Ana Noguera de Echeverri es una filosofa colombiana que funge como profesora de Pensamiento Ambiental en la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales. Cuenta con dos postdoctorados y con una amplia experiencia en docencia e investigación. Asimismo, tiene múltiples publicaciones.

Compuesta por las palabras método, que significa camino, modo o manera de realizar algo, y estesis que alude a la creación, sentir, sensibilidad; la metodoestesisis significa la senda de la vida sensible.

La metodoestesis es un boceto del Pensamiento Ambiental Latinoamericano que busca dejar de lado la racionalidad de la industrialización, ya que esta es producto de un sistema patriarcal que devasta la tierra y la vida.

La metodoestesis, plantea una vuelta a la naturaleza como combate a la crisis civilizatoria que enfrentamos. En esta visión, se debe mirar a una naturaleza femenina que deje de lado el sujeto-razón patriarcal, universal, dominador y controlador que nos fue impuesto por la colonización europea. Considerando lo anterior, este camino de la senda sensible es originario de las geografías que Occidente considera bárbaras, de los lugares que conservan una conexión con la naturaleza ante el desarraigo ambiental provocado por la Modernidad.

La Modernidad impuesta por Occidente implica la extensión de la propiedad privada, misma que ha reducido a la tierra a un objeto que puede ser apropiado. Lo previo, ocasionó que el ser humano comenzará a percibirse desde un punto de vista económico, político y cultural, dejando de lado sus conexiones con la naturaleza e imponiendo una lógica de sujeto-yo-razón, la cual al ser patriarcal solo considera al hombre, a su individualidad y a su razón.

El sujeto-yo-razón es una construcción eurocéntrica, reduccionista, centrista, que considera que es necesario saber “leer” a la naturaleza para poder dominarla. Este razonamiento, es el mismo que se ha utilizado para lo femenino, creando una asociación entre la mujer y la naturaleza en donde ambas se han convertido en un objeto que debe ser dominado, explotado y utilizado para saciar los deseos del hombre y el capital.

Asimismo, la Modernidad Occidental colonizó de manera física y espiritual los espacios del sur, lo que provocó la imposición de conceptos patriarcales, dominadores que buscan negar la diferencia, la diversidad, la bio-diversidad, la singularidad, la alteridad. Como consecuencia de lo previo, se dio una construcción de lo Otro que continua fomentando la exclusión y la invisibilización de saberes opuestos a los Occidentales.

En pocas palabras, la Modernidad Occidental ha resultado en una lógica que considera que la naturaleza es un recurso disponible para el hombre moderno, racional, blanco y patriarcal. No obstante, se debe tomar en cuenta que el ser humano es un animal y por lo tanto, es parte de la naturaleza; como consecuencia de lo anterior, el capitalismo no solo ha utilizado la tierra, sino que el ser humano también se ha convertido en recurso y mercancía en la búsqueda de ganancias.

En contraposición a la lógica capitalista, la metodoestesis toma en cuenta la diversidad de saberes, de lenguas, de movimientos, de transformaciones, de conexiones, de relaciones, etc., que ostentan distintas concepciones de la vida, en donde “los comunes” no son bienes para el uso humano; por el contrario, son parte de la vida, de la cultura y de los cuerpos, por lo que los cuerpos también son parte de la naturaleza.

En un mundo sumergido en una crisis sistémica como consecuencia de la razón moderna patriarcal, blanca, industrial, dominadora; la metodoestesis propone una razón matricial desde el pensamiento Ambiental Sur que permita dar un giro a la destrucción de la naturaleza y a la destrucción de las formas de vida de las geografías de la vida sensible. Lo anterior, pone en conflicto dos perspectivas: la visión patriarcal, masculinizada, dominadora del hombre que considera la tierra-recurso-cosa-mercancía y cuyo fin único es obtener ventajas económicas; y, la concepción de la tierra-madre, que busca la regeneración de la tierra, una vida digna para quienes la habitan y, la reconstrucción de los vínculos tierra-humano que fueron destrozados por el capital.

Finalmente, es necesario resaltar que el camino a la vida sensible es parte del geo-eco-feminismo, que busca el Buen Vivir a partir de la re-emergencia una relación con la tierra en donde esta es madre y maestra.