En 2009, 3 empresas estadounidenses estaban dentro de las 10 compañías más valiosas a nivel mundial (valor de mercado), y el resto de ellas eran en su mayoría empresas controladas por el Estado provenientes de países emergentes, sobre todo de aquellos que tienen como principal actividad económica la explotación de hidrocarburos. Actualmente, el panorama se transformó y ahora 9 de las 10 de empresas más valiosas son de Estados Unidos y 6 de ellas realizan la mayor parte de sus ventas fuera de su país sede. Algunas de las grandes firmas surgieron desde el siglo XIX y a pesar de ello, puede asegurarse que existe un proceso de destrucción creativa en el país. Los activos han aumentado en las 50 empresas más importantes y esto en parte se debe a la animada actividad de la bolsa de valores. La crisis europea ha acabado con cualquier esperanza de que más empresas de la zona euro puedan escalar en los rankings, donde solo 4 están entre las 50 más importantes. Existen dos razones de peso para que se diera el fenómeno actual: a) la capacidad de recuperación y renovación que tienen las empresas estadounidenses; b) el antiguo adagio que dice que el invertir en participaciones de empresas paraestatales es un suicidio, se reafirma en sí mismo; las empresas que estaban en lo más alto en el 2009 han disminuido su valor en conjunto 2.2 billones de dólares. Muchas empresas provenientes de países emergentes depreciaron sus activos debido a la mala administración de las mismas, y si se comparan empresas públicas y privadas, las últimas han tenido mayores ganancias y avance tecnológico.