Deep trouble. How to improve the health of the ocean. The ocean sustains humanity. Humanity treats it with contempt

Cita: 

The Economist [2017], "Deep trouble. How to improve the health of the ocean. The ocean sustains humanity. Humanity treats it with contempt", The Economist, London, 27 de mayo, http://www.economist.com/news/leaders/21722647-ocean-sustains-humanity-h...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Mayo 27, 2017
Tema: 
El deterioro de la salud del océano, sus causas y algunas posibles soluciones propuestas por <em>The Economist</em>
Idea principal: 

La Tierra es un planeta “pobremente nombrado”: el océano cubre casi tres cuartas partes de su superficie. De la pesca y la acuacultura depende la subsistencia de una de cada diez personas en el mundo; asimismo, tres mil millones de personas obtienen casi una quinta parte de sus proteínas de los productos del océano. Los sistemas climáticos y la temperatura del planeta dependen del océano y de sus interacciones con la atmósfera. El mar es, pues, esencial para los humanos y para la vida en el planeta. Sin embargo, “los humanos han dado por sentado desde hace mucho tiempo que el tamaño del océano les permite poner en él cualquier cosa y tomar de ahí todo lo que deseen”.

Los cambios en la temperatura y en la química del océano, así como la contaminación y la sobrepesca, han deteriorado los ecosistemas oceánicos por décadas. “El océano almacena más de nueve décimas partes del calor atrapado en la Tierra por las emisiones de gases de efecto invernadero. Como resultado de esto, los arrecifes de coral están sufriendo; los científicos esperan que casi todos los corales desaparezcan hacia 2050”. Hacia mediados del presente siglo el océano podría contener más plástico que peces (según el peso de ambos). Estos plásticos son ingeridos por los peces y posteriormente por los humanos, lo que tiene efectos aún inciertos sobre la salud humana. A esto hay que añadir que el 90% de las poblaciones de peces se explotan en o más allá de los límites sostenibles. “El océano alimenta a la humanidad. La humanidad lo trata con desprecio”.

Este comportamiento autodestructivo por parte de los humanos requiere explicación. Tres razones permiten comprenderlo.

La primera es que, puesto que la mayor parte del océano está más allá de donde nuestra vista alcanza a percibir y debajo de la superficie, el daño que se hace a la salud de los océanos es sólo visible para los humanos en algunos pocos lugares. “No obstante, para la mayoría el mar está fuera de la vista y fuera de la mente”.

Un segundo problema es la gobernanza: el océano es un vacío para las legislaciones y acuerdos, que debe ser llenado con parches; la aplicación de las leyes es difícil y los incentivos no suelen ser los adecuados. Las aguas que están fuera de las jurisdicciones nacionales son bienes comunes globales. “Sin derechos de propiedad bien definidos o una comunidad dedicada a su cuidado, los intereses de los actores individuales en la explotación de esas áreas ganan sobre el interés colectivo por administrarlas cuidadosamente”.

En tercer lugar, los océanos son objeto de “otros grandes procesos”. Las aguas oceánicas han aumentado su temperatura en 0.7°C desde el siglo XIX, lo que ha generado migraciones de las especies marinas hacia los polos en busca de agua más fresca y ha producido un gran daño a los corales. Asimismo, la mayor concentración de CO2 en los océanos hace que su agua se vuelva más ácida, lo que entre otras cosas provoca graves daños a los moluscos.

Algunos de estos problemas se pueden solucionar de forma más sencilla que otros. La “ceguera oceánica”, por ejemplo, puede ser curada mediante el acceso a la información. Algunos avances tecnológicos, como la mejora en las imágenes satelitales o el uso de drones, están facilitando el monitoreo de la salud del océano de forma más efectiva y mucho menos costosa que los navíos tripulados. Asimismo, una mayor transparencia puede ayudar a mitigar la dificultad asociada a la gobernanza oceánica. Si se conjuga la mayor transparencia con las nuevas tecnologías se puede obtener mayor información y más fiable sobre las actividades económicas que se realizan en el océano, lo que facilitaría el diseño, aplicación y seguimiento de acuerdos para cuidar los océanos (para abatir la pesca ilegal en áreas marinas protegidas, por ejemplo). Además, “una mayor posibilidad de localizar los navíos da a los consumidores que están preocupados por los océanos una forma de presionar a las empresas pesqueras para que se comporten responsablemente”.

“Gracias a la tecnología, la extensión y lejanía del océano se está volviendo menos formidable –y es cada vez menos una excusa para la inacción”. En junio de 2017 tendrá lugar una reunión de Naciones Unidas en Nueva York sobre el océano. Esta es una buena señal de que de que se está poniendo mayor atención a los océanos y su estado. No obstante, “mejor información no resuelve el problema fundamental de la asignación y aplicación de los derechos de propiedad y las responsabilidades sobre la mar profunda. Y la efectividad de los incentivos para cuidar del océano varía” según el objetivo y el instrumento que se emplee.

Una mejor medición de la magnitud de los efectos del calentamiento global sobre los océanos, si bien es necesaria, no hace que la solución sea más sencilla. “El acuerdo de París es la mayor esperanza para proteger el océano y sus recursos. Sin embargo, Estados Unidos no está suficientemente comprometido con el acuerdo; de hecho, es posible que lo abandone. Los límites acordados en París no prevendrán el aumento en los niveles del mar ni la degradación de los corales. De hecho, a menos que se fortalezcan drásticamente, se corre el riesgo de que ambos problemas empeoren sustancialmente. La humanidad es capaz cada vez más de ver el daño que le está haciendo al océano. Si lo podrá detener, es otra cuestión”.

Datos cruciales: 

Hacia mediados del presente siglo el océano podría contener más plástico que peces (según el peso de ambos).

Nexo con el tema que estudiamos: 

Apelar a una mayor información y a la elección de los consumidores es una característica propia del discurso liberal para hacer frente a grandes problemas estructurales generados por el modo de producción capitalista, como la devastación ambiental o el enorme poder político en manos de las corporaciones. Lo mismo puede decirse sobre la definición de nuevos derechos de propiedad, que no hacen sino mercantilizar la naturaleza y los bienes comunes sin resolver los problemas de fondo que, en este caso, producen la destrucción del ecosistema planetario. Para hacer frente a la crisis ecológica es necesario ante todo trastocar profundamente y superar la forma en la que el capitalismo ha construido su civilización material, articulada principalmente en torno al petróleo y otros combustibles fósiles. Esta necesidad no es siquiera mencionada por el semanario The Economist, aun cuando menciona la importancia de las emisiones de CO2 para el deterioro de la salud oceánica.

El texto que fichamos fue escrito sólo unos días antes de que Donald Trump tomara la decisión de que Estados Unidos abandonara los acuerdos de París. Trump, quien fue fuertemente financiado por las corporaciones petroleras y las representa mediante sus medidas de política, encarna las tendencias más cínicas, autoritarias y ecocidas que caracterizan al capitalismo contemporáneo.

Otra ficha sobre la salud de los océanos: http://let.iiec.unam.mx/node/1393