El capital y el capitaloceno

Cita: 

Altvater, Elmar [2014], “El capital y el capitaloceno”, Mundo siglo XXI, México, 33(IX):5-15.

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
2014
Tema: 
Las consecuencias del capitalismo contemporáneo. La contradicción hombre-naturaleza
Idea principal: 

Elmar Altvater es economista y sociólogo, profesor de la Universidad Libre de Berlín en el departamento de ciencias políticas, Instituto Otto Suhr, desde 1970. Profesor visitante en las universidades de Sao Paulo y Belém-Pará (Brasil), UAM y UNAM (México), York University en Toronto (Canadá) y en la New School for Social Research de Nueva York (Estados Unidos).


I. La crítica de la economía política siglo y medio después de El Capital.

Después de 1989, parecía que el pensamiento ortodoxo había ganado la forma de gobernar y formar el nuevo mundo por venir. Pero casi tres décadas más tarde, el pensamiento marxista vuelve a renacer. Así lo demuestran los distintos discursos de importantes personalidades, como Sarkozy, expresidente de Francia; Peer Steinbrück, Ministro de Finanzas de Alemania; Ernst-Wolfgang Bockenförde, ex juez del Tribunal Constitucional; instituciones como la UNESCO (que en 2013 incorporó a la lista registrada como Memoria del Mundo el Libro I de El Capital y el Manifiesto Comunista de Marx y Engels); e inclusive el Foro Económico Mundial de Davos.

Esto no es de extrañar. Aun hoy no se supera por completo la crisis de 2008, hablando en términos económicos, pero aún es más grave el panorama en términos humanos. Donde incluso el Papa Francisco, en 2013, dio un discurso donde señala que “hoy en día nosotros tenemos que decir no a la economía de la exclusión y la desigualdad. Esa economía mata”.

Es necesaria una crítica al nuevo sistema capitalista, pero esto tiene que comenzar con una crítica interna, para poder pasar a la crítica de las ideologías y corrientes de pensamiento vigentes, así como realizar una crítica materialista, para terminar con la crítica práctica y la práctica crítica.

Estas diversas críticas no solo se centran en los términos monetarios. Con el comienzo de la era industrial se han registrado distintos ciclos económicos, analizados por los economistas de la época. Pero Marx llevó al fondo el análisis, con las Teorías sobre la plusvalía. En esta perspectiva histórica, el capitalismo sería solo una etapa más, que acabaría con la praxis social revolucionaria (p. 6).

La formación social capitalista, anunciada en 1989 con el triunfo de la Guerra Fría, fue una ilusión. No sólo se reconoce que esta economía mata, sino que es capaz de generar una nueva era geológica, denominada Antropoceno. Esta comienza con la Revolución Industrial fosilista, en la segunda mitad del siglo XVIII. Que para ser coherente con la crítica al capitalismo se ha denominado a esta etapa Capitaloceno.

II. Ciclos de crisis puntos de inflexión, colapso

Los análisis de la teoría de Marx y Engels son esenciales y oportunos para encontrar las respuestas a la crisis financiera, laboral y de la naturaleza. Con estos se puede explicar que las causas y consecuencias del modo de producción capitalista actúan en dos sentidos. En primer lugar, durante el proceso de acumulación del capital las variables cambian en forma cíclica. La acumulación de valor aumenta o disminuye y, como consecuencia, también lo hace el capital. Las ganancias son los beneficios de capital, por tanto, la tasa de ganancia se convierte en elemento fundamental para la toma de decisiones de los inversionistas. Estas son variables reversibles, en el sentido de que el capital debe de regresar a sí mismo aumentado por la tasa de ganancia.

No obstante, no todas las variables son reversibles. En la práctica, el propio proceso de acumulación de capital conlleva a su centralización y concentración, lo que propicia la polarización del ingreso e implicaciones políticas, inclusive entre naciones, que dificulta los procesos reversibles. La teoría del libre comercio requiere de procesos reversibles, pero en la realidad, las grandes empresas pueden impedir la entrada al mercado de las pequeñas empresas (p. 7).

En segundo lugar, el modo de producción capitalista exige procesos irreversibles de la naturaleza. Los insumos como el hierro o el petróleo son transformados y consumidos, para su posterior desecho en el suelo y/o en forma de gases de efecto invernadero.

La crítica de la economía política, e inclusive la ciencia económica, no tendría sentido de ser sin la existencia de las crisis y si las consecuencias del proceso de acumulación fuesen irrelevantes. Dentro del mainstream economics la oferta y la demanda se encuentran en equilibrio, lo que lleva a asumir que la economía capitalista es estable y sin puntos de inflexión. Por lo que la crisis mundial de 1929, la crisis de la deuda del tercer mundo de la década de 1980, la crisis financiera de la década de 1990 y la euro-crisis inmobiliaria-financiera de la actualidad (por mencionar algunas), son simples errores evitables de la política económica, atribuidas a factores externo, imprevisibles o a coincidencias, aunque la realidad dicte lo contrario (p. 8).

A diferencia de este pensamiento, Marx buscó con profundidad las causas y consecuencias de los puntos de inflexión en el proceso de acumulación capitalista. Las crisis, de acuerdo con Marx, “son siempre, no obstante, las soluciones momentáneas y forzosas de las contradicciones existentes, erupciones violentas, del equilibrio interrumpido para la restauración del ciclo”, por lo tanto, los desequilibrios son posibles. Si la tasa de ganancia es el referente primordial de la toma de decisiones de inversión del capitalista, entonces, el proceso de acumulación de capital se detiene cuando ésta cae, sobre todo si lo hace por debajo de la tasa de interés crediticias y de rendimientos de los mercados financieros.

Esto es mucho más relevante en el capitalismo moderno que en la industria del siglo XIX. Por lo tanto, algunos procesos no pudieron ser previstos por Marx. El desempleo actual, por ejemplo, es estructural, y no solo coyuntural. Además, actualmente la propiedad puede ser ficticia, como los títulos legales respaldados, o también conocidos como valores, vendidos en el mercado financiero a escala mundial.

El problema de los títulos legales es que en algún punto su valor tiene que caer, dando paso a una crisis financiera. No obstante, los inversionistas niegan esto y fuerzan al mercado a continuar. Como consecuencia, comienza el proceso de acumulación por desposesión. A través de recortes a los programas sociales o mediante el aumento de impuestos, ejercidos por políticas de austeridad, el Estado re-dirige los fondos obtenidos a los activos financieros de los fondos bancarios.

El desplome de los mercados solo se aplaza. De acuerdo con el Consenso de Washington, estas políticas de austeridad no solo reducen el costo del capital, sino que, además, contraen la demanda efectiva. El proceso se convierte en pro-cíclico e inevitable (p. 9).

Las crisis, como explica Marx, es un proceso necesario para el capitalismo. Es aquí donde se preparan las condiciones para la nueva acumulación. Aumenta la tasa de ganancia, comienza una re-distribución de los ingresos y del poder política, siempre en favor del capital.

Schumpeter llamó a este proceso destrucción creativa. Desde este punto de vista, el capital no colapsa, se renueva. Lo que supone un ciclo infinito, donde el capitalismo entra en crisis y sale victorioso para, consecuentemente, volver a caer. Pero todo tiene un limite. La naturaleza no es interminable, y es ahí donde la dialéctica de la naturaleza de Engels entra en acción. Cada renovación del capital lleva consigo una destrucción del medio ambiente. Pero en algún punto de la historia colapsará. Tal vez en ese momento, los ciclos terminen, dando paso a una nueva era.

III. El carácter dual de la actividad económica

El cómo se entiende la relación entre sociedad y naturaleza condiciona los resultados observables en el medio ambiente. Un primer punto de vista es el cristiano, donde el hombre debe de cumplir los mandatos bíblicos para poder dominar la tierra. Una segunda posibilidad es aquella donde el hombre es el que dota de existencia a la naturaleza, a través del discurso lingüístico. Desde el punto de vista neoliberal, la naturaleza es capital natural y en este sentido puede explotarse, como cualquier otro recurso. En cuarto lugar, el progreso de la acumulación de capital genera que la “naturaleza natural” retroceda, como resultado del aumento constante de la productividad del trabajo. Cuando la producción aumenta, también aumenta el consumo de los recursos naturales, lo que provoca una gran huella ecológica (p. 10).

El aumento de la productividad genera que los costos disminuyan, por lo que los mercados pueden expandirse hasta alcanzar el actual nivel internacional. También provoca que los alimentos sean baratos para los trabajadores, pero lo que parece un triunfo del sistema en realidad no lo es. Marx, como economista ecológico, no era participe del fetichismo de las fuerzas productivas. Observó lo destructivo del aumento de la productividad para el medio ambiente. Incluso la fábrica que se dice ser sustentable genera desechos. Elaborar unos zapatos requiere el uso de agua, que se convertirá en aguas residuales, no aptas para el uso humano (p. 11).

Con la desaparición del campesino como clase dominante, causa de la Revolución Industrial, comenzó una etapa de revolución extrema y radical, que dio origen al Capitaloceno. Aquí, el capitalismo se expresa como una acumulación y explotación ilimitada de los recursos humanos y naturales. Pero, en su ceguera, este modo de producción no reconoce sus propios limites. Con cada paso por el “dominio” de la naturaleza, se olvida que el ser humano pertenece a ella y, por lo tanto, las consecuencias afectarán a las siguientes generaciones.

Esta “ceguera natural” es causa de la cuantificación de los valores naturales. Cuando se asignan números a los recursos naturales (y humanos) se pierde sentido de las acciones humanas. Pero se olvida que inclusive dentro de las reducciones marginales existen bosques, fauna y flora que desaparece. Es aquí donde la teoría marxista rompe con la economía clásica. Mientras la teoría keynesiana y neoliberal se centran en la superficie del problema, solamente en la expresión monetaria de los valores, la teoría de Marx es capaz de analizar los valores de uso y de cambio.

IV. El Capitaloceno no es el fin de la historia

A lo largo de la historia de la humanidad se han superado grandes crisis que parecían imposibles. Las historias de héroes se cuentan como verdaderas hazañas. Por lo que cabría la posibilidad de que el capitalismo sea superado. Pero los retos son complicados. En 2013, la concentración de CO2 en la atmosfera superó las 400 ppm, generando efecto invernadero, con efectos secundarios y terciarios que hace difícil la vida en la Tierra. La extracción de minerales no convencionales y la producción de alimentos cada vez se vuelve más cara por su difícil obtención, lo que supone un riesgo para la propia existencia de la humanidad.

Marx pudo observar, que el “”efecto rebote” (rebound effect) por ahorro de energía y materiales, contrariamente a lo que se cree, funciona paradójicamente: se alcanza entre más barata pueda ser la producción, es decir, mientras se consumen más materiales y energía” (p. 13).

En su análisis, Marx y Engels vieron la posibilidad de la superación del capitalismo. En una sociedad no capitalista, es posible la solución de la contradicción hombre-naturaleza y hombre-hombre. Es un programa que debe de ser empleado por universidades, instituciones científicas y los movimientos sociales (p. 14).

Nexo con el tema que estudiamos: 

El capitalismo contemporáneo es una etapa única en la historia de la humanidad. Aquí es dónde se han logrado desarrollos tecnológicos que antes no podían ni imaginarse. No obstante, el artículo nos muestra como este capitalismo es deshumanizado. La contradicción hombre-naturaleza y hombre-hombre se ha profundizado en las últimas décadas.

Las diferentes y crecientes crisis cada vez acentúan más la crudeza de sus renovaciones, los impactos sociales y ambientales parecieran no tener límites. La lectura del proyecto coloca especial énfasis en los actores encargados de llevar a cabo las formas de revitalización del capitalismo, a las grandes empresas (y a los directamente relacionados como los estados). La crisis de 2008 es el más reciente quiebre a solucionar.