Alphabet grows up. Google's problems are bigger than just the antitrust case

Cita: 

The Economist [2020], "Alphabet grows up. Google's problems are bigger than just the antitrust case", The Economist, London, 1 de agosto, https://www.economist.com/briefing/2020/07/30/googles-problems-are-bigge...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Agosto 1, 2020
Tema: 
Más allá de la regulación antimonopolio, el gran crecimiento de Alphabet amenaza con transformarla en una compañía convencional
Idea principal: 

Alphabet está en el proceso de mudarse de su viejo edificio central a un nuevo centro corporativo. El nuevo edificio en Silicon Valley, que desde afuera tiene la apariencia de una carpa de circo, está diseñado para mantener cierta flexibilidad arquitectónica, lo que le permitirá a la compañía re-imaginar las oficinas en un mundo post pandemia. Pero no es solo su sede lo que está cambiando en Alphabet, la compañía también está en medio de una transición trascendental.

En 2015, cuando Sundar Pichai asumió como director ejecutivo de Google, corazón de la recién formada Alphabet, dicho motor de búsqueda y publicidad en línea generó ingresos anuales por 66 mil millones de dólares y ganancias netas por 14 mil millones. Cuatro años después, en diciembre de 2019, cuando Pichai recibió las riendas de Alphabet, matriz de Google, Alphabet valía casi el doble que en 2015. Su división principal, Google, estaba obteniendo ganancias por 34 mil millones y ventas por 161 mil millones de dólares. Estas cifras justifican el generoso paquete de compensación de Pichai, un salario anual por 2 millones de dólares más 240 millones en acciones de la compañía, según su rendimiento. Sin embargo, para Pichai, el reto consiste en heredar una compañía en medio de un cambio trascendental, debido no solo a la partida de sus fundadores o al cambio de sede, sino, principalmente, debido a su crecimiento: la compañía ha empezado a recibir presiones de orígenes tanto políticos como económicos.

Por un lado, desde fuera, el legislativo y los grupos antimonopolio han presionado a la compañía por sus supuestos abusos en el dominio del mercado de los motores de búsqueda y la publicidad en línea. No ha sido la única, también Amazon, Apple y Facebook han sido objeto de investigaciones por un comité del Congreso que investiga las prácticas monopólicas de estas grandes compañías. Por otro lado, en el interior de la compañía, sus principales empresas han empezado a madurar. Mientras tanto, se espera que en su informe trimestral, Alphabet reporte su primera disminución interanual en los ingresos de este trimestre del año debido a la reducción del gasto destinado a la publicidad por la pandemia. De la misma forma, la afamada filosofía libre y relajada de la compañía se está volviendo más difícil de sostener.

Entre los desafíos que enfrenta Pichai, el principal es evitar que la compañía se convierta en una “empresa convencional”, de poca innovación y poco crecimiento. Alphabet se ha convertido en un conglomerado de empresas que parecen tener poco en común. El corazón comercial es Google, su negocio de publicidad en línea genera 83% de los ingresos y las ganancias del corporativo. Google ofrece una plétora de productos que juntos conforman un “paquete de publicidad en línea”: servicios para vender, comprar y publicar anuncios y medir su eficacia de forma automática. En estas áreas Google es tan dominante como en su motor de búsqueda; sus paquetes de publicidad superan el 90% de la cuota de mercado.

Aunque estos datos podrían sugerir que Alphabet es un “poni de un solo truco”, para The Economist es en realidad una manada de ponis, algunos de los cuales parecen caballos en plena madurez. Nueve de las aplicaaciones y servicios de Alphabet tienen más de mil millones de usuarios a nivel mundial. Se estima que diariamente se realizan, más de 6 mil millones de consultas en Google y 49 años de video son subidos a Youtube, 300 mil millones de correos son enviados, de los cuales un tercio se origina en Gmail.

Además, tiene 11 negocios secundarios, cada uno con su propia estructura de capital: Acces (ofrece banda ancha de fibra óptica), GV (que invierte en nuevas empresas), Verily (de atención médica), Waymo (autos autónomos), y X (una empresa que desarrolla todo tipo de ideas descabelladas). Aunque, comercialmente estas empresas parecen poco relacionadas con el corazón de la compañía, lo que los vincula es el procesamiento de información, específicamente la inteligencia artificial de todo, desde el motor de búsqueda hasta los coches autónomos.

De la misma forma que internet, Google fue concebida como una colección, en constante expansión, de grupos de ingenieros vinculados por un lenguaje y objetivos comunes, como “organizar la información del mundo”. Así, Alphabet es una red de redes unidas por normas técnicas, que crece de forma horizontal incorporando más redes. Para mantener la horizontalidad, los fundadores de la compañía llegaron incluso a abolir los puestos de gerente; aunque después tuvieron que echarse para atrás, se les limitó a un mínimo de siete subordinados directos para restringir el tiempo que le dedican a cada subordinado.

Ambiciones cósmicas

Internamente, Google funcionaba como un gran proyecto de código abierto. Cualquier empleado podía acceder a toda la información interna de la compañía, con excepción de los datos personales de los usuarios, los clientes o las finanzas de la empresa. Acceder a todo lo demás desde códigos y proyectos, hasta las agendas de los compañeros, era permitido. Se animó a los trabajadores a usar las herramientas de comunicación de la compañía y a hacer preguntas difíciles a los fundadores en las reuniones semanales, aunque las diferencias debían mantenerse dentro de la empresa. De Stanford, los fundadores tomaron la idea de que la gente siguiera su pasión, por ello alentaban a los empleados a usar el 20% de su tiempo laboral en trabajar en aquello que consideraban podría beneficiar a la compañía. Además, las promociones dentro de la estructura de la compañía se hacían de forma similar al mundo académico, la decisión acerca de los ascensos corporativos estaba en manos de un cuerpo colegiado.

Una vez creada toda esta estructura, los fundadores incorporaron a la empresa a Eric Schmidt, quien entendía tanto de administración como de tecnología, para ayudarles a supervisar su creación. Juntos construyeron barreras legales para proteger esta configuración de la presión de los accionistas. Así, Google fue una de las primeras Big Tech en optar por acciones de dos clases, dándoles a los accionistas originales diez veces más poder de voto y poca capacidad para influir en la compañía a los nuevos accionistas que se incorporaron a partir de la oferta pública inicial de 2004.

En 2011, Page reemplazó a Schmidt como director general de Google, aunque continuó siendo el presidente ejecutivo hasta 2018, y en 2018 entregó a Pichai la administración de Google. Pichai puso a gente de confianza a cargo. El resultado es una colección de empresas semi-independientes con poderosos jefes al frente de estas: Thomas Kurian en Google Cloud, Susan Wojcicki en YouTube, Rick Osterloh en la división de hardware de Google y Hiroshi Lockheimer en Android. En junio, Pichai colocó al ya director del negocio publicitario de Google, Prabhakar Raghavan, al frente del motor de búsqueda, volviéndolo el virtual director adjunto de Google. Según Pichai, una empresa fallará si depende del juicio de un solo hombre.

Si bien, los empleados de Google son buenos en resolver problemas informáticos, poca ha sido su inquietud por generar ingresos. Tal vez por ello algunos de los exitosos servicios de la compañía no generan los ingresos que podrían, como YouTube, o casi ninguno, como Maps. La monetización de las empresas secundarias de la compañía apenas ha comenzado, estas acumularon más de 5 mil millones de pérdidas en los cuatro últimos trimestres. Aunque solo Acces y Verily han generado ingresos, algunas de estas podrían convertirse en grandes compañías, como Waymo, que se valoró en 30 mil millones de dólares en primavera, pero estimaciones anteriores la valoraron en 100 mil millones.

Aunque nada de esto solía importar en el pasado, siempre y cuando Google tuviera la red de seguridad de su negocio publicitario debajo de sus atrevidas innovaciones, últimamente se ha convertido en un problema, ya que ha reducido los márgenes y debilitado el desempeño bursátil por debajo de sus rivales del Big Tech. Si bien, el negocio de publicidad en línea de Google continúa generando 60% de todas sus ganancias, se ha ralentizado. En 2018 las ventas de esta división crecieron 22% pero en 2019 sólo 15%. Según expertos, la búsqueda general en línea está siendo desplazada por búsquedas especializadas. Se estima que alrededor del 60% de las búsquedas de productos ahora comienzan en Amazon (cuyo negocio de anuncios en línea ha crecido rápidamente para colocarse solo después de Google y Facebook).

En las nubes

Por un lado, la cultura horizontal y relajada de la compañía ha comenzado a mostrar los signos de la edad. Sus ejecutivos la comparan con la estructura del “moho”, organismos que sobreviven como células individuales pero deben agregarse para la reproducción. Si bien, la innovación puede incubarse en ese tipo de ecosistema, este también puede detener el desarrollo de productos más estructurados, que requieren más cooperación y visión estratégica, en particular en un lugar donde los clientes corporativos esperan que los proveedores sean sensibles y consistentes con su necesidades; Google tiene la reputación de no serlo. A lo largo de los años Google ha producido distintas herramientas de mensajería, Allo, Buzz, Hangouts y Meets, pero solo recientemente ha desarrollado ofertas de comunicación unificadas para empresas, de forma similar a Slack o Microsoft Teams. Igualmente, su negocio de computación en la nube ha sido criticado por no tener un buen servicio al cliente, lo que lo ha puesto por detrás de Amazon Web Services y Azure de Microsoft, donde el servicio al cliente es una de las prioridades. Además, se ha hecho cada vez más evidente que la configuración organizativa de Alphabet no se adapta bien al gigantesco tamaño que ha adquirido la compañía. Las reglas idiosincráticas de los fundadores se han vuelto un lastre, en una compañía con 120 000 empleados permanentes y un más numeroso personal temporal. Muchos ejecutivos se quejan de que las reglas de promoción interna por comité roban mucho tiempo a sus empleados.

Por otro lado, el tamaño de la compañía ha generado presiones políticas. Desde 2016, sus empleados han comenzado a organizarse, usando las herramientas de comunicación de la compañía, contra las políticas migratorias de Trump hasta el boicot de la carne en las cafeterías internas. Las tensiones comenzaron a escalar cuando James Damore, un ingeniero de la compañía, publicó un memo en el que argumentaba que la falta de diversidad de género en la compañía se debía a diferencias biológicas. Aunque Damore fue despedido, después de que el memo se filtró a la prensa, para muchos empleados la gerencia de la compañía dejó crecer el encono. Después de este incidentes, las filtraciones a la prensa se multiplicaron, al igual que las protestas internas. En 2018, los empleados obligaron a Google a no renovar su contrato de inteligencia artificial con el Pentágono y a abandonar el proyecto de una versión censurada de su motor de búsqueda para China. De esta forma las tensiones se fueron acumulando, hasta que más tarde en el año se supo que la compañía dejo ir ejecutivos de alto perfil con un paquete de beneficios millonario, después de que fueron acusados de acoso sexual. Como respuesta, más de 20 mil empleados protestaron abandonando las instalaciones de la compañía.

A raíz de estas tensiones, y en vista de que su comuna de ingenieros había fracasado, los fundadores de la compañía se distanciaron aún más de su creación. El ascenso de Pichai a la conducción de la compañía a final de 2019 fue solo la formalización de esta situación.

Ahora, si bien, Brin, Page y Schmidt siguen siendo los más grandes accionistas individuales (con el 13.1% de las acciones y el 56.7% del poder de voto), muchos altos ejecutivos de la compañía consideran que la conducción está en manos de un triunvirato completamente gerencial, que además de Pichai incluye a Kent Walker, vicepresidente ejecutivo de asuntos globales, y Ruth Porat, jefa de finanzas. Este equipo contrasta con el viejo equipo formado por dos tecnólogos y gerente-tecnólogo. Estas transformaciones se hicieron evidentes en febrero, en el primer informe trimestral de Pichai como jefe de Alphabet, donde por fin se desglosaron los ingresos de YouTube (15 mil millones en 2019, más de un tercio del año anterior). También se ha acelerado la recompra de acciones, de 6.1 mil millones en el último trimestre de 2019 a 8.5 mil millones en los primer cuarto del 2020.

También ha agradado a los accionistas la forma en que ha comenzado a administrar sus negocios secundarios. Algunos, como Waymo, han buscado atraer inversores externos, sugiriendo que algún día se desvinculara de la matriz. Otros, como Chronicle, Jigsaw han sido reincorporados a la matriz. Por su parte, Makani, que desarrolla generadores con energía eólica, probablemente será cerrado o vendido.

Al infinito y más allá

Alphabet se ha expresado de forma más clara sobre Google Cloud. Desde que Pichai se hizo cargo de Google en 2015, aumentó la inversión en esta división de la compañía e incorporó a Kurian, ex ejecutivo de Oracle, para conducirla. Siguiendo la filosofía de gestión de Pichai, Kurian recibió más autonomía que su antecesor que utilizó para transformar esa división en algo más jerarquizado y contratar a personas de Oracle y de Sap, su rival alemán. Por el momento parece estar funcionando, el negocio en la nube de Google, que incluye G Suite, su paquete de servicios en línea, está creciendo a más del 50% anual. Se espera que los ingresos alcancen 13 mil millones este año, contribuyendo con 8% del total de la compañía. Sin embargo, según gente de la compañía, se ha producido un éxodo de la división de Kurian a otras partes de Alphabet, debido a la nueva organización jerarquizada que ha impuesto Kurian, y muchos empleados están preocupados que este enfoque organizacional se extienda por toda la compañía.

Otros problemas relacionados con la cultura de la compañía continúan sin resolver. Después de las protestas de los empleados, la dirección de la compañía hizo algunos cambios. Debido a que el tamaño de la compañía hace imposible para los empleados entender el contexto completo de todo, las reuniones corporativas con los empleados, antes semanales, ahora solo suceden una vez al mes y se reducen estrictamente a temas de negocios. Las listas de correo interno ahora son moderadas y los comentarios políticos eliminados, y los empleados son desalentados a acceder a los documentos internos de la compañía, los cuales solo deberían revisar si es absolutamente necesario.

Sin embargo, los empleados aún discuten la idea de crear un sindicato, o cuando menos, una organización para defender sus intereses. Antes del asesinato de George Floyd, los empleados criticaron la falta de diversidad dentro de la compañía y consiguieron elevar la “representación de liderazgo de grupos subrepresentados” a un 30% en los próximos 5 años. En junio, más de 2 mil empleados firmaron una carta abierta para demandar el cese de ventas de tecnología de la compañía a los distintos cuerpos policiacos a través del país. Si bien, en las últimas semanas los ánimos han parecido calmarse dentro de Alphabet, muchos trabajadores están siendo cuidadosos para no perder su empleo en medio de una recesión. Los activistas han comenzado a organizarse por fuera de las herramientas de comunicación de la empresa.

Según The Economist, esto ha generado especulaciones dentro y fuera de Alphabet sobre la idoneidad de Pichai para el puesto. Muchos ingenieros dentro de la compañía lo consideran demasiado “controlador” y de un liderazgo “poco inspirador”. También se la acusa de una excesiva aversión al riesgo, y carecer de la visión de Jeff Bezos de Amazon o Satya Nadella de Microsoft.

Sin embargo, para el diario inglés, Pichai tiene ahora la oportunidad de demostrar que las dudas sobre él están equivocadas. La pandemia le presenta el pretexto perfecto para desechar ineficiencias como productos paralelos y la burocracia interna. Su gestión podría ser el inicio de un nuevo equilibrio entre la innovadora cultura de Google y un aprovechamiento más lucrativo de los servicios y productos de la compañía.

Datos cruciales: 

*Cuatro mil millones de personas utilizan al menos uno de loss productos o servicios de Alphabet.

*Los ingresos de YouTube fueron de 15 mil millones en 2019, más de un tercio del año anterior.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

Nexo con el tema que estudiamos: 

El hecho de que los empleados de Alphabet y otros gigantes tecnológicos, en su mayoría ingenieros altamente calificados, hayan comenzado recientemente a ganar poder e influencia dentro de estas compañías, desarrollando incluso poder de veto en cuanto a algunos contratos, empieza a representar una especie de contrapeso a la instrumentalización de esta tecnología en tareas de vigilancia y control social, así como en el área militar, que por el momento parece difícil de desarmar. Como respuesta, en el caso de Alphabet, los directorios de estas compañías ya han comenzado a erradicar las políticas laborales que hicieron estas protestas posibles, pero con el riesgo de arrebatarle, con esto, el dinamismo y la innovación a las compañías, que son sus principales activos.