When Oil Markets Go Viral

Cita: 

Hanieh, Adam [2020], "When Oil Markets Go Viral", Verso, 20 de abril, https://www.versobooks.com/blogs/4651-when-oil-markets-go-viral

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Abril, 2020
Tema: 
Impacto de la pandemia y la guerra de los precios del petróleo en la industria energética y las finanzas.
Idea principal: 

Adam Hanieh es profesor titular de estudios de desarrollo en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS por sus siglas en inglés) y miembro fundador del centro SOAS para estudios de Palestina. Sus líneas de investigación son la economía política de Medio Oriente, la migración laboral, la formación de clases y el Estado en el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo.


Introducción

Adam Hanieh comienza su artículo destacando las discusiones sobre las dimensiones ecológicas de la Covid-19 como el papel de la agroindustria, la pérdida de biodiversidad y la destrucción de los ecosistemas naturales. Sin embargo, la problemática que le interesa abordar es el modo en que la pandemia está acelerando un profundo shock en la industria de combustibles fósiles. A juicio de Hanieh, los mercados globales de petróleo están pasando por una transformación inédita que tendrán repercusiones sobre las políticas petroleras en las décadas venideras.

La suspensión de actividades de grandes empresas manufactureras, de transporte, industrias y comercios minoristas ha generado una caída histórica de la demanda de petróleo y productos derivados del petróleo. Se estima que la reducción de circulación de automóviles en Estados Unidos ha provocado una disminución de 5% en la demanda mundial de petróleo, esto es, algo aproximado a si los conductores de Europa, África y Medio Oriente hubieran dejado de manejar simultáneamente. Por su parte, Fatih Briol, director ejecutivo de International Energy Association, estimó que la demanda mundial de petróleo podría caer hasta 30 millones de barriles diarios. Dicha caída sería más rápida y profunda que la ocurrida durante las crisis de 1929 y 2008.

Al mismo tiempo que cae la demanda, la oferta mundial de petróleo parece incrementarse significativamente desde de que Rusia y Arabia Saudita anunciaron a principios de marzo de 2020 la eliminación de algunos límites en los niveles de producción petrolera. El efecto ha sido una caída histórica de los precios mundiales de petróleo. Los pronósticos señalan que en 2020 habrá un récord de bancarrotas entre las compañías petroleras.

En dicho contexto problemático Hanieh se pregunta lo siguiente: “¿Qué significa este extremo shock en los mercados energéticos para el futuro de la industria de combustibles fósiles y las posibilidades de terminar con la dependencia petrolera?” (s/p). Un comentarista de The Guardian del 1 de abril especuló que la pandemia podría coadyuvar a terminar con la industria petrolera y salvar el clima, sin embargo, la opinión de Hanieh es distinta. Según él, no debería perderse de vista que los posibles escenarios futuros se asentarán sobre la realidad de un “capitalismo de la catástrofe”, esto es, un sistema económico movido compulsivamente por la extracción y explotación de combustibles fósiles bajo el resguardo de las grandes firmas petroleras. Un viraje hacia una independencia petrolera implicaría, por tanto, construir una política alternativa al capital fósil.

El petróleo de Medio Oriente, Rusia y Estados Unidos

La historia del ascenso del capitalismo global centrado en el petróleo se remonta a principios del siglo XX con la transición de la economía basada en carbón a la basada en petróleo. Las petroleras de Medio Oriente, encabezados por Arabia Saudita, adquirieron relevancia a través del periodo de posguerra, guerra y revoluciones, fluctuaciones en los precios mundiales del petróleo durante las décadas de los años setenta y ochenta, y virajes en la propia estructura mundial de la industria petrolera.

Los mercados financieros se expandieron a partir de la década de los años sesenta gracias a la especulación de los llamados “petrodólares”. La consolidación del dominio financiero estadounidense y la continuación de los patrones de dependencia entre el Norte y el Sur global son efecto de ello. Según Hanieh, todos los aspectos del capitalismo global de finales del siglo XX estuvieron permeados por la industria petrolera.

En lo que va del siglo XXI la situación ha sido como sigue. Al comienzo de los años 2000 los precios del petróleo aumentaron significativamente por el incremento de la demanda global vinculada con el ascenso económico de China. Durante la crisis de 2008 los precios retrocedieron, pero recuperaron su valor rápidamente y a mediados de 2014 alcanzaron un valor máximo de 114 dólares por barril. El incremento de los precios de petróleo durante este último periodo funcionó como una suerte de bono financiero para la mayoría de los exportadores petroleros de Medios Oriente y, de igual modo, incentivó la inversión estadounidense en desarrollo de suministros no convencionales de petróleo y gas (como el “fraking”).

Las repercusiones del desarrollo tecnológico en suministros no convencionales de gas y petróleo fueron ecológicas y sociales. Particularmente en Estados Unidos y Canadá algunos pueblos indígenas fueron víctimas de violencia respalda por el Estado para la construcción de infraestructura petrolera en sus territorios.

Estados Unidos vivió después de la crisis de 2008 un boom en la producción nacional de petróleo. Entre 2009 y 2014 la producción estadounidense de petróleo se triplicó. En 2011 se convirtió en un exportador neto de petróleo, superando a Arabia Saudita, y alcanzó el primer lugar mundial de producción petrolera en 2013.

OPEC y la guerra de los precios de petróleo del 2020

A mediados de 2014 se detuvo el periodo de los altos precios mundiales de petróleo. El precio del petróleo Brent cayó 70% durante 2015, llegando a un valor mínimo de 30 dólares por barril a principios de 2016. Hanieh menciona que se trató de la peor caída en los precios de petróleo desde la década de los años ochenta. Como consecuencia de ello muchas empresas pequeñas de Estados Unidos fueron a la quiebra. La Energy Information Administrarion estimó que en 2015 las pérdidas de los principales productores en tierra que cotizan en la bolsa fueron de 67 mil millones de dólares.

También Arabia Saudita se vio afectada por la disminución de los precios de petróleo. Por ello, junto con Rusia, tomaron acciones coordinadas de recorte de la producción petrolera para fortalecer el precio mundial del crudo. Con el mismo objetivo, en diciembre de 2016 se formalizó una alianza entre la Organización de países exportadores de petróleo (OPEC) y 11 países no pertenecientes a la OPEC. Al menos hasta marzo de 2020 el precio del petróleo ha podido mantenerse entre 50 y 80 dólares por barril.

Sin embargo, un conflicto comenzó a producirse en enero de 2020 cuando se observó que mientras los países con mayor producción petrolera limitaron su producción a los niveles establecidos por la OPEC+, las petroleras estadounidenses incrementaron sus niveles más allá de esos límites.

El 6 de marzo de 2020 la alianza OPEC+ se fragmentó después de que Rusia se negara a seguir un llamado de la OPEC sobre reducir la producción mundial de petróleo por debajo de 1.5 millones de barriles al día. El 8 de marzo Arabia Saudita siguió el mismo camino y decidió incrementar su producción de 9.7 a 12.3 millones de barriles diarios. Como consecuencia, el precio del crudo Brent se redujo más de 30% en los dos días siguientes y se hundieron los mercados accionarios con una pérdida de 2 mil puntos en el promedio industrial Dow Jones el 9 de marzo.

Y la guerra de precios del petróleo conoce al Covid-19

A finales de marzo y comienzos de abril de 2020 se comenzó a manifestar el impacto de la Covid-19 en los precios del petróleo. El 29 de marzo el precio de referencia de Estados Unidos en la West Texas Intermediate cayó más de 60%, cotizándose el barril por debajo de 20 dólares. A nivel internacional el precio del crudo Brent disminuyó a 23.03 dólares, el nivel más bajo desde 2002.

A raíz de esta caída de los precios, las petroleras han almacenado el crudo con la esperanza de lograr alguna ganancia cuando suban los precios en el futuro. Sin embargo, comenta Hanieh, el problema consiste en que el espacio de almacenamiento es sumamente limitado y existen costos logísticos y técnicos vinculados al mantenimiento del crudo en almacén. Algunas estimaciones indican que tres cuartas partes del almacenaje mundial de petróleo ya ha sido ocupado. Es más, a mediados de marzo se temía que las compañías estadounidenses líderes de gasoductos brindaran su infraestructura como almacén de crudo y no como transporte.

El conjunto de presiones económicas involucra a toda la cadena de valor petrolera: explotadores de crudo, productores con base en petróleo, refinerías e industrias petroquímicas. Hanieh menciona que es altamente probable que durante el resto de 2020 se den bancarrotas de empresas, cierres de pozos petroleros y dificultades para los productores que dependen de precios altos de petróleo.

Petróleo y finanzas

Hanieh menciona que para entender las posibles trayectorias el impacto económico de la pandemia habría que prestar atención a los vínculos entre la industria petrolera y el resto de la economía, principalmente, la interconexión entre las compañías energéticas y los mercados financieros.

La disminución de la demanda de petróleo por la Covid-19, aunado con el incremento de producción petrolera de Rusia y Arabia Saudita, ha provocado que la calificación financiera de las empresas energéticas vaya en picada. UBS Group estimó el 16 de marzo de 2020 que aproximadamente 140 miles de millones de dólares (mmd) en bonos de firmas estadounidenses de energía están en riesgo de perder su estatuto de inversión.

Una posible consecuencia es la emergencia de una crisis de liquidez donde las empresas energéticas no puedan encontrar compradores de deuda y, además, sean forzadas a pagar tasas de interés más altas sobre sus bonos. “El resultado neto será, sin lugar a dudas, un incremento de bancarrotas entre tales empresas energéticas durante 2020 y 2021”. Rystad Energy estimó el 3 de abril que de seguir la cotización del crudo alrededor de 20 dólares por barril más de 500 firmas se verían orilladas a cerrar en el periodo 2020-2021.

Dicha crisis de liquidez en las firmas energéticas podría desencadenar serias dificultades al sistema financiero. Instituciones como fondos de pensión, compañías aseguradoras y bancos podrían ver incrementadas grandes cantidades de deuda de las firmas energéticas que significarían un riesgo.

Ganadores, perdedores… y el clima

Hanieh se pregunta cuál será el futuro ecológico del planeta dada la actual crisis de la industria de combustibles fósiles. En opinión de Hanieh el escenario más probable es que la ola de bancarrotas del sector energético acelere la concentración de control del sector por parte de las grandes petroleras ya que están mejor posicionadas que las pequeñas firmas para hacer frente a la crisis.

Las grandes petroleras son firmas integradas verticalmente, es decir, se encuentran activas en la entera cadena energética de valor. Además, son firmas verdaderamente globales con reservas y activos distribuidos en todo el planeta. Desde el punto de vista financiero, son firmas con grandes recursos y prospectos profundamente vinculados con el mercado financiero. Tan solo Shell y British Petroleum cuentan con un quinto de todos los dividendos del FTSE, índice de referencia de la bolsa de valores de Londres compuesto por las 100 compañías de capitalización bursátil de Reino Unido.

La mayoría de las grandes firmas financieras esperan que dicho escenario se desarrolle los próximos 12 o 18 meses. Goldman Sachs estima que las grandes petroleras consolidarán los mejores activos de la industria, de manera que habrá menor cantidad firmas en el sector con una mayor calidad de activos. Por tal razón, advierte Hanieh, el momento presente es un verdadero peligro para las campañas de justicia climática. Las firmas de la industria de combustibles fósiles y los grandes bancos y financieras están tomando la crisis actual como pretexto para hacer retroceder las regulaciones medioambientales.

En abril de 2020 se realizaron pláticas entre Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita para intentar llegar a un acuerdo sobre los niveles de producción petrolera, sin embargo, lo más probable es que dichos acuerdos no puedan mejorar significativamente los precios en el corto plazo. Según Hanieh, la crisis de la pandemia y la guerra de los precios del petróleo provocarán que acuerdos existentes sean reelaborados de tal manera que satisfagan los intereses de las grandes firmas.

Hanieh concluye que vivimos el peligro real de un resurgimiento más fuerte de la industria petrolera, mejor posicionada que nunca y más centrada en las políticas del sistema político y económico.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo de Hanieh resulta de utilidad para observar el comportamiento de las grandes corporaciones petroleras en el contexto de la crisis pandémica y la guerra de los precios del petróleo. Es sugerente que la conclusión del artículo sea que la actual crisis puede funcionar como un trampolín para una mayor concentración de control de las grandes corporaciones en el sector energético.