Mercados internacionales de capital, inversión extranjera directa y grandes empresas en México

Cita: 

Vidal, Gregorio [2018], "Mercados internacionales de capital, inversión extranjera directa y grandes empresas en México", Ola Financiera, 11(31): 254-281, México, septiembre-diciembre, http://dx.doi.org/10.22201/fe.18701442e.2018.31.68113

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Sábado, Septiembre 1, 2018
Tema: 
IED en México, su composición, origen y destino
Idea principal: 

Gregorio Vidal es profesor-investigador del Departamento de economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa, en México. Coordinador de Investigación y Posgrado de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM Iztapalapa.

La inversión extranjera directa (IED) en México ha aumentado de manera constante desde el 2001. Los cambios legales y económicos que facilitan el ingreso de capital extranjero es una estrategia común entre diversos gobiernos del mundo. En México, las diferentes administraciones federales sostienen desde la década de los ochenta que la IED es un pilar de financiamiento y que a su vez permite ampliar la capacidad de exportación; sin embargo, de 1994 a la fecha, cuando la apertura comercial y financiera toman relevancia, la mayor parte de la IED no es en nuevas inversiones, sino que se orienta a compras de empresas ya existentes o a una reinversión de utilidades del capital extranjero, por lo que este flujo de IED no impacta de manera positiva al aumento de la producción.

Por otro lado, la parte de la IED vinculada con cambios en la estructura productiva está orientada al desarrollo de una plataforma exportadora en la industria manufacturera. Por ejemplo, la industria automotriz es altamente importadora y destina la mayor parte de su producción al mercado exterior, principalmente a Estados Unidos. Las inversiones en la industria automotriz no impulsan encadenamientos productivos internos relevantes ni una diversificación de la producción industrial. Su impulso al crecimiento del conjunto de la economía es muy limitado.

La Secretaría de Economía de México informó que durante los cinco primeros años de la administración de Enrique Peña Nieto se registraron 171 471 millones de dólares de IED, esto es un monto 50.7% mayor al registrado en el mismo periodo del gobierno anterior y 82.8% mayor que en el mismo periodo de la administración de Vicente Fox (2001-2005). Desde los años ochenta y hasta la fecha se han hecho diferentes cambios legales que han favorecido la introducción de capital extranjero, no sólo en México, sino en diversos países del mundo, esto mediante Acuerdos Internacionales de Inversión, así como cambios en las leyes nacionales. En México, la adopción de una nueva ley sobre la IED que consideró su liberalización se dio en el año 1993. Sin embargo, desde 1984 se había avanzado en la creación de incentivos y desregulación para así traer mayores flujos de inversión, esto con base en las decisiones administrativas de diferentes órganos del gobierno ejecutivo federal.

Los argumentos a favor de la IED y sus beneficios son diversos, como que es fuente de financiamiento, un medio para lograr transferencia tecnológica, que gracias a esta se puede producir el efecto derrame por la presencia de empresas transnacionales o la contribución de estas a la generación de empleos. La IED en el desarrollo de la plataforma exportadora en México ha servido para convertir las exportaciones manufactureras en una de las características más importantes del comercio exterior de México y es clave para entender la dinámica económica del país y su relación con otros países.

Tanto el Banco de México como la administración federal consideran que el país debe ser un importante destino de inversión, ya que este es una condición fundamental para un mayor crecimiento económico que terminará por lograrse gracias a las reformas estructurales. No obstante, la IED ya tiene un largo tiempo en el país, sin que antes se hayan tomado medidas extremas para atraerla. Desde antes de la Revolución, México ha sido destino de inversiones de capital extranjero. Después de la Segunda Guerra Mundial y hasta principios de la década de los setenta diferentes Empresas Transnacionales (ET) tienen presencia en México lo que termina por ser una característica que forma parte del funcionamiento de la economía mexicana desde entonces. Estas ET dominan sus mercados, utilizan el sistema de crédito, se benefician de las diferentes políticas implementadas por la administración federal, y son suministradores del mercado interno, ocupando la posición de líderes en las industrias en que participan.

Con la aplicación de la agenda del Consenso de Washington es cuando gana fuerza la aplicación de diferentes ajustes a las políticas económicas, y para los años ochenta empieza a haber un cambio notable. A partir de 1983 hubo un cambio en los flujos de ingreso de IED que tiene que ver con los cambios en las políticas económicas, son años marcados por la crisis de la deuda externa y la aplicación de políticas de ajuste fiscal. Entre 1983 y 1985, los flujos por IED bajaron notablemente, alrededor de 475 millones de dólares (mdd) por año. En 1986 se empiezan a ampliar las opciones de inversión al capital extranjero por medio de decisiones de la administración federal de ese entonces, al mismo tiempo que se avanza hacia la apertura comercial y desregulación financiera. Entre 1987 y 1990 el flujo anual promedio de IED fue de 3 314 mdd.

En 1988 destacan los flujos ingresados en México por diferentes transnacionales de la industria automotriz como Chrysler, Ford, General Motors, Nissan y Volkswagen, que invirtieron 5 473 mdd. En el periodo que va de 1989 a 1996, se estima que de toda la IED efectuada en el país, 17.6% fue realizada por estas empresas transnacionales, proceso que fue importante para la ampliación de la capacidad de producción de la industria automotriz y para incrementar sus exportaciones. Aun con los cambios en la metodología de la contabilización de la IED en los años noventa, el monto de IED creció constantemente desde esa década, sin embargo, no existe información confiable en cuanto a su composición, si es que son nuevas inversiones, reinversión de utilidades, compra de empresas u otro tipo de inversiones.

Los montos de IED indican prematuramente que esta es un componente importante en la formación de capital, así como en la ampliación de la capacidad de producción, sin embargo, también es importante estudiar la composición de la creciente IED en el país para saber si esto se confirma. A partir de la administración de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y siguiendo las indicaciones del Consenso de Washington, se redujo la inversión pública y también se respaldaron leyes y reglas para incentivar el ingreso de capital extranjero. Sin embargo, esto no se ha traducido en un aumento significativo del coeficiente de inversión hasta la fecha. En 1994, cuando empieza a aumentar la IED en México, el coeficiente de inversión fue de 19.6%, y se ha mantenido alrededor de ese nivel, llegando en 2016 a 23.3%.

La cifra total de IED de 538 462 mdd entre 1994 y el tercer trimestre de 2017 no significa, en su mayoría, ingresos para realizar inversiones en nuevas plantas productivas o en aumentar la capacidad de producción de las ya existentes. La composición de la IED incluye otros rubros, con orígenes en el país o en su caso permiten ampliar la capacidad exportadora sin llegar a articularse con empresas mexicanas. Esto puede comprobarse con los flujos de IED como proporción de la Formación Bruta de Capital Fijo que no ha cambiado notablemente desde la década de los ochenta. Los montos de ingreso registrados de la IED en México no implican un contribución equivalente a la inversión en ampliación o modernización de la plataforma productiva en el país. La reinversión de utilidades y las cuentas entre compañías, aun cuando forman parte la contabilidad de la IED, no representan aporte de recursos frescos y nuevos desde el exterior.

Los recursos utilizados en las compras y adquisiciones de otras empresas reportados al RNIE en el periodo a partir del año 1994 son el 18.5% de toda la IED. La cifra puede ser aun más grande, debido al cambio en la metodología. La UNCTAD sostiene que en el periodo que va de 1995 a 2003 los capitales utilizados en fusiones y adquisiciones en México por empresas transnacionales son alrededor del 30% de la IED que entró al país, lo que implica que las nuevas inversiones enfocadas a ampliar la capacidad productiva, adquirir equipos e instalar nuevas empresas son una cantidad menor dentro de la IED. En los años siguientes y hasta el 2017 las nuevas inversiones de empresas extranjeras en el país sumaron 235 998 mdd, y, de acuerdo con el RNIE y la UNCTAD, 35.9% de esto se destinó a fusiones y adquisiciones, mientras que 33.8% fue a ampliar la capacidad productiva. Las fusiones y adquisiciones forman una parte importante en el crecimiento de la IED en los años recientes, además de que son un método relevante para las empresas mexicanas para acceder al mercado extranjero.

De acuerdo con información del Banco Mundial, en el caso de los países desarrollados entre el periodo de 2003 a 2015, el 80% de las inversiones transnacionales para la industria de servicios financieros fueron para fusiones y adquisiciones. El dato es parecido en la industria del transporte y mayor en atención a la salud, mientras que bebidas es del 87% y en dispositivos médicos se registró 83%. Las fusiones y adquisiciones han sido parte medular de la estrategia de las ETN para ampliar sus operaciones en México. En la industria automotriz, por el contrario, dominan ampliamente las nuevas inversiones, aun cuando se han realizado notables adquisiciones y proyectos de asociación, estas nuevas inversiones son relevantes y ayudan a explicar el crecimiento de la industria.

Considerando este contexto de la IED por parte de empresas transnacionales, no es de sorprender que, en México, los años con mayor ingreso de IED por concepto de nuevas inversiones sean los mismos años en que se realizan las más importantes operaciones de compra de empresas mexicanas. Por ejemplo, en 2001 la IED representó el 4.78% del PIB, mientras que las nuevas inversiones fueron equivalentes al 3.71% por ciento del PIB, sin embargo, en ese años los ingresos por fusiones y adquisiciones suman 14 244 mdd, cifra equivalente al 47.5% de toda la IED y 62% de todas las nuevas inversiones. En 2013 por ejemplo, las nuevas inversiones sumaron 22 450 mdd, pero tan sólo la operación de compra de Modelo por ABInBev explica gran parte de la IED, ya que esta fue equivalente al 89.5% del total de las nuevas inversiones de IED en ese año.

Hay ciertas actividades que concentran gran parte de las nuevas inversiones, y en el caso de México son ramas de la economía que están concentradas en la exportación, con un alto contenido de bienes intermedios importados en su producción. Es el caso de la industria automotriz que, en el periodo entre 1997 a 2004, recibió 15% de toda la nueva IED, mientras que este porcentaje aumentó a 25% en el periodo entre 1999 y 2010, una vez descontados los flujos que se utilizaron para las fusiones y adquisiciones. La conducta dominante en la industria es producir para exportar sin que se observe un crecimiento notable del contenido nacional en lo que se exporta. En la industria de fabricación de equipos y aparatos eléctricos y electrónicos sucede algo similar, donde la mayor parte de su producción tiene a Estados Unidos como su destino preferente. Las empresas subsidiarias de transnacionales con presencia en México no toman decisiones de incremento de producción o realización de inversiones por cuenta propia o atendiendo a las condiciones del mercado interno.

En suma, la característica principal de la inversión extranjera directa en México es que se dirige a ramas de la economía que están concentradas en la exportación, con un alto contenido importado en su producción. Esa es la situación de la industria automotriz y de la eléctrico electrónica. Lo que sucede en estas industrias es ilustrativo de lo que ha significado la apertura económica para México: son industrias volcadas hacia la exportación, en las cuales la mayor parte de los insumos, maquinaria y equipo son importados, y que generan pocos encadenamientos productivos relevantes al interior de la economía nacional, por lo que su arrastre en el conjunto de la economía es limitado.

Datos cruciales: 

1. En los años siguientes y hasta el 2017 las nuevas inversiones de empresas extranjeras en el país sumaron 235,998 mdd, y, de acuerdo con el RNIE y la UNCTAD, 35.9% de esto se destinó a fusiones y adquisiciones, mientras que 33.8% fue a ampliar la capacidad productiva.

2. En el caso de los países desarrollados entre el periodo de 2003 a 2015, el 80% de las inversiones transnacionales para la industria de servicios financieros fueron para fusiones y adquisiciones. El dato es parecido en la industria del transporte y mayor en atención a la salud, mientras que bebidas es del 87% y en dispositivos médicos se registró 83%.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Aun cuando la IED ha aumentado gradualmente con el tiempo en el país desde la mayor apertura comercial y financiera ocasionada en gran parte por el Consenso de Washington, esta inversión no está siendo correctamente canalizada hacia una mayor plataforma productiva ni tampoco ha generado el involucramiento esperado de las empresas nacionales en el proceso productivo. Esta IED se divide no sólo en inversión dirigida a ampliar la capacidad de producción, sino también en fusiones y adquisiciones, que, se ha comprobado, tiene un proporción más grande dentro de la IED que la mencionada anteriormente, por lo que, como tal, aun cuando la IED ha crecido, sus efectos no se han visto reflejados de la mejor manera, dado que parte de estos montos de inversión representan la compra y fusión de otras empresas o la reinversión de utilidades y/o dividendos.