Technology and society. Pessimism v progress

Cita: 

The Economist [2019], "Technology and society. Pessimism v progress", The Economist, London, 21 de diciembre, https://www.economist.com/leaders/2019/12/18/pessimism-v-progress

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Miércoles, Diciembre 18, 2019
Tema: 
Las preocupaciones actuales sobre los impactos negativos de la tecnología son parte de un patrón histórico
Idea principal: 

La confianza en un futuro prometedor habilitado por la tecnología se ha perdido. Para muchos, las tecnologías que dominaron la última década están en realidad empeorando las cosas. Por ejemplo: las redes sociales, que alguna vez fueron vistas como liberadoras, hoy son señaladas por invadir la privacidad, difundir propaganda y debilitar la democracia. Mientras que, aunque pudieran tener aspectos positivos, las innovaciones como el comercio electrónico, las aplicaciones de transporte y los servicios por demanda (Didi, Uber, Rappi, etc.), también han llegado acompañadas de trabajos mal remunerados, desigualdad y congestión vehicular.

De la misma forma, las tecnologías que ahora se perfilan para dominar la siguiente década parecen no ofrecer ninguna esperanza. Actualmente, por ejemplo, las compañías de internet generan más desconfianza que los bancos. Incluso sus empleados están inconformes. También la inteligencia artificial genera preocupación debido a que está reproduciendo nuestros sesgos, mientras que la tecnología 5G está en el centro del enfrentamiento sino-estadounidense, sólo por mencionar algunas.

Por otro lado, el pesimismo ocasionado por la pérdida de la fe en el progreso no es nuevo. Muchas veces en el pasado se ha pensado que hemos errado el camino y ahora está sucediendo de nuevo. En los años setenta, fue la sobrepoblación, la devastación ambiental y la perspectiva de una posible inmolación nuclear. En los años veinte, fueron los automóviles, que habían sido vistos como una alternativa redentora al transporte tirado por caballos. Mientras que en el siglo XIX, fue la industrialización. En cada uno de estos ejemplos históricos, la decepción fue producto de un conjunto de esperanzas no realizadas y consecuencias imprevistas. Si bien, es natural que los cambios generen ansiedad, cuando los aspectos negativos superan a los positivos en muchas tecnologías simultáneamente, como en la actualidad, el sentimiento tecno-pesimista crece.

Sin embargo, considera The Economist, el pesimismo puede superarse. A menudo la gente se concentra en los inconvenientes de una nueva tecnología dando por sentado sus beneficios. La preocupación por el tiempo que pasamos frente a las pantallas de nuestros dispositivos se debería sopesar con los beneficios que representa la comunicación omnipresente y el acceso a información y el entretenimiento. Por otro lado, sería peligroso caer en lo que Carl Benedikt Frey ha llamado la “trampa tecnológica”, es decir, que al buscar evitar los inconvenientes a corto plazo de una tecnología, se cancele el acceso a sus beneficios a largo plazo.

Además, los problemas generados por una tecnología suelen ser resueltos por otra tecnología. Por ejemplo, las bolsas de aire y los semáforos han reducido las muertes por accidentes viales. El cambio climático es el ejemplo paradigmático, es difícil pensar una solución a éste que no dependa del desarrollo de tecnología en energía limpia, captura de carbono y almacenamiento de energía. En realidad, la tecnología no es buena ni mala en sí misma. Son las elecciones que la gente toma sobre ella lo que le da forma al mundo. Las reacciones contra las nuevas tecnologías son parte del proceso por el cual la sociedad las adopta, les impone reglas y políticas que limitan su potencial destructivo. El escepticismo, en este sentido, es saludable pues expropia a la tecnología del campo de los especialistas y la pone en la arena pública donde se moldean los cambios y se construyen equilibrios entre los aspectos positivos y negativos de esta.

Encender el motor moral

Para The Economist, el origen de la ansiedad pudiera no ser la tecnología, sino las dudas sobre la capacidad de la sociedad para llevar a cabo un debate sobre esta, y sacar de él respuestas satisfactorias. En ese sentido el tecno-pesimismo sería un síntoma de un pesimismo político. Sin embargo, cualquier debate, por sombrío que pueda parecer, es mejor que no tenerlo.

Afortunadamente, si nos atenemos a la historia, considera The Economist, podemos ser optimistas. Gracias a los transformaciones tecnológicas hemos superado antiguos flagelos. Si bien, es cierto, el planeta se está calentando y la resistencia a los antibióticos se está extendiendo, también es verdad que la solución vendrá de la mano de la tecnología. Gracias a ella, concluye, es que podemos contarnos entre las personas más afortunadas que jamás han vivido.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Aunque de The Economist reconoce la desconfianza generalizada hacia tecnología, la optimista conclusión a la que llega el autor nos habla de la necesidad de realizar una crítica de la tecnología dominada por el capital, y la manera en que está habilitando escenarios distópicos al tiempo que abre nuevos espacios de valorización.