The shape of things to come. The Crew Dragon mission is a success for SpaceX and for NASA

Cita: 

The Economist [2020], "The shape of things to come. The Crew Dragon mission is a success for SpaceX and for NASA", The Economist, London, 6 de junio, https://www.economist.com/science-and-technology/2020/06/04/the-crew-dra...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Junio 6, 2020
Tema: 
La misión Dragón Crew de SpaceX a la estación representa un éxito para la NASA y para SpaceX
Idea principal: 

Una evocación parece obvia para The Economist. El primer lanzamiento de una nave espacial tripulada, Apolo, fue en 1968. Ese era un año electoral en Estados Unidos, en el que el país se tambaleaba a causa de asesinatos y disturbios, se encontraba sumido en una guerra en el extranjero y dividido internamente. A pesar de ello, el proyecto Apolo era para muchos, en ambos lados de esa división, una fuente de inspiración pues representaba lo que Estados Unidos podía lograr si se lo proponía. Sin embargo, para otros, puso de relieve las prioridades de una nación que más bien necesitaba mejorar la suerte de sus habitantes más pobres.

El pasado 30 de mayo, en la misión más esperada de la década, un cohete Falcon 9 lanzó, de la misma plataforma en Florida que utilizaron las misiones Apolo, la nueva cápsula espacial Crew Dragon. En menos de 24 horas, la cápsula alcanzó su destino en la Estación Espacial Internacional, llevando con éxito a sus tripulantes, los astronautas Robert Behnken y Douglas Hurley.

Este fue el primer lanzamiento de una nave tripulada estadounidense desde la última misión del transbordador espacial en 2011 y salió perfectamente. Este logro de la NASA, agencia que el presidente Trump desea ver llevando gente a Luna en 2024, podría haber causado más revuelo en otras circunstancias, donde incluso podría haber sido un aliento moral para una nación que está recuperándose de una enfermedad, de no haber sido por las protestas y la violencia (que evocaron otros aspectos de aquel lejano 1968) que ocurrían 400 km por debajo de la Estación Espacial Internacional.

La expectativa que causó la misión fue motivada por dos razones. Por un lado, ha sido vergonzoso para Estados Unidos permanecer tantos años sin la capacidad para lanzar sus propios astronautas al espacio, viéndose obligado a depender de Rusia para enviar sus astronautas a la Estación, pagando cuantiosas sumas por ello. Por otro lado, otra razón más profunda es que el programa Crew Dragon demostró que los viajes tripulados al espacio pueden ser mucho más baratos de lo que habían costado a la NASA en el pasado. El programa costó a la agencia 1.7 mil millones de dólares, según cálculos de la Sociedad Planetaria, una organización que cabildea en favor de la exploración espacial, haciéndola la nave espacial tripulada más barata en la historia de Estados Unidos.

En gran parte, el programa Dragon fue barato porque así se procuró. Previamente la NASA solía ofrecer contratos de costo más margen (cost plus contracts) para construir cohetes y naves espaciales que cumplieran especificaciones de diseño. Esto implicaba poca competencia y pocos incentivos para mantener los costos bajos, sobre todo porque los grandes contratistas de defensa que ganaban estos contratos suelen tener muchos amigos en el Congreso deseosos de ver a la NASA gastar muchos recursos en sus distritos y estados.

El resultado eran programas como el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) que formó parte integral de los objetivos lunares de la NASA. EL SLS es un cohete muy grande concebido durante la administracion George W. Bush para las misiones a la Luna y a Marte. Aunque Obama no tuvo interés en el proyecto, el Senado se aseguró que una versión del cohete se mantuviera en desarrollo de cualquier forma. Según la NASA, el programa de SLS costaría por lo menos 17 mil millones de dólares para el momento de su primera misión, programada para 2021. Desarrollar la nave espacial Orion, que el SLS lanzará ha costado aún más.

Sin embargo, a mediados de la década del 2000, el entonces administrador de la NASA, Mike Griffin, empezó a experimentar con un nuevo enfoque. Ahora, la NASA en lugar de especificar cómo deberían ser un cohete o una nave espacial, la agencia comunica a las empresas lo que necesita, aceptando absorber parte de los costos de I+D que se necesitan, al tiempo que les permite mucho más margen de maniobra en la elección de tecnologías y cambios en el diseño.

Este nuevo enfoque ha permitido la entrada a empresas que están fuera del complejo-militar-industrial, como SpaceX, fundada por Elon Musk para promover su sueño de establecer una civilización más allá de la Tierra. Cuando el Dr. Griffin dejó la NASA, SpaceX había lanzado solo una pequeña carga a órbita. Sin embargo, ya formaba parte del programa de Servicios de Transporte Orbital de la NASA y para el 2012 los fondos de la agencia le permitieron utilizar un nuevo cohete, el Falcon 9, para lanzar una nueva nave espacial de carga, llamada Dragon, a la Estación Espacial Internacional. La inversión de la NASA no solo había permitido a SpaceX desarrollar nueva habilidades, sino que ayudó a construir una empresa verdaderamente innovadora en un área con poca innovación.

Reescribiendo la ecuación del cohete

El siguiente paso fue una nave espacial para seres humanos. Sin embargo, no todo salió según lo planeado. La versión tripulada de la nave Dragon debía realizar su primer viaje en 2015 pero fue retrasada debido a problemas técnicos y de financiación. Pero ahora, gracias al enfoque de reducción de costos, la NASA cuenta ya con una nave espacial para seres humanas para agregar a su lista de logros y pronto debería agregar otro logro a la lista. El nuevo enfoque también ha hecho desarrollar a Boeing, uno de los grandes contratistas de defensa, algo similar: el Starliner, pero debido a las fallas durante un vuelo de prueba en diciembre no se espera un vuelo tripulado hasta 2021. El próximo vuelo del Crew Dragon, el primero de 6 vuelos tripulados de rutina que ha contratado la NASA, está programado para agosto.

Por el momento la NASA está aplicando un enfoque similar para sus ambiciones lunares. En abril anunció que gastará mil millones de dólares en tres equipos de la industria para desarrollar la capacidad de llevar a seres humanos de la órbita lunar y a alunizar en superficie de dicho satélite. Uno de estos grupos esta liderado por Blue Origin, del fundador de Amazon, Jeff Bezos. Aunque Blue Origin aún no ha llevado sus cohetes a órbita, su tecnología parece ser de primera clase, según The Economist. Bezos, al igual que Musk, considera que dicha hazaña le asegurara un lugar en los libros de historia.

Otro de los equipos receptores de dichos fondos es un consorcio liderado por Dynetics, subsidiaria de Leidos, un contratista de defensa anteriormente conocido como SAIC. El tercer equipo es el de SpaceX, que ofreció una versión de Starship, una nueva nave de desarrollo propio. Tanto el Starship como su propulsor están diseñados para tener las mismas capacidades del SLS y además ser totalmente reutilizables. Sin embargo, no ha sido fácil, cuatro vehículos de prueba han estallado, el último el 29 de mayo.

Por otra parte, ninguno de estos tres vehículos diseñados para el alunizaje por parte de estos equipos requiere que el SLS los lleve a órbita. El Starship será lanzado por un propulsor que SpaceX está diseñando expresamente. El alunizador de Blue Origin, por su parte, podrá ser lanzado en un cohete New Glenn de la compañía, más potente que el Falcon 9 o en un Vulcan, un propulsor de tamaño similar hecho por Boeing y Lockheed, que es además la elección de Dynetics. Ambos propulsores debutarán el próximo año. A pesar de ello, el SLS y la cápsula Orion aún forman parte integral de los planes lunares de la NASA, pues llevarán a los astronautas a la órbita lunar antes de ir a la superficie de dicho satélite.

Sin embargo, esto no parece muy sensato ahora. Con un poderoso cohete de SpaceX disponible, el Falcon Heavy, y otros dos poderosos propulsores próximos a debutar el año que viene, y el Starship en desarrollo, la industria estadounidense ofrece suficientes opciones para llevar astronautas a la luna. Un programa verdaderamente destinado a mejorar la navegación espacial, demostrando la extraordinarias capacidades de Estados Unidos o que proporcione una experiencia común en torno a la cual su ciudadanos se unan, no necesita más. Aunque The Economist considera que la vieja idea de que un viaje a la Luna sanará las heridas nacionales parece hoy menos probable, pero cuando menos costará menos dinero.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Una de la principales fronteras del capital es la conquista del espacio exterior. Programas de cooperación público-privados como los que está implementando la NASA con éxito representan un paso decisivo en torno su superación y el desplazamiento del liderazgo del Estado por los grandes capitales privados en esta carrera por la apropiación del espacio y sus recursos.