Of chainsaws and supply chains. How big beef and soya firms can stop deforestation

Cita: 

The Economist [2020], "Of chainsaws and supply chains. How big beef and soya firms can stop deforestation", The Economist, London, 13 de junio, https://www.economist.com/the-americas/2020/06/11/how-big-beef-and-soya-...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Junio 13, 2020
Tema: 
Las grandes corporaciones de la industria de la carne y la soya tienen la oportunidad de reducir significativamente la deforestación en Brasil
Idea principal: 

La comunidad científica dice que la pérdida de árboles se está acercando a un "punto de inflexión", después del cual los árboles se secarán y morirán, liberando miles de millones de toneladas de carbono a la atmósfera. En Brasil la situación es particularmente alarmante. En los primeros cuatro meses del 2020 en el país se talaron 55% más árboles que en todo el 2019, lo que ha despertado las alarmas de los grupos ambientalistas.

Los ambientalistas culpan al presidente populista de Brasil, Jair Bolsonaro, por la catástrofe; argumentan que ha favorecido la desregulación para permitir la tala, la minería y la agricultura en el bosque y ha debilitado la aplicación de las leyes ambientales. Sin embargo, se han olvidado del papel de las grandes empresas como JBS y Cargill, intermediarios mundiales productores de carne de res y soya -productos que impulsan la deforestación-.

JBS y Cargill no se encargan directamente de talar árboles, sino que son intermediarios mundiales de la cadena de suministro que se ocupan de la soya y la carne producida en tierras deforestadas. El proceso comienza cuando los especuladores, que tienden a operar fuera de la ley, compran o confiscan tierras, venden la madera, pastan ganado durante varios años y luego la venden a un agricultor de soya.

Bajo la presión de la opinión pública, las grandes empresas han intentado controlar el problema. Ejemplo de ello se halla en el año 2009, cuando un informe de Greenpeace llevó a JBS, Marfrig y Minerva, gigantes de la carne que en conjunto manejan dos tercios de las exportaciones de Brasil, a comprometerse a dejar de comprar a proveedores que deforestan ilegalmente*.

La situación es especialmente grave en la ganadería. Las grandes empresas aún no ejercen el control que podrían sobre todos sus proveedores por lo que comercializan carne y soya a través de empresas más pequeñas, evadiendo la responsabilidad social de ello. Un nuevo informe de Greenpeace alega que a través de este mecanismo, JBS, Marfrig y Minerva terminaron vendiendo carne de res de granjas que deforestaron una reserva amazónica protegida en la frontera entre Brasil y Bolivia.

Por otro lado, la deforestación impulsada por la soya afecta más directamente al cerrado, la sabana tropical al sureste del bosque húmedo tropical (véase dato crucial 4). En un intento de limpiar la imagen de la industria, André Nassar de Abiove, un lobby de la industria de la soya, señala que el área de nuevos campos de soja plantados en tierras deforestadas en el cerrado ha disminuido (véase dato crucial 5); esta campaña responde a que la soya al ser el producto más exportado, tiene exigencias de etiquetado claro más altas, por lo que es necesario obtener certificado como libre de deforestación para su comercialización en la Unión Europea.

Los inversores de la carne de res no han exigido grandes esfuerzos para reducir la deforestación, sobre todo porque 4/5 partes de la carne brasileña se comen en Brasil. Al no ser exportada, no se tiene necesidad de cumplir con la reglamentación internacional.

Hay un desinterés generalizado por el tema de la deforestación. La crisis económica hace improbable que las compañías gasten para combatirla. A pesar de estos desalientos, las empresas dicen que están haciendo progresos (véase dato crucial 6). Los empacadores de carne afirman que están trabajando para cumplir su promesa, realizada en 2009, de ampliar el seguimiento a proveedores indirectos. Pero el cambio de los tres principales empacadores de carne no garantizará una reducción en la deforestación, ya que representan menos de la mitad del mercado. El progreso en toda la industria requerirá una mejor aplicación e incentivos para los ganaderos. "Tenemos que hacer que la producción sea sostenible en su conjunto” afirma Paulo Pianez de Marfrig.

Ese sentimiento se repite en la industria de la soya, donde tomar medidas enérgicas contra la deforestación es logísticamente simple pero políticamente difícil. Entre los mayores obstáculos para el progreso está la falta de cooperación del gobierno federal. Las empresas deberían hacer cambios no sólo por razones éticas, sino también por razones comerciales. Es necesario unir a los agricultores y a los ganaderos para equilibrar la presión y los incentivos y para ello, las empresas tienen la capacidad de hacerlo posible. "Si pudieras conseguir que una gran empresa dé el primer paso, otros lo seguirán", predice Holly Gibbs, de la Universidad de Wisconsin.

*Si bien, estos acuerdos contribuyeron a una fuerte disminución en la tasa de pérdida de árboles hasta 2012, en los ocho años posteriores a su firma, el 99% de la expansión de la soya se realizó en tierras que ya no tenían árboles, perdiendo el sentido del acuerdo por completo.

Datos cruciales: 

1. Según Nature Climate Change, las emisiones de dióxido de carbono en el mundo pueden caer 7% este año debido a los bloqueos en respuesta a la pandemia por Covid-19. Brasil es una excepción evidente. Sus emisiones aumentarán de 10-20% a partir de 2018.

2. En 2009, el ecólogo Daniel Nepstad estimó que el costo de la industria (en términos de producción de soya y carne de res) sería de 275 mil millones de dólares en 30 años, aproximadamente el 16% del PIB de ese año.

3. El problema es especialmente grave en la ganadería, que representa aproximadamente 80% de la deforestación en la Amazonía, casi toda ilegal.

4. En Mato Grosso, un estado que abarca el Amazonas y el cerrado, 27% de la deforestación entre 2012 y 2017 tuvo lugar en granjas de soya.

5. Se registró un descenso de 215 000 hectáreas (530 000 acres) al año en 2000-06 a 79 000 hectáreas en 2013-18.

6. Cargill dice que gastará 30 millones de dólares en formas de detener la deforestación en toda la industria. Marfrig y Amaggi respaldan una iniciativa lanzada por el gobierno de Mato Grosso en 2015 para reducir la deforestación a través de un "enfoque de paisaje"

Nexo con el tema que estudiamos: 

Las corporaciones juegan un papel fundamental en el panorama mundial. Su dirección ética y comercial debería basarse en la justicia y priorizar la naturaleza por encima de las ganancias, sin embargo, en Brasil esto no ha sido así. Los gigantes de la industria de la carne y la soya se han inclinado por prácticas poco leales al mismo tiempo que usan un discurso ambientalista para protegerse, amparados también por el Estado.