Una teoría sobre el capitalismo global: Producción, clase y Estado en un mundo transnacional

Cita: 

Robinson, William I. [2013], Una teoría sobre el capitalismo global : Producción, clase y Estado en un mundo transnacional, México, Siglo XXI Editores, 246 pp.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2013
Tema: 
Surgimiento de una clase transnacional y de un Estado transnacional
Idea principal: 

William I. Robinson es doctor de filosofía y es profesor de sociología, estudios globales e internacionales, y estudios latinoamericanos, en la Universidad de California.

Prefacio para la edición en español

El autor ve que las contradicciones del capitalismo se agravan por la globalización empujando al sistema a una crisis orgánica, la cual explotó en 2008, crisis que no tiene comparación con ninguna otra por su alcance y magnitud, y que se ha extendido a una degradación ecológica y social. Nos enfrentamos a una crisis de la humanidad; nos encontramos en un periodo de incertidumbre y de cambios trascendentales (p. 7)

Estaríamos frente a un capitalismo global que se caracteriza por el surgimiento del capital verdaderamente transnacional y un sistema globalmente integrado de producción y de finanzas; de un una clase capitalista transnacional que intenta ejercer su dominación mediante redes de instituciones, que se pueden concebir como el aparato emergente de un estado transnacional (p. 7-8).

A finales de los años 1990 el sistema entró en una crisis crónica, una grave crisis de acumulación excesiva, causada en parte por la polarización y el aumento de la desigualdad por la concentración de la riqueza. Los capitales transnacionales, entonces, no encontraron salidas productivas para descargar las enormes cantidades de excedentes acumulados (p. 8).

Es así que en el siglo XXI los capitalistas transnacionales han buscado diferentes mecanismos para sustentar la acumulación global ante esta crisis (p. 8):

1) La acumulación militarizada, es decir, lanzar guerras e intervenciones que crean ciclos de destrucción y reconstrucción que generan enormes beneficios. El Estado estadounidense militarizó la acumulación global, y con ello ha movilizado vastos recursos e impuesto presiones para sostener la acumulación global mediante la militarización de esa acumulación y creando una economía global de guerra (p. 8-9).

2) El asalto y saqueo de los presupuestos públicos, donde el capital transnacional, mediante su poder financiero, toma el control de las finanzas del Estado para imponer la austeridad a la clase trabajadora, generando más desigualdad (p. 9).

3) La frenética especulación financiera a escala mundial, la brecha entre el capital ficticio y la economía real crecía como nunca después del 2001. Las masivas concentraciones de capital financiero comenzaron a desestabilizar el sistema: la clase capitalista invirtió miles de millones de dólares en capital ficticio, y el colapso del mercado hipotecario en 2007 fue el detonante y abrió el paso para el colapso del sistema financiero global de 2008 (p. 9-10)

Se trata de una crisis estructural, de reestructuración con potencial para convertirse en crisis sistémica. La crisis de reestructuración refleja las profundas contradicciones del sistema y para salir de ella se necesita una reestructuración. La crisis sistémica se resuelve con un cambio en el mismo sistema, o de lo contrario, el sistema enfrenta la perspectiva de un pleno colapso. Los tiempos de crisis son de rápido cambio social, en el cual la acción colectiva y la contingencia entran en juego, y en el cual la superación del capitalismo depende de las respuestas de las fuerzas sociales y políticas a las crisis (p. 10).

Pero hay otras respuestas a la crisis, como la polarización de la izquierda y la derecha en la política: por un lado, la tímida respuesta del reformismo que intenta salvar al capitalismo global de sí mismo y de los desafíos populares y radicales; por otro, la respuesta de la derecha fascista, que busca fusionar el poder político reaccionario con el capital transnacional (p. 11).

La crisis presenta oportunidades, donde el autor destaca dos: a) “la hegemonía ideológica del neoliberalismo se ha roto y al parecer el neoliberalismo llega a sus límites materiales e ideológicos […] El nuevo bloque dominante post neoliberal aún no se perfila […] Es momento para plantear propuestas antisistémicas”; b) la crisis permite la neoliberalización en Estados Unidos y otros países del Norte y por tanto la destrucción de la clase media trabajadora de esos países, lo cual abre la posibilidad de desmantelar la alianza de los grupos dominantes con las clases medias, y así buscar nuevas alianzas y coaliciones orgánicas Norte-Sur y transnacionales, y así construir bases objetivas para la unidad global (p. 12-13).

Prefacio

El objetivo principal del libro es “presentar una teoría particular de la globalización basada en el enfoque del capitalismo global”. Se aborda el surgimiento de una clase transnacional y de un Estado transnacional; se exploran las contradicciones que hacen inestable el curso de la globalización, así como las posibilidades de alternativas futuras para la sociedad global (p. 15).

Su tesis, comenta el autor, “sobre el nuevo escenario globalista del mundo capitalista no sostiene que los Estados y países ya no importan, o que la única forma de capital sea hoy el capital global”. Este nuevo escenario debe entenderse como de transición, y no como algo concluido, fase sujeta a contingencias y a ser empujada hacia nuevas e inesperadas direcciones (p. 16).

El capitalismo global es hegemónico, por un lado por su ideología dominante, y por otro porque ofrece grandes recompensas materiales e impone sanciones. Si ha de desafiarse tal hegemonía se necesita de una sólida comprensión del sistema. La teoría expuesta en el libro ofrece un método para comprender los procesos de cambio y conflicto social, desarrollo y políticas en el siglo XXI, pues su teoría abarca las dimensiones de producción transnacional, capitalistas transnacionales y Estado transnacional, que permite interpretar los eventos y procesos que ocurren en el presente (p. 17-18).

Capítulo 2. Formación de clase global y surgimiento de una clase capitalista transnacional

En este capítulo el autor desarrolla su tesis de que la formación de clase transnacional es central a la globalización y que ello implica que se forme una clase capitalista transnacional (CCT). Es el surgimiento de un sistema de producción global el que redefine la relación existente entre producción y territorialidad. Por tanto se desarrolla el argumento de que la formación de clase está menos ligada al territorio y a la jurisdicción política de los Estado-nación (p. 57-58).

1. Formación de clase global: de clases nacionales a transnacionales

Con la globalización se estaría experimentando “un nuevo fraccionamiento de clase entre las fracciones nacional y transnacional”. Sería la globalización de la producción lo que constituye la base material para este proceso de formación de la clase transnacional (p. 62-63).

Históricamente el proceso de formación de clase en el sistema capitalista pudo haber sido en el marco institucional del sistema Estado-nación; pero bajo la globalización esto es cada vez menos así. La realidad del capital como una totalidad de capitales individuales en competencia y de su existencia concreta como una relación dentro de los confines geográficos del Estado-nación, iban en contra de la tendencia unificadora trans o supranacional en el desarrollo del capitalismo mundial (p. 64).

Alrededor del circuito D-M-P-M’-D’ es que tienen lugar la formación de clases y la lucha de clases, se desarrollan los procesos políticos, los Estados intentan crear condiciones generales para la reproducción del ciclo, surgen los procesos culturales y así sucesivamente. En la globalización la producción (P) está descentralizada y globalmente dispersa, y también la primera parte del circuito, D-M-P. Mercancías y servicios son producidos en forma global y se comercializa mundialmente; las ganancias se dispersan globalmente gracias al sistema financiero global. Todo el circuito se transnacionaliza, y por tanto las clases, los procesos políticos, los Estados y los procesos ideológicos y culturales. Los nuevos circuitos transnacionales son los sitios de formación de clase mundial (p. 64).

1.1. Liberación del capital del Estado-nación

La descentralización y fragmentación global del proceso de producción redefine la fase de distribución de la acumulación de capital en relación con el Estado-nación. Con ello también se “fragmenta la cohesión nacional en torno a los procesos de reproducción social, y desplaza del Estado-nación al espacio transnacional el lugar de la reproducción”. Al liberarse el capital transnacional de las restricciones impuestas por las fuerzas sociales en la fase del Estado-nación, se alteró el equilibrio de fuerzas entre las clases y grupos sociales en cada nación del mundo y a escala global, a favor de una CCT emergente (p. 66).

La movilidad global de capital altera la relación Estado-nación y la relación interclases; está sucediendo, dice el autor, la formación transnacional de clases, donde el papel mediador del Estado se ha modificado. Una estructura de clase global que se impone sobre las estructuras de clase nacionales. “A medida que las estructuras productivas nacionales se integran transnacionalmente, las clases mundiales cuyo desarrollo orgánico se dio dentro de los Estados-nación, están experimentando una integración supranacional con las clases ‘nacionales’ de otros países” (p. 68).

Las cadenas de la producción transnacional, o circuitos de acumulación, son sitios de formación de clase transnacional, y entonces aquellos trabajadores que se encuentran ocupados en diferentes fases del proceso de producción globalizados, están diseminados por todo el mundo, y aun así se encuentran vinculados unos con otros en forma más orgánica que en el periodo en que participaban en los procesos de producción nacionales (p. 68-69).

1.2. Surgimiento de una burguesía transnacional

En tanto que los sistemas locales de producción son integrados en los circuitos globalizados de producción por medio del proceso de transnacionalización, la lógica de la acumulación local y global tiende a converger; aquellas rivalidades entre capitalistas nacionales comienzan a adquirir un nuevo carácter. Ahora lo que nos encontramos es con una competencia oligopólica entre grupos en un ámbito transnacional (p. 71).

Los elementos principales de los capitales nacionales se están fusionando en una nueva configuración de capital transnacional, donde las clases son eslabonadas por la globalización en cadenas transnacionales, las cuales están reorientando las determinantes de la formación de clase; los estratos capitalistas más poderosos se cristalizan en una CCT (p. 73).

Esta nueva clase capitalista está integrada por los dueños del capital transnacional, aquellos que poseen los principales medios de producción mundiales, representados en las corporaciones transnacionales (CTN), y las instituciones financieras privadas. “Esta clase es transnacional por estar vinculada a los circuitos globalizados de producción, comercio y finanzas, independientemente de los territorios e identidades nacionales particulares, y porque sus intereses descansan en la acumulación global, por encima de la acumulación local o nacional” (p. 73).

La CCT tiene conciencia de sí misma, de su transnacionalidad, busca un proyecto de globalización capitalista de clase, que se refleja en su toma de decisiones global y en el surgimiento de un aparato de Estado transnacional (ETN). La élite de esta clase se encuentra en los centros del capitalismo mundial donde ejercen autoridad sobre las instituciones globales y controla la política global (p. 74).

1.2. Fraccionamiento de clase nacional/transnacional

Con el surgimiento de la corporación y las élites políticas transnacionales, el fraccionamiento de clase ocurre en un nuevo eje nacional/transnacional. La contradicción de la acumulación nacional y global se muestra en los distintos proyectos políticos; tienen proyectos distintos, y por tanto se lucha por el control de los aparatos del Estado. Los bloques transnacionales se convirtieron en hegemónicos en la mayor parte del mundo, utilizando aparatos estatales nacionales para avanzar en la globalización, y entonces así reestructurarlos e integrarlos en la economía global. Desmantelaron el bienestar keynesiano basado en el Estado nacional y los proyectos desarrollistas; buscaron la liberación del mercado mundial, proyectos de integración, y promovieron una infraestructura supranacional de la economía global (p. 75-76).

El eje nacional/transnacional atraviesa al capital dinero, al comercial y al productivo. La mayoría de las unidades de producción transnacional están involucradas simultáneamente en las inversiones y operaciones del capital financiero, del productivo y del comercial; por ello, el surgimiento de una CCT implica un mayor grado de integración del capital (p. 78-79).

2. Algunos indicadores empíricos de la formación de la CCT

La evidencia empírica sobre la que se puede dar cuenta de la formación de una CCT incluye “la expansión de la CTN, aumento de las Inversiones Extranjeras Directas (IED), las Fusiones y Adquisiciones (FAS) entre naciones, alianzas estratégicas y entrelazamiento de los consejos de administración transnacionales” entre otras. Es una forma de organizar la producción global, ahí es donde se contribuye al desarrollo de las redes mundiales que vinculan a los capitalistas locales entre sí y generan una identidad de intereses objetivos y de visión subjetiva entre estos capitalistas en torno a un proceso de acumulación global (p. 81).

2.2. Fusiones y adquisiciones transfronterizas

La teoría del autor sobre el capitalismo global no estaría afirmando que la competencia y el conflicto entre capitalistas desaparezca en la globalización; la competencia ha impulsado la dinámica capitalista, incluso esta es la que impulsa las FAS transfronterizas. Las compañías necesitan un gran capital para sostenerse tecnológicamente y asegurar su presencia. El resultado es un proceso de concentración y centralización de capital transnacional. Los grupos capitalistas transnacionales pueden recurrir a los Estados para obtener ventajas en la lucha competitiva (p. 89-90).

2.3. Consejos de Administración de las CTN transnacionalmente entrelazados

Ante un porcentaje creciente de compañías que tienen directores no nacionales y donde el número de miembros de los consejos ha disminuido, son los directores no nacionales los que están adquiriendo un papel influyente en las salas de juntas de todo el mundo (p. 91).

La CTN que transnacionaliza su consejo de administración está interconectada con otras CTN de su país de origen o de otros, y pueden comprometerse en alianzas estratégicas y acuerdos de colaboración informal y subcontratación con terceras empresas. Además, hay miembros del consejo de una CTN que forman parte de otras (p. 92).

2.4. Alianzas estratégicas

Las alianzas estratégicas entre empresas de dos o más países aumentaron en más de cinco veces entre 1989 y 1999. Las alianzas han sido impulsadas por la competencia global, pues esta aumenta la necesidad de que las empresas logren economías de escala globales, entre otras cosas; además, las alianzas se han dado entre grupos oligopolistas que reúnen capitalistas de diversos países y regiones que compiten unos con otros en la economía global (p. 93).

2.5. Nuevos ordenamientos económicos mundiales

Durante los años setenta comenzaron a expandirse nuevos ordenamientos económicos (como el outsourcing, alianzas intercorporativas transnacionales, concesión de licencias, etc.) que resultaron en enormes redes y complejos circuitos transnacionales de producción, de integración vertical y horizontal (p. 99).

Es difícil separar los circuitos locales de los globalizados que dictan los términos y los patrones de acumulación en todo el mundo; los circuitos locales se ven subsumidos por los globales mediante numerosos mecanismos y arreglos. Los capitales locales y nacionales se ven obligados a “deslocalizarse” y vincularse al capital hegemónico transnacional, los capitalistas locales son integrados al proceso transnacional de formación de clase (p. 99).

La competencia global obliga a las CTN a operar en las tres regiones de la triada global (Norte América, Europa, y Asia del Este). Se convierten en compañías multiregionales que realizan una producción múltiple e integrada a través de la triada. Estas compañías están emergiendo a través de las alianzas estratégicas, fusiones y otras formas integradoras entre las CTN, “como una forma transitoria general del proceso de integración transnacional del capital” (p. 100).

3. Hacia una Nueva Hegemonía Transnacional

3.1. ¿Un nuevo bloque histórico capitalista global?

“Las presiones de la globalización modifican todas las estructuras e instituciones sociales nacionales, de modo que se transnacionalizan […] es crucial el concepto de Gramsci de hegemonía como dominación consensual, su énfasis en la sociedad civil como el lugar de la hegemonía y en el ‘Estado ampliado’, que comprende sociedad política [y] sociedad civil, como el eje de la estructura social” (p. 105).

“Una estructura social de acumulación es un conjunto de instituciones sociales, económicas y políticas que se refuerzan mutuamente, y normas culturales e ideológicas que se funden y facilitan un exitoso modelo de acumulación en periodos históricos específicos” (p. 105).

Aquellas estructuras sociales particulares que se habían construido en la fase de Estado-nación se resquebrajaron en el momento que los modelos de acumulación correspondientes a este periodo fueron desplazadas por la globalización (p. 105).

Esto sucedió en el momento en que las condiciones generales de la estructura social keynesiana se convirtieron en un obstáculo para la acumulación y la obtención de ganancias al surgir la crisis de 1970. Los Estados-nación pasaron a ser servidores de las necesidades generales de los nuevos patrones de acumulación global y la CCT. El capital se liberó de las restricciones del Estado-nación y con ello se deshizo de sus obligaciones recíprocas con el trabajo (p. 106).

La CCT está en proceso de construir una nuevo bloque histórico capitalista global, el cual consiste en varias fuerzas políticas y económicas conducidas por la CCT. La lógica de la acumulación global es la que guía el comportamiento político y económico de este nuevo bloque globalista, que en su centro tiene la CCT, clase que está formada por los propietarios y los administradores de las corporaciones transnacionales. Pero el bloque incluye también otros organismos supranacionales como el FMI, el Banco Mundial y la OMC; así también las principales fuerzas políticas, los conglomerados de medios de comunicación, las élites tecnócratas y funcionarios del Estado, e intelectuales que tienen relación con la clase dominante y figuras carismáticas que le den legitimidad ideológica (p. 107).

En tanto que el enfoque del sistema-mundo respecto a la hegemonía se refiere a una sucesión de Estados hegemónicos, para el autor, siguiendo la escuela italiana, se trataría de una sucesión de proyectos hegemónicos, pero en lugar de que este proyecto hegemónico recaiga sobre la dirección del liderazgo de un Estado, el mando estaría siendo transferido a una configuración hegemónica transnacional emergente, de una hegemonía transnacional; es por tanto “la aparición de un nuevo bloque histórico, global en alcance y basado en la hegemonía del capital transnacional” (p. 110).

3.2. La Agenda de la élite transnacional: políticas globales de la CCT “desde arriba”

En el momento que emergía un nuevo bloque transnacional en los ochenta y los noventa, se llevaba a cabo una revolución desde arriba, donde se modificaban las estructuras sociales y económicas globales mediante los aparatos del Estado transnacional; en esta se buscaba crear las condiciones más propicias para que se operara sin trabas. Se trató de una reestructuración global, el llamado neoliberalismo, el cual construye las condiciones necesarias a través de dos dimensiones: por un lado, “la liberación mundial del mercado y la construcción de una nueva superestructura legal y reguladora […] la otra es la reestructuración interna y la integración global de cada economía nacional”. En combinación de estas dos dimensiones se intenta crear un orden mundial que libere al capital transnacional de las barreras entre y dentro de las fronteras. Se puede llevar cabo entonces una acumulación a través de nuevos circuitos globalizados, y “facilita la subordinación e integración de cada economía nacional a la economía global” (p. 110-111).

En la agenda transnacional, en el plano económico se buscaba hacer accesible el mundo al capital, y en lo político era buscar que este mundo fuera seguro para el capital, por medio de la promoción de la “democracia”, o más bien la poliarquía, concepto que el autor refiere a un sistema en el que un pequeño grupo es el que realmente gobierna, donde la participación de la mayoría se reduce a elegir entre las élites competidoras (p. 114-115).

"La imposición universal de la 'disciplina de mercado' como principal medio mundial de control social, tiende a sustituir la disciplina extraeconómica o política ejercida por loe Estados como sitios de control social directo". Es así entonces que la transición a la poliarquía se refiere a ajustes en la estructura política a los cambios económicos que son causados por la globalización capitalista. Las nuevas redes globales de acumulación necesitan reglas estables para la competencia económica que los nuevos capitalistas van a construir. Este nuevo consenso “democrático” es un consenso entre una élite global más cohesionada en torno a un sistema político que es más propicio para reproducir este orden social en el nuevo escenario global. Se impone ya una disciplina desde el mercado, y por tanto ya no son necesarias formas coercitivas de autoridad política; se pasa de formas coercitivas a formas consensuales de control social en el nivel internacional, “el cambio hacia una hegemonía global” (p. 116).

Capítulo 3: El Estado Transnacional

2. El poder de los Estados nacionales y el poder del capital transnacional

2.1. La nueva relación capital-trabajo y el ETN

Estamos ante un escenario donde la globalización reconfigura el panorama de las fuerzas sociales del mundo, y donde la distribución es cada vez menos mediada por el Estado-nación y cada vez más determinada por las redes transnacionales y las estructuras globales (p. 138).

Donde antes el Estado-nación fue necesario para la acumulación, ahora sus restricciones institucionales y espaciales se han vuelto un obstáculo. El Estado-nación disminuyó su capacidad de intervenir en el proceso de acumulación y de poder determinar sus políticas económicas, lo que refleja en nuevo poder del capital transnacional. El poder estructural del capital transnacional sobre el poder de los Estados aumenta con la globalización. Es decir, “el poder relativo de las clases explotadoras sobre las explotadas ha aumentado sustancialmente” desde finales del siglo XX a la fecha (p. 139-140).

Es nuevo poder relativo del capital global sobre el trabajo global, el cual se traduce en una nueva relación capital-trabajo global, donde lo que se busca es abaratar la mano de obra y flexibilizarla. Nuevas tendencias de la relación del capital-trabajo que apuntan al “nacimiento de un proletariado global estratificado, más en términos sociales que nacionales, en el ámbito transnacional, en la medida en que esta nueva y generalizada relación capital-trabajo refleja la tendencia a la igualación de las condiciones de acumulación en el mundo”. En este proceso se proletarizan amplios sectores, surgen nuevas masas superfluas, se reduce la demanda de trabajo, y todo ello combinado con las técnicas de producción posfordista que alteran el papel del trabajo humano (p. 140-142).

2.2. Lo transnacional dentro de lo nacional

Los mercados de trabajo se están fusionando en un solo mercado de trabajo global. Pero la oferta de trabajo global, en su movimiento, está controlada jurídicamente. “Los Estados-nación son en la configuración del espacio, lo que el sociólogo Philip McMichael (1996) llama ‘zonas de contención poblacional’”, contención aplicada al trabajo, más no al capital. En ello el sistema interestatal es condición para el poder estructural del capital transnacional globalmente móvil sobre el trabajo (p. 143).

La sobreexplotación de la fuerza de trabajo debía ser impulsada por los instrumentos jurídicos del Estado-nación; los límites territoriales nacionales y locales se han vuelto funcionales para los circuitos globales del capital. A medida que el capital se transnacionaliza aumenta su intensidad a través de diversos regímenes regulatorios, la globalización presiona para que se establezca una estructura de regulación global; “así la capacidad de las CTN para operar a través de los Estado-nación […] aumenta su poder relativo frente a los administradores locales y nacionales del Estado, al trabajo, los consumidores y los capitalistas locales”. En el momento que emerge la institucionalidad transnacional, “las nuevas relaciones de clase del capitalismo global y las prácticas sociales específicas a éste se condensan e institucionalizan” (p. 144-145).

La burguesía transnacional ejerce su poder gracias a que existe una red de instituciones y relaciones supranacionales que sobrepasan los Estados formales y al mismo tiempo utiliza los gobiernos nacionales como unidades jurídicas territorialmente limitadas; los Estados nacionales son agentes proactivos en el proceso de globalización. La facultad de configurar las estructuras sociales se transfiere de los intereses de la acumulación del capital nacional a los nuevos circuitos de acumulación global (p. 146).

Las fracciones transnacionales utilizan el poder estructural y el poder directo que los Estados nacionales del centro ejercen en el sistema global para moldear las estructuras transnacionales. Los Estados no disminuyen su importancia, pero tienden a ser influidos o controlados por fuerzas sociales transnacionales, lo global se refleja en las estructuras y procesos locales (p. 147).

5. Pero, ¿no es Estados Unidos una superpotencia?: el debate sobre la hegemonía de Estados Unidos y las transiciones hegemónicas

El autor argumenta que el mando hegemónico se pasará de Estados Unidos a un bloque histórico capitalista global, el cual tiene en su centro a la CCT, y no a un nuevo Estado-nación hegemónico o un bloque regional como usualmente se discute. Esto se debe a que el autor considera que la hegemonía se ejerce, no por los Estados, sino por una particular configuración social. Sería entonces impreciso utilizar un marco de transiciones hegemónicas entre Estados-nación, puesto que han emergido nuevas fuerzas sociales transnacionales que no están fundadas en Estados particulares y la competencia geopolítica (p. 170-171).

Tanto en el análisis que ve la rivalidad entre grandes potencias, como aquel que busca una lucha de los bloques de poder del centro por la sucesión hegemónica por el declive de Estados Unidos, no tienen evidencia concreta que les respalde. Los patrones globales de la inversión de las CTN muestran que tanto la Unión Europea, Estados Unidos y el Sudeste asiático se interpenetraron y formaron una tríada más integrada; y en medida que avanza este proceso, se introducen a las redes transnacionales, haciendo difícil encajar las relaciones políticas entre los Estados y la competencia entre los grupos económicos en el anterior marco geopolítico del Estado-nación (p. 172).

En lugar de hablar una competencia geopolítica, pueden distinguirse patrones de acumulación que reflejan distinciones espaciales, que son complementarias a una configuración del capitalismo más integrado, se trata de la descentralización de la economía global, de su fragmentación y del surgimiento de zonas de intensa acumulación global. Son zonas de acumulación que unen capitalistas y élites transnacionales en distintos lugares del mundo (p. 173).

Por lo general se mira las instituciones del ETN como si fueran los instrumentos de la hegemonía estadounidense; pero cuando estas instituciones abren la economía de un país no lo hacen solamente para el capital de Estados Unidos, sino también para el capital de todo el mundo. Estados Unidos lidera estos procesos en nombre de la agenda del capitalista global debido a que era el último hegemón entre las principales potencias, donde la concentración de recursos y poder coercitivo del Estado nacional estadounidense le permitieron ejercer ese liderazgo. Al momento de promover sus intereses la CCT se apoya en los aparatos del Estado-nación y cada vez más en el aparato emergente del ETN, y al hacerlo ha visto que el Estado nacional estadounidense es el más poderoso; de esta forma es que se utiliza y se suprime la vieja geopolítica del Estado-nación (p. 176-177).

Entonces, la competencia capitalista bajo la globalización tiene un nuevo significado. Ya no es tanto un caso de Estados nacionales que usan su poder para ganar mercados para las corporaciones de exportación de origen nacional, sino más bien de una competencia entre conglomerados corporativos transnacionales que buscan ventajas sobre sus competidores a través del dominio corporativo logrado por la integración global de los medios de producción y que buscan el favor de diversos Estados. La competencia tiene lugar entre densas redes de alianzas corporativas transnacionales, y través de luchas dentro de cada país y dentro de las instituciones transnacionales. Debido a sus intereses globales y la magnitud de su penetración transnacional, las CTN tienen un interés económico y político en cada país y región donde operan. La globalización es un proyecto que busca utilizar la infraestructura política existente del Estado-nación y simultáneamente crear las estructuras de una ETN (p. 179).

El capitalismo global necesita de un aparato de coerción directa para abrir zonas y para asegurar el ambiente adecuado para la acumulación, necesita de una autoridad política que lo permita. Las élites globales acudirían al gobierno de Estados Unidos, pues es quien alberga y ejerce control directo sobre el principal aparato militar del mundo. El Estado estadounidense condensa las presiones provenientes de los grupos dominantes para resolver los problemas del capitalismo global y de las presiones para asegurar la legitimidad del sistema en su conjunto (p. 180).

Capítulo 4: Las contradicciones del capitalismo global y el futuro de la sociedad global

1. Crisis del capitalismo global y fin de la historia

Desde la perspectiva de las élites globales al inicio de los años 1990's parecía que el capitalismo llegaba a una etapa de oro, pero llegado el fin del siglo XX ello cambió por la crisis iniciada en Asia y la recesión mundial de 2001. Las protestas antiglobalización crecieron alrededor del mundo. Ante este escenario el sistema perdió legitimidad (p. 188-189).

2. El irresoluble problema de la sobreacumulación del capitalismo

Cuatro aspectos que caracterizan a la crisis a fines del siglo XX: 1) sobreproducción/subconsumo; 2) polarización social global; 3) crisis de legitimidad del Estado y de la autoridad política; 4) crisis de sustentabilidad (p. 190).

El análisis de la crisis del autor se centra en la sobreproducción/subconsumo, que refiere que los capitalistas únicamente obtienen sus ganancias si en el mercado se venden los bienes y servicios producidos; pero los trabajadores no pueden comprar el total de esa producción puesto que sus salarios son inferiores al valor de todos esos bienes y servicios. Entonces los capitalistas buscan nuevos mercados para colocar estos excedentes y así continuar el proceso de acumulación. Aun así, algunos capitalistas se quedarán con un exceso de bienes y servicios que no pueden venderse, lo que se conoce como el “problema de realización”, es decir, “que la riqueza generada mediante la inversión no puede ser realizada y por tanto tampoco se puede obtener ganancia.”, se trata de la llamada crisis de sobreproducción o subconsumo, donde el autor refiere a este momento como una crisis insuperable de sobreacumulación (p. 191).

En la globalización se intensificaron dos procesos: 1) el desarrollo capitalista desarraiga a las clases precapitalistas y los convierte en obreros; 2) para reducir costos laborales, los capitalistas reemplazan el trabajo humano por tecnologías y máquinas. Este proceso se aceleró a finales del siglo XX, como resultado de las nuevas tecnologías globalizadoras, que resultó en una expansión del desempleo y subempleados en todo el mundo. Esta población no tiene capacidad de consumo, y representa al mismo tiempo una amenaza potencial para desestabilizar el sistema. Esta crisis de sobreacumulación impulsa a los inversionistas a entrar en una ola de inversiones especulativas (p. 192-193).

2.1. Polarización global y crisis de la reproducción social

En la globalización, la mayoría de los países han integrado gran cantidad de población al mercado, convertida en consumidora global; pero también el número de empobrecidos viene en aumento, y la brecha entre ricos y pobres se ensancha desde los años 1970's (p. 196).

2.2. La situación del control social y el Estado del control social

La crisis del sistema global asumirá la forma de conflictos sociales transnacionales que aumentan entre los sectores populares; por tanto, la crisis del capitalismo global se torna en un problema de control social, ¿cómo contener estas protestas? ¿cómo neutralizar esta resistencia y que no tomen el Estado? Se pasa de un Estado del bienestar social al Estado del control social (policía), donde hay un aumento de las fuerzas públicas y privadas de seguridad, encarcelamiento de población excluida, nuevas formas de discriminación social (p. 200-201).

2.3. El nuevo orden de guerra

El capitalismo global no es viable para la mayoría de la humanidad y por ello solo puede funcionar si es capaz de defender y mantener las estructuras de desigualdad y dominación. El presente orden social se mantiene mediante la violencia. Por medio de las intervenciones militares se abren nuevas regiones para las CTN, para proteger su actividad y abrir nuevas oportunidades para colocar sus excedentes; pero es funcional también en el sentido que les puede servir para que las clases dominantes superen la crisis de legitimidad, sobre todo si el gasto militar potencializa el desarrollo económico y el empleo, y se relegitimen mediante la movilización militar, y para imponer el control social "en casa". Las guerras son empresas rentables y necesarias para el capital, en el sentido que la industria armamentista siga generando ganancias. Son además una oportunidad de poner a funcionar las armas y equipos existentes, reponer la oferta y generar nuevos pedidos (p. 203-204).

2.4. La lucha por la hegemonía en la sociedad global

La hegemonía de los grupos dominantes no se encuentra asegurada, deben luchar constantemente por renovarla. El uso de violencia para suprimir la disensión y mantener el control social indica en sí la pérdida de hegemonía del grupo dominante (p. 206).

2.5. ¿Derrumbe de la hegemonía del bloque globalista?

El bloque globalista se enfrenta a dos dimensiones de una crisis de autoridad: 1) la objetiva: la incapacidad para atenuar la polarización de las tendencias que son inherentes en el capitalismo y que se agravan por la globalización; 2) la subjetiva: el desafío a la hegemonía por las fuerzas de oposición y subalternas (p. 208)

Las discusiones en las cumbres del poder en la sociedad global tienen que ver más con los asuntos políticos estratégicos del dominio de clase. Se busca la mejor manera de estructurar la economía global, lograr el orden mundial y asegurar la estabilidad y reproducción del sistema (p. 208).

2.6. La muerte venidera del neoliberalismo: ¿un neokeynesianismo global?

Dentro del mismo bloque globalista ha surgido oposición, miembros de la CCT, quienes pasaron a criticar la ortodoxia neoliberal. Ello refleja la crisis de confianza en el capitalismo global dentro de sus mismas filas, y que incluso buscan un proyecto de reforma para salvar al sistema, un “posconsenso de Washington”. Este surgimiento de un neokeynesianismo global buscaría atenuar las contradicciones, mediante una nueva forma de funcionamiento del Estado como interventor, y al mismo tiempo contar con el apoyo de las fuerzas populares, y de esta manera renovar la hegemonía del bloque (p. 209-210).

2.8. Hegemonías cuestionadas y futuros inciertos

Los desafíos a la hegemonía del bloque globalista provienen de: 1) la extrema derecha antiglobalista; 2) las élites progresistas y grupos nacionalistas de los países del Tercer Mundo; 3) y los sectores populares de todo el mundo (p. 220-221).

Datos cruciales: 

El número de CTN aumentó de 7,000 en 1970 a 37,000 en 1993; a 53,000 en 1998, y a más de 60,000 en 2000 (p.82).

El Producto Interno Bruto (PIB) mundial controlado por las CTN creció de 17% a mediados de los años sesenta, a 24% en 1984, y a casi 33% en 1995 (p.82-83).

El índice de transnacionalidad (el cual muestra cuánto del porcentaje de los activos, de las ventas y de la lista de los empleados de la compañía que son extranjeros) mostró que para las 50 CTN más grandes este pasó de 37% en 1998 a 39% en 1999; y para las 25 más grandes pasó del 26% en 1998 al 32% en 1999 (p.82).

El valor de las FAS en 1980 fue de 6 mil millones de dólares, y entre 1991 y 1998 creció de 85 mil millones de dólares a 558 mil millones de dólares, y en 1999 sobrepasó el billón de dólares (p.87).

El número de acuerdos de FAS transfronteriza pasó de 14 en 1980 a 510 en 1985; 3,516 en 1990; 6,571 en 1995 y 9,655 en 1999 (p.87).

Las 50 CTN más grandes del tercer mundo aumentaron sus activos en el extranjero en 280% entre 1992 y 1995 (p.101).

Las 10 CTN más grandes de los países en vías de desarrollo tuvieron una puntuación de 30.7 en el índice de transnacionalidad (p.102).

Gráfica 2.1: Fusiones interfronterizas, 1980-1999 (Dólares de 1998) (p. 82).

Cuadro 2.1: Muestreo de FAS Transfronterizas, 1998-2000 (miles de millones de dólares) (p.85).

Cuadro 2.2: Las 25 TNC no financieras más grandeS [d]el tercer mundo, 1998 (activos alineados del Byforeign, en billones, redondeado) (p.96-97).

Cuadro 2.3. Cambios en los regímenes regulatorios-nacionales, 1991-2000 (p. 108).

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

2. Formación de clase global y surgimiento de una clase capitalista transnacional

3. El Estado transnacional. Segundo apartado "El poder de los estados nacionales y el poder del capital transnacional". Quinto apartado "Pero ¿no es Estados Unidos una superpotencia?"

4. Las contradicciones del capitalismo global y el futuro de la sociedad global

Trabajo de Fuentes: 

Castells, Manuel [2000], The Rise of the Network Society, vol. I, 2da ed., Oxford, Blackwell, pp. 19, 251-252. Número de corporaciones transnacionales.

Du Boff, Richard y Edward S. Herman [2001], “Mergers, Concentration, and the Erosion of Democracy”, Monthly Review, mayo, vol. 52, pp. 14-29

Gramsci, Antonio [1971], Selections from the Prison Notebooks, Nueva York, International Publishers. De esta fuente el autor construye su concepto de hegemonía.

LexisNexis [2000] Corporate Affiliations, vols. 1-8, New Providence, RI, LexisNexis Group. Fusiones y adquisiciones transfronterizas.

Thompson Financial Segurities Data [2000], Share of Cross-Border Mergers: 1980-99 reporte de Global Policy Forum, A worldwide Mergers and Acquisitions, 1980-99”, www.globalpolicy.org/socecon/tnsc/mergdata.htm, 11 de abril de 2002. Datos sobre las fusiones transfronterizas.

UNCTAD, World Investiment Report (1983-2000). Datos sobre las fusiones transfronterizas; número de corporaciones transnacionales; PIB mundial controlado por las corporaciones transnacionales; índice de transnacionalidad; fusiones y adquisiciones transfronterizas.

McMichael, Philip [1996], Development and social change: a global perspective, Tousand Oaks, Calif: Pine Forge

Nexo con el tema que estudiamos: 

Robinson defiende una versión extrema de la tesis de la desconexión: no sería una contradicción dentro del sistema interestatal sino su superación a través del surgimiento de la clase y el estado transnacional. Además de revisar la tesis del supra-imperialismo, es preciso delimitar qué se entiende por clase. Para Robinson la clase surge de la transnacionalización económica, pero la clase como autoconstitución es mucho más que eso. Aunque propone retomar los planteamientos de Gramsci, se habla poco del elemento cualitativo que es la formación de una visión de mundo transnacional, idea propuesta por ejemplo por el cosmopolitismo. Clase como posición en la producción vs clase como sujeto hegemónico.

Si consideramos la transnacionalización como "condición de posibilidad" de nuevas configuraciones de las clases dominantes, podemos retomar algunos de las proposiciones globalistas de Robinson. El enfoque de la producción estratégica matiza la globalización considerando el contenido concreto de las actividades: fusiones, compras, alianzas y demás prácticas deben ser valoradas desde el valor de uso que involucran, el tema es quién controla los segmentos, los productos y las tecnologías más rentables. Estudios sobre la distribución regional de las ventas de las 500 Fortune muestran que son muy pocas empresas las que venden en los tres focos de la triada, mientras quienes han estudiado las tecnologías señalan que las sedes mantienen un control estricto de los "activos" estratégicos de las empresas, básicamente las tecnologías de vanguardia.