La transformación de las funciones soberanas del Estado en el capitalismo contemporáneo: el caso de la privatización de la seguridad pública

Cita: 

Pierre Manigat, Matari [2020], “La transformación de las funciones soberanas del Estado en el capitalismo contemporáneo: el caso de la privatización de la seguridad pública”, Lucía Carmina Jasso López y Matari Pierre Manigat (coordinadores) Transformación del Estado y privatización de la seguridad pública. Policías privadas, cárceles privadas y gated communities en México, México, IIS-UNAM, http://ru.iis.sociales.unam.mx/bitstream/IIS/5834/7/Transformacion_del_e...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
El papel del Estado en la privatización de la seguridad en el marco del desarrollo histórico del capitalismo
Idea principal: 

Matari Pierre Manigat es investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Licenciado y maestro en Ciencias Económicas y en Ciencias Políticas por la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne, doctor en Ciencias Económicas en la universidad de París XIII Nord. Sus líneas de investigación son la teoría del Estado y la teoría del capital financiero.


La privatización de la seguridad pública es un fenómeno mundial. No obstante, para Matari Pierre Manigat, autor de este capítulo, la bibliografía especializada no ha reparado en señalar la contradictio in adjecto y la ambigüedad albergada por el término. Lo anterior resulta en dificultades para su estudio, al no colocar una línea clara entre la privatización de la seguridad pública y otros fenómenos como los detectives privados, las milicias o los grupos de vigilancia. También, la ambivalencia del término señala “la problemática de las relaciones entre policías privadas y policía estatal, así como la regulación de las primeras.”

De esta Manera, Pierre Manigat propone como objetivo de su texto considerar “la tendencia a la privatización de la seguridad pública para enfatizar algunas características del Estado contemporáneo; es decir, el Estado dominado por el capital financiero.” Como hipótesis, el autor plantea que: “más que un repliegue del Estado, la privatización de la seguridad pública es una manifestación doblemente sintomática de la modificación de sus fundamentos sociales y de su organización interna”. El autor entiende al Estado como “la forma bajo la que los individuos de una clase dominante hacen valer sus intereses comunes y en la que se condensa toda la sociedad civil de una época…”. En otras palabras, el autor conceptualiza al Estado como órgano separado de la sociedad civil. Las funciones del Estado tienen un "doble carácter": la reproducción de la dominación de clase se imbrica con la conducción de los asuntos comunes de la sociedad

Como “corazón del Estado”, las instituciones a cargo de las fuerzas del orden no se constituyen como una herramienta de la clase dominante, sino como “un poder público e impersonal”, que, además, respalda las funciones de consenso de la dominación estatal. Esta condición permite el éxito del Estado en la reproducción social.

Así, para Pierre Manigat, el poder del Estado se manifiesta, “como una máquina”, a través de tres mecanismos fundamentales: motor, transmisión y ejecución. Mientras el mecanismo de motor refiere a los conflictos y antagonismos que se presentan en la sociedad civil, el mecanismo de transmisión consiste en la organización legislativa de los intereses de las clases dominantes y los mecanismos de ejecución del poder abarcan a la administración, los tribunales y los alguaciles, así como a los cuerpos a cargo del control social. La problemática de la privatización de la seguridad pública se ubica en este tercer mecanismo.

El fenómeno de la privatización de la seguridad pública

Una tendencia global y desigual

Para el autor, “la capacidad de reproducir un orden social y político determinado como el único horizonte posible constituye el criterio decisivo de éxito o crisis de una forma estatal”. La forma actual del Estado se gestó a partir de la reforma y/o desmantelamiento de los Estados de bienestar y del triunfo de las políticas económicas neoliberales. Sin embargo, el autor apunta que, de manera paralela al discurso del confinamiento del Estado a sus funciones soberanas, se dio un reforzamiento de los recursos de las fuerzas a cargo del orden publico.

A pesar de las políticas de austeridad, Pierre Manigat encuentra que los recursos de las fuerzas policiacas se han incrementado. Ejemplos de ello son que la cantidad de policías por número de habitantes sigue elevándose y que el tipo de armamento a disposición de las fuerzas del orden ha evolucionado. Sin embargo, el autor considera que “la singularidad de esta transformación del Estado reside menos en el endurecimiento y/o la militarización del control social que en la traslación de atribuciones exclusivas del Estado a campos abiertos al capital”. Así, en la era neoliberal, “la policía privada extiende su campo a actividades que forman parte de prerrogativas exclusivas de los poderes públicos”, por ejemplo, el control de puertos y aeropuertos, o el patrullaje en espacios públicos como parques, barrios y playas.

Los estudios disponibles demuestran el crecimiento de los agentes de policía privada con respecto a la oficial como tendencia mundial. No obstante, América Latina es la región donde el ritmo de crecimiento de la seguridad privada es más acelerado y en donde las empresas disponen de un mayor arsenal.

El crecimiento y diversificación de la seguridad privada favorecieron su diferenciación en dos ramos: seguridad privada en servicios de empresas (in-house security) y empresas de seguridad propiamente dichas (contract security). Estas últimas son de diferentes dimensiones si se toman en cuenta factores como el número de trabajadores con que cuentan o de servicios que ofertan.

En torno a las causas institucionales y sociales

De acuerdo con Pierre Manigat, “los estudios sobre los factores que determinan el desarrollo del sector de la seguridad privada combinan, casi siempre, causas institucionales y sociales”. Las primeras hacen referencia a reformas de las instituciones a cargo de la seguridad pública desde la década de 1980, que respondían a las medidas de austeridad y downsizing de las burocracias estatales, como la práctica de subcontratación (outsourcing) o la multiplicación de asociaciones público-privadas en el ámbito. Las segundas “ponen de relieve diferentes aspectos de la criminalidad y los conflictos sociales en general.”

Aunado a lo anterior, el autor resalta que el fenómeno del boom de la seguridad privada se ha explicado desde una multiplicidad de causas sociales como la extensión de una suerte de “propiedad privada de masas” como centros comerciales, barrios cerrados y otros espacios urbanos privados que están abiertos a la circulación de la población. “El desarrollo de estos espacios es un factor decisivo en la demanda de los servicios de protección y seguridad privada.”

No obstante, son la anomia, los crímenes y los delitos las causas sociales que ocupan un lugar privilegiado en la explicación del desarrollo de la seguridad privada. Pierre Manigat señala que la correlación entre seguridad privada y violencia responde al aumento de la cantidad de crímenes y delitos y a la existencia de cierta “industria del miedo”. Para el caso de América Latina, “el fuerte aumento de la delincuencia y las tasas de homicidios generó una explosión en la demanda de estos servicios”. En estas situaciones, la debilidad de la policía y de las instituciones del Estado refuerza la correlación positiva entre violencia urbana y crecimiento de la seguridad privada. Finalmente, en autor indica que “el desarrollo de la seguridad privada oculta riesgos de desmoronamiento de los vínculos comunitarios y de desarrollo de relaciones neofeudales entre diferentes categorías de ciudadanos.

Todo lo anterior, continúa Pierre Manigat, conduce a una cuestión fundamental en relación con la privatización de la seguridad pública y las definiciones clásicas del Estado moderno: “el monopolio de la violencia física legítima.”

Privatización de la seguridad pública y transformación del Estado

La articulación entre dominación privada y dominación estatal en el control social

El monopolio de la violencia legítima, junto a la recaudación tributaria, “constituyen el meollo de la sociogénesis del Estado moderno”. Sin embargo, para el autor, el monopolio de la violencia física legítima no implica la desaparición de milicias y cuerpos de seguridad privada. La dominación de clase asume dos formas: una inmediata, ejercida directamente por las clases dominantes, y otra mediata, ejercida mediante el Estado. “La organización y combinaciones entre ambas formas de control, son diferentes según el periodo histórico y la correlación de fuerzas entre las clases sociales”; también “dependen de las particularidades del desarrollo del capitalismo en cada país”.

En este sentido, Pierre Manigat considera que el desarrollo contemporáneo de la seguridad privada y sus relaciones con las fuerzas estatales del orden público, evidencian una nueva articulación entre la dominación pública y privada. Como resultado, esta nueva articulación da paso a nuevas modalidades de dominación en los espacios públicos, así como en los lugares de trabajo. El producto de la nueva articulación de las dos esferas de la dominación, en esta primera clase de espacios, es la comercialización del control de la delincuencia. En los espacios semipúblicos, permite a las clases propietarias imponer métodos de vigilancia y reducir al mínimo sus pérdidas financieras.

De esta manera, el autor señala que el progreso de la seguridad privada trae consigo una “división del trabajo de la seguridad pública”, debido a que, mientras en Estado conserva la “coacción legítima”, las entidades privadas se concentran en el aspecto preventivo de la seguridad. También menciona que “el desarrollo de esta seguridad preventiva va de la mano con el de prácticas de lo que conviene llamar pseudojusticias privadas”. Para el caso de los espacios de trabajo, la contratación de cuerpos de seguridad y mecanismos de vigilancia, abre la posibilidad del reforzamiento de la supervisión, el control de los empleados y a nuevos métodos de disciplina laboral.

Para cerrar con este apartado, el autor establece que, para el Estado, la comercialización de la seguridad tiene implicaciones en dos sentidos. Por un lado, la gestión comercial de la seguridad pública envuelve contradicciones en cuanto a la “naturaleza inalienable de la soberanía y sus funciones definitorias.” Por el otro, otorga una mayor flexibilidad a la represión policial no gubernamental. También señala que la privatización de la seguridad pública se traduce, de igual forma, en un “nuevo tipo de entrelazamiento entre los intereses de la clase dominante y la esfera pública”.

La financiarización de los mecanismos de ejecución del poder estatal

Con el boom de la seguridad privada, han surgido diversos debates en torno a las condiciones de ejercicio, la deontología y la relación con el sector público de esta rama de la seguridad. Las demandas e iniciativas recaen en la regulación de las empresas de seguridad privada, en una mayor “coordinación” entre los Estados y las empresas de seguridad, y acerca de los desafíos que plantea la gestión comercial de la seguridad pública a nivel global. Sin embargo, para Pierre Manigat, los problemas de regulación y supervisión de los cuerpos de seguridad privada “expresan jurídicamente un proceso más extenso que rebasa el campo exclusivo de la seguridad pública”. Lo anterior, continúa el autor, se debe a que “se trata fundamentalmente de la introducción de normas gerenciales de corporaciones privadas en la organización y el funcionamiento de las instituciones encargadas de la ejecución del poder estatal”.

En este sentido, la privatización del control social no atañe únicamente a las tareas policiacas, sino también a los centros penitenciarios. La construcción y/o la gestión privada (parcial o total) de centros penitenciarios se incrementa a nivel global, proceso catalizado por los fenómenos que derivan de la lucha contra la criminalidad, el hacinamiento carcelario y el endurecimiento de las legislaciones penales.

En suma, el autor considera que “la subcontratación de funciones y actividades del control social forma parte de una tendencia más general”. A esta tendencia el autor designa como financiarización del Estado, a la que define como “la introducción del arbitraje mercantil y de los principios de valorización y competencia de las instituciones a cargo de la ejecución del poder estatal”. En este proceso se enmarca el outsourcing por parte del aparato estatal, que consta de la subcontratación de actividades según el cálculo de costos de oportunidad.

Así, el imperativo de adaptación a las normas de productividad de las corporaciones privadas se convierte en el factor decisivo en la transformación del funcionamiento de los cuerpos de seguridad. Esta tendencia, apunta Pierre Manigat, se ve reforzada por el lobbying de las compañías de seguros, ya que la naturaleza de este negocio les compele a inmiscuirse en asuntos policiacos.

A modo de conclusión

Desde los años setenta, existe la tendencia, global y desigual, de la privatización de la seguridad pública. La dominación de clase ha rebasado la esfera de la dominación estatal y, esta nueva articulación entre ambas esferas de poder (pública y privada), da estructura a este proceso. Como resultado, la privatización de la seguridad pública abre posibilidades a nuevas modalidades de control social, disciplinamiento laboral y reorganiza las instituciones a cargo del ejercicio del poder estatal conforme a la lógica de los regímenes de acumulación contemporáneos, al introducir, en estos espacios, los principios de valorización y competencia.

Finalmente, concluye el autor, “la privatización de la seguridad pública invita a entablar un debate sobre las expresiones contemporáneas de los tensos vínculos entre las dos funciones fundamentales del Estado: gestionar los asuntos de la comunidad y reproducir las relaciones de dominación de clase."

Datos cruciales: 

1. En la tabla 1 se muestra, por año y país, el número de efectivos de cuerpos de seguridad privada y de la policía oficial. Destaca la mayor proporción de estos primeros en cuanto a los segundos en países latinoamericanos respecto a otros pertenecientes a otras regiones, como Francia y Reino Unido.

2. En América Latina, la proporción de armas por empleado de las empresas de seguridad privada es diez veces más elevada en promedio que en Europa occidental.

3. La empresa G4S, una de las mayores multinacionales de la seguridad, emplea a quinientos treinta mil personas en 115 países y reportó ingresos de 8.7 mil millones de dólares en 2016. Además, entre 2015 y 2016, sus ingresos aumentaron en América del Norte (12%), África y América Latina (7%).

4. Securitas, otra empresa de seguridad, emplea a doscientos sesenta mil asalariados en cuarenta países.

5. En 2017, el mercado mundial de la seguridad tenía un valor estimado de ciento ochenta mil millones de dólares y sus perspectivas de crecimiento ascendían a doscientos cuarenta mil millones de dólares para 2020.

6. En 2003, el mercado de la seguridad estaba valuado en cuatro mil millones de dólares en América Latina.

7. Desde finales de los años sesenta, el volumen del mercado de la seguridad privada en Estados Unidos ha crecido a un ritmo de 10%-15% anual.

8. En 2015, las cárceles privadas albergaban a 8% de los 1.6 millones de prisioneros en Estados Unidos.

9. En Estados Unidos, mientras la población aumentó aproximadamente un tercio entre 1981 y 2014, la proporción de detenidos aumentó en 800% en el mismo periodo.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La privatización de la seguridad, fruto de la rearticulación de las esferas de dominación estatal y privada, como lo señala este capítulo, es un fenómeno que abre paso a nuevas formas de dominación del capital privado en las esferas de la vida social. Al contar con mayor influencia en los asuntos públicos, especialmente en una dimensión tan esencial como lo es la seguridad, la clase social dominante consolida procesos necesarios para la reproducción de la sociabilidad capitalista, como lo es el autoritarismo.