Las potencias mundiales han comenzado a disputarse el derecho a explotar los minerales de tierras raras que se encuentran en Groenlandia. Estos elementos químicos –entre los que se encuentran el lantano y el lutecio– cada vez se vuelven más necesarios para la revolución de las energías renovables, los productos electrónicos y las tecnologías militares.

Aunque el parlamento y las autoridades ambientales de la isla han aprobado el comienzo de las excavaciones, los residentes de las comunidades cercanas a las minas se han organizado en un grupo de presión y tienen su postura: No al uranio, no a la contaminación de su pueblo.

Sin embargo, los políticos de Groenlandia se encuentra en un dilema. Los miembros de los partidos más importantes del país quieren la independencia total de Dinamarca, pero eso significa que el país debería de ser autosuficiente económicamente, para lo cual dependerían de la pesca, el turismo, la venta de agua dulce, pero sobre todo de los minerales.

Para Christian Schultz-Lorentzen, escritor de un periódico local, el gran dilema al que se enfrentara la isla en un futuro es saber a quién (a que país) dejarán el gran botín que representa la explotación de estos minerales.