The next catastrophe. Politicians ignore far-out risks: they need to up their game

Cita: 

The Economist [2020], "The next catastrophe. Politicians ignore far-out risks: they need to up their game", The Economist, London, 27 de junio, https://www.economist.com/leaders/2020/06/25/politicians-ignore-far-out-...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Junio 27, 2020
Tema: 
Los importancia de que políticos y gobiernos estén preparados frente a la posibilidad de próximas catástrofes
Idea principal: 

Aunque eventuales desastres, como el impacto de un asteroide, la erupción de grandes volcanes y las tormentas solares son poco probables, dadas las consecuencias que podrían estos eventos tiene sentido estar preparados y vigilantes frente a ellos. Los seres humanos de forma individual buscan la protección de los gobiernos frente a estos peligros. No obstante, los gobiernos del mundo suelen preferir ignorar estos eventos de alto impacto y baja probabilidad hasta que es demasiado tarde, aun cuando el costo de prevenir podría ser pequeño. Esto, para The Economist, representa una abdicación de su responsabilidad y una traición al futuro.

En ese sentido, la actual pandemia de Covid-19 es un ejemplo trágico. Desde hace décadas, virólogos, epidemiólogos y ecologistas han advertido del peligro que representa que una enfermedad similar a la gripe se propague desde animales salvajes a los seres humanos. Sin embargo, cuando el SARS-CoV-2 comenzó a extenderse muy pocos países estaban preparados con los planes operativos para hacer frente a la contingencia, los insumos que estos planes requieren y la capacidad burocrática para implementarlos. Los que sí contaban con esta combinación de factores se beneficiaron enormemente. Taiwán, por ejemplo, sólo ha visto siete muertes causadas por Covid-19, mientras que su economía ha sufrido menos que otras.

A pesar de que la respuesta al nuevo Coronavirus ha evidenciado la poca preparación de muchos países, las pandemias son desastres con los que los gobiernos, bien que mal, están familiarizados. No obstante, se pregunta el semanario londinense, ¿que hay frente amenazas verdaderamente novedosas?

Por ejemplo, la ardiente corona que envuelve al sol, que puede ser vista durante los eclipses, arroja de forma intermitente varias olas de partículas cargadas al espacio. Estas causan las auroras boreales, pero también pueden averiar las redes eléctricas y las comunicaciones. A lo largo de un siglo en el que la electricidad se ha vuelto una parte crucial de la vida en la Tierra, el planeta no ha sido golpeado por una gran expulsión de partículas solares. Si una eyección de masa coronal (CME por sus siglas en ingles), como se les conoce a estos fenómenos, golpeara la Tierra, todo tipo de sistemas satelitales necesarios para la navegación, las comunicaciones y los sistemas de alerta frente a ataque con misiles estarían en riesgo. Grandes partes del planeta podrían enfrentar meses o incluso años sin una red confiable de electricidad. Las posibilidades de la ocurrencia de un desastre así en este siglo son, para algunos, de 50:50. Incluso de no ser tan altas, las posibilidades de que un líder nacional sepa quién en su gobierno está a cargo de pensar en estas cosas son mucho menores.

En parte, la falta de previsión se explica por el hecho de que ningún gobierno ha visto una gran CME o una erupción volcánica lo suficientemente grande como para afectar las cosechas en todo el mundo (la última fue en 1815). Sin embargo, esto no los exime de responsabilidad, pues mantener la atención en el futuro es una de las funciones de los gobiernos. Aunque los científicos han proporcionado las herramientas necesarias para realizar tales esfuerzos, pocos académicos emprenderán una tarea así sin la autorización, el financiamiento y el reconocimiento. De la misma forma, aunque algunas empresas privadas pueden tomar algunas medidas frente a riesgos específicos, estas no elaborarán planes para la sociedad en general.

Es verdad, ni la actividad volcánica, ni la corona solar pueden ser controladas. Sin embargo, los sistemas de advertencia temprana frente a estas amenazas son posibles y son parte de estar preparados. Actualmente, los volcanes cercanos a grandes ciudades, como el Fuji, el Vesubio y el Popocatépetl, son monitoreados de forma precisa, y, de ser necesario cuentan con planes de contingencia y evacuación. Extender este tipo de precauciones a todos los volcanes con el potencial de alterar el clima a nivel mundial no sería difícil.

De la misma forma, los gobiernos podrían garantizar que los operadores de la red eléctrica elaboren planes plausibles frente a una advertencia del satélite DSCOVR, equidistante de la Tierra y el Sol, de la aproximación de un CME con 30 minutos de antelación, como está diseñado para hacer. Frente a esto, se podría garantizar que hubiera respaldos fuera de la red algunos segmentos vitales de esta; aunque sería más costoso que una alerta volcánica y tan solo reduciría el riesgo, sin eliminarlo, estos esfuerzos están completamente justificados.

Tampoco sería difícil crear un sistema de advertencia temprana frente a posibles pandemias. Ya que, aunque es imposible detener la transmisiones de patógenos de la vida silvestre a los seres humanos, poner un límite a la agricultura intensiva y a la explotación depredadora de ecosistemas silvestres sin duda ayudaría a reducir el riesgo. De la misma forma, es factible monitorear los virus encontrados en animales y personas donde es más probable que sucedan esas transferencias. Sin embargo, crear la confianza entre países parece más difícil. Por ello conseguir altos niveles de transparencia podría hacer esta confianza innecesaria. Es el momento indicado para intentarlo. Los sistemas de alerta temprana de tsunamis antes de 2004 eran escasas. Ahora, afortunadamente, hay muchas.

Para The Economist, aunque puede parecer quijotesco insistir en estas preparaciones cuando hay mayores amenazas frente a nosotros, como el cambio climático y la guerra nuclear, no es una cosa o la otra. Los cambios estructurales necesarios para hacer frente a la amenaza climática, son de un orden diferente. Además, los enfoques usados para las amenazas complejas tienen sentido para las amenazas más familiares. Pensar en la reducción de riesgo, en vez de su eliminación, debería alentar medidas como eliminar la alerta permanente y continua de las armas nucleares y aplicar nuevos enfoques para el control de armas. Darle más importancia al monitoreo ambiental podría ofrecer una alerta temprana frente a los cambios repentinos en los patrones de disrupción climática, así como podría detectar el aumento del magma bajo lejanas y desconocidas montañas.

Para el semanario londinense, analizar el futuro en busca de riesgos y tomar nota de ellos es rasgo de una prudente madurez y también una saludable expansión de la imaginación. Los gobiernos que tomen en serio las formas en que el futuro cercano podría ser diferente al pasado reciente podrían encontrar nuevas vías de exploración y un renovado interés en mantener sus logros más allá de algunos periodos electorales. Este es el tipo de actitud que la administración ambiental y la contención de los conflictos armados requieren.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo esboza algunos escenarios de futuro que podrían ser desastrosos para la humanidad, de no estar preparada para afrontarlos, y, aunque es un llamado oportuno a los gobiernos del mundo a anticiparse a las eventualidades expuestas, algunas de las medidas para reducir los riesgos de desastres van directamente contra la lógica del sistema económico imperante, como son: “poner un límite a la agricultura intensiva y a la explotación depredadora de ecosistemas silvestres” en el caso de las epidemias. Estas medidas parecen difíciles de conseguir dentro de la lógica del capitalismo.