un desastre humanitario. Sin embargo, si se mantienen lazos de cooperación, aún se puede evitar el peor escenario causado por el COVID-19.

Datos cruciales: 

1. 4/5 partes de la población mundial se alimenta de productos importados. En 2019 se pagó 1.5 billones de dólares en transacciones relacionadas a la importación de alimentos, tres veces más que lo registrado en el año 2000.

2. La ONU estima que las consecuencias económicas del COVID-19 podrían hacer que el número de personas que padecen hambre aguda se duplique a 265 millones en el transcurso de este año.

3. La mitad del mercado avícola de Estados Unidos, el más grande del mundo, ahora está controlado por sólo cuatro empresas.

4. El análisis realizado para The Economist por Josef Schmidhuber y Bing Qiao de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) muestra que la mayoría de los países dependen más de las importaciones hoy que hace 20 años.

5. En la crisis alimentaria de 2007-08, unas 75 millones de personas fueron empujadas por debajo del umbral del hambre, lo que provocó disturbios desde Bangladesh y Burkina Faso a Mauritania y México, y contribuyó a las condiciones que fomentaron la guerra civil en Siria.

6. La proporción de desperdicio de alimentos en Estados Unidos aumentará del 30% al 40% este año, según André Laperrière de Godan, un grupo que promueve la transparencia de datos.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El Coronavirus ha planteado retos no solo al sistema sanitario, sino también al alimentario. Las condiciones en las cuales se dió la aparición de este virus no figuraban en el panorama internacional, por lo que poco se pudo hacer para prevenirse en la industria alimentaria, aún así se ha logrado contener a corto plazo los efectos de esta pandemia; sin embargo, cabe plantearse el papel de las grandes empresas y su influencia directa e indirecta en una posible catástrofe alimentaria.