Chinese diaspora Inc. South-East Asian tycoons' high-wire act

Cita: 

The Economist [2020], "Chinese diaspora Inc. South-East Asian tycoons' high-wire act", The Economist, London, 28 de mayo, https://www.economist.com/business/2020/05/28/south-east-asian-tycoons-h...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Jueves, Mayo 28, 2020
Tema: 
La importancia económica y política de la diáspora china en el sudeste asiático.
Idea principal: 

De larga data, la diáspora de empresarios chinos en el sudeste asiático ha mantenido importantes vínculos culturales y comerciales con su país de origen. Por ejemplo, el grupo Charoen Pokphand (CP) establecido en Tailandia en 1919 como importador de semillas, hoy es uno de los conglomerados más importantes del país, pero también mantiene diversos negocios en China. De hecho, dos quintos de sus ingresos anuales provienen de cientos de subsidiarias chinas. Además, CP es accionista de Ping An, un gigante tecnológico y en el sector de seguros, y también es uno de los socios favoritos de los inversionistas chinos en Tailandia.

Los acaudalados empresarios con raíces chinas representan menos de 10% de la población total de la región del sudeste asiático; no obstante, su peso económico es considerable. Basado en los datos de Forbes, The Economist calculó que en 2019 más de tres cuartas partes de los 369 mil millones de dólares de la fortuna de los multimillonarios de la región eran controlados por los huaren, los chinos de ultramar.

Desde Indochina e Indonesia hasta Filipinas, los huaren son dueños de exitosos negocios. En Malasia, Robert Kuok mantiene un imperio que abarca desde azúcar hasta cadenas hoteleras; en Indonesia, Grupo Lippo ofrece servicios bancarios, inmobiliarios y de cuidado de la salud; en Filipinas, 15 de los 17 multimillonarios eran huaren; en Birmania, los principales empresarios también son de origen chino (ver Datos cruciales).

Las relaciones entre los huaren y China convirtieron a la región del sudeste asiático en el principal socio económico de China sobre la Unión Europea, situación profundizada por el ritmo lento de la globalización y el sentimiento antichino. Sin embargo, The Economist indica que para que el presidente Xi Jinping pueda usar a la diáspora china para extender la influencia de su país requiere no sólo la lealtad de los huaren sino de la confianza de los gobiernos de los países del sudeste asiático.

Y es que los huaren han construido una larga relación con los gobernantes de los países donde se han asentado, lo que les ha ayudado a construir sus vastos grupos empresariales. Con una fuerte presencia en el sudeste asiático, esta “red de bambú” está compuesta de empresas con raíces chinas, unidas por los valores confucianos de lealtad y ahorro, y con presencia en todas las industrias, desde la agricultura hasta las finanzas.

Estos empresarios también se han beneficiado de la expansión de su país de origen. Por ejemplo, en 1979, cuando comenzó la apertura de China, CP fue la primera empresa extranjera en establecerse en la zona económica especial de Shenzhen. Del mismo modo, los huaren de Malasia, se han beneficiado de concesiones para abrir cadenas hoteleras en China. Además, los huaren del sudeste asiático son proveedores de algunas de las materias primas que China consume, como el caucho y el aceite de palma, aunque se busca avanzar a inversiones con empresas de alta tecnología. Por ejemplo, al mismo tiempo que CP ha establecido enormes plantas procesadoras de aves en Beijing, también ha invertido alrededor de 400 millones de dólares en start-ups chinas orientadas a la biotecnología, información y logística.

Con el crecimiento chino, los huaren han invertido crecientemente en su país de origen. CP mantiene tratos con China Mobile, que posee una participación minoritaria en la división de celulares de CP; también tiene una asociación con Ant Financial, brazo del gigante Alibaba, en su división de pagos digitales. El dinero también fluye en el sentido inverso como lo demuestran las inversiones de grandes corporaciones chinas, como Tencent y Alibaba, en empresas propiedad de los huaren en países como Singapur e Indonesia.

Esta cooperación también se manifiesta en la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Aunque la mayoría de los proyectos están en manos de empresas estatales chinas, los huaren han encontrado espacios rentables para participar. Por ejemplo, en Indonesia la familia Riadys, propietaria del Grupo Lippo, trabaja con empresarios chinos para construir un asentamiento en las afueras de Yakarta al lado de una estación de ferrocarril de alta velocidad. El proyecto supera los 18 mil millones de dólares. En Birmania, Yoma, un conglomerado propiedad de un empresario con raíces chinas, participa en la construcción de una ciudad cercana a Yangon, un importante nodo comercial, con la ayuda de empresarios chinos.

The Economist señala que la actividad de los huaren no está exenta de contradicciones, en particular por los fuertes lazos comerciales que mantienen con su país de origen. Después de la crisis de 1997 en Asia, las sociedades que recibieron a los huaren, los vieron con resentimiento y los acusaron de no tener lealtad o de corrupción y nepotismo, episodios que derivaron en actos violentos.

Además de cuidarse de sus compatriotas, los huaren que mantienen negocios con China deben asegurar buenas relaciones con Beijing. En 2019, un miembro de la junta directiva de Salim Group, un conglomerado de Indonesia, fue detenido en el aeropuerto de Hong Kong por expresar sus críticas al sistema político chino. De hecho, varios empresarios de Hong Kong han sido orillados a mostrar su apoyo a Beijing en contra de las protestas civiles, lo que demuestra lo sensible que puede resultar negociar con China.

De hecho, la Oficina de asuntos foráneos de China fue recientemente incorporada a la división de propaganda del Partido Comunista en lo que algunos ven como un esfuerzo por borrar la distinción entre los huaren y los huaqiao (ciudadanos chinos que viven en el exterior). No obstante, los huaren reconocen la utilidad de mantener vínculos con su país de origen.

Pragmáticamente, muchos empresarios con raíces chinas han utilizado las relaciones con China para integrarse a la economía mundial. CP, por ejemplo, recluta personal de universidades estadounidenses y chinas por igual, mantiene vínculos con Japón y Gran Bretaña y tiene operaciones en 21 países. Lippo, por su parte, se compara con multinacionales como Ford o Goldman Sachs.

Esta transición es fundamental para las generaciones jóvenes que no ven la misma obligación de mantener el equilibrio entre sus raíces ancestrales y los valores de su patria adoptiva, heredar las conexiones políticas y comerciales sigue siendo un asunto de precaución.

Datos cruciales: 

El porcentaje de la población de origen chino en los países del sudeste asiático en 2019 fue: Birmania, 3%; Tailandia, 14%; Vietnam, 1%; Filipinas 1.3%; Malasia, 23%; Singapur, 76%; Indonesia, 1.5-3%.

El número de multimillonarios en el sudeste asiático y su riqueza (miles de millones de dólares, mmd), es: Tailandia (31, 94.8 mmd); Singapur (22, 71.3 mmd); Indonesia (21, 78.5 mmd); Filipinas (17, 49.6 mmd); Malasia (13, 61.6 mmd) y Vietnam (5, 13.6 mmd). De estos, los multimillonarios de origen chino son: Tailandia (20, 69.3 mmd); Singapur (20, 66.8 mmd); Indonesia (12, 59.4 mmd); Filipinas (15, 37.4 mmd); y Malasia (11, 53.7 mmd).

Nexo con el tema que estudiamos: 

La disputa por la hegemonía pasa por la construcción de lazos políticos y comerciales en las zonas de influencia. El artículo provee evidencia de los lazos comerciales y la influencia política que puede tener China en el sudeste asiático a través de los huaren, al tiempo que construye consenso y, en algunos casos, ejerce medidas coercitivas para asegurar su presencia en la región.