How tech giants are ruled by control freaks. Facebook, Google, Alibaba et al offer lessons in the dark arts of corporate control
The Economist [2017], "How tech giants are ruled by control freaks. Facebook, Google, Alibaba et al offer lessons in the dark arts of corporate control", The Economist, London, 25 de noviembre, https://www.economist.com/news/business/21731648-facebook-google-alibaba...
Los más prominentes magnates de las grandes empresas tecnológicas, de comercio electrónico y de medios tienen algo en común: la manía de querer tener control total sobre las empresas. Hasta ahora, la estrategia les ha funcionado y parecen omnipotentes. Pero hay señales que anuncian un cambio, como la reciente oleada de ventas entre los gigantes tecnológicos. Las consecuencias de esta euforia de ventas variarán de empresa a empresa según su estructura. En algunos casos los magnates cederán paulatinamente el control, en otros se aferrarán a éste.
Desde septiembre de 2017, los magnates tecnológicos han anunciado grandes ventas de acciones de sus empresas: 4 mil millones de dólares en el caso de Alibaba; 13 mil millones de Facebook; 2 mil millones en Amazon; 5 mil millones en Tencent. “Las transacciones suman una décima parte del valor total de la posesión de acciones de los fundadores en sus empresas”. Además, se espera que las ventas de acciones por parte de los fundadores aumente.
Para dimensionar el efecto de la venta de acciones, The Economist considera a ocho empresas que son dirigidas por sus fundadores: Alibaba, Alphabet, Amazon, Facebook, Netflix, Tencent, Tesla y SoftBank. La participación de sus fundadores en las acciones de las empresas representa en promedio 13%. Si la trayectoria actual continúa, su participación caerá a 8% en cinco años. La estructura de cada empresa es distinta, por lo que los efectos de las ventas de acciones no serán homogéneos. La estructura de las empresas refleja “cuán inflexible era antes su fundador y cuánto capital ha recaudado mediante acciones, entre otras cosas”. Según el semanario británico, hay dos tipos principales de empresas: “las que son dirigidas por frikis del control [control freaks] y las dirigidas por fanáticos del control [control fanatics]”.
En las empresas de los “frikis del control”, el peso económico y el poder de voto guardan la misma proporción. Si los fundadores venden sus acciones, sus facultades legales disminuyen. Algunas empresas que avanzan en esa dirección son Netflix, Amazon y Tesla. En el caso de Amazon, si las ventas de acciones por parte de Jeff Bezos –su fundador– siguen la misma trayectoria que han tenido recientemente, los tres inversionistas institucionales más importantes de la empresa tendrán la capacidad de superar el poder de voto del fundador hacia finales de 2018. Para Elon Musk, fundador de Tesla, la emisión y venta de acciones es necesaria para financiar sus ambiciosos planes, pero eso reducirá sus derechos de voto dentro de la empresa. “Estos líderes son idolatrados y es difícil imaginar a sus empresas sin ellos, como una vez fue difícil imaginar a Microsoft sin Bill Gates. Sin embargo, en una década podrían virar hacia la propiedad institucional. Apple y Microsoft ya han dado ese salto”.
En las empresas dirigidas por los fanáticos del control, los fundadores usan clases duales de acciones u otros mecanismos para mantener sus derechos de voto aun si su peso económico al interior de la empresa disminuye. Entre las empresas tecnológicas que son dirigidas por fanáticos del control se encuentran Alphabet, Facebook, SoftBank, Tencent y Alibaba. En Alphabet y Facebook, las distintas clases de acciones permiten a los fundadores mantener el control: en ambas empresas, los fundadores tienen poco más de 10% de participación económica en la empresa pero conservan 51% de los derechos de voto. En las empresas asiáticas, los fanáticos del control tienen estrategias distintas, como la creación de vehículos de inversión sobre los cuales tienen control total (SoftBank) o la posesión de acciones en subsidiarias clave para el crecimiento de las empresas aunque la participación en las acciones totales sea reducida (Tencent).
Los “fanáticos del control” más consumados son los fundadores de Alibaba, Jack Ma y Joe Tsai, quienes han diseñado un sistema con triple candado: un pacto que obliga a otros accionistas estratégicos a votar con ellos; la mayoría de los asientos en la junta de administración; y la posesión de la mayoría de los derechos de voto en subsidiarias clave en China.
Los magnates fanáticos del control son aún relativamente jóvenes y probablemente tienen un largo camino por delante. Pero estos líderes corporativos “están sobrepasando los límites”. La brecha entre su participación económica y sus derechos de voto en las empresas es mucho más grande de lo que anteriormente se ha visto. “Cuando el crecimiento eventualmente se desacelere y el aura de su genialidad se desvanezca, las tensiones creadas por su concentración de poder aumentarán”.
Una de las características más importantes de las grandes sociedades por acciones es que en ellas la propiedad del capital se vuelve difusa: no estamos ya en la situación en que un capitalista detenta la propiedad de toda una empresa –y además ejerce el control y supervisión de las distintas etapas del proceso productivo– sino ante un conjunto de accionistas más o menos grande que son dueños de las empresas mediante sus títulos de propiedad. A esta característica hay que añadir una nueva, cada vez más importante: los principales accionistas de las empresas más dinámicas en el capitalismo contemporáneo no son personas físicas sino inversionistas institucionales. Es necesario profundizar en las causas e implicaciones de este cambio en la propiedad del capital en las grandes corporaciones.
En el caso de los gigantes tecnológicos, vanguardia del capitalismo contemporáneo, se observa un rasgo atípico en el que los fundadores conservan cuotas elevadas de poder y propiedad. Aunque la lógica de la acumulación de capital lleva hacia los gobiernos "impersonales" en el que los administradores profesionales sustituyen a los fundadores, el dinamismo de los gigantes tecnológicos puede dar margen a los comportamientos atípicos. No es menor que ésto se de con más fuerza en las empresas chinas, en las que el régimen autoritario sustenta "mandarinatos" empresariales.