El colapso llegó… y ni cuenta nos dimos
Una transición controlada y organizada tiende a implicar cierta continuidad en la explotación. Debemos perder el miedo a una transición que toma el aspecto de derrumbamiento, de desintegración, la cual es desordenada, en cierto modo, puede ser anárquica, pero no necesariamente desastrosa. Las "revoluciones" incluso pueden ser "revolucionarias" en la medida en que promuevan tal derrumbamiento. Las organizaciones son esenciales para abrir camino, pero es poco probable que puedan edificar la nueva sociedad.
Immanuel Wallerstein, "Marx y el subdesarrollo"
Como parte de las indagaciones que realizamos sobre la bifurcación sistémica, estas notas trazan un mapa general sobre las problemáticas que intentan explicar el futuro del capitalismo como un movimiento de ruptura irreversible de sus capacidades de reproducción. El texto presenta los rasgos que permiten un entendimiento general de los macro-procesos que viven las sociedades contemporáneas, enfrentadas a riesgos existenciales y a situaciones de estancamiento en el debate político y público.
0. Elegir las palabras
Escoger de las palabras que usamos para designar un proceso complejo y extenso no es ni sencillo ni banal. Enfrenta dos tipos de dificultades. La más obvia, es su capacidad de expresar con claridad aquello que pretende nombrar, hacer evidente lo nombrado. La segunda deriva del uso común de las palabras elegidas, que puede dar lugar a sesgos en la interpretación de las ideas escritas.
Immanuel Wallerstein ensayó diversos conceptos en su abordaje del problema: crisis estructural, trayectoria del sistema, época de transición, fuerzas o procesos disipativos, desintegración del sistema (entre los que queremos destacar como más cercanos a la hipótesis del futuro del capitalismo que defendemos), hasta llegar a la formulación de la bifurcación del sistema, proceso cuyo desenlace es incierto y se comporta bajo la lógica del caos determinado. La hipótesis de Wallerstein sostiene el fin del capitalismo y el inicio de un periodo de caos cuyos posibles desenlaces dependen de tantos factores y procesos contingentes, que resulta imposible predecir trayectorias o escenarios concretos sobre el futuro de las sociedades contemporáneas.
En ese umbral situamos nuestro intento por trazar escenarios plausibles a partir de los principales macro-procesos de desarticulación en curso. Intentando hacer frente a las dificultades señaladas, para nombrar las dinámicas en curso de la bifurcación sistémica hemos elegido dos denominaciones que intentan nombrar dos escenarios contemporáneos: la dislocación del sistema y el colapso.
La dislocación sistémica refiere a la generalización de un modo de reproducción que pierde sus regularidades y solo logra proseguir mediante contradicciones que se amplifican sin cesar; la tendencia principal del proceso de dislocación es la generación de catástrofes en todos los órdenes de la sociedad y de la relación de ésta con la llamada naturaleza. Su principal dinámica es la dialéctica dislocación– rearticulación, dinámica secular del capitalismo que en la época de bifurcación se caracteriza por el predominio de los procesos disipativos sobre los procesos creativos: el capitalismo sigue generando ganancias mediante lógicas autodestructivas que no son sustentables en el mediano y largo plazo.
El colapso refiere el momento de quiebre, de derrumbe de las relaciones que han permitido la reproducción del sistema y la acumulación creciente de capital. El principal aporte de esta denominación es nombrar dicho quiebre como un macro-proceso en curso, irreversible y que no es de escala humana. De manera similar que la construcción del sistema-mundo capitalista fue un proceso de larga duración y en constante profundización, su disipación comprende hitos de gran destrucción, largos procesos de desarticulación, intentos de rearticulación y múltiples procesos contingentes; a través de todos ellos se disipa la complejidad del sistema. Se trata de múltiples derrumbes con velocidades diferentes. Es necesario considerar también la visibilidad de los procesos, dado que no todos son perceptibles y a veces ni siquiera entendibles en los términos hasta ahora conocidos. El colapso es una caída no lineal y de múltiples escalas.
Dislocación y colapso reducen la incertidumbre de la bifurcación sistémica, en la medida en que sustentan tanto el carácter irreversible como la trayectoria de la disipación del capitalismo. Estas dinámicas son coexistentes.
I. Las coordenadas del debate
a) El capitalismo es una construcción social y tiende a desaparecer. Por su condición de hecho histórico, el capitalismo no puede ser eterno. De acuerdo con la hipótesis de la bifurcación sistémica, tras la larga expansión capitalista posterior a la segunda guerra mundial el capitalismo alcanzó su cenit, y desde la revolución mundial de 1968 y la crisis energética de 1973, el sistema inició su declive ineluctable. Existe un abanico de posibilidades poscapitalistas, que van de la barbarie y la extinción hasta las experiencias emancipadoras no-capitalistas.
b) La experiencia histórica apuntala la idea que de una manera u otra, incluso por medios que consideramos bárbaros (aniquilamiento, alienación total, esclavitud reinventada, sometimiento de grandes franjas de la población a condiciones de vida infrahumanas, guerras totales), el capitalismo encontrará salidas que le permitan superar los actuales callejones que lo frenan. Tal ha sido el papel de las guerras: la destrucción de las relaciones capitalistas permiten el relanzamiento de la acumulación sobre bases más desarrolladas y rentables. En nuestro análisis, consideramos que la capacidad plástica, la capacidad de adaptación del capitalismo tampoco es infinita; se caracteriza por una dialéctica entre sus capacidades creativas y sus capacidades destructivas, dando lugar a dos dinámicas seculares: articulación y dislocación de la dinámica del sistema.
c) La pregunta sobre la trayectoria del sistema es estratégica desde todos los puntos de vista. En términos políticos, saber si el capitalismo tiene posibilidades de recomponerse, de frenar su disipación y seguir creando vínculo social, da sustento a las estrategias y posturas que caracterizan a la mayor parte de las izquierdas contemporáneas, que, del progresismo al posibilismo, encuentran en dichas alternativas, puntos de apoyo para crear sujetos sociales capaces de incidir en la trayectoria inmediata del sistema. Por ejemplo, civilizando el capitalismo mediante políticas distributivas y de control de los "excesos" más violentos, como la corrupción. El México de la 4T es una experiencia típica al respecto: arropados en una movilización histórica y las banderas de la igualdad, la honestidad y la solidaridad con los más pobres, se proyectan obras faraónicas de infraestructura de comunicaciones y energéticas, aceptando crecientes cuotas de poder político de los poderes fácticos, en particular el ejército, todo ello con grandes afectaciones ambientales.
II. Entender el colapso
a) ¿Qué es el colapso? La hipótesis de la bifurcación sistémica propone que el fin del capitalismo significa la ruptura de la reproducción del sistema. El capitalismo ya no puede acumular capital y ganancias de manera creciente y en escala planetaria: tanto su rentabilidad como su alcance tienden a disiparse. La idea del colapso aporta una determinación a dicha hipótesis, al proponer que esa ruptura tendrá hitos catastróficos: debido a la densidad de la sociedad capitalista y en particular, del mercado mundial, ello no significa un proceso de corto plazo, sino una larga acumulación de catástrofes que minan la coherencia del sistema en sus dimensiones fundamentales. El colapso refiere a la proliferación de macro-procesos (y convergencia de ellos) que erosionan e incluso desarticulan de manera irreversible las bases y las dinámicas de la reproducción capitalista. El agotamiento de las posibilidades de explotación rentable de los energéticos y la extinción de hábitats, son dos ejemplos extremos de la lógica del colapso. Así, el tema no es tanto la temporalidad sino la convergencia de eventos y procesos catastróficos que desarticulan la reproducción capitalista.
b) La lógica del colapso. En términos conceptuales, es posible discernir tres elementos que constituyen la posibilidad del colapso: i) las relaciones sistémicas y los bucles de retroalimentación; ii) los límites del funcionamiento del sistema; iii) la temporalidad caracterizada por la aceleración de los procesos sociales y de las relaciones con la llamada naturaleza, hasta el punto en que tanto la acumulación de capital como lo no-humano se agotan y son insuficientes para sostener el capitalismo.
c) Las causas del colapso. El colapso es resultado de un prolongado y profundo proceso de agotamiento de las bases que sustentan la acumulación infinita de capital. En los términos más generales, hay dos grandes vertientes de dicho agotamiento: i) el agotamiento de la biomasa y ii) la desarticulación de las relaciones sociales que dan fundamento a la acumulación de capital.
i) Agotamiento de la biomasa. Diferentes lecturas sobre el metabolismo planetario señalan las afectaciones más importantes que resultan de las "actividades humanas": translimitación, puntos de inflexión y límites planetarios. Estas evaluaciones delimitan los márgenes de adaptación con que cuenta el capitalismo, en tanto aún no se ha alcanzado el punto de la destrucción total de las posibilidades de explotaciones capitalistas rentables, Y, al mismo tiempo, señalan que la acumulación creciente es imposible en el mediano y largo plazo. En ese sentido, estos análisis globales sustentan la existencia de procesos de dislocación del sistema capitalista. Los cambios de las temperaturas planetarias son la expresión más notable y letal de la destrucción del ambiente: las temperaturas del planeta funcionan como sistema, sus cambios no se limitan a las temperaturas sino que tienen encadenamientos de altísima complejidad y alimentan las mega-catástrofes (inundaciones, tormentas, incendios), además de representar un límite absoluto para la vida tal y como la conocemos (idea del planeta que deviene inhabitable, en forma literal porque el cuerpo humano no aguanta temperaturas que ya se están produciendo en la actualidad y sobre todo por las afectaciones a la producción de alimentos y la aceleración de la extinción de especies).
ii) La desarticulación de las relaciones sociales. De la multiplicidad de ámbitos y relaciones sociales que se dislocan en forma progresiva, destacamos la conjunción entre la ausencia de sujetos sociales que domestiquen al capitalismo con el carácter autodestructivo de las nuevas formas de valorización. Ante la ausencia de sujetos antagonistas y/o sujetos contestatarios con fuerza social suficiente para frenar la acumulación de capital, en las décadas recientes se vive un intenso proceso de desbordamiento de las relaciones capitalistas: mediante la desaparición de las relaciones "normales", como las leyes y los contratos de trabajo, las diversas regulaciones de las actividades capitalistas (por ejemplo, en términos ambientales y sociales), el vaciamiento de las democracias y la desaparición de las fronteras entre lo legal y lo ilegal, hace posible la explotación sin límites de lo humano y lo no-humano, lo que conduce a la destrucción del "objeto de trabajo" (por ejemplo la minería a cielo abierto, que no sólo destruye el territorio original si no que lo deja completamente inservible para otras actividades y con casi nulas posibilidades de remediación).
A partir de estas definiciones generales, proponemos construir el escenario de la dislocación sistémica, expresada mediante el colapso del capitalismo, como el escenario más plausible de futuro de las sociedades contemporáneas.
d) Las alternativas capitalistas al colapso. En términos cualitativos, la capacidad del sistema para recrear en permanencia las condiciones de su reproducción ha dependido de la creación de nuevos campos de valorización, teniendo como palancas principales la ciencia, la tecnología y el crédito. Las iniciativas frente a los problemas que sufre la acumulación de capital y, en general, la cohesión sistémica (migración, crisis sociales, fragmentación social), también presentan una lógica de autodestrucción o de franca inviabilidad (geoingeniería, exploración del espacio exterior, clonaje humano).
III. La desintegración del capitalismo posee múltiples temporalidades
Nuestra interpretación del fin del capitalismo va más allá de la literalidad con que se entienden la bifurcación sistémica y el colapso. En esta primera aproximación, proponemos una triple temporalidad de la dislocación del sistema y el colapso:
i) La temporalidad sistémica sostenida por la densidad de las relaciones sistémicas y el enraizamiento social del capitalismo. La bifurcación sistémica está en marcha desde 1968-1973 y su consumación tomará aún décadas. Su dinámica está determinada por la dialéctica dislocación – rearticulación, y tiene a la cultura y el imaginario sociales como los ámbitos de transformación más lenta.
ii) La temporalidad de los hitos catastróficos. El tiempo condensado de las catástrofes acelera la dislocación del sistema y lo acerca a las posibilidades de quiebres sistémicos irreversibles. Nuestra concepción del colapso refiere a eventos de gran magnitud y que no representan el fin del sistema, que como explicamos, se disipa en un proceso de larga duración. En ese sentido, es diferente a la idea de colapso que proponen los colapsólogos de habla francesa, situada en el uso habitual del término.
iii) La temporalidad de lo contingente. Situados en el ámbito de lo excepcional y de lo imposible o difícil de preveer, los grandes hechos contingentes (por ejemplo, el meteorito que causó la extinción de los dinosauros), pueden frenar o acelerar la bifurcación sistémica.
Las analogías con las técnicas de excavación y demolición, con el derretimiento de las capas de hielo y las extinciones funcionales, ilustran la idea del colapso en tiempos diferenciados y sujeto a diversas determinaciones.
En algunos casos de minas o edificios, es posible establecer la inviabilidad de la construcción existente, dado que los pilares de la misma son insuficientes o han desaparecido y la construcción se sostiene mediante puntales: aunque literalmente esté en pie, la construcción ha colapsado, su derrumbe es paulatino e irreversible (l@s zapatistas escogieron la imagen de la casa que se derrumba para ilustrar su idea del fin del capitalismo). Es posible entender el colapso como un periodo de rupturas y no sólo como el punto final en el que toda la construcción está desarticulada.
También constatamos temporalidades diferenciadas entre el colapso de los cuerpos de hielo y su navegación por el océano y consiguiente derretimiento: los factores de grosor, velocidad de derretimiento y pronósticos de temperaturas permiten establecer el punto de inflexión después del cual es una certeza que la capa de hielo se desprenderá de la superficie y se integrará el agua oceánica.
Las extinciones de las especies ofrecen una ilustración más precisa de la interpretación que damos al colapso como futuro del capitalismo: son procesos de largo plazo sometidos a todo tipo de influencias, algunas de ellas contradictorias, y cuyos efectos son de gran alcance, espacial, temporal y vitalmente. Se ha acuñado el término "extinción funcional" para nombrar la desaparición de especies ligada a la extinción de otras especies que sirven de sustento y/o regulador de los hábitats. En ello vemos en juego las tres temporalidades que hemos mencionado.
IV. Escenarios
a) Fin del sistema-mundo, fin del mercado mundial. Si aceptamos que el capitalismo ha muerto como sistema-mundo, como mercado mundial que hace posible la obtención creciente de ganancias, podemos afirmar que el escenario de colapso significa la desintegración paulatina y la "refeudalización" del mundo: islotes capitalistas coexistiendo con otras formas de vínculo social. El fin del sistema-mundo transcurre en dos vertientes principales: extermino-extinción y desescalamiento. Los rasgos generales de esta fragmentación derivan tanto de los alcances de la destrucción del ambiente, cuestión que linda con las contingencias de un macro-proceso en curso del cual no conocemos todas las aristas, como de la puesta en marcha de proyectos de sociedad distintos de la civilización capitalista. La pregunta de si existen las condiciones mínimas para la supervivencia o la reconstrucción de sociedades complejas, permite proyectar las posibilidades de pervivencia de los islotes capitalistas como del resto de los vínculos sociales existentes o en formación. Este proceso también puede analizarse como diputa entre los dominadores, como coexistencia de diferentes formas de enfrentar el colapso.
b) Frente a esta lógica autodestructiva, cobra mayor importancia la necesidad de construir sujetos sociales que sustenten estrategias de confrontación ¿con qué horizonte? ¿frenar la barbarie? ¿construir otros mundos? ¿acomodarse en la carrera por "lo que queda"? El colapso no inmoviliza la acción colectiva, la orienta fuera de los ámbitos institucionales y hacia la recuperación del control de nuestra reproducción como sujetos autodeterminados. Hoy día, las convergencias de las culturas ancestrales y las culturas antagonistas (autonomismo, anarquismo, críticas al capitalismo desde la diversidad) ya están creando alternativas a la civilización capitalista. Para estas experiencias, el vínculo social deja de ser finalista (debemos hacer colectivo para siempre tener más) y tiende a fundarse en la afinidad, acotada espacial y temporalmente.
Raúl Ornelas
Marzo de 2021