Lo mejor en el mundo de la tecnología se encuentra en los alrededores de San Francisco. Emprendedores e innovadores de Silicon Valley, tecnólogos e inversionistas se encuentran ocupados revolucionando casi todos los aspectos de la economía global. El capitalismo estadounidense tiene un nuevo centro de operaciones, se trata de Silicon Valley que está desplazando a Wall Street, sin embargo, hay que tener en cuenta que la acumulación de tanta riqueza también conlleva riesgos.

Las empresas instaladas en la zona parece que no corren tanto riesgo de sufrir la historia de sus predecesores en el crash de 2000. Éstas tienen una característica común y es que se están quedando como empresas que no cotizan en bolsa para evitar las molestias de los inversores activistas y la necesidad de entregar los informes trimestrales. Ventajas que vienen acompañadas de riesgos, por ejemplo, que las empresas no tienen la obligación de hacer públicas sus cuentas auditadas y sobre todo, a que se aíslen del resto al tiempo que poseen grandes poderes para transformar las actividades económicas.

El imperio de los tecnólogos tiene la virtud de hacer pensar a los empresarios sobre los sistemas antiguos de tecnología y adoptar nuevos, estas ideas llegan a los habitantes del valle, que ven a la tecnología como la solución a todos los males, y al gobierno sólo como una molestia que aún carece de un algoritmo. La relación del público y los grandes de la tecnología es armoniosa, los consumidores disfrutan de sus aplicaciones para tomar un taxi, streaming de música y software de reconocimiento de voz, entre otros, pero por otro lado, inevitablemente entran en conflicto como Uber, Facebook y Google.

Parte de este descontento se debe a que Silicon Valley domina los mercados, absorbe el valor contenido en los datos personales, y erige modelos de negocio que obtienen parte de sus ganancias mediante evasión de impuestos; otra fuente es la destrucción creativa que sus innovaciones sucita. Las empresas del valle no son las únicas que empujan en contra de los impuestos y regulación. Se perciben dos riesgos, uno, de que los consumidores globales se sientan explotados y el otro es que los efectos de una reducción de la base impositiva enfurezca a los votantes.

El poder económico y tecnológico no debe ser una excusa para permanecer aislados del conjunto: "Even private firms run by geniuses need a licence from society to operate".