The new state capitalism. Xi Jinping is trying to remake the Chinese economy

Cita: 

The Economist [2020], "The new state capitalism. Xi Jinping is trying to remake the Chinese economy", The Economist, London, 15 de agosto, https://www.economist.com/briefing/2020/08/15/xi-jinping-is-trying-to-re...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Agosto 15, 2020
Tema: 
Xi Jinping está reconstruyendo el capitalismo de estado en China difuminando la frontera entre el control gubernamental y los mecanismos del mercado
Idea principal: 

Según los informes anuales de muchas empresas chinas, “el pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era” es una panacea empresarial. Casi 400 de las 3 900 empresas que cotizan en las bolsas de China rindieron homenaje al Partido Comunista, y a su líder, en sus informes anuales, y las referencias, tanto de las compañías estatales como del sector privado, a la orientación de Xi han aumentando significativamente desde 2017. Esta tendencia es una muestra del control que el PC ejerce sobre todos los aspectos de la vida en China, y del control que Xi, a su vez, ha ganado sobre el Partido. Según The Economist, Xi está en una posición desde la cual puede rediseñar la economía en la que estas compañías pueden prosperar o fracasar.

Para sus críticos dentro y fuera de China, Xi ha optado por volver a un modelo de crecimiento dominado por el estado altamente inestable, deteniendo las reformas que buscaban liberalizar la economía y sofocando las fuerzas del mercado. Además se han establecido comités del Partido dentro de las empresas privadas, que juegan un papel cada vez mayor en la definición de la estrategia de estas, mientras que sus directores y jefes han adoptado perfiles más discretos. Aunque muchos han visto en esto una nueva ofensiva del estado chino, para el semanario inglés, esta conclusión está equivocada y fomenta la subestimación del potencial chino. En realidad, Xi busca una versión fortalecida del capitalismo en el que las empresas estatales incorporen la disciplina del mercado y que las privadas incorporen la disciplina del partido. Aunque este proyecto está lleno de contradicciones internas, el progreso ya se ha hecho evidente en algunas áreas.

En 2013, cuando Xi anunció la nueva agenda, prometió que dejaría en manos del mercado la asignación de recursos, pero reforzaría “el papel de liderazgo del sector estatal”. Sin embargo, cuando en 2015 las acciones chinas se desplomaron el gobierno recapitalizó los bancos, endureció los controles sobre las transferencias internacionales de capital y domesticó los sectores más salvajes de su sistema financiero. Ahora que el Partido cree que ha ganado la batalla contra los riesgos financieros, ha retomado la agenda de Xi de una forma novedosa y audaz. Por otro lado, los enfrentamientos con Estados Unidos han persuadido al Partido de que China debe salir adelante por sí misma. Al mismo tiempo, su manejo exitoso de la epidemia de coronavirus y su reactivación económica posterior han fortalecido la creencia en las ventajas de su sistema estatal de partido único, que le permite conducir sus recursos económicos y sociales en pos de objetivos críticos.

El proyecto de Xi se puede dividir en dos partes. Primero, un sistema legal claro para las empresas, reglas simplificadas para el día a día y un sistema financiero mejorado en la asignación de fondos. Segundo, un manejo más hábil de las palancas económicas: hacer más eficientes a las empresas estatales y asociarlas con empresas privadas en nuevas iniciativas de política industrial. Los empresarios, siempre que se mantengan en su lugar y se muevan en las direcciones señaladas por el gobierno, conservan una libertad considerable. Sin embargo, muchos ejecutivos y diplomáticos extranjeros ya no creen en las promesas de nivelar el juego entre las empresas extranjeras, que tienen poca presencia en sectores clave como las finanzas y la energía, y las Chinas, que se benefician de subsidios y reglas preferenciales.

Ahora puedes irte a la quiebra

Cuando Xi habla de reforma de mercado, lo que quiere es orden, no justicia. La idea es definir los límites y las forma en que las empresas y las personas pueden trabajar. Si bien, Xi ha usado el sistema legal para atacar a los defensores de derechos humanos en Hong Kong, también ha supervisado una profesionalización parcial del sistema judicial y ha otorgado a los tribunales más autoridad en asuntos no políticos. Estos cambios han llevado a un aumento de demandas administrativas, las cuales se han duplicado. A su vez, los casos de quiebra se han multiplicado por diez, y tan solo el año pasado se aceptaron más de 480 mil procesos relacionados con propiedad intelectual, de los cuales 89% fueron ganados por demandantes extranjeros. En este sentido, debido a que los funcionarios locales solían ignorar las sentencias judiciales, el gobierno está desarrollando un sistema de “crédito social”. Los tribunales pueden colocar a las personas en listas negras de crédito, que de forma automatizada les impiden comprar un boleto de avión u obtener un préstamo, en 2018 unos 290 mil ejecutivos de empresas estaban en estas listas. Si bien, este sistema tiene un tinte distópico, muchos en China lo apoyan por ahora como una herramienta para sanear el entorno empresarial.

Adicionalmente, a medida que la ley se ha vuelto confiable, la administración se ha simplificado. Según el Banco Mundial, el tiempo promedio para abrir un negocio en China es de tan solo nueve días, cuando en 2017 era de 23 días, y los permisos de construcción han disminuido de 247 a 111 días también. Además, la digitalización ha simplificado el pago de impuestos. Ahora, cuando una empresa emite una factura, automáticamente una copia se envía a las autoridades fiscales, lo que ha levantado sospechas de que el software tenga puertas traseras a la red informática de las empresas.

Finalmente, el otro objetivo fundamental de las reformas de ordenamientos del mercado impulsadas por Xi es el sistema financiero. Se ha reafirmado, el control gubernamental sobre los bancos, las casas de bolsa y las firmas de inversión, con metodologías escalofriantes que van desde el secuestro (como fue el caso de Xiao Jianhua, secuestrado de un hotel de lujo en HK en 2017) hasta castigos o procesos judiciales. A pesar de los métodos el cambio es estructural. Entre 2008 y 2016, la relación deuda-PIB aumentó cerca de 10% anual, de 2017 a 2019, el aumento anual fue de tan solo 4%.Si bien, la deuda se disparará como resultado de la pandemia, para los funcionarios es algo extraordinario y ya están reduciendo los estímulos monetarios a medida que el crecimiento vuelve a repuntar.

El gusto por los viajes a la luna

También los niveles de deuda en los que se basa el sistema se han saneado. En la década pasada, los bancos chinos reempaquetaron activos en opacos productos de inversión. De 2010 a 2017, los activos de los bancos aumentaron 20 veces debido a que superpusieron crédito sobre crédito. En los últimos dos años, las nuevas reglas obligaron a los bancos a hacer recortes. El sector opaco de la banca, un universo variopinto de empresas de préstamos e inversiones poco reguladas, ha comenzado a reducirse. Por el contrario, el mercado de bonos ha experimentado un auge, pasando del 50% del PIB a más del 100% actualmente, y el cambio de reglas ha facilitado a las empresas la capitalización por venta de acciones.

Sin embargo, en otros aspectos no ha cambiado. Los bancos, acostumbrados a que el gobierno rescate a las empresas estatales y se deje a su suerte a las privadas, suelen desoír los llamados gubernamentales para ayudar a las pequeñas empresas en dificultades. La mayoría de los préstamos son dirigidos a las empresas estatales, una opción racional en un sistema aún distorsionado. Lo que apunta a otro lado de la agenda de XI: rehacer China Inc. Aunque desde 2019 un vehículo lunar china recorre las zonas más alejadas de la luna y transmite las imágenes a la Tierra, para la economía fue más importante la imagen de Xi reunido con cientos de funcionarios y científicos en un evento donde se elogió el éxito del proyecto lunar como emblemático del “nuevo tipo de sistema nacional”.

Durante mucho tiempo se ha manejado una visión idealizada de la política industrial china, en donde los mandarines deciden lo que se necesita y aplican una combinación de capital barato, prioridades de investigación específicas, robo de propiedad intelectual, proteccionismo y fuerza bruta, si hace falta, para lograrlo. En realidad, la política industrial china nunca alcanzó ese grado de coherencia. Promovió en el pasado la industrialización de cualquier tipo, donde las ciudades acaban compitiendo entre sí para atraer empresas y las empresas se amontonan donde creen que habrá un boom. Estos patrones de inversión han tenido poca relación con la política industrial, más bien esta se ha adaptado a los hechos. Si bien, a veces ha funcionado, las décadas de esfuerzos oficiales en desarrollar la industria de semiconductores o vehículos de combustión interna ha fracasado. El precio que se pagó por el crecimiento de otros sectores, como la energía solar o los astilleros, fue muy alto y trajo consigo un exceso de capacidad, grandes pérdidas y brutales consolidaciones.

Si bien, independientemente de su estrategia, la tierra y el capital barato, la buena infraestructura y la mano de obra barata, así como una moneda artificialmente barata durante años, permitieron el progreso excepcional de China, ahora los tiempos han cambiado. La población ha envejecido, la carga de la deuda ha aumentado y los efectos ambientales de la industrialización a toda costa se han hecho patentes. El “nuevo tipo de sistema nacional” de Xi busca hacer realidad el mito de la política industrial centralizada de China. Aunque la estrategia “Hecho en China 2025”, anunciada en 2015, fue todo menos enfocada, la reacción norteamericana le ha proporcionado a Xi los criterios para seleccionar sus verdaderas prioridades. En China se ha puesto de moda el término: “tecnología de enclave (stranglehold technology)”. En lugar de aspirar a dominar sectores completos, los planificadores ahora hablan de priorizar las turbinas de reacción, la fotolitografía de precisión para semiconductores y otras tecnologías claves. Las empresas de propiedad estatal son vistas como fundamentales en este proceso debido a que, a pesar de poseer accionistas privados, el gobierno puede dirigir sus acciones. Sin embargo, es necesario que estas empresas estén a la altura del reto, ya que en la actualidad estas son menos productivas que las privadas debido a que sus directores desconfían de los riesgos y a menudo llevan el peso de otras tareas estatales.

Mezclándolo

Ahora, Xi está buscando sacar más provecho de las empresas públicas, y usar a estas para sacar más provecho del sector privado. El año pasado, el gobierno declaró que la rentabilidad neta, no la bruta, sería la del éxito de las empresas públicas, haciendo que se preocupen más por los costos de operación y el valor para los accionistas. Más importante, es el renovado impulso a la “propiedad mixta”, que se sirve de las empresas estatales para atraer inversores privados y empresas como socios. Aunque esto ya ha ocurrido antes, esta vez unirá a una gama más amplia de empresas. En los últimos años, las empresas estatales han obtenido más de un billón de yuanes, 145 mil millones de dólares, de capital privado. Tan solo en la primera mitad de 2020, 50 empresas del sector privado atrajeron importantes inversiones de empresas estatales.

Sin embargo, esta no es la única forma en los límites entre el sector privado y el estatal se están haciendo más difusos. Siempre hubo empresas con comités del Partido, aunque las más grandes solían no tenerlos, pero ahora eso ya no es una opción debido a que avanzar con el estado puede significar un apoyo significativo, y no hacerlo significa tomar un camino difícil y doloroso. Al ser transformadas en empresas mixtas, tanto las públicas como las privadas aumentan su gasto en investigación y desarrollo. Además, las empresas estatales se benefician de la innovación y el apetito por el riesgo de las privadas, mientras que las privadas, a su vez, se benefician de mejores conexiones estatales que facilitan la obtención de capital. En la industria de los circuitos integrados, por ejemplo, el gobierno está canalizando más de 100 mil millones de dólares a empresas públicas, privadas, y, más frecuentemente, a mixtas, y, aunque se ha desperdiciado mucho, hay señales de progreso. Yangtze Memory Technologies Co (YMTC), una empresa mixta de semiconductores fundada en 2016, anunció en abril que tiene la capacidad de fabricar chips de memoria con 128 capas distintas de circuitos que pueden competir con los mejores de Samsung.

Aunque los expertos consultados por The Economist dudan de que la calidad de los chips de YMTC igualen a los de Samsung, el logro demuestra, no obstante, el progreso de China en la industria. Un elemento a destacar es que YMTC tiene su sede en Wuhan, epicentro de la pandemia de coronavirus, y durante la cuarentena el gobierno mantuvo la fábrica abierta y abastecida y se aseguró que los empleados pudieran ir a trabajar, aun cuando el resto de la ciudad permanecía cerrada. Para el semanario inglés, fue el “nuevo tipo de sistema nacional” en acción.

Sin embargo, las tensiones en el sector de las empresas estatales continúan sin resolverse. Si bien, el gobierno ha puesto el acento en la rentabilidad, no significa que las decisiones se tomen de acuerdo a la lógica comercial. Para Xi, el ascenso de China es más importante que nunca, y el estricto control del partido confunde las cadenas de responsabilidad. En muchas empresas el comité del Partido controla gran parte de las decisiones, pero si las cosas salen mal, la junta, y no el partido, es responsable. Pero, a pesar de las críticas, el sector privado ha tenido buenos resultados. Las 10 mayores empresas no estatales de China han agregado cerca de 2 billones de dólares a su capitalización de mercado desde que Xi se convirtió en el jefe del Partido. Las reformas al sistema judicial, el disciplinamiento del sistema financiero ha ayudado a las empresas a demandar a las empresas que violan las patentes y a obtener financiamiento.

Historia contradictoria

De esta forma se ha logrado apuntalar una consolidación gradual en varias industrias, lo que demuestra, para The Economist, que en verdad hay fuertes fuerzas del mercado en juego en la economía que se están canalizando de manera más efectiva que en el pasado. Pero el periodo comandado por Xi no ha sido solo de consolidación, muchas startups han florecido en su gobierno, incluida la matriz de TikTok; Pinduoduo, un empresa de comercio electrónico que se enfrenta al gigante Alibaba; y SenseTime, una empresa de inteligencia artificial que está a la vanguardia del reconocimiento facial.

Por otro lado, existe preocupación de que la insistencia en la formación de los comités del Partido al interior de las empresas, así como los esquemas de participación mixta, puedan llevar a los empresarios a ser dominados por el Estado, y a sus empresas bajo la lógica de conseguir la gloria de China.

De cierta forma, BYD, el mayor fabricante de autos eléctricos, es una de las empresas que abanderan este nuevo modelo de compañía. Aunque su mayor inversor actualmente es Warren Buffet, la conexión con el partido es fuerte y sus decisiones siempre están alineadas con éste. Como ejemplo, cuando Estados Unidos sancionó a Huawei, BYD comenzó a fabricar teléfonos inteligentes para el gigante chino de las telecomunicaciones.

Según The Economist,en China se ha hecho cada vez más difícil distinguir el sector estatal del privado y los intereses corporativos de los nacionales. Y concluye que, a pesar de sus ineficiencias, contradicciones y autoritarismo, es difícil sostener que su modelo obstaculizará su intención de colocarse a la vanguardia de la economía mundial.

Datos cruciales: 

Nexo con el tema que estudiamos: 

Una de las ventajas del modelo chino frente a los estados liberales de occidente reside en las posibilidades de la dirección centralizada de su capitalismo de Estado, que le permite conducir energías y recursos en direcciones estratégicas claves en la disputa hegemónica en curso. Aunque el manejo de la pandemia demostró las virtudes del modelo y de las reformas emprendidas por Xi, su naturaleza lo hace vulnerable a que una sucesión de errores en la dirección del PC agudizen sus debilidades y contradicciones.