Reconfiguración económica del territorio mexicano en la era del TLCAN

Cita: 

Gasca, José [2020], "Reconfiguración económica del territorio mexicano en la era del TLCAN", Comercio Exterior, (22), abril-junio, http://www.revistacomercioexterior.com/articulo.php?id=983

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
Geografía económica del territorio mexicano durante la etapa neoliberal
Idea principal: 

José Gasca Zamora es Doctor en Geografía con especialización en Territorio y Sociedad, por la UNAM. Es investigador en el Instituto de investigaciones económicas de la UNAM.


En este artículo se propone una evaluación de los efectos territoriales del Tratado de libre comercio de América del norte (TLCAN), a partir de una geografía económica comandada por el asentamiento en el territorio nacional de empresas estadounidenses e inversiones asiáticas ligadas a la industria manufacturera de exportación.

Para Gasca, la lógica espacial del TLCAN en México tiene dos principales procesos: por un lado, ciudades y regiones que crecieron en torno al establecimiento de empresas transnacionales, clústeres manufactureros y cadenas de valor transfronterizas; por otro lado, ciudades y regiones que permanecieron aisladas de esta dinámica, cuyo rezago exacerbó los desequilibrios regionales del país. En el artículo, se estudia el primero de esos procesos.

El sector manufacturero: clave de la reconfiguración espacial del TLCAN

Una de las primeras cosas que ocurrió con el TLCAN fue el cambio en la composición sectorial de las exportaciones mexicanas, pues durante la década de 1990 la presencia de la manufactura rebasó la exportación de hidrocarburos. Así, entre 1994 y 2019, el valor de las exportaciones manufactureras del país se incrementó ocho veces al pasar de casi 50 mil millones de dólares a 410 mil millones de dólares.

Junto con el incremento de las exportaciones manufactureras, se observa una tendencia a la especialización de los subsectores que encontraron ventajas para prosperar. En primer lugar, se encuentra la producción de aparatos eléctricos y equipo de cómputo, subsectores que representan casi la mitad del valor de las exportaciones; en segundo lugar, están las autopartes y el ensamble automotriz, con una cuarta parte del valor total de las exportaciones. Mientras que los aparatos de precisión, metalurgia, alimentos procesados, joyería, química, cemento, papel, cuero, calzado y madera representan en conjunto el restante 25% del valor de las exportaciones manufactureras mexicanas.

La evolución en las exportaciones y la manufactura en el país tuvo lugar con patrones espaciales diferenciados. Así, es posible observar las entidades que fortalecieron sus capacidades productivas y de exportación. Las seis entidades de la frontera norte dan cuenta de 57% de las exportaciones manufactureras, mientras que las cinco entidades del Centro Occidente (Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes y San Luis Potosí) representan 25% de dichas exportaciones.

Este gran dinamismo en las exportaciones se debe al incremento de las inversiones extranjeras, principalmente estadounidenses. Debido a esto, Gasca menciona que el país se convirtió en una extensión del espacio económico de Estados Unidos. Sin embargo, también se incrementaron las inversiones asiáticas, lo cual denota que México fungió simultáneamente como plataforma de producción-exportación de mercancías para el mercado estadounidense (particularmente, en lo que respecta a la industria automotriz).

Geografía económica emergente del TLCAN

La dinámica de inversiones durante el TLCAN se dirigió principalmente hacia ciudades y corredores económicos, donde se dio una emergencia de plataformas manufactureras de producción-exportación que se vincularon con la cadenas de valor transfronterizas. De este modo se observan importantes procesos de modernización y ampliación de la infraestructura de transporte terrestre, así como de puertos marítimos e instalaciones que posibilitaran el traslado de un gran volumen de mercancías entre México y Estados Unidos. Asimismo, fue importante la organización logística transfronteriza de las empresas sede con su filiales.

De acuerdo con el investigador, hay cinco aspectos que explican el desempeño de México en las estrategias de relocalización geográfica de las empresas estadounidenses y de la estructuración de cadenas de valor transnacionales:

El primero es la proximidad a la frontera con Estados Unidos, lo que permite el abaratamiento relativo de los costos de operación de las empresas, pues facilita la relocalización de las actividades productivas de acuerdo con ejes troncales y su conectividad, así como con los corredores industriales.

Un segundo efecto es “los encadenamientos intersectoriales que favorecen la complementariedad y sinergias de los procesos productivos”. La relocalización estuvo guiada por la disponibilidad de servicios, lo cual creó la formación de economías de aglomeración y el surgimiento de clústeres manufactureros.

El tercero es la emergencia de nodos de concentración y producción de mercancías, tales como puertos fronterizos y marítimos, que representan en sí mismos plataformas que articulan los circuitos de exportación-importación.

El cuarto elemento son los mercados laborales, que han permitido a las firmas estadounidenses abaratar costos de producción, al mismo tiempo que tienen el accesos a recursos humanos calificados.

Por último, se encuentra el suelo urbanizable, equipamiento e infraestructura, condiciones que influyen en las decisiones de relocalización de las empresas. Debido a esto los gobiernos de distintas entidades federativas y municipios han instrumentado políticas dirigidas a garantizar el acceso de las empresas a servicios básicos y especializados (como agua, electricidad o servicios al productor).

Todo esto, finalmente da cuenta de los patrones de distribución que muestran los espacios regionales, hacia los cuales se han dirigido los procesos de inversión y comercio, destacando corredores manufactureros articulados bajo la malla de relaciones transfronterizas.

Las empresas privilegiaron la localización de sus fábricas en el norte y el occidente del país, destacando las ciudades que proveyeron de infraestructura para las ensambladoras automotrices: Hermosillo, Chihuahua, Saltillo-Ramos Arizpe, Aguascalientes y Torreón-Gómez Palacio. También se encuentran las ciudades del Centro Occidente y del Centro Norte, como Querétaro, Guanajuato y San Luis Potosí, que se han beneficiado de la relocalización de armadoras automotrices estadounidenses. Ambos sistemas están integrados a ejes y corredores de transporte Norte-Sur.

Por otro lado se encuentran las ciudades que tienen como función la articulación de estrategias productivas y exportadoras de maquiladoras. Se trata de ciudades que se han especializado en industrias como las de electrónica y equipo de cómputo (Tijuana, Ciudad Juárez, Guadalajara y Aguascalientes); textil y confección de prendas (Torreón-Gómez Palacio, Aguascalientes); aeroespacial (Tijuana, Querétaro y Guanajuato); e industria alimentaria (Guadalajara, León, Monterrey, Aguascalientes y Torreón-Gómez Palacio.

El autor concluye que bajo el neoliberalismo se han consolidado procesos de articulación territorial Norte-Sur que caracterizan las relaciones entre México y Estados Unidos desde hace décadas. No obstante, a partir del TLCAN se generó una nueva dinámica territorial, ya que la estrategia de inversión por parte de empresas estadounidenses fue de tipo nearshore: estuvo enfocada en la proximidad espacial. Debido a esta estrategia, durante los últimos 30 años nacieron y se fortalecieron nuevos núcleos y ejes de crecimiento urbano en México. Así, la integración económica extensa entre México y Estados Unidos permitió estructurar un proceso de regionalización basado en la funcionalidad de los mercados externos y en los soportes territoriales de infraestructura de transporte.

Datos cruciales: 

Durante el TLCAN, el valor de las exportaciones manufactureras del país se incrementó ocho veces al pasar de casi 50 mil millones de dólares en 1994 a 410 mil millones de dólares en 2019.

La producción de aparatos eléctricos y equipo de cómputo, representan casi la mitad de los bienes exportados. En segundo lugar, están las autopartes y el ensamble automotriz, con una cuarta parte del valor total de las exportaciones. Mientras que los aparatos de precisión, metalurgia, alimentos procesados, joyería, química, cemento, papel, cuero, calzado y madera representan en conjunto el restante 25% del valor de las exportaciones manufactureras mexicanas.

Cifras de 2018, muestran que 75% de las exportaciones de manufacturas del país se concentra en ocho estados. Destacan aquí, los seis de la frontera norte, que en conjunto dan cuenta del 57% de las ventas externas sectoriales. Adicionalmente, las cinco entidades del Centro Occidente (Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes y San Luis Potosí) aportan 25% de las exportaciones manfuactureras.

El flujo anual de IED recibida por México experimentó un incremento sustancial al pasar de 12 mil millones de dólares en 1993, el año previo al arranque del TLCAN, a cerca de 30 mil millones de dólares en 2016. El flujo anual de IED dirigido al sector manufacturero se triplicó, al pasar de 6 mil a 16 mil millones de dólares. La IED acumulada por México en el periodo, ascendió a 257 mil millones de dólares.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo muestra cómo la apertura comercial de México al mercado internacional -anclada sobre todo al mercado estadounidense- no solo repercutió en la estructura social y económica del país, sino también a nivel territorial. Para que dicha integración fuese posible fue necesaria la reconfiguración espacial del país, uniendo, creando y ampliando la infraestructura productiva y comercial al mercado estadounidense. De este modo, los grandes capitales estadounidenses y sus planes de inversión, buscando obtener importantes beneficios, tuvieron una gran influencia en la configuración socioterritorial de México.