Capital, Territory, and Hegemony over the "Longue Duree"

Cita: 

Moore, Jason [2001], "Capital, Territory, and Hegemony over the 'Longue Duree'", Science & Society, 65(4): 476-484, invierno, https://www.jstor.org/stable/40403916

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Diciembre, 2001
Tema: 
Crítica a la teoría de la globalización de William I. Robinson y Jerry Harris.
Idea principal: 

Jason Moore es historiador medioambiental y geógrafo histórico en la Binghamton University, donde es profesor de sociología. Coordina el World-Ecology Research Network y es autor de Capitalocene or Antropocene? Nature, History, and the Crisis of Capitalism (2016).


Introducción

Jason Moore realiza una crítica del artículo “Towards a Global Ruling Class? Globalization and the Trasnational Capitalist Class” de William I. Robinson, profesor de sociología en la Universidad de California, y Jerry Harris, profesor de historia en la DeVry University de Chicago. El objeto de la crítica es la noción de “globalización” que Robinson y Harris usan para explicar el desarrollo del capitalismo contemporáneo.

Si bien existe un consenso entre los académicos acerca de que el siglo XXI consiste en una “era de transición”, Moore indica que no hay claridad acerca de qué y hacia qué se trasciende. En opinión de Moore, durante los tiempos de transición histórica los investigadores suelen concentrar su atención en los aspectos “más dramáticos” de la reestructuración del capitalismo. Es por ello que, en más de un sentido, los debates sobre el futuro del capitalismo de la vuelta de siglo XX-XXI no son más que una reiteración de los debates sobre el futuro del capitalismo de la vuelta de siglo XIX-XX: el ascenso del poder del capital financiero (Hilferding), la importancia de la expansión geográfica en el espacio no capitalista (Luxemburgo), el capital monopolista y la rivalidad imperialista (Lenin), la cooperación inter-imperialista (Kautsky) y el capitalismo de Estado (Bujarin).

Según Moore, el común denominador de aquellas interpretaciones es “la transformación de acontecimientos contemporáneos en tendencias de largo plazo” (p. 476). Y tal es el proceder de Robinson y Harris con su teoría de la globalización. Para Robinson y Harris, según Moore, la relación entre el Estado y el capital que ha caracterizado al desarrollo capitalista de los últimos cinco siglos está siendo desmantelada. La tesis de Robinson y Harris es que múltiples Estados nacionales están siendo desplazados por la conformación de un solo “Estado transnacional” y, a su vez, múltiples burguesías nacionales están siendo desplazadas por una sola “clase capitalista trasnacional” (TCC por sus siglas en inglés).

Pues bien, la crítica de Moore se limita a tres aspectos del trabajo de Robinson y Harris. En primer lugar, afirma que su teorización de la hegemonía y las fases del capitalismo es incompleta. En segundo lugar, señala que su geografía de la globalización no está teorizada. Y, en tercer lugar, indica que la carencia de un análisis histórico de su problema de investigación es un error metodológico.

Aunque Moore reconoce lo problemático del término “globalización” dada su generalidad, sigue recurriendo al término para referir “una nueva fase de capitalismo cuyos contornos exactos todavía están conformándose” (p. 477).

Conceptos clave: hegemonía y fases del desarrollo capitalista

Moore menciona que el artículo de Robinson y Harris destina mucho espacio a explicar que la TCC es un “nuevo bloque histórico capitalista global”. Sin embargo, en opinión de Moore, el uso que Robinson y Harris hacen del concepto gramsciano de “hegemonía” es bastante incompleto ya que explican la posición dominante de la TCC solamente a través de los aspectos consensuados del proyecto hegemónico de la TCC y no de los aspectos coercitivos del mismo. “El papel de la fuerza en el sostenimiento de la acumulación del capital no tiene lugar en el análisis” (p. 478).

No obstante, continua Moore, un problema conceptual más fundamental se encuentra en lo que concierne al debate sobre las fases del capitalismo. Harris y Robinson se limitan dividir el desarrollo capitalista en dos fases generalísimas, a saber, la fase del “Estado-nación” y la fase “global”. Esa concepción se basa en un artículo previo del mismo Robinson y Roger Burbach, director del Center for the Study of the Americas en Berkeley, que propone la siguiente periodización del capitalismo: 1) primera fase de desarrollo capitalista (1492-1789) definida por la acumulación originaria y la expansión geográfica; 2) segunda fase (1789-1900) definida por la industrialización y el forjamiento del Estado-nación; 3) tercera fase (1900-1970) definida por cambios en la estructura de la competencia y la consolidación del capitalismo monopolista; y 4) cuarta fase (desde 1970) definida por la globalización.

Para Moore en toda periodización del capitalismo se encuentran presupuestos de cómo se define al capitalismo. El problema con la periodización de Robinson y Harris es que en cada fase definen de distinta manera al capitalismo, por lo que sus proposiciones sobre la novedad de la globalización respecto a fases previas del desarrollo capitalista se encuentran construidas, según Moore, sobre “fundamentos extremadamente frágiles” (p. 478).

Globalización, territorio y la producción del espacio

Moore indica que la concepción de “globalización” de Robinson y Harris tiene como eje la problemática sobre el espacio. El desarrollo del capitalismo cambió de una escala nacional a una escala global con la transición a la fase de la globalización. Robinson y Harris afirman que “el Estado-nación no es más el principio organizador del capitalismo, el desarrollo de las clases y la vida social”. Con tal proposición, según Moore, el territorio queda “cosificado” a un “principio organizador” y el Estado-nación se convierte en el mecanismo que delimita la formación de las clases y el desarrollo capitalista.

De esta manera, la tesis de Robinson y Harris es que la globalización inscribe una ruptura radical con la relación existente entre el capital y el espacio. “El capital está ahora liberado de ‘barreras espaciales’ previamente existentes” (p. 479). Pero, se pregunta Moore, ¿en realidad el capital global está sin lugar, esto es, des-espacializado? Algunos geógrafos como Sassen, Brenney y Harvey afirman lo contrario. Señalan que la globalización depende de nuevas formas de territorialización como las “ciudades globales” que son los centros de coordinación de mercados financieros a nivel mundial. La creciente relevancia de estas formaciones urbanas es, al contrario de lo que señalan Robinson y Harris, una señal de que la liberación espacial del capital no es una proposición del todo cierta.

Moore es un escéptico acerca de la idea de que la geografía histórica del capitalismo pueda ser reducida a una fase de “Estado-nación” y una fase “global”. “Una mirada de mayor alcance es necesaria” (p. 479). En realidad, afirma Moore, el capitalismo no nació con las economías nacionales sino, por el contrario, éstas fueron consecuencia de la acumulación del capital. Siguiendo a Hobsbawm, Moore indica que probablemente resultaría más adecuado situar la fase de desarrollo capitalista integrado a las economías nacionales como una fase intermedia entre dos eras transnacionales.

Asimismo, Moore explica que la idea de una fase de “Estado-nación” del capitalismo retoma la observación de experiencias históricas muy acotadas a los países occidentales. Se trata, pues, de una generalización bastante riesgosa que no aplica a un proceso ocurrido a nivel mundial.

Otro aspecto que permite sacar a relucir las limitaciones de una supuesta fase de “Estado-nación” del capitalismo es que incluso antes de la denominada “globalización” las economías nacionales basaron su desarrollo capitalista en estrategias de acumulación global. Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón consolidaron su lugar en la economía mundial merced a una estrategia expansionista, global e imperialista. La existencia de los mercados internos se debía a las estrategias de acumulación global que protegían los mercados internos y procuraban mano de obra barata, tierra y otros recursos. Siguiendo a Harvey, Moore afirma que “desde esta perspectiva, la ‘globalización’ parece más como una transición de un sistema global a otro que una ruptura con un sistema de capitalismos nacionales” (p. 480).

Moore concede a Robinson y Harris que la presente fase del capitalismo contemporáneo consiste en una redefinición de la relación entre producción y territorialidad. Sin embargo, en lugar de seguir la tesis de que el capitalismo se mueve de un sistema de producción nacional a uno global, Moore postula que más bien se trata de una “nueva forma regionalización”. Así, por ejemplo, no es que la industrialización se está desvaneciendo, sino que se está encaminando hacia regiones muy específicas del planeta.

La solución que Moore encuentra ante tales fenómenos del capitalismo contemporáneos es tomar en serio la idea de que los procesos de escala local y escala mundial están mutuamente relacionados.

Globalización en una perspectiva histórica mundial o por qué necesitamos un método histórico mundial

Siguiendo a Arrighi, Moore sostiene que la “lógica de la comparación histórica mundial” puesta en práctica para analizar la globalización de finales del siglo XX contra la globalización de finales del siglo XIX permitiría vincular “siglos largos” del capitalismo mundial. Sólo a través de dicha comparación histórica mundial de largo alcance es posible reconocer las novedades del capitalismo contemporáneo.

Robinson y Harris entienden la globalización como un fenómeno determinado por un cambio en la territorialidad y el ascenso de la hegemonía del capital trasnacional des-territorializado. Moore, en cambio, ofrece dos vías para complejizar esa concepción mediante una perspectiva histórica. En primer lugar, habría que explicitar que la acumulación de capital “global” depende de lugares específicamente determinados y territorializados. En segundo lugar, habría que reconocer que probablemente los recientes cambios del capitalismo atribuidos a la economía global no sean más que procesos macro-regionales.

Conclusión

Moore concluye que el trabajo de Robinson y Harris es equívoco por carecer de un análisis histórico-mundial de las relaciones entre hegemonía, territorio y desarrollo capitalista. Su concepción de la fase “Estado-nación” del capitalismo es un retroceso conceptual a lo que Meiksins Wood denominó la teoría del “capitalismo en un solo país” ya que perciben el sistema-mundo como una aglomeración de capitalismos nacionales.

No se necesitan tesis anti-globalización ni tesis pro-globalización, sino concepciones histórico-mundiales de la geografía del capitalismo que permitan ver tanto la escala creciente de la acumulación como otras realidades socio-espaciales (por ejemplo, el ascenso de organizaciones espaciales sub-nacionales). La pregunta por la hegemonía del proyecto transnacional se responde de mejor manera, termina Moore, con un marco analítico global, histórico y geográfico.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo de Jason Moore se suma al conjunto de registros que nos permiten reflexionar desde una perspectiva histórica las especificidades del capitalismo del siglo XXI. Al preguntarse por el significado conceptual del término “globalización” se anima a evitar caer en las preconcepciones difundidas por la opinión pública y algunos espacios académicos. Pensar el capitalismo contemporáneo como una nueva forma de macro-regionalización alimentada por una relación estratégica con el territorio nos permite plantear nuevas hipótesis de investigación acerca del espacio de acumulación del capital y su manifestación en las corporaciones.