El sector agroalimentario en México en la perspectiva de la sustentabilidad

Cita: 

Flores, Margarita [2021], "El sector agroalimentario en México en la perspectiva de la sustentabilidad", Revista de Economía Mexicana. Anuario UNAM, (6): 227-260, junio, http://www.economia.unam.mx/assets/pdfs/econmex/06/08MargaritaFlores.pdf

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Junio 1, 2021
Tema: 
Sector primario e industria agroalimentaria en México
Idea principal: 

Margarita Flores de la Vega es doctora en Desarrollo Económico y Social por la Universidad de París, Sorbonne, Francia. Es profesora de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM.


El comportamiento económico del sector agropecuario

El sector agropecuario junto con la industria alimentaria, a excepción de bebidas y tabaco, han tenido un mejor desempeño que el conjunto de la economía nacional en los últimos 5 años. En 2020, debido a la crisis sanitaria provocada por la Covid-19, mientras la economía nacional retrocedió 8.2%, el sector primario registró un crecimiento de 1.9% y la industria agroalimentaria cayó 2.0%.

En el sector primario destaca el subsector agrícola, donde el crecimiento es liderado por la producción en invernaderos, seguido de la producción de frutas y nueces. La cría de animales, por su parte, tuvo un mejor desempeño en los últimos 5 años comparado con años anteriores. La rama más dinámica en este subsegmento es la acuicultura, cuyo crecimiento anual de entre 5-6% compensa la caída de la pesca. En el lado de la industria agroalimentaria, la rama de alimentos y de bebidas han tenido buen desempeño en los años recientes, sobre todo gracias a la molienda de granos, producción de aceites, matanza y preparación de carnes, así como la producción de bebidas azucaradas, cerveza y tequila.

Dentro del comercio exterior, el sector agroalimentario ha tomado un rol líder consiguiendo un superávit en la balanza comercial de 1 117 millones de dólares en 2015, después de décadas donde existió un déficit. El crecimiento de las exportaciones de este sector llegó a los 39 347 millones de dólares en 2019, esto significa que el valor de las exportaciones se quintuplicó desde 1999. Mientras que el superávit del sector creció 10 veces, alcanzando un valor de 12,800 millones de dólares en 2020. Los productos mexicanos agroalimentarios que más destacan en el mundo son la cerveza, el aguacate, las moras, el tequila, los pimientos y la carne de bovino.

Las importaciones agroalimentarias han aumentado de manera importante y en proporciones parecidas entre los productos primarios y los productos industrializados. Dentro de los productos primarios destaca la dependencia externa en granos básicos, como maíz amarillo, trigo panificable y arroz. Los cambios en los cultivos y en la producción de estos son consecuencia de factores como variaciones en los precios relativos, los costos, el funcionamiento y movimiento de los precios en los mercados internacionales, la mayor presencia de fenómenos naturales adversos, políticas públicas, inseguridad en el campo, y cambios en la demanda. Se han diversificado los proveedores, pero aun así el mayor proveedor sigue siendo Estados Unidos, lo que es un factor de incertidumbre.

El beneficio de los consumidores fue uno de los argumentos con el que se defendió la apertura comercial en la década de 1990. El alza de precios de los alimentos en 2007-2008 y hasta 2011-2013 fue caracterizada por una reducción en la oferta ocasionada tanto por factores meteorológicos, como por el mayor uso para la producción de biocombustibles y la demanda creciente de economías emergentes, como China. Se observó una gran inestabilidad en los precios y se generaron dudas sobre la certidumbre en el funcionamiento de los mercados internacionales, en gran parte por la relativa concentración de la oferta, las restricciones a las exportaciones y la ausencia de información adecuada en los mercados. Después de un tiempo donde existió algo de estabilidad, las políticas proteccionistas son las que ahora dominan el comercio internacional. Por otro lado, el comercio internacional casi ha eliminado la estacionalidad de muchos productos, asociado a los ciclos de producción durante el año, lo que hace que los consumidores puedan tener acceso a productos de todas las estaciones en cualquier momento del año, lo que conlleva un costo ambiental.

Acerca de los productores agropecuarios

De acuerdo con un estudio de la FAO (Food and Agriculture Organization) del 2015, en el mundo las unidades familiares, con un tamaño promedio inferior a las dos hectáreas, representan 9 de cada 10 unidades de producción, y son responsables de 80% de la producción de alimentos. La estructura de la agricultura en México no difiere de la del mundo, ya que predominan las unidades de producción campesinas pequeñas y medianas. Estas unidades de producción obtienen sus ingresos mediante la actividad productiva múltiple (cultivo, cría de animales, aprovechamiento del bosque, entre otras).

Un estudio de la SAGARPA-FAO del 2012 clasificó las unidades de producción agropecuaria, forestal y pesquera en seis grupos: familiar de subsistencia sin vinculación al mercado, familiar de subsistencia con vinculación al mercado, unidades en transición, empresarial con rentabilidad frágil, empresarial pujante y empresarial dinámico. Los dos primeros estratos representan el 73% del total de unidades, mientras que los últimos dos apenas alcanzan el 8.7%. La producción de alimentos está presente en todas las unidades productivas. Ambos estudios confirman la importancia de la agricultura familiar campesina.

En cuanto al mercado laboral, 65% de los trabajadores agrícolas percibe un ingreso mensual equivalente a dos salarios mínimos, que se ubica por debajo de la línea de pobreza y apenas alcanza para mantener a 2.5 personas. Los trabajadores del campo, en su mayoría forman parte del sector informal de la economía, con trabajos temporales, sin ningún tipo de seguridad social y sin cuidados de higiene y seguridad en el lugar de trabajo. En 2019 se introdujeron reformas a la Ley Federal del Trabajo y a la Ley del Seguro Social para incluir la responsabilidad de los patrones hacia los trabajadores agrícolas estacionales.

Suministro de alimentos, consumo y salud

La evolución del sector agroalimentario combinado con la apertura al comercio exterior se observan en la disponibilidad de alimentos. Aun cuando la disponibilidad de alimentos, medida en energía o kilocalorías, es suficiente para el consumo de todos los habitantes de México, aproximadamente 20% de la población tiene carencia o inseguridad alimentaria, proporción que podría haber aumentado a 25% debido a la Covid-19.

Algo que llama la atención, es que el aporte energético de los diferentes grupos de alimentos en la estructura alimenticia de la población mexicana se ha modificado a lo largo de los años. La globalización ha facilitado la difusión de dietas con mayor contenido de grasas y azúcares, mientras que la participación de los productos de origen animal prácticamente duplicó su participación en la estructura de la oferta de alimentos, que se aleja de lo que sería la base de alimentación saludable. Un aspecto positivo de los cambios observados en la disponibilidad de alimentos es la mayor participación de las hortalizas, que, junto con las frutas, alcanzan la disponibilidad promedio suficiente para cubrir el consumo recomendado, siempre y cuando la distribución fuera equitativa.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-2019 confirman lo preocupante de la alimentación de las personas y sus consecuencias. En México, la mitad de la población de niños adolescentes y adultos consumen cantidades de frutas y legumbres por debajo de lo recomendado. Por otra parte, 75% de la población rebasa el consumo de bebidas endulzadas industrializadas. En grasas, aceites y azúcares el mayor consumo se realiza, sobre todo, a través de alimentos y bebidas ultraprocesados, considerados obesogénicos, poco saludables y nutricionalmente pobres. La población mexicana sufre de sobrepeso y obesidad. Por grupos de edad, 6.8% de los niños menores de 5 años, 35.5% de 5 a 11 años, 38.4% de los adolescentes entre 12 y 19, 76.8% de las mujeres adultas y 73% de los hombres adultos sufren de sobrepeso y obesidad, que son problemas graves de salud pública en el país, asociados a diferentes enfermedades no transmisibles.

En el mundo cerca de 2,000 millones de personas tienen sobrepeso, mientras que la obesidad afecta a 13.1% de la población adulta mundial. Por su lado, México cuenta con diferentes estrategias para combatir estos problemas, como la prohibición de ciertos alimentos en las escuelas, campañas de orientación nutricional, impuestos a productos con alta densidad calórica y, más recientemente, la adopción de la NOM-051, que establece el etiquetado frontal en alimentos para así proporcionar información sencilla y clara a los consumidores.

Un estudio llamado Alimentos en el Antropoceno, realizado por la Comisión EAT-Lancet, concluye que los sistemas alimentarios actuales impulsan una mala salud, así como también la degradación del medio ambiente debido al consumo y producción de dietas con alto contenido calórico, alimentos ultra procesados y de origen animal. La misma comisión sugiere reorientar las prioridades de la agricultura: la producción debería enfocarse a diversos alimentos nutritivos que enriquezcan la biodiversidad de los sistemas de producción de alimentos, en lugar de aumentar el volumen de pocos cultivos que se destinan mayoritariamente a la producción de carnes. Gráficamente, un “plato de salud planetaria”, debería contener la mitad de frutas y verduras, mientras que la otra mitad incluiría principalmente granos enteros, fuentes de proteína vegetal, aceites vegetales, y pequeñas cantidades de proteína animal, como carne de pollo y pescado. Sin embargo, a nivel global, se estima que por lo menos 3,000 millones de personas no tienen recursos para acceder a una dieta así, de ahí el gran reto que se tiene por delante.

Es común que el consumo de calorías de bajo costo con bajo contenido nutricional de alimentos ultra procesados aumente, como pasa en México. Para la industria agroalimentaria el reto es grande, sobre todo para aquellas empresas que han invertido en la producción de alimentos de alto contenido calórico, bajo valor nutritivo y bajo costo. Durante años su mercadotecnia les ha asegurado ventas que hasta hace poco están siendo afectadas por la defensa del derecho de los consumidores a una mejor información nutricional.

Las empresas deberán recurrir a una reorientación de la inversión en investigación y desarrollo de su producción de alimentos, ahora respetando criterios éticos de salud y sustentabilidad. Las empresas enfrentan la impostergable decisión de considerar la sustentabilidad ambiental de la propia empresa a largo plazo, y un cambio en sus operaciones, ya que esto llevará probablemente a una disminución en sus ganancias, y con esto a una caída en el valor de sus acciones.

Sistemas productivos y medio ambiente

Los sistemas actuales dominantes de producción agroalimentaria transforman a los ecosistemas donde son aplicados e impactan de diferentes maneras al medio ambiente, la biodiversidad, la calidad del suelo, así como también contribuyen al cambio climático. El desafío existente es el de producir de manera diferente y no producir lo mismo que hasta ahora. El estilo de desarrollo está destruyendo las bases naturales esenciales para su misma reproducción.

El crecimiento de la población y los cambios en las tendencias de consumo de alimentos y de otros recursos naturales por persona han provocado un incremento sin precedentes de uso de suelo y agua. Tan solo la agricultura utiliza 70% del agua potable global y alrededor de 40% de la tierra. La agricultura en gran escala y los monocultivos contribuyen a la pérdida de ecosistemas naturales y a reducir la biodiversidad presente en dichos ecosistemas. Además, el uso intensivo de agroquímicos contamina suelos y agua, y amenaza a los seres polinizadores. Alrededor de 25% de la tierra que no está bajo hielo, ha sido degrada por las actividades humanas. La erosión de los suelos cultivados supera con creces el tiempo de su renovación.

De acuerdo con un estudio de 2003 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), 44.9% de los suelos de México se encuentran en algún proceso de degradación. De esta superficie degradada, 77% ha sido ocasionada por los cambios en el uso de suelo asociados a actividades agropecuarias, como la agricultura mecanizada, el sobrepastoreo y la deforestación. En México el suelo es un recurso que ha recibido poca atención por parte del gobierno. El presupuesto gubernamental para el medio ambiente se ha ido reduciendo con el paso de los años, tanto con las administraciones pasadas como con la actual. Alguno de los organismos afectados por estos cambios son la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Estas reducciones en el presupuesto afectan la capacidad de acción de estos organismos contra temas críticos como lo es la protección de los recursos naturales y la biodiversidad.

Dentro del Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable llaman la atención dos programas gubernamentales de la administración federal de Andrés Manuel López Obrador. El primero es “Producción para el bienestar”, que entrega apoyos económicos a pequeños productores de granos básicos y otros cultivos; este programa está asociado con el programa de precios de garantía. El segundo, “Sembrando Vida”, busca acabar con la pobreza rural y la degradación ambiental. Estos programas han levantado algunas críticas dado que se eliminaron programas que generan bienes públicos y con fines similares en cuanto al manejo y conservación de los bosques, pero se pierde la conexión y la sinergia con las instituciones ambientales, de agricultura y de desarrollo rural. También se cuestiona la individualización de los apoyos y que se prioricen objetivos de corto plazo, con lo que se rompen sinergias interinstitucionales y comunitarias.

Reflexiones finales

La relación entre producción y el consumo de alimentos es un ejemplo claro de cómo se articulan la salud de las personas con la sostenibilidad ambiental. México depende de la biodiversidad humanizada para su bienestar, pero también necesita las correctas políticas públicas que respalden esto. El crecimiento económico del sector agroalimentario es importante, sin embargo, no puede seguir por el mismo camino.

Datos cruciales: 

1. En 2020, debido a la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, la economía nacional retrocedió 8.2%, el sector primario siguió avanzando con un crecimiento de 1.9%, mientras que la industria agroalimentaria cayó 2.0%.

2. Dentro del comercio exterior el sector agroalimentario ha tomado un rol líder consiguiendo un superávit en la balanza comercial de 1,117 millones de dólares después de décadas donde existió un déficit.

3. En el mundo las unidades familiares, con un tamaño promedio inferior a las dos hectáreas, representan 9 de cada 10 unidades de producción, y son responsables de 80% de la producción de alimentos.

4. La SAGARPA-FAO clasificó las unidades de producción agropecuaria, forestal y pesquera en seis grupos: familiar de subsistencia sin vinculación al mercado, familiar de subsistencia con vinculación al mercado, unidades en transición, empresarial con rentabilidad frágil, empresarial pujante y empresarial dinámico. La producción de alimentos está presente en todas las unidades productivas, sin embargo, los dos primeros estratos representan el 73% del total de unidades, mientras que los últimos dos apenas alcanzan el 8.7%.

5. En el lado del mercado laboral dentro de la industria agropecuaria, 65% de los trabajadores percibe un ingreso de mensual equivalente a dos salarios mínimos, que está por debajo de la línea de pobreza y apenas alcanza para mantener a 2.5 personas.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Para acabar con uno de los grandes problemas de México como es la pobreza rural es necesario que el gobierno introduzca políticas adecuadas y suficientes para apoyar la industria agropecuaria y todas sus ramas. Desde hace años el presupuesto para organismos que procuran este objetivo ha sido reducido o no ha sido canalizado de la manera correcta. Como se puede deducir del texto, una equivocada estrategia en la industria agropecuaria puede desembocar en otros problemas como la incorrecta alimentación entre la población (que después ocasiona problemas de salud públicos) o la sobreexplotación de recursos naturales como el suelo o el agua que están siendo utilizados a niveles más altos de los que se recuperan.