Technology. Green machines

Cita: 

The Economist [2020], "Technology. Green machines", The Economist, London, 19 de septiembre, https://www.economist.com/special-report/2020/09/17/green-machines

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Septiembre 19, 2020
Tema: 
La posibilidad de derrotar al cambio climático con innovaciones tecnológicas
Idea principal: 

La industria de la calefacción a base de combustibles fósiles es el objetivo ideal para la disrupción tecnológica. La extracción y distribución de los combustibles fósiles es demasiado compleja, sobre todo si consideramos que estamos rodeados de energía potencial. En 2017, Kathy Hannun, una ex empleada de la división de innovación de Alphabet, Google X, fundó Dandelion Energy, una empresa que fabrica calefacciones del tamaño de un refrigerador, llamadas bombas de calor, que utilizan el calor en el aire para calentar edificios. Dandelion Energy vendió sus bombas de calor a 20 millones de hogares tan solo el año pasado, pero, según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), si se espera detener el calentamiento climático este número tendría que triplicarse para 2030. Para The Economist, alcanzar esta meta será difícil sin la ayuda de regulaciones estatales, pues, al igual que otras medidas para reducir las emisiones de carbono, las bombas de calor representan una inversión importante (cerca de 15 mil dólares), sin mencionar que la instalación puede tomar días o incluso semanas.

Sin embargo, al igual que Dandelion Energy, alrededor del mundo muchas empresas están apostando por innovar en nuevas y viejas tecnologías, pues consideran que las oportunidades que abre el cambio climático son considerables. Según la AIE, para enfrentar el cambio climático, la inversión necesaria en sistemas energéticos será de 1.2 billones de dólares, lo que representa un aumento de 60% en relación al gasto actual. En este escenario, las regulaciones, los subsidios y los precios serán fundamentales en determinar cuáles empresas y tecnologías se verán finalmente favorecidas. The Economist considera en su análisis 4 áreas donde la innovación confluye con lo ecológico: adaptación, eficiencia energética, energías renovables y eliminación de carbono.

Primero, según el semanario inglés, la industria de la adaptación prosperará por sí misma debido a los riesgos físicos que representa el cambio climático. Aunque las emisiones se reduzcan de forma considerable, el clima continuará cambiando. Debido a ello, los gobiernos tendrán que invertir en medidas de adaptación para evitar las peores consecuencias del cambio climático, como en barreras contra inundaciones y otras infraestructuras. Medidas que, según la Comisión Global para la Adaptación, representarán cuantiosas inversiones: 180 mil millones anuales durante una década. Sin embargo, de acuerdo a la firma de ingeniería Mott Macdonald, un dólar invertido en infraestructura de adaptación rinde por diez dólares en daños evitados. También la industria de la agricultura ha comenzado a adaptarse. Bayer y Syngenta están desarrollando cultivos más resistentes. Bayer está probando en México una variedad de maíz más resistente y que necesita menos agua y ha invertido 100 millones de dólares en un invernadero de alta tecnología en Arizona para desarrollar nuevas semillas para el clima del futuro. La empresa ha desarrollado un proceso en el que con un láser se corta un pedazo de una semilla individual y se analiza genéticamente para descubrir sus posibilidades de sobrevivir a tormentas, reduciendo el tiempo en el que se desarrollan nuevas variedades de tres años a tan solo uno.

Segundo, una mayor eficiencia energética necesitará apoyarse en nuevas regulaciones. En el escenario en que el calentamiento no rebasa el límite de los 2ºC, la eficiencia energética podría reducir las emisiones en siete gigatoneladas para 2040. Según expertos, las empresas podrían reducir sus emisiones de 10% a 20% a través de mayor eficiencia energética, lo que se traduce también en una reducción de sus costos. Esto es un incentivo tanto para las empresas que buscan aumentar su eficiencia como para las empresas que las asesoran para alcanzar estas metas.

Las ganancias de una mayor eficiencia energética podrían ser especialmente altas en la industria del transporte. Según estimaciones de la Comisión de Transiciones Energéticas (ETC), los ahorros energéticos en esta industria podrían llegar al 40% de manera rentable. Una forma de hacerlo es a través de la digitalización. Usando rastreadores de GPS, Scania, una empresa escandinava de transporte, ha empezado a evitar los viajes innecesarios y a reducir su flotilla de camiones. Los buques de carga podrían implementar medidas similares para evitar los tiempos muertos en los muelles, los viajes innecesarios, o reducir su velocidad de navegación cuando los puertos de atraco no estén disponibles.

Una explosión renovable

Tercero, si bien los precios de las energías renovables han venido cayendo, y muchas empresas están haciendo importantes desarrollos en este campo, estas también necesitan un empujón de la regulación estatal para despegar. Debido a que las principales fuentes de estas energías son intermitentes, la luz del sol y el viento, se necesitará desarrollar mejores formas de almacenamiento de energía. Por el momento, aunque no almacenan tanta energía como los combustibles fósiles, los punteros en esta carrera son el hidrógeno y las baterías, y aunque sus precios han bajado sus costos permanecen elevados. Para The Economist, se podría aumentar el almacenamiento de energía a través del parque automotriz eléctrico, que seguramente aumentará en los próximos años. Los autos eléctricos son baterías sobre ruedas y generalmente permanecen estacionados, sin uso, el 95% del tiempo. Debido a ello, una empresa italiana, Enel X, de grupo Enel, está experimentando con autos eléctricos estacionados conectados a la red eléctrica en puntos de carga bidireccionales, las baterías de los autos proporcionan cerca de un megavatio de electricidad, suficiente para satisfacer la demanda de cientos de hogares.

Por otra parte, el hidrógeno representa otra manera de almacenar energía. Según expertos, podría reducir las emisiones de carbono en 35%, pero para lograrlo tendrían que invertirse 150 mil millones en subsidios para 2030 para hacer sus precios competitivos con los del gas natural. Aunque hoy la mayor parte de la producción genera carbono como subproducto, se podría producir de forma sustentable al dividir el agua en oxígeno e hidrógeno, y el hidrógeno podría transportarse por las tuberías existentes para reducir las emisiones de muchos procesos industriales o almacenarse en baterías para vehículos. Tan solo en 2018, China gastó 12 mil millones de dólares en subsidios para baterías de hidrógeno. Mientras que el año pasado el precio de las acciones de la empresa sueca PowerCell, fabricante de baterías de hidrógeno, se duplicaron, las de la canadiense Ballard Power se triplicaron y las de la estadounidense Plug Power se multiplicaron por cinco.

Por último, la eliminación de carbono continúa siendo demasiado cara. Para ser competitiva el precio del carbono tendría que aumentar. Para alcanzar la meta de los 2ºC se tendrán que extraer de la atmósfera entre 100 mil millones y 1 billón de toneladas de carbono. Debido a que extraer una tonelada de carbono cuesta cerca de cien dólares, una estimación optimista del gasto mundial anual en extracción de carbono podría llegar a 900 mil millones de dólares en las próximas décadas. Debido a que la tierra es un depósito natural de carbono, las plantas transforman el carbono atmosférico en carbono orgánico que se almacena en el suelo, muchas empresas emergentes aprovechando esta técnica natural. Indigo Ag lanzó una plataforma que paga a los agricultores por la cantidad de carbono que se almacena en sus tierra, lo que incentiva al abandono del arado profundo y la implementación de otras técnicas para mantener el carbono en el suelo. La empresa calcula el contenido de carbono en el suelo con un algoritmo que analiza imágenes satelitales y la información de sensores en los tractores para generar estimaciones con 85% de precisión. Indigo Ag paga a los agricultores que utilizan técnicas de absorción de carbono por cada tonelada adicional de carbono almacenado y luego vende la compensación entre 15 y 20 dólares por tonelada, conservando una ganancia.

Sin embargo, este método no es seguro pues no garantiza la permanencia del carbono en el suelo, ya que una tormenta podría hacer regresar una parte de él a la atmósfera. La otra alternativa son las máquinas de “captura de aire” (CDA). La suiza Climeworks fabrica máquinas de CDA del tamaño de un auto que absorben el carbono al hacer pasar aire por una especie de filtro que lo captura. Actualmente secuestrar una tonelada de carbono cuesta de 600 a 800 dólares con este método y aunque también las empresas Carbon Engineering y Global Thermostat han desarrollado tecnología CDA, sus altos costos y pequeña escala siguen sin alcanzar viabilidad comercial. Sin embargo Climework planea construir una planta para absorber 4 mil toneladas de carbono por año, lo que equivale a la huella anual de 600 europeos. En este proyecto participa la startup islandesa Carbfix, que está desarrollando maneras de acelerar el proceso natural de mineralización del carbono. Su método consiste en disolver el carbono capturado en agua para después inyectarla dentro de formaciones rocosas a 500 metros de profundidad, donde después de dos años el carbono se transforma en roca y permanece así almacenado de forma estable. Almacenar el carbono de esta forma cuesta alrededor de 25 dólares por tonelada. Un programa piloto para realizar este tipo de almacenamiento bajo el fondo marino, abundante en basalto, el tipo de sustrato requerido, podría comenzar en los próximos años.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Frente a la presión de la crisis climática, la innovación tecnológica en las áreas mencionadas podría generar grandes ganancias. Sin embargo, aunque el semanario inglés reconoce que el mercado no es capaz de resolver el problema por sí mismo, debido a su naturaleza sistémica la crisis planetaria no se resolverá tan poco solo con regulaciones gubernamentales, como sugiere The Economist, sino que implicará la superación de la actual forma histórica de reproducción social y el cambio hacia formas de vida más frugales.