The world economy. Who’s afraid of cheap oil? Low energy prices ought to be a shot in the arm for the economy. Think again

Cita: 

The Economist [2016], “The world economy. Who’s afraid of cheap oil? Low energy prices ought to be a shot in the arm for the economy. Think again”, The Economist, London, 23 de enero, http://www.economist.com/news/leaders/21688854-low-energy-prices-ought-b...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 23, 2016
Tema: 
Panorama global sobre los impactos, consecuencias y beneficios; políticos, económicos y sociales de la reciente crisis de los precios del petróleo.
Idea principal: 

La experiencia de la crisis petrolera de 1973 –por el embargo de la OPEP– y la caída en 1986 –por un excedente de producción– indican que la regla de oro es que una caída del 10% en el precio del petróleo aumenta entre 0.1 – 0.5 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB (p. 1). En la caída actual del precio del petróleo los beneficios son menos certeros. Pese a que los consumidores han ganado, los productores están sufriendo gravemente. Los efectos se están esparciendo a los mercados financieros, y podrían deprimir la confianza del consumidor. Quizá por el momento, los beneficios de tal ultra-barato petróleo son aún mayores que los costos, pero los mercados han caído tanto y tan rápido que ya no es tan claro el escenario.

La nueva economía del petróleo

El mundo está ahogado en petróleo. Arabia Saudita está bombeando a casi todo lo que da. Es ampliamente comentado que Arabia Saudita quiere expulsar a los productores de la industria con costos más elevados, incluyendo algunas de las firmas del “fracking” que han impulsado la producción de petróleo en los Estados Unidos. Arabia Saudita incluso estaría preparada para sufrir por frustrar a Irán, quien esta semana estuvo a punto de reincorporarse a los mercados del petróleo después de que las sanciones nucleares fueron levantadas (con una producción potencial de 3 a 4 millones de barriles diarios (b/d). Pese a los esfuerzos de Arabia Saudita por lograr sus objetivos, los productores han demostrado ser resistentes. Ellos no se retirarán mientras que los precios cubran los costos del día a día, en algunos casos son tan bajos como $15 dolares por barril. De hecho, pocos son los que esperan que el precio comience a recuperarse antes del 2017 (p. 2).

Uno diría que mientras más barato, mejor. El petróleo barato ha impulsado también el crecimiento de importadores desde Europa a Asia del Sur. La cuenta de importación de petróleo de la eurozona ha caído un 2% del PIB desde mediados del 2014, y en contraste la India se ha convertido en la economía de más rápido y alto crecimiento por su aumento de consumo de petróleo. Pese a lo anterior, el derrumbe de los ingresos petroleros también puede conllevar inestabilidad política a partes del mundo demasiado frágiles y dependientes de este recurso, como es el caso de Venezuela y el Golfo de México, y otros en el Medio Oriente. Otro punto a su favor es su revestimiento verde, ya que el precio bajo del petróleo arrastra consigo el precio global del gas natural, desplazando al carbón –el combustible más sucio– como opción más costosa, teniendo un impacto positivo en el enfrentamiento del cambio climático. Lo más preocupante de todo son las nuevas economías corrosivas del petróleo [corrosive new economics of oil] (p. 2).

Anteriormente el petróleo barato solía impulsar la economía permitiendo que los consumidores gastaran mucho más que lo que lo hacían los productores. Hoy el cálculo es mucho menos fácil, los productores de petróleo están apretando sus cinturones, después de la última bajada de precios, Rusia anunció un corte de 10% en el gasto público, e incluso Arabia Saudita está rebajando su presupuesto para enfrentar su déficit de 15% del PIB (p. 3).

El petróleo barato también está pegando en la demanda de varias maneras. Al venirse abajo los precios del petróleo, también la inversión en este sector decrece. Muchos proyectos en exploración e inversión de cientos de billones han quedado en espera – como en África, el Ártico y Brasil–. En América la adquisición de activos fijos en la industria petrolera ha disminuido. En Brasil, Petrobras, además de los precios bajos esta sufriendo un escándalo de corrupción que ha paralizado los niveles más altos del gobierno. La caída de los precios de los activos y la inversión ha sido también muy perjudicial, principalmente por su caída tan rápida (p. 3).

Los posibles efectos secundarios financieros aún son difíciles de evaluar. Mucha de la deuda corporativa de los mercados emergentes desde 2007 yace en petróleo e industrias de productos básicos. El petróleo juega un papel central ante una dificultad de los mercados emergentes propensos a caer en problemas. Con un PIB decreciente en Rusia, el gobierno podría encarar una crisis presupuestaria dentro de unos cuantos meses, por otra parte Venezuela, donde la inflación está por encima del 140%, ha declarado un estado de emergencia económica. Otros productores de petróleo son propensos de algo similar, un ciclo de débil crecimiento, una caída de la moneda y una apretada política monetaria –Colombia, México, Nigeria– (p. 4).

Hay dificultades también en las naciones ricas. Los rendimientos de los bonos de alto rendimiento corporativo han brincado de 6.5% en 2015 a 9.7% hoy en día (enero 2016). La aversión de los inversores se expande rápidamente de las firmas energéticas a todos los prestatarios. Los bancos centrales se alarman por la persistencia de la baja inflación que alimentara las expectativas de precios estáticos o decrecientes, en efecto las tasas reales de interés incrementarán. La habilidad de los políticos a responder está constreñida porque las tasas, cercanas a cero, no pueden reducirse más.

La caída del precio del petróleo crea un vasto número de ganadores en India y China. También es una de las razones por las cuales urge promover una reforma energética en las economías dependientes del petróleo –Arabia Saudita, Venezuela–. Ofrece a los importadores de petróleo –Corea del Sur– la oportunidad de desechar los subsidios ineficientes en política energética, o puede impulsar la inflación y reprimir los déficits aumentando los impuestos. Pero esta crisis del petróleo se produce en la medida que la economía mundial sigue haciéndole frente a las consecuencias de la crisis financiera de 2008. Se podría pensar que no habría mejor tiempo para un repunte económico que el presente, pero de hecho, el mundo podría ser abatido por el monstruo actual del petróleo (p. 4).

Datos cruciales: 

° En los últimos 18 meses –07/2014 a 01/2016– el precio del petróleo ha caído un 75%, desde los $110 dls por barril a estar por debajo de los $27 dls (p. 2).

° Aumento de la producción del petróleo en Estados Unidos por tecnología “fracking”: de 5 millones de (b/d) producidos en 2008 pasó producir por encima de los 9 millones de barriles diarios en enero 2016 (p. 2).

Nexo con el tema que estudiamos: 

La baja de los precios del petróleo esconde una de las disputas globales en curso por el control y dominio de uno de los recursos estratégicos más importantes en la reproducción material y de riquezas en el capitalismo contemporáneo. Actualmente la pugna por el control del petróleo ha impulsado el desarrollo de nuevas tecnologías, alianzas y fusiones entre competidores, acuerdos y desacuerdos diplomáticos, presiones políticas, creación de nuevos instrumentos jurídicos y financieros, entre otros. Y más importante debe ser estudiar su relación con la reciente crisis económico-financiera de 2008.