Trayectorias de modernización industrial y cambio estructural en América Latina, 1970-2017

Cita: 

Vázquez, Raúl [2021], "Trayectorias de modernización industrial y cambio estructural en América Latina, 1970-2017", Revista de Historia Económica - Journal of Iberian and Latin American Economic History, pp. 1-33.

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
Evolución de las estructuras productivas en América Latina de 1970 a 2017.
Idea principal: 

Raúl Vázquez López es investigador en el Instituto de investigaciones económicas de la Universidad nacional autónoma de México.


Introducción

El periodo entre la segunda guerra mundial y 1980 se caracterizó por el establecimiento de medidas activas sectoriales e innovación tecnológica. En Occidente el desarrollo económico fue liderado por el estado de bienestar mientras que, en el bloque comunista, ocurrió a través de una economía planificada. Ambas regiones se caracterizaron por la protección del sector productivo al exterior. En América Latina se instauró la industrialización por sustitución de importaciones (ISI).

La ISI tenía el objetivo de desarrollar el mercado interno, primero con industrias de bienes de consumo no duradero para después dar paso a las industrias de bienes durables y de capital. En la década de 1970, los resultados de la ISI tuvieron efectos heterogéneos en la región, ya que se redujo la brecha tecnológico respecto el exterior, sin embargo, el nivel de industrialización alcanzado no contribuyó a mejorar la distribución del ingreso.

“La rigidez tecnológica en conjunto con los mayores desequilibrios en las cuentas externas se vieron exacerbados por la crisis energética de 1973 que incrementó el valor de las importaciones […] La afluencia de grandes cantidades de petrodólares hacia el sistema financiero internacional se tradujo en un acceso al crédito externo abundante y terminó por desmantelar la poca disciplina administrativa que quedaba en el Estado” (p.3).

Para la década de 1982 a 1990, la región experimentaba altos niveles de inflación con un producto por debajo del potencial, y una gran necesidad de cubrir los intereses de la deuda, “lo que a su vez exigía tipos de cambio reales elevados y superiores a los de largo plazo” (Rosales, 1996). Al mismo tiempo, alrededor del mundo el modelo neoliberal había sido instaurado por “una tecnocracia globalizada formada en las universidades de los Estados Unidos” (Burki, 2000). En 1989, diversos organismos multilaterales y economistas, apoyados por la comunidad financiera internacional establecieron el Consenso de Washington, con el fin de que los países latinoamericanos pudiesen recibir asistencia financiera. En éste se detallaban diez políticas económicas en materia de disciplina fiscal, restructuración del gasto público, cambio en los derechos de propiedad y desregulación comercial, financiera y de inversión extranjera directa.

A cuatro décadas de 1980, “la inversión extranjera directa y las nuevas industrias líderes no han generado los efectos de arrastre esperados”, ni el crecimiento económico ni en la productividad. En contraste, el modelo neoliberal ha estancado el cambio estructural y ampliado la brecha tecnológica con economías desarrolladas. Ello ha llevado a que las economías de América Latina hayan tenido una inserción desfavorable en las cadenas globales de valor (CGV).

Marco teórico

El enfoque estructuralista por considerar se basa en la reflexión de Lewis (1954) y, Chenery y Taylor (1968). El estructuralismo identifica una cualidad de dualismo en el desarrollo económico, representada por la interacción entre una economía “tradicional” y otra “moderna” en la misma nación. La economía tradicional consiste en los sectores atrasados principalmente relacionados con el mercado interno y la explotación de recursos naturales, en tanto la economía moderna vinculada al exterior muestra niveles más altos de productividad, remuneración, ello debido a industrias intensivas en capital y tecnología.

“Desde esta perspectiva, el proceso de desarrollo económico depende entonces del grado y de la velocidad a la cual estos países logran desplazar… el factor trabajo de los sectores tradicionales a los modernos”, de tal forma que el sector moderno tenga un efecto de arrastre sobre el tradicional. Es importante destacar que el progreso del sector industrial es fundamental para la transformación del aparato productivo, ya que los sectores modernos que lo conforman tienen la tarea de acumular capital físico y humano.

Amsden (2012) señala que "la creación de empleo y la mejora en la calidad de éste, a partir de una industrialización sustentada en el aprendizaje, es el único camino hacia un proceso de transformación de la producción […] perdurable"(p.6). Ocampo (2013) sostiene que "el origen del cambio estructural […] se encuentra en la interrelación entre dos fenómenos: innovación y complementariedades"(p.7). La innovación entendida como la capacidad de absorber el cambio tecnológico de economías desarrolladas y generar en consecuencia nueva tecnología y, las complementariedades, según Hirschman (1958) como los encadenamientos productivos hacia atrás y hacia delante que generen nuevas actividades"(p.7).

Recientemente, CEPAL analizó que los desajustes estructurales se reproducen fundamentalmente debido a la ampliación de la brecha tecnológica de los países en vías de desarrollo respecto las economías desarrolladas o frontera tecnológica internacional.

Lavopa y Szirmai (2014, 2018) abordan el proceso de desarrollo económico mediante la construcción de un índice de modernización que refleja dos dimensiones: el cambio estructural, incremento de los sectores modernos en el empleo total , y la brecha respecto a la frontera tecnológica internacional, medida por “el diferencial entre la productividad laboral promedio de un país en los sectores definidos como modernos, y la de un país de referencia con la mayor eficiencia promedio de la muestra en el conjunto de estos sectores”.

A través del índice de modernización, el autor pone a prueba la hipótesis de Lavopa y Szirmai (2018), que verifica la existencia de diferentes tipos de trampas en el proceso de desarrollo demostrando que la expansión del sector moderno no es suficiente para asegurar un crecimiento permanente. Por el contrario, de no existir absorción de tecnología, la reducción de la brecha tecnológica en sólo algunas actividades resulta en economías de enclave encaminadas al estancamiento.

Metodología y datos

Para analizar la evolución de las trayectorias de modernización estructural para el sector industrial en América Latina se consideran las siguientes economías: Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Uruguay de 1970 a 2017.

Siguiendo a Lavopa y Szirmai (2018), en la construcción de un índice de modernización lo mejor es analizar los componentes “modernos” y “tradicionales” de cada sector de la economía, sin embargo, la falta de datos impide el análisis desagregado de cada sector. McMillan, Rodrik y Verduzco-Gallo (2014) destacan los elevados grados de heterogeneidad presentes en las estructuras industriales de países en desarrollo y aceptan que los datos son demasiado agregados para capturar los detalles finos de la mala asignación de recursos entre sectores lo que, en compensación, les permite incluir en su análisis un mayor número de países.

Lavopa y Szirmai (2014, 2018) agrupan 23 ramas industriales en dos grupos, uno “moderno” y un segundo “tradicional”. Los criterios de la división obedecen a los agrupamientos establecidos por la OCDE (2005): en la agrupación “moderna” se encuentran industrias con tecnología alta y medio-alta, y la “tradicional”, por las industrias de tecnología medio-baja y baja.

“El índice de modernización, que se encuentra entre 0 y 1, es el resultado de la multiplicación de dos términos relativos su comportamiento es convexo al origen. Económicamente, lo anterior implica que el índice aumenta en situaciones de mayor equilibrio entre sus componentes (cambio estructural (λ) y brecha tecnológica (φ), y, por el contrario, disminuye en casos de desequilibrio, cuando una de las dimensiones del análisis crece o disminuye en relación con el comportamiento de la otra dimensión”.

Análisis descriptivo: productividad laboral y cambio estructural.
Las políticas en América Latina en la década de 1980 fueron implementadas a diferentes ritmos y con distintos grados de intensidad, induciendo una heterogeneidad entres las estructuras productivas de cada país.

Los resultados del modelo neoliberal entre los países de estudio han sido heterogéneos.

En relación con el valor agregado industrial, en países como Bolivia y Costa Rica las políticas estaban dirigidas a desarrollar estructuras productivas incipientes, mientras que en México y Brasil la transformación de la estructura productiva fue dirigida por corporaciones transnacionales y estaba orientada a insertarse en las CGV.

Las economías dependientes de la explotación de recursos naturales muestran un crecimiento mayor del valor agregado, por ejemplo, Ecuador, Perú y Bolivia, aunque la generación de empleo es desigual. “En México la inserción del sistema productivo en CGV, a través del modelo maquilador basado en la realización de tareas de ensamblaje intensivas en trabajo de baja cualificación, resulta en un incremento porcentual del empleo ligeramente mayor al mostrado por el valor agregado”. Mientras que en Brasil y Colombia la tasa de crecimiento anual del empleo “es prácticamente nula a pesar de un incremento en los niveles de productividad laboral en el caso del segundo país”.

Se destaca un proceso de homogeneización relativa de los casos analizados. Para 2017 y a diferencia de los años ochenta, la productividad industrial agregada en Bolivia, Brasil, Colombia, Uruguay y México es muy similar, mientras Ecuador registra uno de los mayores incrementos relativos del indicador en el periodo de estudio. Al parecer, el cambio de modelo económico resultó en un proceso de especialización, concentración y modernización productiva relativa, que cerró las brechas existentes en las formas de organización y fabricación entre los países de la región. No obstante, al comparar esta evolución de la eficiencia industrial con la frontera tecnológica internacional, representada aquí por la evolución de Estados Unidos, se observa una tendencia constante a la ampliación de las brechas existentes a partir de los años ochenta.

En México, con la apresurada liberalización comercial, la estructura productiva del país sufrió una subordinación al sistema productivo de América del Norte, lo que resultó en un fuerte incremento inicial de la productividad laboral sectorial que pasó de representar 17.5% del nivel de Estados Unidos en la década de los años ochenta, a 33.4% de la misma en el decenio siguiente.

En lo referente al grupo de actividades modernas (GAM), las tendencias de la productividad laboral en la región muestran también una continua ampliación de las brechas con respecto a la frontera tecnológica internacional. El promedio del indicador para los países seleccionados refleja un deterioro permanente en el tiempo y, en todos los casos, la eficiencia relativa en el decenio de los ochenta es superior a la registrada en los últimos años de la serie (2000–2017) con la excepción de México, dónde el valor del indicador es similar en ambos periodos. Para el conjunto de casos, el promedio de la productividad laboral del GAM pasa de representar 2.4% del nivel de Estados Unidos en los setenta, a 16.6% de éste en la segunda década del siglo XXI, con la caída más fuerte registrándose entre los años noventa, marcados por los primeros efectos de la política implementada, y la primera década del nuevo siglo, identificada ya como de agotamiento del nuevo modelo.

En América Latina, el escalamiento tecnológico se ha visto obstaculizado tanto por la ampliación de las brechas tecnológicas como por la presencia de un cambio estructural inconcluso que desplazara los factores productivos en dirección de las actividades modernas.

El gráfico 2 ilustra el estancamiento relativo a todo lo largo del periodo estudiado, aunque con un ligero incremento en los últimos años de la serie, de la participación del empleo del GAM en el total de empleados de la industria en los casos seleccionados. Cabe señalar que el salto en el promedio de la década de 1980 se explica por la inclusión en la muestra de México y Perú, países con los valores más altos en el indicador en esos años.

Resultados: trayectorias de modernización industrial

A grandes rasgos, las trayectorias de modernización estructural son heterogéneas y se caracterizan por un comportamiento inestable y errático en el tiempo, lo que evidencia la falta de una estrategia de desarrollo industrial de largo plazo para el conjunto de la región. De hecho, los avances en términos de modernización industrial se suelen anular en el tiempo por crisis o coyunturas económicas negativas recurrentes, llevando en ciertos casos a retrocesos aún mayores a los avances antes conseguidos.


Los principales acontecimientos de esta índole fueron: el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, la crisis generalizada de la deuda de 1982, y las medidas de liberalización que continuaron a los dos hechos mencionados. Las políticas de desregulación financiera y comercial y de austeridad resultaron en un proceso de desindustrialización en Latinoamérica. En segundo plano se encuentra el proceso de racionalización productiva en Estados Unidos de 2010 a 2017, ya que el menor número de empleados y de capital fijo representó una disminución relativa de la productividad laboral en Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú.

Las décadas de mayor avance en las trayectorias de modernización estructural en la región fue la correspondiente a 1970 y 2000. La primera se caracteriza por la industrialización liderada por el estado y porque, al ser las primeras políticas de industrialización temprana, generaron con gran eficacia un cambio estructural significativo. En el caso de la década de 2000 los sectores con ventajas competitivas estáticas presentaron un progreso industrial impulsado por el aumento en los precios de las materias primas, productos industriales y un mayor grado de apertura comercial internacional.

Un elemento característico de las trayectorias de modernización es la propiedad de la “continuación de patrones de especialización productiva subordinados y de menor capacidad para dinamizar las estructuras productivas de los países de la región”. En Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay, se desarrollaron industrias intensivas en capital y productoras de bienes a partir, de recursos naturales, pero sin avances en la creación o absorción de conocimiento y técnicas para su transformación. En México el desarrollo de la manufactura con actividades de ensamblaje, particularmente industrias “modernas” como la automotriz, de bajo nivel agregado se explica por su dependencia comercial con Estados Unidos.

Estos patrones de especialización productiva, basados en la explotación de ventajas competitivas estáticas, han comprometido el crecimiento de la productividad y de la economía en su conjunto, ampliando las brechas en términos de modernización estructural con respecto a las economías avanzadas (Gouvea y Lima, 2010). Por lo tanto, la inserción de los países de América Latina en la CGV es descrita por actividades de bajo valor agregado y de baja intensidad de conocimiento, que si bien eleva el número de empleados en el sector “moderno”, también se traduce en un aumento en la ampliación de la brecha tecnológica respecto la frontera tecnológica. Adicionalmente, queda evidenciado la falta del efecto de arrastre del sector moderno sobre el tradicional, pues las ventajas competitivas estáticas y en recursos naturales de las estructuras productivas genera niveles diferenciados de productividad en el interior de todos los sectores, específicamente en aquellos sectores poco diversificados e integrados con el exterior.

Las trayectorias de modernización industrial presentadas aquí permiten establecer una tipología en términos de las necesidades del desarrollo productivo de estos casos en el futuro.

Por último, Brasil, Costa Rica y México “aparentemente superaron esta primera fase del desarrollo productivo consistente en el cambio estructural en dirección de industrias modernas, pero también han experimentado bajos niveles de productividad laboral relativa en estas industrias en 2014, siendo la acumulación tecnológica una prioridad” (p.26). En Colombia y Ecuador “a pesar de registrar un desarrollo industrial equilibrado, muestran importantes retrasos en ambas dimensiones; mientras la nación cafetalera no alcanza el umbral del 5% en su índice de modernización en 2014, Ecuador registra un valor del índice inferior al 2% en dicho año a la manera de las economías más atrasadas de la muestra (Bolivia, Costa Rica y Perú)” (p.27).

Conclusiones
El cambio en el paradigma de desarrollo ocurrido en América Latina, marcado por el abandono de las medidas de fomento sectorial estatales, significó un punto de ruptura en las trayectorias de modernización del sector industrial.

En primer lugar, la racionalización de los procesos productivos, como estrategia defensiva por parte de las grandes empresas para competir con importaciones crecientes en un esquema de apertura comercial acelerada, de la mano de la quiebra de la pequeña y mediana empresa, implicó un desplazamiento del empleo en dirección de usos de baja productividad relativa, tales como la informalidad. De forma posterior, el desarrollo de industrias maduras intensivas en capital e insertas en dinámicas globales a partir de la explotación de ventajas competitivas estáticas, tuvo efectos insuficientes de arrastre sobre el conjunto del tejido productivo y no facilitó la difusión del conocimiento por la naturaleza de las tareas efectivamente efectuadas.

Mientras en México y Costa Rica, la generación de empleo, bajo un esquema maquilador, tuvo por contrapartida la caída de los niveles de productividad laboral relativos, en Sudamérica, el liderazgo de las industrias fabricantes de commodities, tuvo como colofón el estancamiento del cambio estructural y una insuficiente creación de puestos de trabajo. Esta transformación productiva, sin un desarrollo sistemático de capacidades humanas y tecnológicas, significó en síntesis la continuidad de un patrón de especialización altamente dependiente de las jerarquías globales y con escasas posibilidades de escalamiento tecnológico en CGV.

Trabajo de Fuentes: 

LAVOPA, A. y SZIRMAI, A. (2014): Structural Modernization and Development Traps: An Empirical Approach. UNU-MERIT Working Papers #2014–076. Maastricht: UNU-MERIT

LAVOPA, A. y SZIRMAI, A. (2018): “Structural Modernization and Development Traps: An Empirical Approach” World Development 112, pp. 59–73.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La evolución de las estructuras productivas en América Latina ha sido marcada por un progreso en 1970 debido al estado y un retroceso en 1980 por las políticas de liberalización y desregulación de la economía. Bajo el modelo de sustitución por importaciones como el neoliberal se demuestra la intensa relación entre el estado, la política económica y las características que adopta el aparato productivo.

Los resultados del modelo neoliberal han sido diversos entre los sectores de los países latinoamericanos, amplificando generalmente los niveles de desigualdad al interior de los países y entre los mismos. Finalmente, el papel de las corporaciones transnacionales en la transferencia de tecnología y conocimiento ha sido un revés para la región, ya que para insertarse en las cadenas globales de valor estas empresas han consolidado industrias de bajo valor agregado en algunas economías, mientras que otras aún es necesario el cambio estructural.