Multinational Corporations and the Globalization of Monopoly Capital
Foster, John Bellamy e Intan Suwandi [2016], “Multinational Corporations and the Globalization of Monopoly Capital”, Monthly Review, New York, Monthly Review Foundation, 68(3):1-25, julio-agosto.
John Bellamy Foster es editor de Monthly Review y profesor de sociología en la Universidad de Oregón.
Intan Suwandi es investigadora en el departamento de sociología en la Universidad de Oregón.
En 1964, Paul Baran y Paul Sweezy publicaron, en palabras de Foster y Suwandi, el primer análisis de las corporaciones multinacionales en el marco de la teoría marxista titulado “Notas sobre la Teoría del Imperialismo”. Partes de éste fueron retomadas en el libro de El Capital Monopolista en 1966. Es en 1969 que Harry Magdoff y Sweezy escribieron su artículo Notas sobre la Empresa Multinacional partiendo de los alcances de Baran y Sweezy (pp. 1-2).
Este análisis concibe a la corporación multinacional como resultado del proceso de concentración y centralización del capital. Proceso que a su vez ha creado al capital monopolista, enmarcado en una sociedad de clases capitalista y del estado capitalista. Para los autores, las corporaciones multinacionales son el principal mecanismo del capital monopolista en el exterior, componentes del sistema imperialista mundial. Las corporaciones están atadas a las estructuras estatales y a las sociedades de clases, obteniendo ganancias de la jerarquía de los estados-nacionales en el sistema capitalista mundial y en la división entre centro y periferia (p. 2).
La discusión de las corporaciones multinacionales giró entorno a tres cuestiones principales:
1. Las razones de su surgimiento / emergencia
2. La distinción entre corporaciones multinacionales y las operaciones meramente internacionales de las firmas
3. El grado en el cual tales gigantes (globales) pudieran suplantar a los estados-nación.
Foster y Suwandi sostienen que este desarrollo teórico de la corporación multinacional y el imperialismo de los años sesentas y setentas, sienta las bases para la comprensión del nuevo imperialismo del capital monopólico financiero global (global monopoly-finance capital).
Tres grandes cuestiones acerca de las corporaciones multinacionales
1. El origen de la corporación multinacional
En los años sesentas la economía neoclásica intentó explicar la emergencia de las corporaciones multinacionales dentro del marco del modelo de competencia perfecta. Afirmando que la corporación multinacional era solo un instrumento de mayor eficiencia para optimizar la asignación de recursos dentro de mercados competitivos (p. 3).
Destacan tres factores que explican el crecimiento de la corporación:
1. Diferencias de trabajo y capital entre las naciones
2. Existencia de una prima de riesgos en los mercados internacionales de activos
3. Necesidad de utilizar los fondos internos superavitarios.
Se consolida la formulación de los "costos de transacción" donde la firma busca internalizar los costos externos de transacción en función de maximizar su eficiencia.
Al mismo tiempo desde los márgenes del pensamiento convencional, la "teoría de la competencia imperfecta" y de la "organización industrial" buscaron dar cuenta del crecimiento de la empresa. Sobresale el trabajo de Charles Kindleberger y Stephen Hymer (1976). El análisis de Hymer estaba basado en la teoría de la organización industrial enfatizando el poder de las corporaciones multinacionales al apropiarse de las ventajas competitivas de las empresas locales: “teoría monopolista de la inversión directa” (pp. 3-4).
Por su parte la teoría marxista pone como tesis fundamental que la multinacional es resultado de la concentración y centralización del capital en el proceso de la acumulación y con ello que su crecimiento es inherente al propio desenvolvimiento de la empresa.
Se destaca el trabajo de Baran y Sweezy en sus “Notas sobre la Teoría del Imperialismo” y posteriormente a Richard Barnet y Ronald Müller (1974), pioneros en usar el término de globalización para referirse a la expansión global de las multinacionales. En su trabajo sostienen que la corporación global emerge como representación de la globalización del capitalismo oligopólico, resultado del proceso de concentración e internacionalización del capital que rompían las reglas tradicionales del mercado de competencia perfecta (p. 4). El resultado era una fuerte expansión del poder monopólico, consolidado en empresas gigantes monopolistas y corporaciones oligopolistas, capaz de tomar ventaja de los bajos salarios, la escasez de capital y de los estados débiles alrededor del mundo para apalancar sus ganancias marginales, extrayendo cantidades masivas de excedentes de las naciones del Sur global. Las subsidiarias estaban sometidas al principio de la maximización de ganancias y la acumulación en beneficio de la empresa en su conjunto, con sus mesas directivas administrativas y financieras ubicadas usualmente en los centros de acumulación de riqueza del sistema mundial.
Magdoff y Sweezy concluían que para la segunda mitad del siglo XX la corporación multinacional era el instrumento clave del capital financiero. Hymer (1979) en sus trabajos más radicales reconoce que en el centro del desarrollo de las multinacionales estaba la explotación global del trabajo en un contexto de imperio o intercambio desigual. En la misma dirección Samir Amin (1974) lo señaló como una de las diversas formas de la ´generalización del capitalismo monopólico´.
2. ¿Multinacional o Internacional/Transnacional?
Foster y Suwandi señalan que los análisis convencionales sobre las corporaciones multinacionales (incluso muchos de “izquierda”) conforman visiones reduccionistas concibiendo a las corporaciones como fuerzas económicas independientes, completamente escindidas o desconectadas de los estados-nación (p. 6).
En 1963 la revista Business Week publicó un informe especial titulado “Compañías Multinacionales” usando el término multinacional como línea divisoria entre las empresas orientadas al interior con operaciones internacionales y aquellas corporaciones orientadas realmente al mundo. En esta misma línea se encuentran otros trabajos de la época: U.S. News and World Report (1964) e incluso ensayos de Kindleberger (1969).
La visión reduccionista reaparece en la discusión sobre la globalización. El discurso ideológico dominante reinventa a la corporación multinacional como una corporación transnacional o incluso supranacional, constituyendo un tipo de cuerpo neutral o unidad funcional de un mercado universal, divorciada de los estados o del poder económico-político (p. 7). Bajo el mismo enfoque se encuentran los trabajos de Peter Drucker (1997) e incluso el de Giovanni Arrighi en su libro The Long Twentieth Century (1994), acertando en señalar una diferencia entre empresas localizadas en el centro y aquellas asentadas en la periferia, sin embargo Arrighi cede en exagerar la desconexión entre corporaciones y estados.
El enfoque es contrastado con las aproximaciones que realizaron Baran, Magdoff y Sweezy en los años sesenta. Para éstos, la corporación gigante que se extiende globalmente no deja de ser multinacional en el sentido de que opera en varias naciones. Sin embargo, su centro financiera, mesa directiva y la alta gestión se siguen conservando en un nivel nacional. Como premisa el capitalismo es inherentemente un sistema dividido entre estados nacionales y clases sociales, las corporaciones multinacionales conservan vínculos con estados y clases sociales particulares. Por ende a pesar de que las operaciones se lleven a cabo en un nivel multinacional, la clave central está en el control (gestión) siempre nacional. Desde este enfoque una empresa sin estado es impensable. Todo capital tiene nacionalidad. Las multinacionales representan las configuraciones más desarrolladas de la asociación entre capitales nacionales y estados particulares, concentrándose principalmente en el centro del sistema: países desarrollados (p. 8).
Para los autores el estado cumple con la función histórica de sostener las relaciones de explotación entre clases en el capitalismo. También protege los derechos de sus entidades económicas más grandes que operan en el exterior. La importancia del estado como actor crucial para la actividad empresarial es algo en lo que coinciden otros autores como Hymer (1976) y Kindleberger (1969).
Los autores también sostienen que los estados no son iguales. Aquellos estados grandes y ricos pueden reafirmar su poder respecto las multinacionales extranjeras al mismo tiempo que pueden promueven la expansión internacional de sus propias multinacionales (p. 9).
En medio de todo esto surge un “enfoque internacionalista” ideológico sumamente optimista respecto el papel de las multinacionales. Liberales en cuanto postulan que los gobiernos y las organizaciones internacionales deben desarrollar políticas adecuadas para que las multinacionales en la libre competencia aseguren un equilibrio global.
3. Corporaciones multinacionales y Estados-nacionales imperialistas
Los enfoques convencionales reduccionistas, idealistas e incoherentes que abordan el estudio de las corporaciones multinacionales se enfrentan al reto de explicar las relaciones económicas internacionales, dejando de lado un factor estructural de la realidad: el sistema mundial imperialista.
Magdoff (1969) demostró que la fuerte expansión de la inversión extranjera directa de Estados Unidos coincidió con su emergencia como líder económico en el sistema imperialista de la segunda posguerra. El objetivo de las operaciones foráneas de las corporaciones gigantes, monopolistas (u oligopolistas) era penetar en nuevas industrias y mercados, así como explotar diferencias salariales y menores costos en otras áreas del mundo (p. 10). Para Baran y Sweezy (1966) las inversiones extranjeras directas no solo eran un mecanismo para transferir la riqueza del Sur Global al Norte, sino también permitía a los más ricos expandir su control sobre las economías de los más pobres (p. 11). Ambos (1966) señalan que la penetración de las corporaciones multinacionales en otras naciones implica un cambio de manos en el control tanto del tamaño como del uso del plusvalor, desviando fuertes recursos para el desarrollo económico de las naciones al servicio del capital extranjero.
James O´Connor (1974) vislumbra cómo los monopolios multinacionales presionan sobre sus gobiernos (en Estados Unidos y Europa) para formular e implementar políticas económicas que sirvan para crear un ambiente atractivo para la inversión en el exterior, en lo particular a las naciones subdesarrolladas; lo que significa que el llamado desarrollo nacional en los países periféricos estaba en realidad relacionado con intereses privados de multinacionales (p. 11).
Foster y Suwandi sostienen que a pesar de los grandes cambios de las multinacionales en las últimas cuatro décadas, sus rasgos esenciales se conservan. El resultado ha sido la transfronterización de problemáticas las desigualdades entre naciones. Amin (1974), retomando el trabajo de Baran y Sweezy (1966), formula la tesis del "monopolio generalizado" para enfatizar que las corporaciones monopólicas ejercen su poder sobre los estados nacionales en la periferia.
Monopolio globalizado - capital financiero y el nuevo Imperialismo
Para los autores la Teoría de las corporaciones multinacionales basada en la teoría del capital monopolista y en las formulaciones generales de Marx sobre la acumulación de capital, posee grandes ventajas sobre todas las demás perspectivas que pretenden explicar las trasformaciones del imperialismo contemporáneo (p. 12).
En la dimensión económica el rasgo definitorio del cambio de la producción global es el arbitraje laboral global. Lo cual ha inducido a la deslocalización de la industria manufacturera de los países del Norte Global al Sur Global, reflejado en un mayores empleos industriales y flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) en naciones en vías de desarrollo o de transición (Dato Crucial 2 y 3). Los autores definen al “arbitraje laboral global” como el sistema de intercambio desigual basado en jerarquías de salarios en el mundo, distinguiendo entre países centro y periféricos. Y a su vez es un medio para que las multinacionales tomen ventaja sobre los costos diferenciales de las unidades de trabajo dentro de un sistema imperialista de valor mundial (p. 12). Bajo el capitalismo monopolista las corporaciones gigantes oligopolistas controlan gran parte del mercado mundial mediante sus operaciones internacionales. Además el mercado mundial es asimétrico: el capital se puede mover libremente en cambio los trabajadores son regulados por políticas migratorias; permitiendo que las principales beneficiarias de ello sean las multinacionales.
El arbitraje laboral global, en palabras de los autores es una táctica urgente, más que necesaria, para la dinámica en constante cambio de la economía global por la competencia de las mega-corporaciones. La competencia empuja a que las empresas busquen nuevas formas de disminuir costos, (p. ej. el incremento de la IED en el Sur global y las nuevas formas de subcontratación conocidas como “formas no-accionarias de producción internacional”; Dato Crucial 4). Innovando en las formas de control para seguir explotando en trabajo en el Sur global (p. 13).
Enfoques contemporáneos como el de Milberg y Winkler (2013) desde el estudio de los cambios de estrategia en las corporaciones, o el de las cadenas globales de Gary Gereffi (1994) ilustran el auge de la deslocalización y la subcontratación, pero son insuficientes para dar una explicación al fenómeno (p. 14). Desde una perspectiva marxista se puede afirmar que para las multinacionales el arbitraje laboral global es también un medio para mantener y expandir su control oligopólico en la acumulación de capital, lo cual ha dado como resultado nuevas formas de precariedad laboral a nivel mundial (p. 14).
El fenómeno de la deslocalización-subcontratación por el arbitraje laboral global permite que continue incrementándose la separación de los altos mandos (mesa directiva) y el proceso productivo, tendencia advertida por Magdoff y Sweezy desde los años sesentas. Al mismo tiempo, concede cierta facilidad para que las corporaciones puedan deslindarse de responsabilidades al relegarlas a sus partes subcontratadas.
Al ser las subcontraciones contratos muy distintos de la IED, ésta última resulta ser una representación insuficiente de las operaciones globales del capital monopolista-financiero (p. 15). Existe nuevas formas de inversión extranjera (no-accionarias) que mantiene el control, tanto del proceso productivo como de las ganancias, sin la necesidad de un involucramiento directo. De esta manera las corporaciones multinacionales pueden “externalizar” cualquier actividad (costos de transacción) que no sea fundamental para sus ventajas competitivas, llevadas a cabo a un menor costo e incluso con mayor eficiencia por terceras partes (p. 15).
Para Foster y Suwandi, el control monopólico (sobre las finanzas, la tecnología y los medios de comunicación) es la pieza angular que posibilita al actual sistema global de explotación y apropiación encabezado por las corporaciones multinacionales; respaldadas por el poder militar y geopolítico de los estados centrales (p. 16).
Conclusión
El arbitraje global de trabajo es elemento clave para comprender el sistema imperialista contemporáneo. Siendo manifestación real de las relaciones desiguales entre estados nacionales con tasas de explotación diferentes. Permitiendo la (super)explotación del Sur global y la expansión del ejército industrial de reserva mundial. (pp. 16-17).
Foster y Suwandi señalan que la globalización actual no es más que otra fase del imperialismo (de la antigua triada de poderes centrales: Europa, Norteamerica y Japón), utilizada por el capital y los instrumentos estatales para establecer sus demandas para ejercer control sobre el sistema productivo de la periferia. Esta es una manifestación más del “capitalismo contemporáneo de monopolios generalizados, financiarizados y globalizados” (Amin, 2013) (p. 17).
Por último sostienen que a más de cincuenta años de haber sido publicados los trabajos de Baran y Sweezy, su análisis sobre las multinacionales sigue siendo vigente. Hoy en día la gran ambición de las corporaciones sigue siendo la misma: hacer un mundo más seguro para expandir sus fronteras y beneficios, utilizando como palanca la política estatal de los estados centrales (p. 17).
1. Para finales de los sesenta la gran mayoría de las 200 corporaciones no-financieras más grandes en Estados Unidos habían alcanzado la etapa de conglomeración y multinacionalidad (Magdoff y Sweezy, 1969).
2. La participación del empleo industrial mundial en las naciones en desarrollo se ha incrementado de un 52% en los ochentas a un 83% en 2012 (p. 12).
3. La inversión extranjera directa en las economías en vías de desarrollo y de transición se ha incrementado de un 33% en 2006 a un 51% al 2010, respecto el total de inversión extranjera mundial (p. 12).
4. Las prácticas de “formas no-accionarias de producción internacional” se han incrementado sustantivamente en las cadenas de valor globales concentradas en el Sur global. Entre 2005 y 2010 estas formas crecieron en diversos sectores manufactureros excediendo la tasa de crecimiento de la industria global en su conjunto (p. 13).
5. En los últimos 20 años, el mundo ha visto una explosión en los tratados, acuerdos y otros mecanismos mientras el capital global ha impuesto sus reglas, regulaciones y modos de comportamiento sobre los gobiernos y su ciudadanía (Ghosh, 2015).
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La “Teoría de las corporaciones multinacionales” según nuestros autores, revive el análisis del imperialismo del siglo XXI. Aporta elementos respecto el debate histórico sobre la empresa. Las deficiencias del pensamiento económico convencional y las distintas aportaciones del pensamiento marxista de posguerra.
Los enfoques convencionales del estudio de las corporaciones dejan de lado las relaciones de poder, el poder monopólico, y la acumulación.
Destaquemos que el concepto imperialismo subraya las exacciones a los trabajadores y naciones del Sur, poniendo en evidencia su papel en el enriquecimiento de los países "desarrollados". Sin embargo, ello no agota la dinámica capitalista: también los trabajadores del Norte son explotados y también la "naturaleza" es expoliada en el conjunto del planeta. Esa es una de las principales diferencias de nuestro enfoque respecto del imperialismo, teoría que desde Hobson ponía el acento en la expansión internacional del capitalismo.